Reseña: La Jauría, de Cédric Simon, Éric Stalner y Émile Zola

La recuperación de una exitosa historia, un gran homenaje, la oportunidad de redescubrir (o descubrir) el Rougon-Macquart, la ferocidad de Zola retratando a cierta burguesía decadente o en formato cómic, la forma intransigente de mostrar un descenso a los infiernos… Sinceramente, después de no haber disfrutado nada con la serie Exilium en su día, cierto y verdad es, que me daba algo de miedo enfrentarme a La Jauría. Pero afortunadamente uno ha aprendido con los años a dar segundas oportunidades a las personas, en especial, escritores, guionistas, o incluso directores de cine. Por que vamos todos en el mismo saco. Y por que uno evoluciona (o no) con el paso de los inviernos. El caso es que con tan atractiva portada y con el hecho de estar basado en la novela del gran Emile Zola, me dije a mí mismo que La Jauría debía merecer la penar sí o sí. Y mereció la pena, ya lo creo. Nos libre Dios de no dar segundas oportunidades.

La principal diferencia con Exilium, es que aquí ya sí se alcanza la maestría en términos de guión, dibujo y la capacidad de conseguir recrear un mundo pasado. Momentos espléndidos, personajes típicos del Segundo Imperio súper bien representados. Aristide Saccard, el «héroe» de esta historia, es un advenedizo dispuesto a hacer cualquier cosa para ganar siempre más. El pobre Renée, su esposa y víctima, son almas perdidas en un mundo de tiburones. Esto sería un rápido resumen de este volumen que edita Ponent Mon. Una maravilla que casi me hizo querer buscar para leer la novela de Zola. Pero me bastaron las ciento veinticinco páginas de La Jauría en formato en viñeta para quedar prendado de una historia pudo ser muy real.

¿Y qué trata exactamente? El día después de que Napoleón Bonaparte tomara el poder, Aristide Rougon llegó a París acompañado por su esposa Angèle y su hijo Maxime. Tenemos así a un ex-republicano recién convertido al Imperio, obsesionado con hacer una fortuna. Su hermano Eugène le consiguió un lugar en la administración del ayuntamiento de la capital y Aristide cambia su nombre y ahora se llama Saccard. Su instinto le dice que lo bueno está por llegar, las puertas de la riqueza a un paso, por eso como un depredador se agacha, observa paciente, listo para actuar tan pronto como se presente la oportunidad. De salud frágil, Angèle muere, Maxime es enviado a las provincias, es decir, la esperada oportunidad para sacar el especulador que vive en él. Y la oportunidad se engorda con un «matrimonio arreglado” que le garantiza una base monetaria sólida y casi el control sobre los planes de reestructuración parisina orquestados por Haussmann. La contratación de un candidato sin escrúpulos que le permitirá el ascenso soñado…

Me comentó mi tito americano -ese del que os hablo siempre, súper amante del cómic europeo y residente en Brooklyn, incongruencias del destino…-, que la novela de Émile Zola (La Curée, 1871) sigue dos ejes complementarios: los excesos de especulación a favor de las ambiciones imperiales y el itinerario sentimental de Renée. Todo en un contexto de prohibiciones y tórrida sensualidad. Pues Zola pintaba una sociedad con desigualdades escandalosas y flagrantes como probablemente abundó en la época. Aquí, Cédric Simon al guión y Éric Stalner a guión y dibujo, no se alejan mucho de la fuente principal. La relevancia de adaptarla fue lo que primó. La premisa es fiel al trabajo original, simplifican el tema, pero tampoco mucho. Lo que no quita que encontremos escenas ardientes en el restaurante de la colina Montmartre, festejos que se daban en mansiones privadas, todo con un erotismo poderoso de una época de gran esplendor y derroche en el país galo.

El tratamiento gráfico depende de la ambición artística de Éric Stalner que pinta un siglo XIX creíble y preciso. Muy destacable es la genial recreación de la arquitectura exterior, decoración interior o ropa y accesorios de los protagonistas. Un desafío atrevido que te lleva a leer La Jauría en tu sillón, bien maravillado por lo que tienes entre manos. Una obra maestramente adaptada con una red de amores imposibles, una pintura del capitalismo amoral, un episodio en la historia de la Ciudad de la Luz, en la que obviamente también tenían lugar cantidad de sombras.

Reseña: Convergencia (Integral), de Jeff King, Scott Lobdell, Dan Jurgens y VVAA

Le prometí a unos cuantos lectores de Crónicas Literarias – Desde New York, que reseñaríamos el evento Convergencia, el considerado gran macro-evento…, bueno, mejor dicho, el más disfrutable de una sentada de los últimos eventos creados por DC Cómics. Y estoy de acuerdo, por que hacía años (creo que desde la última vez que releí Crisis en Tierras Infinitas), que no disfrutaba tanto con tanta leña… Así que dije que lo haría y aquí está mi reseña de esta interesante trama en su conjunto, hecha cómic, que por fin publica ECC Ediciones en tomo único. Pues, dicen que la existencia termina y también empieza de la mano de los guionistas Jeff King (USA’s White Collar), Scott Lobdell (Superman: Condenado) y Dan Jurgens (Batman del Futuro) y los dibujantes Carlo Pagulayan (Incredible Hulk), Stephen Segovia (Green Lantern), Andy Kubert (Damian: Hijo de Batman) y Ethan van Sciver (Green Lantern: Renacimiento). Un integral que recopila del #0 al #8 de la serie original Convergence.

Mencioné a estos mis amigos lectores que aún así, ya había estado leyendo números alternos (americanos), sobre todo, para ver en qué deparaban en otras series lo ocurrido en Convergencia. Es decir, todos los vínculos que llevan de algún modo a la miniserie. Y también tenía presente los Futures End y Earth 2 World’s End, por lo que venía un poco instruido y con experiencia en el asunto. Dicho esto, ¿qué es Convergencia? No cuál es la historia, sino qué es realmente. Para aquellos que aún no lo saben, Convergencia fue un evento semanal de dos meses que fue ideado por el personal editorial de DC para actuar como una «tirita» mientras la compañía trasladaba sus oficinas de costa a costa. Creo que esta rumorología es la más extendida, la prensa rosa que corre que se las pela y se viraliza a una velocidad que flipas. Pero es cierto, todas estas tramas fueron escritas y preparadas completamente antes de tiempo, lo que le dio al personal un huequecito para poner todo en orden y hacer la mudanza para luego volver al tajo sin retrasos e incómodos problemas de relleno. Claro está que esto se sabía de antemano y que el personal de la empresa ya ideó qué hacer unos tres años antes para cumplir. Sin embargo, como todo lo que se planea con demasiado tiempo, sale mal, el trasladó se retrasó y no emigraron. Entonces, Convergencia fue desechado por el momento y nació Flashpoint. Otro puntazo. Y sí, originalmente se suponía que Flashpoint no era el evento que alteraba la realidad, que sería un pequeño evento de relleno, pero ya sabéis en qué se convirtió… No obstante, para mí, esos ases del destino cumplieron para que ciertas cosas cuadraran. Y he sentido que Convergencia se lee demasiado bien a posteriori, sabiendo que nació antes de todos los hechos DC, que conocemos a días de hoy.

Cuadra.

Otras cabeceras relacionadas llegan hasta aquí…, pero lo principal es la trama que rodea a un ser llamado Telos, que emerge y arroja diferentes planos existenciales, en lo que se refiere a ciudades de las diferentes Tierras del multiverso DC. Telos, luego, arranca todas esas ciudades de sus respectivas Tierras y las arroja a un nuevo planeta creado; ciudades que permanecen embotelladas durante un año, bloqueando todo súper-poder de los atrapados dentro. Para más tarde quitar dichas cúpulas y anunciar a héroes y villanos encarcelados que ahora su misión es ir a la batalla contra seres poderosos de otras ciudades. Los supervivientes serán los únicos que podrán regresar a su propia Tierra de forma segura. ¡No me digáis que la idea central no mola!

El evento fue escrito por Jeff King, y si estoy en lo cierto, esta fue su primera obra magna hecha cómic. Scott Lobdell se unió a los temas de apertura y cierre, ayudando al omnipresente en DC, Dan Jurgens. Quedando para estos momentos un integral que engloba una trama realmente poderosa que capta la atención de los lectores amantes de los grandes eventos DC. Un guión que a groso modo, a los comiqueros con más de cuatro décadas encima, les puede recordar a aquellos momentos disfrutables vividos con las antiguas lecturas de las Secret Wars. Aunque cierto es que aquí no encontraréis caracterizaciones demasiado individuales y que en general se tiende a algo tan interesante como ver a múltiples Batmans, de diferentes Tierras, ya sea luchando entre sí o uniéndose contra un enemigo más fuerte. Y si esto último te atrae bastante, este es tu cómic, tu próxima lectura a disfrutar.

Reseña: Wannsee, de Fabrice Le Hénanff

Aficionado a este período histórico, me dejé convencer por las críticas y recomendaciones de mi tito americano hacia Wannsee. «No puede faltar este álbum entre tus lecturas», dijo, él habla así, muy a lo Yoda. Especialmente porque el autor Fabrice Le Hénanff ya ha ejecutado dos excelentes obras sobre la guerra: Ostfront que sucede en Stalingrado y Westfront, en los acontecimientos que se dieron más hacia el oeste. Ambas perturbadoras y a la vez instructivas. Pero Wannsee es un cómic algo especial dado el tema que pretende cubrir. De hecho, Le Hénanff aborda un argumento que no es para nada desconocido de la Segunda Guerra Mundial. Pero que, sin embargo, es un punto de inflexión en el destino reservado a los judíos durante dicho holocausto. La horrorosa implementación de la conocida Solución Final.

Ahora que se cumple el 75º aniversario y que varias decenas de jefes de Estado y de Gobierno han acompañado a las víctimas del Holocausto, que se han congregado en Auschwitz para celebrar y conmemorar la liberación del peor de todos los campos de concentración creado por los nazis; no es mal momento para leer y tener presente hecho relevantes como los que se cuentan en Wannsee. Pues si no somos realmente conscientes de las consecuencias de lo sucedido, ¿quién puede en lo más mínimo imaginar que dicha “solución” se decidió en apenas hora y media en una casa espléndida después de una reunión en principio irrelevante?

No obstante, al ser un tema histórico y verificado, Wannsee deja poco espacio para la libertad artística. Lo que hace el autor es trivializar de algún modo la violencia, para mostrar cómo se decidió casi de forma casual el destino de millones de personas. En esto, reside el terror, la frialdad y todo lo que a vuestros huesos de personas moralmente razonables, va a afectar.

Lo que no quita que Wannsee cuente una historia realmente interesante y atraiga más a una audiencia que no haya tenido la oportunidad de ir a un campo de concentración para ver con sus propios ojos la aterradora industria de la muerte, el cinismo nazi y la deshumanización total de las cosas. En esto, dicho álbum de la BD, esplende. Con un dibujo aletargado, una paleta de colores de tonos tristes y fríos, diseños muy particulares, que dan a los sujetos una densidad sorprendente, reforzando su frialdad. Una obra en su conjunto que permite una lectura clara de los eventos y especialmente de los personajes. Con susodichos que se aferran a unas ideas tremebundamente locas y las proponen como si de algo mundano se tratase.

Finiquitando así, un cómic de tema histórico-doloroso que se las arregla para tratar con sutileza uno de los eventos más terroríficos de la historia: la Conferencia de Wannsee, que desencadena la implementación de la Solución Final por parte de la Alemania nazi. Un guión del que presientes por parte del autor del cómic un anterior trabajo de documentación donde obviamente elige voluntariamente un enfoque estrictamente objetivo, sin emoción o interpretación, y lo lleva a un cierre concreto con una poderosa tensión provocada que hacia tiempo que no sufría como lector.

Dijo Fabrice Le Hénanff en una entrevista en Ligne Claire: «Primero fue necesario encontrar el texto original, el protocolo Wannsee y ver qué había dentro. Estaba limitado a quince páginas. El desafío era poner todo el texto en un cómic. Fue difícil ponerlo todo en su lugar. Luego la realización fue lo suficientemente rápida, aunque fueron tres años de trabajo en total. Cuando estaba haciendo el álbum, tenía los documentos, era necesario verificar, recortar…».

Un cómic que araña la moral. Un álbum para guardar y volver a leer. Ya conocéis el dicho.

Reseña: Pieles Rojas, de Paolo Eleuteri Serpieri

Los amantes del buen cómic y del género Western estmos de enhorabuena. Y aunque a veces la espera de algún titulo que merezca la pena, se hace larga, uno siempre tiene la esperanza que entre las editoriales que publican asiduamente cómic europeo en nuestro país, aparezca alguna joyita. Por eso, nunca me cansaré de deciros que como mínimo vuestro ojito derecho debe estar puesto siempre-siempre en Ponent Mon; editorial gracias a la cual (por-ejemplo-por-ejemplo) podemos acceder a joyitas de la BD como Apache Junction, Simón del Río o el glorioso integral de Manos Kelly. La misma editorial que alcanza el podio del aficionado al comenzar a publicar volúmenes del maestro Serpieri como Las Reglas del Oeste, Lakota, La India Blanca y otras historias de mujeres o este magnífico volumen de relatos que os traigo hoy llamado Pieles Rojas.

Y es que con Pieles Rojas se contribuye a los inicios del autor italiano. Los nuevos amantes del cómic pueden no saber que antes de hacer Ciencia Ficción y dibujar buenas nalgas femeninas (¡Cómo en Druuna!), Paolo Serpieri comenzó de forma inteligente con lo que molaba en el momento; haciendo relatos cortos del Oeste en formato viñeta. Sus primeros trabajos, gracias a Ponent Mon, ahora recuperados de la legendaria publicación italiana Mosquito. Con todo lo ideal para abstraerse en esa visión casi antropológica de la cultura nativa americana.

Cheyennes, pawnees… Lejanas estepas de color amarillento y amarronado donde cuervos carroñeros sondean tribus que recorren el sendero, la cuenca del río Plateado en las actuales Nebraska y Kansas. Auténticas tribus repletas de historias sugerentes que contar, llamativas y con trasfondo. Tramas que narrar, siempre vestidos con su indumentaria gobernada de pieles de animales y plumas con los más diversos tonos de ocultación. Historias de estos hombres curtidos en el dolor, entre los susurros de atardeceres bajo la sombra de las Rocosas, aventuras que Serpieri muestra  de forma bastante realista y que vieran la luz a finales de los años 70.

En Pieles Rojas descubrimos así al indio que con desazón está tratando de conformarse con la llegada a sus tierras de la cultura blanca. El indio místico, el indio en guerra que es cauto y preserva su juego, y por supuesto, aquellos trabajos duros que conllevaba la trashumancia entre bisontes y pieles rojas. Historias que no brillan por la percusión de sus escenarios, Serpieri siempre fue más de acercarnos a los personajes en demasía, a sus interiores, haciéndose principalmente descriptivo con sus moralidades a través de bocadillos de pensamiento y cajas narrativas. ¿Qué les preocupa¿ ¿Qué les incita a seguir hacia delante? ¿Tienen mucho que perder? Todo en una vena muy cercana a lo que hacía Giraud, Manara o Boucq.

En este genial recopilatorio se aprovecha además, la llegada a su fin del siglo XIX, cuando en América del Norte dos grandes civilizaciones se enfrentaban a muerte. Así se cierra un volumen que tiene como objetivo un apasionante viaje al Lejano Oeste, el cuarto de una cuatrilogía de autor podríamos decir, ese mismo que sabía reflejar como pocos, dichos momentos de supervivencia casi diaria. Para saber más. Destinos inevitables y otros lances del destino que muy pocos esperan. La vida misma pero atractiva en lo que se refiere a viejas historias de frontera. Como amante de la originalidad, para mí brillan. Historias cortas de las que hablar poco, es contar demasiado. Joyas muy destacables en este tomo como De cómo se convirtió en bandido Cola de Zorro, El Sortilegio del Espíritu de las Aguas y la inmersiva Takuat. Si aún no lo habéis notado, os adelanto que para mí Serpieri, es uno de los más grandes ilustradores que ha parido el Viejo Continente. Paolo Eleuteri Serpieri (1944), un guionista e ilustrador de cómics italiano, de todos conocido por sus trabajos de representaciones muy detalladas.

Ahora casi que descanso a gusto. O no. Por que uno siempre quiere más. Más de lo bueno. Lakota, La India Blanca y otras historias de mujeres y Las Reglas del Oeste son genialidades que ya se encuentran en mi cómicteca en lugar destacable. Pieles Rojas se les une con los abrazos abiertos. Serpieri enmarcando perfectamente escenas detalladas y documentadas. Su tinta negra profunda como modelo de equilibrio, tanto en términos de decoración cercana como de personajes expresivos y disfrazados. Su cese de los cómics por razones médicas es una gran pérdida para el noveno arte. Mucha fuerza, maestro italiano.

Reseña: Notre-Dame, de Ken Follet

Soy de esos que se hizo fan de Ken Follet tras su obra magna Los Pilares de la Tierra. A partir de entonces, me empeñé en leer todo lo que había escrito, a la vez que seguía al tanto de cada nuevo titulo que trajera como novedad. Rápidamente me di cuenta que me gustaba bastante más como escritor de novela histórica que como narrador de thrillers. Nada que ver. Siempre me pareció curiosa dicha combinación. Pero bueno, quién no tiene hoy en día luces y sombras. Lo que decía, que decidí leer todo lo que escribiera pues me parecía de esos autores buenos y con poder de enganche. Bien, pues a la espera de un buen titulo de histórica, Plaza & Janés ha decidido publicar el ensayo que escribió el maestro de Gales, tras la horrorosa tragedia del incendio de Notre-Dame, tragedia vivida por todos; la desolación de la prestigiosa catedral que nos dejó estupefactos, sobre todo, a los amantes de la Historia del Arte, en abril del pasado año y que muchos pudimos observar con tristeza en los noticiarios.

En Notre-Dame, el señor Follett describe las emociones que sintió cuando conoció la tragedia que amenazaba con destruir un icono, una de las puntas de lanza para los amantes de los catedrales. Y para emocionar aún más, nos pone en conocimiento con datos históricos, momentos del pasado determinantes, para que dicha obra de arte haya ido ejerciendo fascinación universal a cada uno de sus visitantes.

Es de suponer que Ken Follett sabe algo-bastante sobre catedrales medievales habiendo estructurado su serie de Kingsbridge en torno a la construcción de una de estas maravillas arquitectónicas creadas por el hombre. Es por esa razón que cuando Notre-Dame, la joya en piedra del corazón de París se incendió, los medios acudieron en masa al autor para que comentara sensaciones. Y habló informalmente, relata aquí, tuiteando a amigos y seguidores, que no es difícil para una gigantesca masa de piedra así, incendiarse: «Las vigas consisten en cientos de toneladas de madera, viejas y secas. Cuando eso se quema, el techo se derrumba. Entonces los escombros que caen. destruyen el techo abovedado que también cae y destruye los poderosos pilares de piedra que sostienen todo el asunto…». Al final , aunque gravemente dañados, los pilares de la catedral se sostuvieron, y los noticiarios anunciaron que el presidente francés Emmanuel Macron prometió que el daño sería reparado en cinco años. Follett arroja algunas dudas sobre ese calendario optimista y señala que siempre es imprudente subestimar a los franceses…

En este genial ensayo, el autor conecta de algún modo los terribles acontecimientos de 2019 con la construcción de Notre-Dame que duró un siglo, iniciándose en 1163. Donde alega que fue una construcción que benefició a grandes segmentos de la socio-económicos de entonces, produciendo además enormes avances tecnológicos. Y es curioso ver como generaciones de constructores morirían antes de ver la catedral terminada en 1345.

Ken Follett rinde homenaje a este patrimonio galo revelando la influencia que ha tenido en las catedrales de todo el mundo y en la escritura de su más famosa novela Los Pilares de la Tierra. Un ensayo sobre como todos nos hemos sentido víctimas de ese horrible incendio que aún está por desvelar si existen culpables o no. Los fans de Follett y las catedrales disfrutarán bastante con esta lectura, y querrán más.

Reseña: Flex Mentallo. El Justiciero Musculoso, de Grant Morrison y Frank Quitely

Hay momentos de incertidumbre en los que uno busca algo diferente que leer, y curiosamente descubre cositas como Flex Mentallo; obra que en principio tenía catalogada para futurible pero que resultó ser imposible encontrar disponible en su día. Una miniserie de cuatro números escrita por Grant Morrison y dibujada por Frank Quitely que sólo por estos maestros a un lector de cómics ya le debe interesar. Y en cuánto uno indaga, más se engancha. Y en cuánto uno descubre qué es realmente Flex Mentallo, más se pregunta cómo demonios ha podido pasar por alto algo tan chulo como puede ser un spin-off de los buenos de La Patrulla Condenada. De los que hay que leer sí o sí. Una epopeya que finalmente vuelve a estar disponible después de los problemas legales que por lo visto tuvo la obra y que la mantuvo fuera de impresión durante años. Pero entonces, ¿quién o qué es realmente Flex Mentallo? Pues diría que es solo uno de los muchos personajes secundarios que con un poco de salsa se les saca mucho partido.

Flex Mentallo: El Justiciero Musculoso es una historia donde el poder de la imaginación se considera la fuerza más suprema de todas y con ello se consuma todo un arco argumental de cuatro numeritos que ECC Ediciones ahora recopila en un solo tomo. Estoy de acuerdo. Además, ¿sabéis qué? No voy a explicaros quién o qué es exactamente Flex Mentallo, pues no estoy completamente seguro de poder hacerlo. No es lo que crees, de eso estoy seguro, pues vas a encontrar mucho más en una historia algo surrealista, en un innegable buen trabajo de Grant Morrison. Un lugar donde explorar un poco más sus pensamientos después de su maravillosa Animal Man.

Y aproximadamente una década después, hizo algo soberbio en Flex Mentallo. Los temas sobre qué eran los cómics, cuáles son y serán, están presentes en casi todo su trabajo. Flex Mentallo se erige como el eslabón perdido entre la forma original y cruda de Grant Morrison y la versión madura y segura que tenemos hoy en mente de un personaje o mejor dicho, de un héroe protagonista. Los cuatro números recopilados en esta aventura llamada El Justiciero Musculoso nos llevan a través de la historia de los cómics a grandes rasgos. El primer número se centra en la Edad de Oro, el segundo en la Edad de Plata, el tercero en ese “tiempo oscuro” posterior a 1986, y en el cuarto vais a ver lo que lo realmente piensa el autor de los cómics modernos. Y sonreiréis. Pues es algo binario. O los amas o no quieres saber nada de ellos.

Todo se basa en la idea de dos tipos más que diferentes. Flex Mentallo busca a su amigo llamado El Hecho, y ambos, conscientes de que son personajes de ficción de una serie de cómics inventados por un niño, intentan descubrir cuál es su verdadero sino. Flex Mentallo es muy similar a Charles Atas, un conocido culturista italiano de principios del siglo XX que desde muy temprana edad se mudó a Brooklyn, Nueva York y se hizo muy conocido. Su amigo, El Hecho, recuerda mucho al Rorschach de Watchmen, o quizás a The Question. Es decir, en personalidad, justo el otro extremo. Durante dicha búsqueda entrarán en juego todo tipo de factores y van encontrándose a sí mismos en diferentes marcos de la historia del cómic. Una exploración sobre qué eran y qué llegarán a ser.

Grant Morrison es solo la mitad de la ecuación aquí, y si hay alguien con quien el escritor debería trabajar con mayor frecuencia, ese es Frank Quitely. Tener a ambos en una misma obra, es absolutamente un gusto adquirido. Quitely con cada página mejora y mejora. Se debe en parte a que su estilo es una combinación de todo y nada. Es decir, puede representar algo ajeno al mundo del cómic en formato viñeta y de pronto, aparece como una versión ligeramente sesgada de los artistas de la Edad de Oro y Plata. Y Grant Morrison no es Alan Moore. Y definitivamente no es Frank Miller. Pero es ese tercer maestro en discordia de los contemporáneos de los que uno debe leer todo-todito-todo.

Dicen que leer Flex Mentallo: El Justiciero Musculoso es lo más parecido a alterar tu comprensión del espacio-tiempo. Lo que está claro es que te cambiará el modo de ver el noveno arte.

Reseña: Huyamos por la Izquierda. Las Crónicas de León Melquíades, de Mark Russell y Mike Feehan

Así nos va a los que perseveramos; lectores constantes, tenaces, firmes, persistentes, gente que no para de leer una obra tras otra por que es fácil y gustoso. Las mejores aventuras, las mejores historias donde dejar deambular la mente de uno, siempre se encuentran en la cultura freak, geek, o como queráis llamarlo. Un universo interminable donde disfrutar, lejos de la cada vez más insolente actualidad. Ideas originales a un paso. ¿Y por qué tan serio?, como decía aquel de boca rajada. ¿Por qué tan filosófico a comienzos de 2020? Fácil. Lo que uno encuentra casi por casualidad, me ha hecho reflexionar. Y es que si me hubiérais dicho hace algún tiempo que me enamoraría de un cómic sobre León Melquíades… -¿Quién? Uff, seguro que a muchos de vosotros (como a mí) ni os suena el nombre. Pero os pongo en situación. León Melquíades (Snagglepuss, en inglés) fue un personaje de dibujos animados creado por la factoría de animación Hanna-Barbera. Un león o gato montés antropomórfico y parlante con acento sureño de color rosa cuyas aventuras fueron emitidas en USA allá por los 60s y en nuestro país hacia finales de los 70s, principios de los 80s. De esas series muy relacionables entre ellas junto a El Oso Yogui, Leoncio León y Tristón, Los Picapiedra, Los Autos Locos…-, bien, pues como os decía, ¿quién demonios me iba a decir a mí que con algo más de cuatro décadas encima, me iba a encantar un cómic sobre León Melquíades? Friends, en serio, un pedazo de enamoramiento de este nuevo replanteamiento que Mark Russell le hace al personaje.

Un lavado de cara, una nueva visión comiquera volviéndola actual, a una serie de Hanna-Barbera tal como hiciera con la exitosa Los Picapiedra, la joya de la corona de todas estas readaptaciones. Otra edición chula como es Huyamos por la Izquierda: Las Crónicas de Melquíades que ahora ECC Ediciones recoge en un tomito con la miniserie al completo. No obstante, no esperéis nada infantil. De hecho, diría que estamos ante un cómic bastante adulto ya que se centra en aquellos años de sustos en USA, como fue la década de los 50s del pasado siglo. Puro género negro. Y  sí, me refiero a esa famosa lista negra de gente perseguida de Hollywood de la que tanto se habló entonces.

Encontramos entonces a un León Melquíades como una especie de Tennessee Williams (no tan descabellado), que lleva una vida gay secreta oculta al público. Pero la caza de comunistas es solo un aspecto parcial. Aquí se mezcla el desdén por los estadounidenses homosexuales, su trato como degenerados y la yuxtaposición de personas que llevan vidas ocultas debido a su orientación sexual con seres que se ven obligados a hacer lo mismo debido a sus convicciones políticas. La vergüenza es el arma utilizada contra todas las formas disidentes. La vergüenza de ser quien realmente eres, se alinea con el miedo a ser perseguido. Ese es el trasfondo. Estados Unidos, como se muestra en Las Crónicas de Melquíades, es ese país que tuvo como enemigos a racistas y xenófobos de otros países cuando sus mismos defectos saltaban en su propia parrilla. No es una nación de individuos como se pretende, sino un asentamiento de entidades indistinguibles que solo tolerarán su singularidad hasta cierto punto. El típico ejemplo de haz lo que digo, no lo que hago…

Y aquí se ve. En definitiva, un genial tomito con un tema muy serio a tratar. Llevado con personajes infantiles reconvertidos (muy a lo Blacksad, por cierto), con muchos aspectos de la historia negra de Hollywood que brindan su contexto más allá de la sátira. Con líneas y dibujos de angustia y horror bastante conseguidos. Con otros personajes conocidos y relacionados que hacen aparición como el Sabueso Huckleberry, que es un poco Truman Capote (esto puede sonar un poco desgarrador); o el genial Tiro Loco McGraw, al igual que Pulpo Manotas y algunos secundarios típicos de las series Hanna-Barbera, que con un poco de esfuerzo de memoria reconoceréis.

Mark Russell compara el mundo a un escenario y sugiere que todos somos actores. Bueno, en realidad, Shakespeare sugirió eso. Pero Russell lo convierte en cómic. En una miniserie que es propensa a debate. Una aguda sátira política muy conseguida.

Reseña: Merry X-Men – Calendario de Adviento, de Chris Claremont, Charles Soule, Cullen Bunn y VVAA

Cómics interesantes para épocas ideales. Jamás pensé que podría reseñar un cómic así. Aunque de ideas originales sabemos que los guionistas de La Casa de las Ideas andan un poco sobrados a veces. Y es que estamos en esa época del año otra vez; las personas se vuelven locas por meterse en un lugar calentito para un pastel y una taza de café, a otras se les va la pinza gastando dinero en comida y regalos para la familia, y otras solo necesitan para estar a gusto, acurrucarse en el sofá con su ser querido. En resumen, es la temporada de vacaciones de finales de año. Al igual que la mayoría de las compañías de medios, Marvel tampoco evita la posibilidad de que lo pasemos bien leyendo algo acorde a los días que actualmente transitamos.

Y así llega Patrulla-X Especial Navidad o Merry X-Men – Calendario de Adviento. Un especial algo diferente. Un tomo en el que cada página de la historia (salvo el capítulo final), se cuenta en tiempo real y cada página es un día en el siempre maravilloso mes de diciembre. Esto permite más de una docena de historias diferentes y lo que mola es, que están llevadas por equipos creativos diferentes.

Merry X-Men – Calendario de Adviento se centra, sobre todo, en Júbilo y su hijo Shogo. Nuestra mutante intentará llevar a su hijo a Hawái en dichas fiestas tal como hacen muchos norteamericanos que prefieren playa y sol, a la nieve invernal. Lo que deparará en una serie de eventos increíblemente divertidos con robots, explosiones, luchas en las alturas en abundancia, todo durante un mes de diciembre bastante movidito. A groso modo, ese es el resumen y no deseo contar más pues estamos ante un tomo que en general, con poco que cuente, mucho desvelo.

La cuestión es que todo tipo de creadores, conocedores de La Patrulla-X, se han reunido para sacar adelante un cómic ideal (y que siempre lo será) para devorar en la estación navideña. Y no unos cualquieras, hablamos de los maestros Chris Claremont, Charles Soule, Cullen Bunn y Kelly Thompson, entre muchos otros que aunque no son tan consagrados, sí que reúnen un enorme talento como para estar presentes en un volumen así. Lo que incluye además ilustradores muy a tener en cuenta a día de hoy como Terry y Rachel Dodson, Chris Sotomayor, Carlos López y David López, entre una docena de artistas más.

En Merry X-Men – Calendario de Adviento hay suficientes momentos de personajes y chistes sobre los X-Men como para complacer al fan más puntero del reino mutante. Incluso al fanático del cómic más hastiado le gustará este soplo de aire fresco por que no es lo qué se cuenta, sino cómo se cuenta. Y bueno, no sé si me he explicado bien, pero hago constar que no sólo está la historia de Júbilo y su peque, está también la del enfrentamiento entre Santa Claus y la traviesa Domino, la trama de los Braddocks en Navidad y la “reunión” de Brian y Betsy, Gabby rastreando a Santa buscando alegría y conexión familiar, varios X-Men recordando aquella vez que Bobby la lió, Hank en su apariencia mutada capturando la melancolía y la soledad de volver a casa con una familia que puede quererle… Y más. Bastante más.

En definitiva, una obra bastante divertida y bien dibujada para disfrutar estas vacaciones. ¡Felices Fiestas a todos!

Reseña: Forges Inédito

En un día tan especial como hoy toca recordaros a un genio de nuestro país dentro del mundo del cómic. Quizás no de aventuras, quizás no de fantástico, pero todo aquel lector que se precie sabrá reconocer a Forges como maestro creador. Como el que sabía sacarnos una sonrisa en más de una ocasión con sus gags en apenas tres viñetas. Esas que solían hacer alusión a situaciones actuales de nuestro país, de forma política, social o simplemente temas actuales. Con la mejor ironía, con el mejor sarcasmo, como solo Forges sabía hacer.

El próximo febrero se cumplirán dos años sin el maestro. Aunque sus viñetas siguen adornando (y lo harán durante años) esos “huequecitos de descanso” que usan los periódicos entre sección y sección. Sabemos que nadie mejor que él, con tan pocos trazos, era capaz de reflejar la situación de la sociedad española. Y, por supuesto, tenía (le quedaba aún en esa mente brillante), mucho que aportar. Editorial Espasa, consciente de ello, publica esta joyita como es Forges Inédito, una recopilación de más de trescientas viñetas nunca antes vistas que fueron realizadas entre 1990 y 2018.

Cuentan que «Cuando se sentaba, solía aprovechar para hacer más de un chiste ilustrado». La familia descubrió entonces esta inmensa cantidad de viñetas que nunca vieron la luz pero que cuentan con una magnifica visión, llena de humor negro como siempre, de las tres últimas décadas de la historia de este país de pandereta. Por lo visto, algunas de estas viñetas nunca fueron publicadas porque la noticia cambiaba antes de ser mandada al periódico… Una recopilación que muestra su carácter visionario y adelantado a su tiempo. La sociedad ideada en un momento brevísimo que nos sacaba una sonrisa. Un asentir durante la lectura para con nosotros mismos. Un tomo que aporta además una introducción escrita por sus familiares donde explican el proceso creativo del autor, momentos y chistes recogidos de un valor histórico y documental maravilloso para todo aquel que se precie a degustarlos.

Vuelve Forges, porque en el corazón de muchos quizás nunca se fue. «¡Nefecto!», que dirían sus inolvidables pueblerinas Concha y Blasa. Berta Fraguas, hija del humorista es la encargada de coordinar esta edición. Explica que tenemos en Forges Inédito, la única oportunidad de ver alguna de estas viñetas en papel. Una frase que le definía bastante es: «Dibujaba más de lo que necesitaba». Tenemos así, una carpeta enorme de inéditos, que ahora se puede conseguir en librerías en este genial tomo.

Como para perdérselo.

¡Feliz Navidad a todos!

Reseña: Batman. Los Reyes del Miedo, de Scott Peterson y Kelley Jones

En Los Reyes del Miedo, Scott Peterson y Kelley Jones, quisieron profundizar en la más profunda psique del Caballero Oscuro. Permítanme hacerles saber que como fan de las historias introspectivas y psicodélicas en base a lo que uno estudió, y dado que esta miniserie de seis números no está ligada a la continuidad, tenía muchísima curiosidad por leer esta miniserie que ECC Ediciones saca al mercado en un buen tomito (como siempre) de esos ligeros para devorar en cualquier parte. Además, os confieso que hacía tiempo que no me ocurría: tras acabarlo, no busqué nada más. Me dispuse a leerlo de nuevo pues esta trama tiene mucho destilado y en diferentes capas. Tenía mis expectativas, la sensación de a dónde podría estar yendo el equipo creativo cuando empecé a leer la trama, en qué lugar siniestro de la mente de Bruce Wayne querían soltarme, pero me equivoqué. Y equivocarse en las suposiciones de una historia, mola.

Una serie que el tiempo (y vosotros) diréis si en su conjunto se convierte en un clásico.

Para empezar, en Los Reyes del Miedo, estamos ante una historia donde El Espantapájaros se convierte en personaje principal. Vuelve a andar suelto y lo peor es, que tiene un rehén y lo ha rociado con una temible toxina. Un villano que en realidad no recibe mucho protagonismo en el tema que se propone al principio, pero que parece estar tras cada jugada, y eso, nuevamente, mola. No sólo permite al equipo creativo poder preparar una buena entrada para El Espantapájaros, sino que también se tiene tiempo para establecer un guión base y aportar contexto e introducir los principales problemas con los que se va a encontrar el orejas picudas.

Que se pueden resumir básicamente a: ¿Qué asusta realmente a Batman? Con una cuestión secundaria que el propio héroe dice: ¿En qué medida es responsable de las acciones de sus villanos? Estas son, por supuesto, preguntas ancestrales que han sido examinadas y respondidas por varios equipos creativos a lo largo de los años. Y aunque personalmente creo que sigue siendo un tema potencialmente interesante para explorar en un cómic de Batman, también creo que aquí se desarrolla de otro modo, con una buenísima teoría, que no desvelaré aquí. Pero os doy una pista: la encontraréis en una breve conversación que tienen Joker y Batman, donde usan metáforas sobre la mansión y la cueva del Caballero Oscuro para proponerlos como sus lugares «más oscuros»…

Sinceramente, soy incapaz de comparar Los Reyes del Miedo con otras obras de Batman. Insisto en que trata un tema que no es nuevo ni original, pero al leer la historia…, no sé, deja un buen sabor de boca. Aunque está claro que las alusiones al Arkham Asylum, de Grant Morrison y Dave McKean, son inevitables.

Batman: Los Reyes del Miedo comienza con Batman evitando que Joker mate a un inocente y diezmando absolutamente a sus matones en el proceso. Pura acción como gusta a muchos para enganchar, pero con la diferencia que Batman, en este cómic, tiene una mente táctica. Es capaz de evaluar situaciones, sabe cuándo saltar a la refriega para salvar una vida, o usa estrategias y artes marciales expertas para dominar a cualquier enemigo que se tercie en combate físico. Precisamente por esta precisión, esta delicadeza, y el suspense que mantiene el tema Espantapájaros, me gusta.

Todo esto sazonado con los dibujacos que es capaz de aportar Kelley Jones. En un tomo que se debate entre lápices y tintas, siniestramente oscuro, con una buena dosis de horror ilustrada. Por supuesto, también con sus -en ocasiones-, ciertas partes del cuerpo de algunos personajes extrañamente desproporcionadas.

Recomendado si gustas de la estética única de Kelley Jones, si te van las tramas con trasfondo y esencialmente filosóficas, y te encanta, sobre todo, las conclusiones moralmente satisfactorias.