Reseña: Perceván (Integral 1), de Jean Léturgie, Xavier Fauche y Philippe Luguy

Leí una historia (solo una) de Perceván en mi juventud que me gustó mucho. Pude tomar prestados los primeros catorce álbumes de la serie de la Biblioteca Pública donde vivía y recuerdos grandes momentos lectores agradables. Perceván es, sin duda, una saga dirigida a jóvenes, bastante bien labrada, que me hizo pensar y recordar otras maravillas similares del cómic europeo como Johan y Pierluit. Pero aquí tenemos un ambiente mucho más oscuro. Que volvamos a tener a Perceván en nuestras vidas no es otra cosa que una prueba de las gordas de la Edad de Oro del cómic en cuanto a publicaciones que estamos viviendo. Que se recuperen obras que marcaron la infancia de uno en volúmenes integrales y en tapa dura de tacto glorioso en esta ocasión, me parece alucinante.

La disponibilidad de una joyita del noveno arte a un paso.

Perceván fue una serie de cómic franco-belga creada por Jean Léturgie y Xavier Fauche y dibujada por el gran Philippe Luguy para la revista Gomme! en 1981. Una serie fantástica-medieval recomendada muy-mucho para el público juvenil. Sin embargo, tiene ese extraño don de atrapar a lectores adultos, don que muy pocas sagas tienen. Las diferentes aventuras que vivimos con el personaje suelen poseer ese intrigulis que te mantiene atrapado y donde ya os adelanto que sus dos grandes historias (para mí) son La Tabla de Esmeralda y El Séptimo Sello. Las espero con ganas.

Una serie de aventuras que se desarrollan en un mundo medieval donde la magia y los seres fantásticos son habituales. Este primer integral que nos trae Norma Editorial engloba los tres primeros álbumes de la serie: Las Tres Estrellas de Ingaar, El Sepulcro de Hielo y La Espada de Ganäel, y con un buen articulo de introducción para el que no sepa nada de nada de la serie del critico y divulgador de historietas Antoni Guiral. Un cómic que comprende un enorme mundo fantástico con cantidad de personajes. Perceván: El prota, un valiente chico de melenas pelirrojas. Kervin: Bufón y juglar amigo de Perceván que siempre tiene hambre. Guimly: Pequeño animal de la raza de los simlusnanus que acompaña a los protagonistas. Balkis: Bruja de la que Perceván está enamorado. Altaïs: Bruja hermana de Balkis. Shyloc’h: Sirviente de Balkis de aspecto repulsivo. Sharlaan: Uno de los más grandes magos de este mundo. Piedramuerta: Barón que desea poder y riqueza. Polémic: Sirviente del anterior. Ciensinfus (Cienciencias): Mago que busca y ansía cuanto más poder mejor… Y más. Mencionar que algunos de estos nombres los pongo como los conocí yo.

Un bello mundo creado donde todos los argumentos son posibles. Las Tres Estrellas de Ingaar (1982) cuenta la leyenda que quien encuentre esa tres estrellas y las ponga en su corona obtendrá poder y riqueza. Al escuchar estas palabras, el barón Piedramuerta aspira a tener en sus manos este poder. Acompañado de su alma maldita Polémic, va en busca de los dueños de estas estrellas. El primero al que roban, para su desgracia, es el caballero Perceván, el cual se lanza en su persecución.

El Sepulcro de Hielo (1983) cuenta como siguiendo sus designios por el poder, Piedramuerta, flanqueado por su fiel Polémic, conquista la tierra de Ingaar (Noruega) y sus magníficos fiordos. Perceván y Kervin, aún persiguiéndolos, tienen toda la intención de frustrar sus planes y recuperar las estrellas robadas.

El último álbum del que se puede disfrutar en este primer integral es La Espada de Ganäel (1983). Cuenta como en busca de un amigo de la infancia, Perceván lleva a Kervin a un viaje por las Tierras del Miedo. Unos terroríficos jinetes negros oprimen a los aldeanos, una terrible bestia aterroriza a quienes se aventuran en el bosque y siniestros cuervos parecen espiar a los viajeros. La aventura más «tolkienana», sin duda. Pero donde un castillo cuyo amo posee una espada que simboliza los poderes del mal es un maestro que parece conocer muy bien a nuestro protagonista.

Un humor redundante, un tono apocalíptico que aparece en casi todos los álbumes, una serie realmente entretenida, bellamente ilustrada… No sé que se puede pedir más, la verdad.

Reseña: Un Trabajo como Cualquier Otro, de Alex W. Inker y Virginia Reeves

La descripción pura y dura de novela gráfica tiene como ejemplo lo que os reseño hoy. Un volumen súper potente en cuanto a historia y diseño que Ponent Mon lanza este 22 de Marzo. En realidad, es un destacable one-shot porque realmente -y literalmente- es una trama que va como un tiro. El álbum tiene más de ciento ochenta páginas, cual novela corta, que se lee en nada gracias al tamaño de las viñetas y al dinámico guion que permite entrar en la acción cómodamente. Insisto: la narración dinámica e historia apasionante entran en Un trabajo como cualquier otro. Y sí, esperaros una historia trágica, un duro final, de esos que se quedan en la cabeza por mucho tiempo.

Un trabajo como cualquier otro nos lleva a Alabama en los años 30 del pasado siglo, donde podemos adivinar que la vida no es de color de rosa en esta parte de USA (pese a ser el color que más abunda en las viñetas). Seguimos a un héroe que ciertamente no es perfecto, pero que con el paso de las páginas se vuelve entrañable. Disfrutas siguiendo el curso de su vida, sin embargo, admito que no entendía muy bien el porqué, en la novela original, Roscoe T. Martin acaba en la cárcel. Un trabajo como cualquier otro es la traslación a cómic de la impresionante novela de Virginia Reeves que tanto éxito tuvo en 2016. Una historia que a lo Steinbeck se convierte en una denuncia del entorno penitenciario de esta época en la que el trato a los presos fue muy cruel y el sistema de reintegración no ayudaba nada de nada. Fácil imaginar lo infernal que sería si encimas eras de color.

La sombra del maestro John Steinbeck (De Ratones y Hombres, Las Uvas de la Ira), se cierne sobre esta obra. Mismo marco, mismos destinos rotos, misma amarga esperanza. Si buscas animarte, no te arriesgues a leer este cómic; va sobre la vida y la denigración del ser humano. La miseria, la mala suerte, el racismo, el absurdo y la violencia del mundo carcelario, todo está puesto en su sitio para presionar una y otra vez a Roscoe T. Martin, un tipo que no es perfecto pero que está haciendo todo lo posible por salir adelante mientras la crisis económica hace furor en tierras norteamericanas. No obstante, me encantó la cadena de eventos que terminaron destrozando al personaje central. Este personaje, que está lejos de ser perfecto, me conmovió más allá de sus defectos. Alex W. Inker tras la trama de Virginia Reeves no le escatima nada y, por tanto, revela toda su humanidad. Esta historia, por supuesto, denuncia el sistema penitenciario de la época pero sigue siendo muy actual cuando toca temas como la reintegración o la necesidad de poder prosperar en el trabajo.

El tratamiento gráfico de Alex W. Inker es plenamente adecuado para esta historia. Sus personajes, rayados en lo grotesco, son un eco perfecto del absurdo y horror de la situación en la que se enredan al máximo.

Algunos pasajes son estupendos, como en el que el compañero de celda de Roscoe, carpintero de profesión, está encantado con el trabajo que le encarga la penitenciaria que es… ¡Una nueva silla eléctrica! Y en ese tono todo. Lo que se hace por una reducción de condena, ¿no? Roscoe, por supuesto, ofrece sus servicios como electricista para tal efecto también. Un trabajo duro y convincente, ¿no? Madre-del-amor-hermoso. Un trabajo como cualquier otro se recomienda encarecidamente a los amantes de las historias que dan que pensar. Las puertas de la penitenciaría se cerrarán pronto, y ahí es donde acaba una vida. Al menos, por el momento. Roscoe es un electricista de renombre que se lanzará a la ilegalidad por salvar la granja de su esposa. Se topa entonces con veinte años de reclusión. Le espera un mundo en el que nunca pensó…

Diálogos sencillos, rostros marcados por la vida, gráficos en dos tonos con líneas grandes en tinta negra anticuada y en líneas rojas o planas. Una edición un tanto «vintage» que le viene que ni pintada a la historia. Pero esta historia comienza con un hecho trágico, y termina con un nuevo drama. La vida misma.

Novedad muy-muy calentita que no deberías perderte.

Reseña: Dragonero. Sinalma, de Luca Enoch, Andres Mossa y Mario Alberti

Mis ojos se iluminaron hace un tiempo al ver que Panini Cómics firmaba un contrato con Sergio Bonelli Editore para publicar en español las joyitas de esta editorial italiana. Recuerdo que rápidamente pensé en Dragonero; aquel legendario personaje de cómic, con muy buenas críticas y que, sin duda, necesitaba leer mi sangre seca de cómics europeos de Espada y Brujería. Con ello y el paso del tiempo, han ido llegando una serie de álbumes de los que he intentando por activa y por pasiva, no perderme ninguno. Un compi italiano con el que hablo por Facebook siempre dice que cada titulo es tan diferente que se vuelven únicos… Ufff, ¿uno se puede resistir a eso?

Dragonero te traslada a un mundo fantástico (con su mapa y todo) llamado Erondàr. Una vasta extensión donde vivir aventuras con Ian Aranill y sus compañeros Gmor, Sera, Alben y Myrva. Ian Aranill es un humano, explorador imperial y Varliedart (que significa «Cazador de Dragones», en idioma antiguo). Tiene más de treinta tacos y es alto, de ojos azules y de atractivo físico. Como explorador del Imperio Erondariano, Aranill viaja a través de las tierras de Erondàr acompañado por su amigo Gmor Burpen, un orco valiente de casi cuarenta años que odio a los humanos pero es su mejor amigo. Y Sera, una elfa silvana de ciento dieciocho años, maestra botánica. Esto es en principio lo más básico a saber sobre Dragonero.

Pero estamos hablando de un cómic que se ha vuelto tan poderoso en información con el paso de los años, que hoy en día la saga comprende uno de los más chulos mundos fantásticos a los que un lector se puede enfrentar. Molan cosas como que lleva consigo un sello de reconocimiento para afirmar su autoridad y tener libertad de movimiento. Tiene rango de coronel. Y cuando no está de viaje, vive en Solian, una ciudad portuaria en las tierras del Sur Imperial, perteneciente a la Federación de Ciudades Libres, y para ser exactos en una casa fuera del pueblo, donde las pocas cosas que posee le bastan para una vida sencilla. Su arma favorita (tiene que haber una) es una espada llamada Saevasĕctha (Cortadora Cruel, en idioma antiguo), recibida como regalo de su abuelo y que perteneció durante siglos a la familia Varliedàrto.

Dragonero se mueve por un mundo habitado por varias razas: Humanos, Orcos, Elfos, Troles, Ghoules, Gigantes, Algentes, Enanos, etc. El territorio de Erondàr es recorrido por ríos navegables y densos bosques habitados por cantidad de seres. En el este y el oeste se encuentran grandes islas y amplios archipiélagos, donde viven pueblos belicosos y piratas. En el sur hay territorios fuera del control del Imperio; con montes, marismas, desiertos, organizados en sultanatos y satrapías. En el norte el Gran Muro, patrullado por los Guardias Rojos, divide el Imperio de una tundra interminable, sede de los Reinos Oscuros de los Algentes, criaturas malignas y hostiles.

Dragonero: Sin Alma está considerado como spin-off de la serie pese a que Dragonero se podría considerar más bien un cómic de historias cerradas por álbum. Al menos, así se publica en nuestro país. Aquí no hay serie mensual, aunque algunas de esas historias si han visto la luz en formato tapa dura. Dragonero: Sin Alma (Senzanima) es una trama más adulta que narra las aventuras del joven Ian Aranill, cuando escapa de casa y se une a una compañía de mercenarios llamados Los Sin Alma. Y lo que sucede a partir de ahí…

Dragonero es en esencia la Fantasía más pura, clásica que a muchos nos enamora. Después de tanta queja por mi parte por la falta de cómic fantástico, Dragonero se mostró como una alternativa atractiva a raudales. Me ha demostrado ser un buen placebo para mi sangre semi-seca de… blah, blah, blah. Estamos hablando de una muy chula serie que vio la luz por primera vez en 2007 por parte de los creadores Luca Enoch (Gea, Morgana, Lilith) y Stefano Vietti (Nathan Never, Martin Mystère, Spider-Man, Greystorm) para la casa de Sergio Bonelli Editore. Y por la que han pasado cantidad de dibujantes.

Un cómic destacable como pocos. Reitero lo dicho otras veces: totalmente recomendada para amantes de las aventuras a lo Dungeons & Dragons.

Reseña: Infiel, de Pornsak Pichetshote, Aaron Campbell y José Villarrubia

Cómic de Terror, ladies & gentleman, vamos con más de lo bueno. El pasado mes Norma Editorial publicó Infiel (Infidel), una de esas historias hechas para los que le encantan pasar miedo, o al menos (según tú y tu irracionalidad), lo intentan. Además, es un titulo que vale para corroborar un tema que suelo hablar con lectores constantes, esos mismos que se quejan tanto como yo de que se publica poquísimo Terror literario en nuestro país. Insisto en mi teoría y la expongo ya como una máxima:

El mejor Terror escrito

nos está llegando en formato cómic.

Una prueba fehaciente de ello es Infiel, el cómic de Pornsak Pichetshote, Aaron Campbell y nuestro paisano muy norteamericano José Villarrubia; otro trabajo donde lo borda, por cierto. Dicen que la diversidad es la sal de la vida, y yo alego que sin terror o miedo no estaríamos aquí hoy en día tan poderosos como nos sentimos. A lo largo de mis años como lector y entusiasta de novelas gráficas y libros de literatura fantástica que tratan los tres grandes géneros en el que me desvivo por leer buenas historias de Terror, me he topado con cantidad de argumentos que se limitan a adaptar clásicos o derivan de guiones fílmicos que sí fueron originales. Novelas gráficas escritas por hombres y mujeres, ideas gráficas elaboradas por afroamericanos, caucásicos, hispanos, chinos, indios, etc. Miedos que parten del interior de nosotros, los seres humanos. Dentro de este enjambre hay una parte de la colmena donde se ubican los que dan vida a algo en lo que no habíamos pensado. Algo original. Esa es mi eterna búsqueda del Santo Grial. Por eso no descanso hasta ponerme con un titulo que lo proponga, al que yo al abrir la primera página le diga: «Por favor, asústeme, me encanta pasar miedo. ¡Métete en mi cabeza!». Haz que me pregunte sobre la procedencia de ciertos ruidos en la noche o porqué en el lugar donde trabajo, oigo pasos en un pasillo en el que no hay nadie.

Una mezcla de todos estos conceptos se juntaron al leer Infiel, de Pornsak Pichetshote (un autor y director de cine tailandés-estadounidense), que con su guión provoca que te preguntes por qué la gente piensa que mudarse a una casa antigua es una idea espléndida. Un tema que engloba a todo ser humano, por el que tiene que pasar, da igual raza, género o religión. Pues en el Terror (para el dolor de Drácula), todos estamos en el ajo. El miedo no hace distinción.

Infiel es la historia de Aisha, una mujer musulmana-paquistaní-estadounidense, que vive en Nueva York con su prometido, Tom, un simpático hombre católico caucásico y su hija de un matrimonio anterior. Las cosas se vuelven económicamente difíciles para la pequeña familia (¿el desencadenante?), por lo que se mudan a un apartamento con la devota madre católica de Tom. Los choques culturales y de edad son inevitables, pero lo cierto es que Aisha se esfuerza mucho por suavizar las cosas y encontrar puntos en común en el nuevo hogar que ahora es su casa. Los escalofríos llegan cuando Aisha descubre que el complejo de apartamentos donde ahora vive fue una vez el punto focal de una masacre estilo Amityville. Un lugar “infiel” lleno de poltergeists, tensión racial, fantasmas, malentendidos religiosos, posesión demoníaca, xenofobia, una puerta al Infierno, en toda regla. Entonces, ¿qué podría salir mal?

Uno se identifica fácilmente con las experiencias de Aisha. Yo que a mi edad he trabajado en cantidad de sitios desolados a los que no quiere ir nadie -y mucho menos pasar la noche-, todo suma si los demonios aterradores que sobrevuelan nuestra mente, se hacen contigo. Historias gráficas así pueden ser todo desafío al ser leidas en sitios así. ¿Masoquismo? ¿La locura a un paso? «¿Por qué pasarlo mal?», dicen los que no quieren ir al cine a ver una peli de Terror cuando, en realidad, su pulso acelerado dice que lo pasaron bien, pasándolo mal. Que amo el Terror y punto, friends. En todas sus formas de expresión. Para mí, confirmar que hay alguien al otro lado, no es otra cosa que evidenciar que nuestra existencia se alarga de alguna forma. Para bien o para mal.

La lectura de Infiel provocó que me levantara más de una vez de la silla.

Reseña: DCSos, de Tom Taylor, Trevor Hairsine, Stefano Gaudiano, Laura Braga, Darick Robertson y VVAA

DCSos es lo que se ha dado en llamar una historia de evento significativa. Dentro del Universo DC, brinda un viaje emocional desde el principio. ECC Ediciones recopila esta miniserie de seis números en un solo tomo en tapa dura, como he dicho en las últimas semanas: la forma de disfrutar estas obras recopiladas está en ti. La posibilidad de seguir leyendo cuando quieras.

En DCSos, el equipo de Tom Taylor y Trevor Hairsine no se reprimen en darnos golpes de los duros, ya que en esta historia ningún superhéroe va a estar a salvo de la Ecuación de la Antivida; un virus que ha continuado extendiéndose por la Tierra, un miedo muy actual para todos nosotros por la situación que justo hoy hace un año empezamos a vivir. Pero el tema central de DCSos se define con la impactante frase:

La Muerte ha llegado al Universo DC

Y así comienzas/entras en una historia bastante gótica, que tiene su fase de horror en un virus mortal que se extiende por nuestro planeta pero cuya principal cualidad es que quien se infecta se vuelve un maníaco homicida. La pregunta es entonces: ¿Qué va a hacer La Liga de la Justicia en una situación así? Pero antes de profundizar demasiado en la reseña, aclaremos qué no es DCSos. No es La Noche Más Oscura ni tampoco un Marvel Zombies. Aquellas historias tenían su sitio en un Diagrama de Venn de superhéroes con terror. DCSos es algo diferente. Lo veo más como un 28 días después mezclado con The Cell, de Stephen King, por el nivel de alerta que propone. Os adelanto que es un virus extraterrestre, un virus que viene de Apokolips; debo admitir que soy muy fan de Los Nuevos Dioses y todo lo que a ellos concierne. Esos dioses que son retratados en la Tierra más como monstruos que otra cosa. Darkseid cree que ha encontrado la otra mitad de esta ecuación, sin embargo, ha creado algo mucho peor…

Los resultados de este virus son horribles.

Para colmo los ilustradores Trevor Hairsine, Stefano Gaudiano y James Harren muestran los efectos catastróficos de la enfermedad de la forma más dolorosa posible. Los infectados se rascan profundamente las heridas de sus caras como si estuvieran tratando de sacar la enfermedad que devasta su cerebro. Hay una mirada de dolor confuso que rápidamente se convierte en puta locura cuando prestan atención a transeúntes que pasan cerca. Destacan en estas tomas, la sangre. El colorista Rain Beredo salpica las páginas con una mezcla de rojo sangre con el derramamiento de la podrida oscura y seca que lo vuelve espectacular. Al principio, la narración te va entrando como extractos de una noticia. Una presentación muy práctica y muy de cine apocalíptico. Pero esto contrasta con la acción “in media res” de los dibujos a los que tus ojos no paran de irse para disfrutar de los gráficos desde el primer momento.

Imágenes violentas por página. Algo más adelante en la trama, mola ver en Nueva York a supervivientes viendo como se les acerca ALGO desde el cielo… Espectacular. Incluso la forma en que Superman pilla el virus después de derrotar al Flash infectado que está arrasando la Tierra, duele un poquito en el corazón. Impacta, porque todo se convierte en delirio cuando el Superman de la Antivida comienza a causar estragos en todo el planeta. Un tomo en el que te llevas todo el rato preguntándote en qué deparará todo, no ves un final lógico, uno que te vaya a gustar, en especial, en cómo responderán ciertos héroes del Universo DC liderados por Wonder Woman (ahí lo dejo). ¿Y cómo no seguirla?

Os contaré un secreto. Llamó mucho mi atención la miniserie de DCSos por que en USA fue una serie que durante un tiempo fue objeto de burlas. Y bien sea por experimentar por mi mismo las cosas que otros critican, o por mi tercer profesión como Abogado del Diablo, esperé a que en español estuviera disponible en el formato deseable para ponerme con DCSos. La tenía guardada en uno de los cajones de mi cerebro de «Cosas por las que Pasar Algún Día». Y que ni decir tiene que el gusto que da quitarle la razón a muchos es relajante como poco.

Me gustó ver que el guionista Tom Taylor expone los orígenes de este virus de manera muy clara, enfrentando a La Liga de la Justicia a algo que no pueden simplemente golpear o arrojar al Sol. DCSos trae el horror a DC y pone en grave situación a todo un planeta. Ahora, un año después de tanto sufrimiento del que aún no hemos salido, ya no hay burlas de que algo así pueda ocurrirnos, ¿no? Mmmmm…

El impacto dejado por DCSos al final es algo que hace que esta sea una serie de lectura obligada para todos los fans de DC. Brinda momentos memorables, uno tras otro.

Reseña: Zaroff, de Runberg y Miville-Deschênes

En ciertos foros de cómic europeo que visito, no creo que haya puesto cinco estrellas de forma tan rápida tras terminar de leer un cómic. Pero aquí está, no pude resistirme a este álbum que de algún modo me trasladó a recuerdos “estimulantes” de mi juventud. De hecho, una de las películas más duras que recuerdo haber visto de muy-muy joven en el sofá y junto a mi padre (que nunca tuvo reparo a que me enfrentara a las peores situaciones en 35 mm); fue una película del polifácetico cineasta Shoedsack la denominada The Most Dangerous Game, una película de acción y aventuras de la época pre-code que se basa en la novela homónima de Richard Connell, y que curiosamente años después me enteré que se rodó completamente en los mismos escenarios donde un año después se filmaría la clásica King Kong. La clásica eh, que os estoy hablando de un film en blanco y negro de 1932… Uff, ¿no? Jajaj.

Que os decía, que el recuerdo es tan vivo en mí de esta película, una obra maestra del cine fantástico de la que cosas como querer ver más cosas (Papá, papá, venga, por favor…) que la semana siguiente vi Frankenstein y, por supuesto, la comentada King Kong, de James Whale. Porque mi padre (como si la cosa no fuera con él) preparó una especie de cine-club en casa gracias al videoclub que teníamos cerca y a nuestro estrenado aparato VHS de los que éramos pioneros en todo nuestro vecindario. Mi padre me estaba proponiendo un ciclo de películas fantásticas de la década de 1930. A mí, que podría tener unos seis o siete años. Por lo que puedo decir que mi educación cinematográfica empezó con esos tres grandes clásicos, del que me encantó El Juego Más Peligroso (The Most Dangerous Game) que en francés se llamó Les Chasses du comte Zaroff y que fue filmada en 1932.

Esta película poseía innegables cualidades artísticas y técnicas en las que el entorno brillaba y estaba espléndidamente creado. Su trasfondo gótico, los pantanos brumosos y el denso bosque, constituían una atmósfera hostil y angustiosa, que trasladaban a cualquiera con palomitas en el regazo, a la aventura. Mostraban a un personaje que encandilaba, Zaroff, un aristócrata refinado y cruel en el 99 % de los casos, que a partir de aquí se convirtió en un hito que inspiró varios remakes fílmicos. Citaré dos (obviamente, mi padre los buscó rápidamente), películas otra vez de interesantes cualidades pero más recientes en el tiempo: Los Cazadores, película hispano-suiza de 1974 que revisita el mito de una forma más bestial y mucho más violenta, y del mismo año, La Condesa Perversa, película francesa pero del español Jesús Franco, el maestro del erotismo que lo mezcla con el horror; donde la condesa cazaba vírgenes desnudas en su isla, una película donde mi padre dijo a los pocos minutos de visualizarla: ¡Eeeeeh…, chep, chep, chep! Y tuve que esperar a hacerme mayor para terminar de verla.

Después de esta lección de historia del cine, hablemos del cómic de Runberg y Miville-Deschênes que acaba de publicar Norma Editorial en un genial álbum en tapa dura. Qué decir. Fácil. Encantado y con el corazón marcado desde mi infancia con el malvado Zaroff, me encantó por completo este homenaje a uno de los villanos menos conocidos entre el público actual o no amante del cine clásico de aventuras. De hecho, para todo aquel que le haya gustado lo que he contado sobre dichos films y el tema les quede algo lejos o les de pereza, debe saber que Zaroff, este ejemplar de NormaEditorial, hace una extrapolación de aquella mítica película y la adapta fielmente como cómic pero con un toque chulo, ya que Runberg imagina lo que sucedería tras la película, por lo que es una extensión interpretada libremente que provocará que quieras ver el film finalmente… Jajaj.

Runberg crea una historia atractiva que además resume la película en las primeras páginas en una especie de tono oscuro, lo que permite comprender la cronología de los hechos precedentes antes de enfrentarte a lo nuevo. Un álbum que es poderoso, sobre todo, por el dibujazo de Miville-Deschênes que tuve la oportunidad de admirar su trabajo en el pedazo de integral Reconquistas que también se marcó Norma Editorial. Otro cómic recomendado desde aquí del tándem Runberg-MD. En Zaroff encontramos un dibujo suntuoso y llamativo en el que es muy importante el color, que también aporta este hombre, por cierto. Fondos hiper-consistentes que le dan una fuerza increíble a la historia, hasta el punto de volverla inmersiva.

El escenario de esta isla malvada formada por una jungla exuberante, enfrentamientos y animales salvajes, todo esto forma un universo extraordinario y fantástico que lleva a un trama bastante pulp. Imágenes que hacen referencia a las geniales novelas de aventuras del siglo XIX, en una historia que retoma la película con dos grupos de cazadores que se cazan entre sí. Y cada uno de ellos tan psicópata o más, que el otro.

Un álbum sensacional que apela a la nostalgia fílmica del buen cine de aventuras.

Reseña: A Tumba Abierta, de Joe Hill y Stephen King

Me enganché a Joe Hill en realidad con un cómic. Formato para el que creo que tiene un enorme potencial. Fue con la traslación de un relato que él mismo escribió para su primera antología llamada Fantasmas. Me interesa este autor porque a pesar de ser el hijo de quién es, he comprobado que con el tiempo la buena semilla, el don para escribir Terror, lo tiene. Con el tiempo, he podido ver la evolución de un escritor cada vez más confiado en sus habilidades. Sé que hay gente que no traga su novela debut El Traje del Hombre Muerto, pero a mí me encantó. No obstante, todo lo que se ha ido publicando en nuestro país tras esa novela, sí que tiene una buenísima aceptación. Hay mucho flipe con las originalidad de historias que propone. Acudo a Nocturna Ediciones, que es la genial editorial que nos está trayendo sus obras en nuestro país, para deciros que Joe Hill en la actualidad es autor de novelas súper-ventas, premiadas, como Cuernos (que tuvo peli con un mayorcito Harry Potter como protagonista), NOS4A2: Nosferatu (adaptada a la televisión por AMC) y Fuego (próximamente llevada al cine por la 20th Century Fox). Todas ellas novelas que podéis encontrar en dicha editorial. Pero si por algo es conocido Joe Hill es por ser creador junto a Gabriel Rodríguez del magnífico cómic Locke & Key, que también se trasladó a serie de TV. Como veis, está marcado por «la maldición” de su padre Stephen King. Las productoras cinematográficas se pelean por comprar los derechos de todo lo que escribe. Y esto no es moco de pavo.

Ahora llega su segunda colección de cuentos, A Tumba Abierta (Full Throttle), y aunque se cuenta que estos relatos fueron escritos durante un período de 13 años, muestra la marca de un autor que se independizó ya a pasos agigantados de la sombra eterna de ser hijo del Rey del Terror como es. De hecho, A Tumba Abierta es súper interesante por que en dos de las 13 historias de la colección (ese número nuevamente) comparte co-autoría con su viejo. Y tras leerlos, concluir que hay una diferencia que se puede detectar entre el estilo de escritura de Hill y el de King. Sí, lo he detectado. Hill me parece un poco más refinado y comedido cuando se trata de narrar el horror, mientras que King está listo siempre y es capaz de ir a lo profano y lo más asqueroso fácilmente. El típico señor que está de vuelta, que no tiene que convencer a nadie, que pasa de todo y escupe cada dos por tres en la calle…

Se detecta la diferencia porque son como la luz y el día. Comparando los dos estilos, puedes jugar a ese juego de quién escribió qué y cuándo. Una de las historias (Lo único que me importa eres tú) parece un poco cursi, de hecho, está ambientada en un mundo donde los robots conceden deseos y esos deseos implican poder flotar desde un rascacielos alto hasta el tierra en una membrana similar a una burbuja. Es evocador, un poco zen y no es el tipo de historia que escribiría Stephen King. Es la prueba de que Hill es de una época de escritor diferente a la de su padre y sus influencias están más arraigadas, por ejemplo, al estilo de Neil Gaiman. Algo que no he dicho aún, pero se me parecen una barbaridad. Incluso más cercano es, a un Ray Bradbury o Richard Matheson, y él mismo lo aclara en la Introducción.

Dice tener una deuda con ambos.

Al igual que en toda antología, hay relatos que funcionan mejor que otros. En A Tumba Abierta, me da la sensación de que te molará uno u otro en función de tus gustos. Porque todos tienen una alta calidad pero en su totalidad tocan géneros literarios fantásticos distintos. Para mí, El Carrusel de las Sombras no es tan memorable como Acelera, por ejemplo. El cuento que abre el tomo y que loco ando por que llegue ya la adaptación de este relato que haciendo la HBO. Lo que no se me puede rebatir es que la originalidad está en los relatos El Diablo en la Escalera y Twiteando desde el Circo de los Muertos. En como están escritos. No digo más. Sin embargo, una de las historias que más me ha marcado es La Estación de Wolverton; trata de un ejecutivo de una cadena de cafeterías que una noche se topa con una especie de guarida de hombres lobo mientras viaja en un tren por la famosa estación inglesa. ¿De esto no se hace peli?

Historias palomiteras, entretenidas, la escritura bastante deslumbrante, con Hill descubrí que a veces las personas que tienen problemas morales sobre cómo hacer lo correcto, terminan desapareciendo. Sí, en el mal sentido. Y eso es muy real. Los buenos se van antes. Y nadie es perfecto, ¿no? Para colmo, en esta antología, Hill comparte el mismo rasgo que su padre y otros muchos escritores que han puesto de moda poner en sus antologías, al final del libro, el cómo se le ocurrió tal relato o lo que piensan de ellos.

Me encanta.

Reseña: El Libro de los Dragones, de Roger Lancelyn Green

Siruela Editorial es una de las pocas editoriales de nuestro país donde se pueden encontrar joyitas de género fantástico un poco singulares. De vez en cuando, rescatan títulos casi perdidos en la memoria de unos pocos. Un libro que hace años que no aparece por ningún sitio y que necesitaba una reedición como un camión era El Libro de los Dragones, la antología que llevó a cabo Roger Lancelyn Green, volumen donde se pueden encontrar grandes relatos cortos de autores consagradísimos como Lewis Carroll, G.K. Chesterton, Edith Nesbit, C.S. Lewis e incluso el eterno dios de esto como es el maestro J.R.R. Tolkien. La mayoría de las historias que vais a encontrar en El Libro de los Dragones son relatos anónimos pues lo que hace el señor Green es ofrecernos y rescatar los mejores cuentos de dragones desde los tiempos de la antigua Grecia hasta el pasado siglo XX. Una selección. Siempre historias donde los dragones han evolucionado o no, pero donde siempre serán los protagonistas estos seres enigmáticos y ancestrales que fascinan e inspiran emocionantes y aterradoras tramas incluso a día de hoy.

Tenéis que pensar que reunir historias de dragones y tratar de presentarlas con algo de cohesión es tarea difícil. El mismo acto de definir qué es un dragón es algo endiabladamente complicado (más aún con los dragones europeos) y surgen más dificultades para decidir qué historias debes dejar de lado debido a la cantidad de mitos diferentes que existen. Además, te enfrentas a las odiosas preguntas que se debe hacer un antologista como: ¿Cómo hago “la proposición”? ¿Por ubicación geográfica, por época, por tipo de mito o por elementos temáticos similares? No es trabajo fácil. Sobre todo, no lo es, si quieres que tu composición atraiga tanto o más que una novela inédita.

En El Libro de los Dragones, Lancelyn Green intenta un enfoque de mezcla y combinación. Aparentemente en progresión cronológica, con secciones como Dragones de la Edad Antigua, Dragones del Medievo, Dragones del Folclore Tradicional y Dragones de Tiempos Más Recientes; cuando lees las historias y los cuentos populares, ves que la idea funciona bastante bien. Notas rápidamente que la influencia de las leyendas y los mitos más antiguos a las historias posteriores de éxito, es evidente. Sin embargo, aparte de la primera sección, las historias están fuertemente sesgadas hacia las Islas Británicas (e Irlanda) con alguna otra europea y alguna otra referenciada a los dragones chinos. Su investigación proporciona algunos jugosos fragmentos de «hechos» relacionados con los dragones, como la Historia Natural de Plinio, que declara que los dragones y los elefantes son enemigos mortales. Esto es una jodida chulada que no había oído nunca. Y a pesar de mi queja anterior con respecto a la selección muy británica, hay que rendirse a la evidencia pues en la sección Dragones de Tiempos Más Recientes vais a encontrar las verdaderas maravillas narrativas de este volumen. Pese a los grandes autores del final, mi favorito de la antología es claramente Conrad y el Dragón, de L.P. Hartley, que combina historias de cazadores de dragones con dragones de los más chungos.

Los comentarios de Lancelyn Green son particularmente buenos, la mayoría de los cuales aparecen en las dos primeras secciones. Sospecho que esto es lo que contribuye a la desigualdad del libro: la mitad de las historias están en la voz de Lancelyn Green, mientras que la otra mitad están en muchas otras voces y estilos. Pero-pero-pero con todo el dolor de mi corazón, se echa en falta aquí las preciosas ilustraciones de Krystyna Turska, de las que gozaban antiguas ediciones publicadas y que aquí no me explico porqué se obviaron. Tambiés raruno que el libro termina, extrañamente, con un Epílogo corto, de un extracto del Apocalipsis, de San Juan. Aquel que da pie a discusión sobre el aspecto religioso y draconiano en la cultura occidental.

El resultado es un libro que es en un porcentaje altísimo una joya. Con un tema que a todos atraen, al menos, a todo amante de la literatura fantástica debería atraer. Las historias que presenta Lancelyn Green son dignas de leer en cualquier lugar. Tiene una habilidad deliciosa para volver a contar historias a partir de la información más básica como ocurre en El Muchacho y el Dragón; historia tierna que promueve la amistad. Pero si sois totalmente desconocedores de la literatura draconiana, esta es una oportunidad irrepetible. Roger Lancelyn Green es famoso por sus colecciones similares a esta, tiene sobre mitos griegos, historias del Antiguo Egipto, leyendas de Robin Hood y cuentos artúricos. En Siruela podéis encontrar varios de ellos.

Lectura imprescindible para ávidos lectores de todas las edades. Lo aclara muy bien la editorial.

Reseña: Factor-X, de Bob Layton, Roger Stern, John Byrne, Louise y Walter Simonson, John y Sal Buscema y VVAA

Hay quien dice que los mutantes de Chris Claremont y tal, pero yo los primeros cómics que leí y disfruté de mutantes fue Factor-X. Recuerdo además haber pillado esporádicamente una grapa (la número 1) que curiosamente tenía la misma portada que este maravilloso primer integral de Factor-X del que os vengo a hablar. Os puedo decir que unos de los Marvel Gold más esperados por mis amigos y por mí, ahora que todos aquellos grandes cómics que nos hicieron felices entre los 80 y principios de los 90, se van recopilando poco a poco en tapa dura en nuestro país. Y encima Panini Cómics haciéndonos un guiño al aficionado sacando la misma cover que da pie al primer tochal de la cabecera del grupo más clásico de mutantes, y diría que el más querido y compenetrado de todos. De nuevo, juntos y revueltos. Un regreso que a muchos nos ponía la piel de de gallina pues Factor-X no es otra cosa que La Patrulla-X original volviendo a unirse después de que Jean Grey regrese de entre los muertos. Anunciado como un nuevo grupo mutante entonces, pero en definitiva era como volver a ver a Los Beattles juntos de nuevo.

Empezando con las previas -algo que hace muy bien Panini en estos tomos-, tenemos cómics como ¿Quién acecha ahí abajo? (The Avengers #263), que hace de inicio y vínculo, además de ser la primera misión de Namor con Los Vengadores. Ellos descubren el misterio, o hablando en plata, lo que pasó realmente y donde está Jean Grey después de aquel doloroso estallido final. Le sigue el Fantasic Four #286 que de algún modo continúa lo anteriormente contado: el Capitán América en su investigación, encontrando a una mujer misteriosa en una cápsula bajo la bahía jamaicana…

Pasamos entonces a la leña. A la mandanga de la buena. A Tercera Génesis. El primer número que os decía antes y que da paso a la serie original llamada Factor-X de la que este volumen contiene nada más y nada menos que los primeros dieciséis números. Con los geniales creadores Bob Layton, Roger Stern, John Byrne, Louise y Walter Simonson, John y Sal Buscema, y otros muchos otros dándolo todo. Donde Cíclope, La Chica Maravillosa, La Bestia, El Ángel y El Hombre de Hielo ya no son estudiantes de la Escuela para Jóvenes Talentos de Charles Xavier. Ahora estos cinco amigos, continuarán el sueño del Profesor-X de que los humanos y los mutantes vivan juntos como especie. O eso intentan. Entonces, hagámonos pasar por cazadores de mutantes y traigamos mutantes en secreto para comenzar a entrenarlos sobre cómo usar sus poderes. Un comienzo algo suave pero al menos, la serie comenzaba con intenciones sinceras. Y así van encontrando mutantes incapaces de controlar sus poderes, desarrollándose un elenco de personajes alrededor del equipo que mola bastante. Por supuesto, aprovechando ese mismo gusanillo de inicio que tanto gustó a los fans en La Imposible Patrulla-X, de Chris Claremont.

Pero una vez que has sido un hombre X, eres un X-Man de por vida. Lo que significa que serás absorbido por cualquier historia en curso que esté ocurriendo alrededor de todo mutante. ¿Qué quiero decir con esto? En este caso, los Factor-X se encuentran justo en medio de la Masacre de Mutantes, mientras los Merodeadores hacen estragos en los túneles Morlocks. Ángel es inmovilizado en una pared por Arpón (Harpoon), mientras trataba de defender a Artie (X-Factor #10), y debido a las extensas lesiones e infecciones, los médicos se ven obligados a amputar las alas a Warren… (X-Factor #14), cosa que te lleva a un final que te deja «catacroker» casi paralizado el corazón. Y los anti-spoilers (estamos hablando de una serie de finales de los 80, oiga), ahora me diréis: «Tú que casi nunca sueltas prenda, ¿a qué viene contarnos todo esto?». Muy simple, my friends, para que veáis el nivel de poderío, la potencia emocinal que aquí tenía casi cada numerito de la serie. Una que ningún amante -no de mutantes sino de Marvel-, jamás debería perderse.

Factor-X: ¡Bautismo de Fuego! es en esencia números atractivos, fuerte carga emocional en sus guiones y dibujazo grande dentro del mundo del pijameo. Me hace gracia que en la propia portada Panini Cómics nos contesta en forma de tweet: ¡Porque lo habéis pedido, el dramático regreso de La Patrulla-X original!.

Insisto: ¿Qué hace que este primer volumen sea esencial para tu cómicteca? Muy fácil otra vez. Hablamos de los X-Men originales reunidos de nuevo, esos que ocupan un lugar especial en el corazón de muchos. Fueron los primeros y verlos reunidos y entre las novedades de cualquier librería especializada, es un momento emocionante para cualquier lector de cómics que se precie. Sobre todo, para todo aquel que no disponía de esta colección. Grandes autores, consagrados ya el 90% de los que aparecen, trabajando en conjunto para que los mutantes más poderosos volvieran a funcionar. ¿Os imagináis una serie de TV con los mejores actores, guionistas y directores del momento? Este Marvel Gold es eso en formato cómic.

La historia de En Sabah Nur comienza aquí. Y en nada llegará Apocalipsis para ponerlos a todos mirando pa´Cuenca…

Reseña: Nathanaëlle, de Charles Berberian y Fred Beltran

¡Un poco de CF, maestro!, dice esa parte de mi cerebro cada no mucho. ¡Una utopía, una distopía, una space-opera, pero dale caña, men! En formato cómic ocurre como con el género de Terror: cuesta encontrar que se publique algo considerable. Aunque muchas veces no sabes hasta que lo pruebas. Y muchos me diréis: «Como todo en la vida, tío». Sí y no. Hay títulos que sabes a lo que vas y otros que, aunque hayas leído más libros y cómics que pelos tienes en la cabeza, no tienes ni pajolera idea. Y siendo un tipo que rara vez lee sinopsis editoriales, me enfrenté a esta chulada recién calentita que publica Ponent Mon. Un cómic al que me enfrenté únicamente atraído por su portada. Así de claro. Portada y titulo y pa´dentro. Eah, ¿ahora qué? ¿Tengo criterio o no? Jajaj… Viva el libre albedrío, hombre. Y viva Ponent Mon por el tremendo trabajo que hace por el aficionado español trayendo el mejor cómic europeo. Puedo decir sobre Nathanaëlle que en un chasquido de dedo me encontré cayendo en paracaídas sobre su página 80 y casi gritando llegue a su final. En un suspiro. No sé si esto es bueno o malo para el lector/devorador de cómics que compra mensualmente titulitos que llevarse a casa para disfrutar; pero para el que dice que no tiene tiempo para leer (siempre lo hay), algo debe contar. Nathanaëlle goza de una Ciencia Ficción muy marcada. La humanidad se ve transformada por una catástrofe nuclear que hizo imposible la vida en la faz de la Tierra, y ahora nuestro mundo está dividido en dos grupos, separados por la mentira de unos gobernantes insulsos. Pero ha llegado el momento de una insurgencia…

Aquí estamos de nuevo con un tema visto y revisado a menudo; el mundo de abajo y el mundo de arriba. No obstante, cuando esto sucede, tienes que ver si “el camino” es disfrutable. Y lo cierto es que uno espera de Nathanaëlle alguna originalidad, más escenarios post-apocalípticos o un whisky con sabor a milhojas. Pero no lo hay. La originalidad de Nathanaëlle está en sus personajes y en un tono, no sé muy bien como explicarlo, un mundo muy gris, un mundo basado en el metal como guión. Todo muy frío. El frío del metal, el sabor de la sangre. Como la trama que se centra en la relación entre Nathanaëlle, hija del gran sabio Tàbor, y Melville, una máquina de café robot.

Nathanaëlle está diseñada como historia, como mundo disfrutable para todo fan de un posible mundo-robot con salsa de humano. Precisamente, la historia, usa ideas que se han visto en otros lugares, sí, una sociedad totalitaria, ahora una buena parte de la población hacinada en chozas subterráneas (con el pretexto de una epidemia que hace mucho tiempo asola la superficie), una fuerza policial omnipresente responsable de hacer cumplir el orden… Y el inevitable grano en el culo para toda esa dictadura que en este caso se llama Nathanaëlle, la hija rechazada de uno de los principales dignatarios del régimen, que expondrá al mundo el engaño y organizará la revolución. Pero con algunos flashbacks para energizar la trama, Charles Berberian crea personajes inolvidables como el ingenuo y torpe robot que pone la pizca graciosa a más de una escena. Generoso, pegajoso, incluso odioso a veces, acumula catástrofes cuando pone todo de su parte para hacerlo bien. Un toque de humor del otro lado de los Pirineos muy chulo.

Como es de esperar en un cómic europeo encontramos en Nathanaëlle un diseño gráfico súper atractivo. Fred Beltran tiene talento, sin duda, y en este álbum, así como el bonito cuaderno gráfico que sigue la historia misma, lo confirma sobradamente. Mola el universo que desarrolla ante tus ojos, especialmente el vestuario de los personajes. Tiene detallitos “muy Moebius”, reminiscencias, sin duda, de su paso por los Associés Humanoïdes; una agrupación francesa de historietistas amantes de la Ciencia Ficción que se fundó en 1974, donde estuvieron grandes como Jean Giraud, Alejandro Jodorowsky, Milo Manara, Juan Giménez o Richard Corben. Entre más de mil dibujantes de cinco países diferentes que colaboraron para sacar adelante el proyecto. Lugar donde nació El Incal o Los Metabarones, por ejemplo.

No me gusta de Nathanaëlle el final. Es de esas historias que tienen mucho encanto y que temes que el final te decepcione. O te joda por que no existe. Y aunque amo los finales abiertos, una cosa es eso y otra que no haya conclusión real. Es como si los autores hubieran desarrollado una historia más para un universo global que para un álbum cerrado. La narración usa mucho tiempo de ida y vuelta para animar la historia y se alterna entre el ascenso de Nathanaëlle y la audiencia de Tabor. Hasta lo que tal vez sea un cliffhanger final. Mmmmmm…, no sé. El camino si vale mucho la pena.

Echadle un ojo.