Reseña: Wild West, de Thierry Gloris y Jacques Lamontagne

Ahora la reseña de una de esas obritas que gustan leer de vez en cuando ambientadas en uno de los siglos más convulsos que ha vivido el continente norteamericano. Wild West es una serie con la que Thierry Gloris y Jacques Lamontagne se encumbraron (diría) reivindicando el mito de Calamity Jane; una chica de la frontera estadounidense, francotiradora y narradora, que fue conocida, sobre todo, por su inestimable relación con Wild Bill Hickok. Entiendo que si estáis leyendo esta reseña es de suponer que sabéis un poquito-mucho del Salvaje Oeste americano. Pero si no, también os contaré que Wild Bill Hickok fue otro héroe popular de la zona conocido por su vida en la frontera como soldado, explorador, agente de la ley, jugador de cartas, showman y actor, y por su participación en muchos tiroteos famosos de la época. Otro que obtuvo una gran notoriedad en gran parte por las historias «invent» que contaba sobre sí mismo. Muchos de este entorno se dieron cuenta del detalle que si sembraban historias locas de hazañas suyas, su fama y reputación subía como la espuma. El boca a boca, ya sabéis.

En Wild West que nos publica Norma Editorial para el disfrute total del mejor cómic western, el que insisto, mola más el hecho en el viejo continente que en el nuevo; tenemos un cómic donde por álbum nos hablan de la vida de cada uno de estos personajes reales, historias que se romantizan mucho y se inicia con un volumen que recoge los dos primeros de la serie (Calimity Jane/Wild Bill) para el acople total. Y con acople me refiero a que estos dos álbumes recogen lo que se denominada primer ciclo de la serie, que vuelve a poner el mejor western en el candelero del cómic europeo. Y es que muy pronto entramos de lleno en la acción cuando pasamos a donde se narra una parte del viaje realizado por Calamity Jane en su alistamiento como exploradora en el ejército, una parte que por cierto, no se cuenta ni es muy conocida en los anales de la historia. Mola ese relleno. Se opta por presentarla como una señora de la limpieza en un salón-burdel, siendo «rica sólo en su virtud» porque se niega a dormir en el mismo lugar. Pero agredida por un cliente violento y salvada por el secuaz del jefe del burdel del que se enamora. Pero las cosas no son menos complicadas para ella y finalmente se ve obligada a prostituirse también. Aunque todo cambiará con la aparición en la ciudad del famoso cazarrecompensas Wild Bill Hickok quien conducirá a la joven a la aventura de las aventuras.

El diseño, la recreación y el viñetaje es tremendamente chulo en Wild West. Es creíble y vivo. El dibujo de Jacques Lamontagne es emocionante y ofrece páginas bastante cuidadas que sumergen inmediatamente al lector en la atmósfera de época.

Los colores participan de una manera hermosa y los personajes están bien hechos, incluso si la elección de presentar a la joven Calamity Jane como una hermosa joven heroína es un poco formulista ya que su físico real era mucho más rústico. Bastante más fea, hablando en plata. En definitiva, un cóctel apasionante que se lee como una aventura moderna con sus sorpresas y giros. Donde se aprecia el tener entre manos la reunión de dos leyendas del Salvaje Oeste. Y es que por mucho que la historia real nos diga que se conocían sin más detalles, ponerlos en acción juntos es aún más cautivador.

Muchos de los que estáis leyendo esta reseña ahora mismo, sabéis que vais a comprar, o al menos, andáis ya locos por leer el cómic. Lo sé. A poco que se publique una buena historia western, la queremos y más si está hecha en cómic europeo porque eso es sinónimo de calidad. Y así es, en Wild West, ttenemos un volumen que hace pensar en una gloriosa serie, semillas ya sembradas para que un buen árbol crezca.

El segundo volumen me convenció más. Me pareció excelente y me lo pasé muy bien leyendo las locuras de Wild Bill y acabé enamorándome de este personaje. Y los mensaje gráficos y evocadores a los paisajes del Lejano Oeste y la Frontera… es que son geniales. Por cierto, ¿dónde he visto yo antes a la chica de la portada del tomo? ¿Quién tomaron de modelo? Es una actriz conocida, ¿no? No caigo ahora…

Reseña: Monsieur VADIM (Integral), de Gihef y Morgann Tanco

Monsieur Vadim es un cómic que trata un tema interesante: historia de mafiosos pero con el concepto de la tercera edad como trasfondo. ¿Cómo? La vejez. El héroe epónimo, Vadim, fue miembro de la Legión Extranjera y ahora está retirado. Un tipo fornido que aprendió a pelear y matar para seguir adelante pero ahora tiene artritis, se siente solo y tiene la mente ocupada con la mera idea de asegurarse de que su nieto, huérfano de madre, pueda vivir feliz a pesar de un padre que Vadim odia. Muy Mike todo… (referencia al personaje de Breaking Bad o Better Call Saul). No obstante, un día se va todo -un poco más- al garete. Un fatídico día se encuentra sin dinero tras una estafa y decide poner un pie en el estribo. Recuerda un poco a la trama de la peli Red, excepto que aquí el viejo guerrero no está necesariamente del lado de los buenos y acepta trabajar para matones en conflicto con una mafia más poderosa que ellos. Y que no podrá contar con ninguna ex-pareja sino solo con su instinto de supervivencia y sus doloridas articulaciones. Perdonad por mi constante referencia a films, pero de estos temas, sobre todo, me he tragado bastantes cositas en la gran pantalla.

Con lo contado, creo que ya he enganchado a muchos de vosotros. ¿Hypeado? Monsieur Vadim, y más en este formato integral que nos trae la siempre recomendable Ponent Mon, por supuesto, es un cómic a disfrutar por los amantes del género negro. Ese tan de moda que tan buenas historias está dando tanto en pelis como series, o cómics, donde el maestro Ed Brubaker es…, eso, un maestro. Aquí no está Brubaker pero Gihef tiene ese estilo. De su guión me gustó la densidad y el buen manejo de la trama un poco compleja pero pegadiza. El inframundo criminal del sur de Francia está representado de manera creíble y es fácil elegir bando entre los menos podridos, y esperar que el viejo lobo solitario pueda castigar a esos bastardos que han venido a este mundo solo para hacer el mal. También me gustó la complejidad y profundidad del héroe y los pocos momentos emotivos que surgen de sus recuerdos y la explicación de su situación actual. Sus momentos de debilidad física ralentizan un poco el ritmo, cierto, y podrían frustrar un poco a los lectores que aman la acción impecable, pero siendo realistas una trama más real -valga la redundancia- transcurriría así.

Siento que las historias de gangster protagonizadas por ancianos se están convirtiendo en todo un subgénero. Y no me molesta. Tiene que haber y habrá de todo en esta vida dulce para algunos, mala para muchos. Los personajes que encontramos en Monsieur Vadim son interesantes. Insisto, dignos de ser elevados al formato fílmico. Incluso los peores personajes, o mejor dicho, secundarios o terciarios que aparecen, están bien llevados. Los gráficos también molan con buenas dinámicas y ofreciendo a cada protagonista una verdadera personalidad visual. Me gustaron mucho los colores empleados.

Resumiendo, a pesar de algunos retrasos de lectura que no sé porqué ocurrieron y que hice inconscientemente con este cómic, Monsieur Vadim me enganchó y no me soltó. Eso si, me prendó de esa añoranza que va in crescendo en los que ya tenemos una edad y vemos lo rápido que se-nos-va/y pasa el tiempo. Un final apresurado y no necesariamente muy claro, tiene la historia. Pero no me molestó. Así es la vida. Quién sabe cuando cambiará… Si es que te cambia.

Reseña: Sábanas, de Brenna Thummler

Hay libros, tomos o cómics que con sólo una portada llaman la atención. Y no sería la primera vez que reivindico esto, suceso extraño en el que en nuestro poderoso cerebro contamos con un extraño radar capaz de captar en una sola imagen, una advertencia de qué paremos un momento y ojeemos eso. Ponernos en la tesitura de comprar algo porque creemos que nos va a gustar y posiblemente encantar. Sábanas hizo saltar mis alarmas en este sentido. Una de esas alarmas que creo que tengo siempre on duty por ser lector constante…, demasiado, me dicen, una y otra vez. Un cansino de la lectura de libros y cómics que hacen que me evada de esta realidad que cada vez me gusta menos.

En fin. Que me topé con una hermosa novela gráfica y una exploración sobrenatural a la amistad y el dolor que… mirad, no viene muy mal que ciertos pequeños de unos diez años en adelante pudieran empezar a leer este tipo de historias. Pues Sábanas, de Brenna Thummler, es esa chulada gráfica que os recomiendo hoy. Una exploración hermosa y conmovedora de la soledad, el dolor, la amistad y la familia; un relato que cuando lo miras con ojos de adulto resulta ser tan desgarrador como encantador y que, por supuesto, devoré de una sentada. ¿Y qué cuenta? El mundo de Marjorie parece desmoronarse tras la muerte de su madre. La familia posee una lavandería, que es su única fuente de ingresos. Mientras lucha por lidiar con su dolor y su creciente aislamiento en la escuela, Marjorie intenta desesperadamente mantener abierto el negocio, uno que se va a pique. Además de todo esto, un tipejo de mala muerte está decidido a poner sus manos en el negocio familiar y un joven fantasma ha decidido hacer de la lavandería su patio de recreo a medianoche. Un fantasmita que casi sin darse cuenta, está causando grandes problemas a Marjorie.

Jugando con la vieja idea de fantasmas que visten sábanas, la hermosa novela gráfica de Thummler deja unas geniales sensaciones tras su lectura. De esas historias sobrenaturales de “buen rollo”, de las que curiosamente sólo unas poquitas molan. Además con un concepto inusual y dulce que trata un tema muy duro pero de una forma que entra muy bien. No puedes dejar de notar que Marjorie podría ser tan real como tu propia vecina, esa con la que sólo te cruzas al tender la ropa o en el supermercado.

¿Y Wendell? Wendell es un fantasma que murió joven y se siente atraído por la lavandería, donde juega durante la noche y se convierte en sábana durante el día. Ambos niños tienen dificultades para aceptar lo que les sucedió, pero su amistad puede ser justo lo que necesitan para ayudarlos a procesar y seguir adelante yendo a -ya sabéis-, yendo hacia la luz.

Si tuviera que recomendar ahora mismo una novela gráfica a alguien sin pararme a pensar en sus gustos, su edad y su poco tiempo…, lo tengo claro, Sábanas, de Brenna Thummler, sería la primera opción. Y me da que lo sería durante bastante tiempo. Desde aquí ya rogando ya a La Cúpula para que traiga esas otras obritas de la saga que me he enterado que existen.

Reseña: Queenie, la Madrina de Harlem, de Lévy y Colomba

Lo primero que me impactó de este álbum fue ver que iba recomendado por la señora maestra de la actuación Whoopi Goldberg. Supongo que como muchos lectores, me asusté un poco y me agradó saber que esta señora lee cómics y de los buenos. Aunque no sea tan raro después de saber lo que trata Queenie: la madrina de Harlem. No obstante, vuelvo a reivindicar que el cómic -si no lo es ya- debe ser de casi obligado un medio de difusión a las masas al igual que pelis, libros y música. La cantidad de historias de historias buenas -madre mía- que se pierden muchos por no leer cómics con sus ideologías sin sentido que lo relacionan con lo infantil. Pero vamos que esto me consta que en pocos sitios pasa ya, pero PASA. Pocas historias más adultas que Queenie: la madrina de Harlem se pueden encontrar en formato cómic. Además de que ya tenemos el ejemplo del cómic como pura inspiración para el cine. Los faltos de ideas de Hollywood por fin se han dado cuenta de la mina de oro que hay en el noveno arte.

A lo que vamos. En Queenie: la madrina de Harlem, descubrí la existencia de una dama y me vi leyendo y disfrutando de la mini biografía de una persona de la que no sabía nada. Queenie (nombre real Stéphanie Saint Clair) lideró un poderoso clan mafioso en Harlem en los años 30 del siglo pasado. Una tipa que se habría logrado hacer un hueco entre otros mafiosos, como hizo Lucky Luciano, por ejemplo. Pero mujer, y además negra, ya me diréis si esto no es impactante por dónde ocurre, cómo y la época. Pero, qué es lo extraño aquí. ¿Por qué a casi ninguno de nosotros nos suena el nombre? ¿No lo véis? Los americanitos yankees de pro nos la tenían borrada de la memoria…

Norma Editorial publica esta chulada de tomo donde Lévy y Colomba recrean en viñetas la vida de Stéphane St Clair, la mujer que se adueñó del juego clandestino en la Nueva York de los años 30. Tras la lectura, pensaréis como yo. ¿Cómo demonios hemos tardado tanto tiempo en no ver peli o serie de la vida de esta señora, tan potente personaje? Se llamaba Stéphane St Clair y fue la dueña de los bajos fondos de Harlem. Controló el juego clandestino, se enfrentó a políticos, policía y poderes gordos de la ciudad más famosa del planeta. Con dos pares de cojones logró abrirse camino en un mundo violento y despiadado. Un volumen que permite saber sobre esta “anomalía” histórica que tenía nombre y alma pura.

Una personalidad fuerte como pocas, traída de los barrios pobres de las Antillas francesas, Queenie: la madrina de Harlem, con un diseño clásico se vuelve rápidamente una historia gustosa de leer. Un trazo fino, bastante lamido, que de lo bien que te lo pasas con el paso de los acontecimientos, deja con hambre. Y más cuando indagas después (que es a lo que incita este tipo de obras) y ves que ciertos aspectos de la vida de Queenie siguen siendo un misterio tras la lectura del volumen; la forma en que montó su negocio, por ejemplo, y los medios necesariamente brutales para mantenerse en el poder frente a los «competidores». Imponerse en Harlem… ¡Joder, quiero saber más de eso! Y no sé si es bueno o malo decir algo así de un cómic que me ha gustado tanto, pero bueno, le van ocurriendo cositas a esta señora y mola ver cómo sale de situaciones en las que otros saldrían corriendo. Que atrape al lector de esa forma, que la historia la devores con ganas y queriendo saber más, mosqueándote por ello… Eso para nada es fácil de conseguir con una trama comiquera.

Una novela gráfica que como os decía próximamente se convertirá en una ambiciosa serie de televisión producida en Hollywood. Queda el descubrimiento de un personaje que tiene su lugar en el «salón de la fama» del bandolerismo, y que también desempeñó un importante papel «social» en esta parte de Nueva York. Lévy y Colomba son dos jóvenes creativas a tener en cuenta. La guionista Aurélie Lévy y la ilustradora Elizabeth Colomba suman fuerzas para contar las peripecias de Stéphane St Clair. Eligieron la viñeta para hacerlo y el resultado es este genial Queenie: la madrina de Harlem. En definitiva, una obra que llega a nuestro país avalada por sendos galardones como el Quais du Polar/Experience/France 3 Auvergne-Rhône-Alpes, el Premio Fetkann! y el Premio Maryse Condé en la categoría juvenil. También fue finalista en los Premios Landerneau BD y resultó seleccionada para el Prix Wolinski du BD du Point y el Prix de la BD Fnac BD en colaboración con France Inter.

Disfrutable como poco.

Reseña: El Puerto Prohibido, de Teresa Radice y Stefano Turconi

Lo primero que llama la atención de El Puerto Prohibido es su dibujo absolutamente hermoso. Y cuando abres este tomazo que se acaba de marcar Nuevo Nueve Ediciones te das cuenta que encima, esbozo tras esbozo, se repite. Teresa Radice y Stefano Turconi responsables de una de las grandes últimas obras publicadas en el casi siempre lindo entorno de la BD, la historia de El Puerto Prohibido puede parecer clásica pero es esa que siempre nos atrapa y nos invita a echar un buen rato de aventuras en nuestro sillón. A partir de un joven y amnésico náufrago, vamos teniendo conocimiento de una trama de redención, tesoros y honor. Sin embargo, estamos ante una obra que tiene cantidad de cualidades, como por ejemplo, unos potentes personajes de los cuales da una enorme satisfacción placer seguir la evolución de cada uno de ellos, pero también descubrir poco a poco sus grietas interiores. Las apariencias nunca son las que son.

A este nivel tenemos una trama poderosa digna de una muy buena serie de TV, de esas cursada en no muchos capítulos. Gracias a la emoción de la historia, en varias ocasiones, sentimos la fuerza de la escritura de la señora Radice, un buen guión para cada uno de los personajes y una hermosísima onírica del escenario que compite con el potente y hechizante dibujo del señor Turconi.

En el verano de 1807, un barco de la armada de Su Majestad recupera en la costa de Siam a un joven náufrago, Abel, que solo recuerda su nombre. Pronto se hace amigo del primer oficial que actúa como capitán al desaparece el comandante del barco. Abel regresa a Inglaterra encuentra alojamiento en la posada regentada por las tres hijas del capitán fugitivo. Este descubrirá algo profundamente inquietante sobre sí mismo y comprenderá la verdadera naturaleza de algunas de las personas que lo han ayudado.

El Puerto Prohibido entra en la categoría de historia naval y/o de piratas clásica pero con romances e hilos costumbristas de alta alcurnia real. Tiene un ligero toque sugerente que lleva a recordar a Long John Silver o Aboard the Matutine Star, pero aquí no solo hay miedo, sudor y sangre, también puedes encontrar sentimientos y amores no resueltos. Corazones rotos. El escenario y los eventos gordos están bien desarrollados y se sienten épicos cuando toca. Hacen que te pierdas o te dejes llevar con facilidad dentro de la trama. No obstante, el lector se verá atrapado en el juego de preguntas que la autora propone con la potente empatía de los personajes. Los protagonistas principales se llaman Rebecca y Abel pero Nathan también tendrá mucho que decir…

El sesgo de los dibujos a lápiz o incluso los bocetos que parecen ser cada una de las viñetas a medio terminar puede desanimar a algunos lectores conservadores de cómic europeo. Pero a mí me pareció original y diferente leer una obra así en plan borrador. Eso no quita que el estilo de dibujo de Stéfano Turconi sea realmente impresionante y otorgue un aliento épico que no esperaba en las aventuras marítimas de Abel (¡el combate naval en la primera parte es magnífico!), porque si la historia de Teresa Radice es ante todo marítima, sin embargo, combina historias de amor, fanatismo, la típica y aventurera trama de la caza del tesoro que tanto gusta a los nacidos en mi época.

Además, este tomo tiene un encanto más con su estética exterior y sus extras. Radica en la poesía de tener entre manos un volumen digno de la misma época que su historia propone, además de las paulatinas citas y extractos de Shakespeare así como poemas del poeta William Blake o Robert Louis Stevenson (autor de La isla del tesoro). Incluso extractos de La Biblia, las diferentes tripulaciones de la época, mapas, utensilios reales ilustrados de la Royal Navy… Y todo esto último a todo color. Una edición de lujo con cantidad de extras que molan cantidad. Y es que hay álbumes que te cuesta soltar, en los que una vez que te has tragado hasta la última viñeta, sabes que necesitas releer la historia para disfrutarla una vez más. Eso ocurre con El Puerto Prohibido.

Reseña: Buyan. La Isla de la Muerte, de Martin y Xavier Etxeberria y Aritz Tryeba

Al igual que la lotería, cupón o demás apuestas; un libro o un cómic siempre te puede sorprender para bien. Y quizás el flow sube cuando las expectativas no eran muy altas y te llevas el premio gordo como me ha pasado con Buyan: La Isla de la Muerte.

Un cómic violento, sangriento, a veces melancólico, características también de los esclavos o personas venidas a menos que encontrarás dentro. Cómics que a mí me molan por lo profundos que resultan ser. Porque estamos ante un volumen que, en definitiva, es, un cuento medieval y un viaje impresionante a una parte del mundo aún hoy en día inexcrutable con una mitología desconocida para muchos, y aún más, cuánto más al sur del globo terráqueo te vayas.

¿Pero qué cuenta? Mientras los mongoles liderados por Batu Khan continúan con sus conquistas, los Caballeros Teutónicos llegan para conquistar Novgorod. El príncipe de esta ciudad, Alexander Nevsky, deberá elegir entre la peste y el cólera, la horda de oro o los cristianos. Pero entre el tumulto de la guerra, los pueblos brindan. Y Maansi que vio cómo atacaban su pueblo y cómo mataban a su esposa, termina yendosele la pinza y… A raíz de esta tragedia, decide ir a Buyan, esa mítica isla donde descansan los muertos y el único lugar donde, por lo visto, tiene la oportunidad de volver a ver a su amada.

Buyan: La Isla de la Muerte es una trama dura pero a la vez hermosa. Un cuento que alcanza la crudeza de las tramas eslavas pero que ha sido escrito por Martin y Xavier Etxeberria. Además, ilustrado por el talentoso Aritz Tryeba. Es el primer cómic en español de esto premiados autores internacionales que gracias a Aleta Ediciones se puede adquirir ya en librerías especializadas. Con una línea nítida e intransigente, los colores a menudo melancólicos y suaves, a veces terribles y sangrientos. En mi opinión, consiguen captar al cien por cien el entorno que se proponen en narraciones norteñas donde el frío es el menor de los problemas.

Un álbum atractivo a las pocas páginas, con un contexto no muy original (podría ser una buena historia western) pero que consigue el enganche que todo cómic intenta con ese lector rodeado de las prisas del día a día. Tenemos a Maansi que emprende un largo viaje, uno peligroso hacia el Oeste, acompañado de su perro lobo blanco Noho. Se encontrará con guerreros sedientos de sangre, fanáticos religiosos pero también con espíritus magullados por la guerra. También conocerán a un bardo irreverente que está decidido a seguirlos hasta la Isla de la Muerte… Es casi una odisea pues además conoceremos hechos históricos reales del siglo XIII asi como seres sobrenaturales de dicho folklore.

Muy recomendable.

Diferente.

Reseña: Los Hermanos Rubinstein Vol.1, de Brunschwig, Le Roux, Chevallier y De Cock

Los Hermanos Rubinstein se presenta como una serie ambiciosa de la que se propusieron en su día nueve álbumes para contar la historia de dos hermanos judíos en la primera mitad del siglo XX. Al final, quedaron cuatro y con una sinopsis que no me atrajo, en principio, mucho porque se cuenta poco. Pero que duda cabe que aquí estamos un día más para gritar -o comentar al oído-, lo que pienso de esta nueva serie de cómic europeo que ya tiene en su catálogo Yermo Ediciones. Una lección de cómo hacer un buen cómic de la mano de unos autores de los que sinceramente no esperaba que me fueran a enganchar tanto. Un dibujo que me encanta, eso si, ideal para estos temas.

Y la historia no es una excepción. Seguimos las aventuras de dos hermanos a través de las décadas y lugares, desde un asentamiento en el norte de Francia hasta el campamento de Sobibor pasando por París. Lo mínimo que podemos decir es que pasan cosas, anécdotas que los marcarán para siempre. Las dificultades que les depara la vida parecen unirlos aún más, y cada uno está dispuesto a hacer cualquier cosa por el otro. Es hermoso, el vínculo que une a estos hermanos tan arraigados familiarmente, un placer leer algo así porque se siente. Y nunca suena a cliché y para una historia de judíos durante la guerra, no recuerdo haber leído otra trama tan centrada en lo que importa.

Las relaciones familiares están realmente a la vanguardia en Los Hermanos Rubinstein. Bien resaltadas por las muchas aventuras y el contexto histórico. Los héroes son realmente entrañables, sus aventuras llenas de giros inesperados, un cómic de que no se olvidan fácilmente. La historia retrocede en el tiempo desde 1927 hasta 1948, regresando regularmente entre estas dos décadas, sin que resulte confuso o perturbador lo que se está contando. O bueno, quizás algo perturbador pero unos flashbacks bien elaborados que dan ventaja a la narración. Los acontecimientos presentes encuentran su origen en el pasado, el comportamiento de un personaje que hace eco de una aventura anterior y es claro, coherente, todo cobra sentido a medida que avanza la historia. Tenemos muchas ganas de saber el destino de nuestros dos héroes.

La trama parece que va para largo y así se demuestra en la narración y… bueno, ¿qué cuenta? Cuenta la vida de dos hermanos judíos de origen polaco, nacidos pobres, en un asentamiento del norte de Francia. Salomon, el mayor, ingenioso y fanfarrón, sueña con el cine. Moïse, el más joven, inteligente y tímido, tiene un éxito brillante en su carrera escolar. Despreocupados de su identidad religiosa, los acontecimientos y el paso del tiempo los irá convirtiendo en adultos sufridores de una vida que jamás pensaron vivir. Para lo malo y para lo bueno -pero más malo que bueno-, en unas vidas que se torcieron cuando nadie lo esperaba. Uno arrastrará a otro a las puertas del infierno. Cumplir con el destino, en un mundo al borde de la locura. Una obra poderosa producida por autores en la cúspide de su arte. Dos primeros álbumes recopilados que cuentan con una fluidez ejemplar, se devoran en nada, a poco que entres en el entorno, la construcción de la trama te hace viajar a varias temporalidades y con diferentes personajes. En este punto, una hazaña conseguida porque Luc Brunschwig consigue que entres en nada en dicha ambientación, o mejor dicho, aquellos años de tensión social constante.

Me gustó la calidad gráfica y veo normal el alto nivel ya que contamos con una obra a varias manos, una ósmosis preciosa de Étienne Le Roux, que se encarga del montaje y los personajes, Loïc Chevallier, hacedor de decorados y Elvire De Cock en la gestión del color. La representación es muy agradable y no parece artificial a pesar del trabajo que se puede deducir en ciertas partes con tableta gráfica. Predigo un futuro horroroso para estos personajes y quiero saber si (ojalá) me equivoco. Obra muy disfrutable que recuerda a la maravillosa Érase una vez en Francia.

Reseña: Poulbots, de Patrick Prugne

Me resulta a la vez sorprendente y original evocar a un pintor no hablando de su vida ni de su obra, sino centrándose únicamente en las pequeñas almas que le sirvieron de inspiración en vida. Esa es la gran originalidad de la historia que os reseño hoy. Poulbots, de Patrick Prugne, que en breve llegará a librerías gracias a Ponent Mon y ya está disponible para reserva; es un álbum que cuenta con el excelente dibujo de Patrick Prugne, de rostros llamativos y decoraciones pulcras. Con unos colores que suavizan y combinan la línea en un conjunto estéticamente impecable y es que no sé si soy tan amante de esto o yo que sé… pero es otro álbum realmente hermoso de ver.

Por el lado del guión, otra historia de pilluelos callejeros tan dickensianos, de las que hemos ido disfrutando a lo largo de los años en diferentes formatos, que a mí, por ejemplo, son tramas que rara vez no me enganchan. Me gusta ver la picaresca que surge de un pequeño ser humano cuando pasa hambre… entre otros malestares. Y sí que es cierto que son historias que rara vez son originales pero eso no quita que sean guiones que se disfruten con su lectura y emocionen. Y también digo que no esperéis leer aquí una biografía cien por cien fiel a la vida de Poulbot, es más, una historia de aventuras de los niños pequeños que quedan atrás tras haber servido de inspiración de algún modo a un artista, filántropo, una ser diferente. Mmmm…, sabéis quién era o a qué se le llama un «poulbots», ¿no?

Francisque Poulbot (1879-1946) fue un señor ilustrador y residente de Montmartre, conocido por los numerosos lienzos que hizo representando a los habitantes parisinos de los barrios bajos, por llamarlos de alguna manera. Obras, dibujos, publicados en la prensa francesa de principios del siglo XX. Autor de ilustraciones que tuvieron mucho éxito, de hecho, Poulbot se afincaría en estos trabajos ya durante toda su vida y su apellido se quedaría como término para designar obras con esta “temática”. Término que se empezó a usar para designar estas ilustraciones de pobres niños callejeros entre 1960 y 1980. Un «poulbots» es, en definitiva, eso, una ilustración de niño parisino de ojos grandes (en la línea de Margaret Keane), muchos de ellos pintados también por Stanislas Pozar, artista conocido bajo el seudónimo de Michel Thomas (1937-2014), ilustraciones muy usadas, por cierto, para el género literario que también tuvo un fuerte repunte a través de las obras del maestro Charles Dickens.

Me gustó mucho descubrir en este álbum todo el entorno de este distrito parisino que es Montmartre. Tengo que reconocer que ahora tengo unas ganas tremendas de visitarlo y eso que debo ser de esos seres rarunos que nunca le atrajo una visita a París. Pero Montmartre parece ser un lugar con alma y eso esplende en este cómic. ¿Y qué pasa con los muchos artistas, pintores y poetas que encontraron mucha inspiración allí? Nos sumergiremos en este álbum que nos lleva exactamente al año 1905, una época en la que el distrito era una especie de aldea en mitad del campo donde se amontonaba una frágil población expulsada de la capital. Menudo cambio, ¿no? Me encantó el paseo bucólico en el pasado donde nos encontramos con cinco niños pobres, pequeños poulbots, a quienes un promotor inmobiliario corrupto está decidido a echar de su estanque de ranas… Y un señor ilustrador y pintor, que defendió a esos pequeños mozuelos rebeldes.

El dibujo de Prugne con sus colores suaves sigue siendo igual de mágico.

Con Poulbots redescubrí todo el encanto de París, algo que de algún modo me retrotrajo a aquel genial film llamado Amélie. Aunque lamentablemente, este mundo ha desaparecido y solo podemos arrepentirnos al final del ejemplar. Es como este joven protagonista del tomito que tendrá un final que… aviso ya… os puede marcar para siempre.

La nostalgia de la infancia, de unos años que pudieron ser buenos y no lo fueron para ciertas personas, e insisto, un viaje en viñetas a uno de los barrios más bellos de París.

Reseña: Los Centauros (1977-1980), de Seron

Puedo resultar cansino con lo de JOYITA… pero es que el amante del cómic europeo clásico de la BD que se precie y vea lo que está trayendo casi cada mes Dolmen Editorial… ¡madre-del-amor-hermoso! Y de nuevo le toca el turno a otra maravilla que jamás pensé volver a ver en una edición restaurada y nueva. ¡Y en español! Además de ir siguiendo la publicación por años que me parece otro aciertazo.

Los Centauros fue una obrita que se sacó de la manga el gran Pierre Seron (1942-2017), el genial guionista y dibujante belga que aunque no fue muy prolífico, que duda cabe que dio un pelotazo con su obra de Los Hombrecitos (https://www.cronicasliterarias.es/?p=6366). Y es que el maestro Seron comenzó en la industria del cómic como asistente de diseño de Dino Attanasio y Mittéï bajo el seudónimo de Foal, trabajando en series como Modeste et Pompon, de André Franquin. Pero con el lanzamiento de su serie Les Petits Hommes (inicialmente en colaboración con el periodista Albert Despréchins), comenzó a despuntar en la famosa revista Spirou allá por 1967. Una serie que duró la friolera de casi cuarenta años.

La serie que os traigo hoy gracias a este tomo que publica Dolmen Editorial fue llamada en un principio Aurore et Ulysse y poco después conocida como Les Centaures. Comenzó a publicarse en el bendito año (no tengo abuela) de 1977 también en la revista Spirou, y como podéis ver tiene un atractivo impresionante. Aquí hay otro cómic que puede parecer y es juvenil, pero que llena de nostalgia y regusto a gente como yo. Sí que es cierto que el tono y el humor de Los Centauros es más bien bonachón y fácilmente dirigido a jóvenes que lo “intenten” con su lectura. Un giro más familiar a lo que proponía Los Hombrecitos. Contando que, Aurora y Ulises son dos jóvenes centauros que vagan por el mundo de los mortales en distintas épocas, y que buscan por todos los medios una puerta para volver al Olimpo.

No son más que pretextos para divertidas aventuras y algunos simpáticos gags, en cuyos viajes se cruzarán incluso con el mundo de Los Hombrecitos (Seron combina hábilmente sus dos series), y es que en esta serie inédita en nuestro país que la genial Dolmen publicará integra en dos tomos, hay muchos guiños y pasajes humorísticos bastante agradables. Todo está lejos del aburrimiento. Con cada uno de los pasajes, te diviertes. Tened en cuenta también que Stephen Desberg lo ayudó con ciertos escenarios y eso se nota. Básicamente, no rompe ningún ladrillo (como dicen los gabachos), pero Los Centauros está lleno de un encanto infantil y desarrolla cierta poesía, y en mi opinión, el dibujo de Seron con su estilo animado y no siempre necesariamente cercano al estilo de Franquin como siempre le criticaron; estamos ante una obra al que todo aquel que esté leyendo esta reseña debería darle una oportunidad. Aquí nadie copia a nadie; muchos criticaron a Seron porque el personaje de Renaud de Los Hombrecitos se asemejaba a un vecino lejano del Gaston, de Franquin. Cierto es que Seron tiene un estilo similar a Franquin, pero eso es todo. ¿Cuántos ilustradores hay en el mismo caso? En fin…

Dibujos agradables, claros, precisos y preciosos, que incitan a dibujar cosillas así por uno mismo. La mejor inspiración con colores brillantes y “tramitas” simpáticas. Los escenarios permiten descubrir agradables historias en las que se sumergen nuestros dos jóvenes héroes, que desean encontrar la puerta que los devuelva de una vez por todas a su mundo. ¿La moraleja? La curiosidad mató al gato… Y una forma chula también de redescubrir la mitología de una forma amena y divertida. Seron es un maestro siempre recomendable.

Por cierto, acabo de ver que Dolmen Editorial acaba de anunciar la publicación de Hägar el Horrible

¡Madre-del-amor-hermoso!

Reseña: La Edad Perdida. El Fuerte de las Landas, de Le Gris y Didier Poli

Yermo Ediciones publica este mes la nueva serie de Jérôme Le Gris, un autor de historias atractivas que sigo desde sus inicios y del que nunca me pierdo un lanzamiento. Aunque un escalón por debajo, lo ubico en la línea de Xavier Dorison, lo tengo entre esos guionistas aficionados a las historias de aventuras que saben rodearse de un buen ilustrador. ¿Así que La Edad Perdida es algo a recomendar? A poco que os hable de ella, veréis que sí.

Estamos ante una discronía post-apocalíptica (y no una distopía) basada en lo sucedido en la tarde del 31 de diciembre del año de gracia 999 del calendario gregoriano cuando sí que sucedió el apocalípsis vaticinado según el evangelio de San Juan… Una lluvia de meteoritos ha caído sobre nuestro mundo arrasando todo con su impacto y relegando a la raza humana… regresándolos al modo cavernícola. Miles de generaciones después, han surgido nuevas sociedades, las especies han evolucionado, la geografía y el paso de las estaciones han cambiado drásticamente el concepto de mundo que tenemos hoy en día, y es en este contexto que seguimos a una pequeña comunidad de sobrevivientes.

Quién demonios no ha pensado alguna vez que esto puede suceder. Pues La Edad Perdida es la oportunidad de disfrutarlo en formato cómic. La aventura está servida. Este cómic nos adentrará en un universo realmente interesante y aterrador, además de opresivo. Me gustó mucho la historia, original y masterizada con fuertes ilustraciones y personajes que hacen de todo para sobrevivir en este mundo venido a menos. Realmente lo pasas bien desde el principio y bueno, deja con ganas de más. Es un primer álbum y ya sabemos que una potente historia en un formato así es como darle un único sorbo y ligero a un vaso fresquito de piña colada. Pero obviamente los curiosos que deseen sumergirse por unos momentos y probar otra historia apocalíptica sí, pero bien contada e ilustrada, y con mucho rollo medievalesco de Edad Media oscura; la oportunidad la tenéis en La Edad Perdida: El Fuerte de las Landas. Unos miles de años después del horror en el que todo ser viviente pensaba que iba a morir, mientras el sol reaparece, la vida finalmente recupera sus derechos. Los mínimos. Pues el viejo conocimiento ha desaparecido. Para sobrevivir, los clanes nómadas forman y comparten territorios y recursos según reglas establecidas. Un hombre, Primus, encuentra la manera de hacer crecer una planta y su descubrimiento permitirá que su gente nunca más pasará hambre. Pero este suceso anecdótico puede considerarse una rebelión, cuestiona la costumbre y el poder de los otros clanes…, y cuando Primus muere, le tocará a su hija Elaìne de Moòr, hacerse cargo del destino de su pueblo y salvarlos de la destrucción.

Una cosa que me gusta hacer es apreciar los diferentes subgéneros del «post-apo», que diversos autores crean. Es un tema muy leído y que tiene sus altibajos dependiendo de la época de esplendor en la sociedad que vivamos. Como últimamente casi todas son malas noticias para este nuestro mundo que se está yendo al garete, pues es entendible que estas historias luzcan. ¿Es un modo de estar prevenido o de aprender formas de salir adelante? Lo veo así. Series de TV francesas e impactantes como El Colapso hablaban de ello y lo peor de todo -al igual que con La Edad Perdida– es que sabes de corazón que algo así terminará por pasar. El tema es cuándo. Y mola ver en tramas como ésta como el ser humano renace casi de la misma forma que lo hizo, como ha vuelto a la etapa de cazadores-recolectores itinerantes, donde cada micro-clan tiene sus códigos, sus leyes, etc. y es el redescubrimiento de la agricultura lo que posiblemente lleve a crear la primera guerra sino la primera batalla por el poder.

La parte principal de la historia se basa en el cambio de escenario, la acción, una fauna y una flora que ha sufrido miles de años y una evolución acelerada. Se necesitaba un genial ilustrador como es Didier Poli para sublimar todo eso. De ahí un diseñador que no necesita presentación; personajes de físico reconocible (no pasamos tiempo preguntándonos quién es quién), decorados trabajados, no es como estar en la tierra de los Morlocks de La Máquina del Tiempo. Por tanto, una serie que deja con ganas de más y no sólo por el cliffhanger incluido.