Reseña: Battle Action, de Garth Ennis y VVAA

Battle Action es el cómic bélico rescatado que hará llorar de alegría a cualquiera que haya disfrutado de los viejos cómics del mismo nombre. Y si no llorar, que a veces puedo ser exagerado, sí que noté el vello de punta recordando lo bien que lo pasaba de pequeño con estas historietas.

Uno de esos niños debió ser el ya maestro del guion Garth Ennis, del cual ya conocemos su amor por los cómics descarados pero también las historias clásicas de guerra. Es decir, el serranito o sandwich-mixto vegetal para que se me entienda, un cúmulo de ideas rescatadas para conseguir que todo se haga bien en este volumen que publica Dolmen Editorial, y que justifica por un lado la compra de algo que sin duda van a disfrutar los amantes de lo bélico, y por otro, los fieles seguidores de Ennis. El genio que siempre goza de un alto nivel en todo lo que escribe o reescribe. Posiblemente el mejor escritor en activo, el top-one de muchísimos fans del noveno arte.

Porque sabemos que Ennis, siendo un gran admirador de los semanarios británicos de los viejos tiempos, tomó siete historias de cuando la frase de engancha en portada era ¡Grandes aventuras en el interior! Y con ellos escribió un nuevo capítulo de cada uno, con la ayuda y la complicidad de algunos de los mejores ilustradores que se asientan en el Reino Unido. Y sólo ojear el tomo por primera vez me puso la piel de gallina. A veces, los friki-cómics somos asi de monguers, sí, llevamos dentro lo que los grandes espíritus de Kirby, Lee, Eisner, Miller, Mignola o Ross inspiran. Como un anuario de guerra de noventa y seis páginas, los planetas se han alineado para que Dolmen Editorial publique esta chulada. ¿Y qué contiene? La primera historia es para mí la más poderosa de todas. Johnny Red contra Skreamer de los Stukas es donde el as de la aviación se enfrenta al temido coronel por la soberanía del cielo en el frente ruso. Épica a tope. Visto está que Ennis no era ajeno a este personaje y tenía algo que decir sobre él junto al dibujante Keith Burns. Una magnífica historia con batallas tácticas inteligentes protagonizadas por viejos aviones de por medio. Un buen comienzo. El arte en color se convierte en blanco y negro a continuación, ya que la versión de Ennis de El Sargento, de Gerry Finley-Day, es una lección de historia más sencilla que cualquier otra cosa. Pero funciona bien y con una trama fácil (una escuadra dirigida por el sargento Jim Masters intenta cruzar Italia sin morir en el intento); los miembros principales de la sección están esbozados magistralmente.

El tema bélico a tope continúa con Crazy Keller, pero esta vez es un asunto más ligero, lidiando con un capitán yanqui cuyo objetivo principal es sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial con más dinero del que ingresó. Curiosa trama que no conocía o de la que no recuerdo nada. Crepitante guión de Ennis bien ilustrado por Chris Burnham.

Pero no solo se trata la guerra aquí. Dregger fue una tira cómica de los años 70 que tomaba prestado generosamente lo que era popular en ese momento: dramas policiales británicos duros como The Sweeney. Dredger, que fue expulsado de los marines por brutalidad (creo que estamos de acuerdo en que es un logro, sobre todo, los que hemos sido militares profesionales), un tipo que soluciona problemas para el Gobierno y eso es realmente todo lo que necesitas saber… Las demás historias os dejo que las descubráis vosotros mismos.

A diferencia de otros cómics bélicos del irlandés, en Battle Action vais a encontrar al Ennis bueno, por la caradura con la que se le conoce. Este es Ennis sin correa y se le permite cagar en jardines de bellas flores con una violencia exagerada al estilo de lo que hizo con The Punisher. Y por ahí van los tiros, nunca mejor dicho. Una carta de amor de Ennis a un género, a una época, a un tipo de cómic que lo atrapó. Que nos atrapó.

Reseña: Los Hermanos Rubinstein Vol.1, de Brunschwig, Le Roux, Chevallier y De Cock

Los Hermanos Rubinstein se presenta como una serie ambiciosa de la que se propusieron en su día nueve álbumes para contar la historia de dos hermanos judíos en la primera mitad del siglo XX. Al final, quedaron cuatro y con una sinopsis que no me atrajo, en principio, mucho porque se cuenta poco. Pero que duda cabe que aquí estamos un día más para gritar -o comentar al oído-, lo que pienso de esta nueva serie de cómic europeo que ya tiene en su catálogo Yermo Ediciones. Una lección de cómo hacer un buen cómic de la mano de unos autores de los que sinceramente no esperaba que me fueran a enganchar tanto. Un dibujo que me encanta, eso si, ideal para estos temas.

Y la historia no es una excepción. Seguimos las aventuras de dos hermanos a través de las décadas y lugares, desde un asentamiento en el norte de Francia hasta el campamento de Sobibor pasando por París. Lo mínimo que podemos decir es que pasan cosas, anécdotas que los marcarán para siempre. Las dificultades que les depara la vida parecen unirlos aún más, y cada uno está dispuesto a hacer cualquier cosa por el otro. Es hermoso, el vínculo que une a estos hermanos tan arraigados familiarmente, un placer leer algo así porque se siente. Y nunca suena a cliché y para una historia de judíos durante la guerra, no recuerdo haber leído otra trama tan centrada en lo que importa.

Las relaciones familiares están realmente a la vanguardia en Los Hermanos Rubinstein. Bien resaltadas por las muchas aventuras y el contexto histórico. Los héroes son realmente entrañables, sus aventuras llenas de giros inesperados, un cómic de que no se olvidan fácilmente. La historia retrocede en el tiempo desde 1927 hasta 1948, regresando regularmente entre estas dos décadas, sin que resulte confuso o perturbador lo que se está contando. O bueno, quizás algo perturbador pero unos flashbacks bien elaborados que dan ventaja a la narración. Los acontecimientos presentes encuentran su origen en el pasado, el comportamiento de un personaje que hace eco de una aventura anterior y es claro, coherente, todo cobra sentido a medida que avanza la historia. Tenemos muchas ganas de saber el destino de nuestros dos héroes.

La trama parece que va para largo y así se demuestra en la narración y… bueno, ¿qué cuenta? Cuenta la vida de dos hermanos judíos de origen polaco, nacidos pobres, en un asentamiento del norte de Francia. Salomon, el mayor, ingenioso y fanfarrón, sueña con el cine. Moïse, el más joven, inteligente y tímido, tiene un éxito brillante en su carrera escolar. Despreocupados de su identidad religiosa, los acontecimientos y el paso del tiempo los irá convirtiendo en adultos sufridores de una vida que jamás pensaron vivir. Para lo malo y para lo bueno -pero más malo que bueno-, en unas vidas que se torcieron cuando nadie lo esperaba. Uno arrastrará a otro a las puertas del infierno. Cumplir con el destino, en un mundo al borde de la locura. Una obra poderosa producida por autores en la cúspide de su arte. Dos primeros álbumes recopilados que cuentan con una fluidez ejemplar, se devoran en nada, a poco que entres en el entorno, la construcción de la trama te hace viajar a varias temporalidades y con diferentes personajes. En este punto, una hazaña conseguida porque Luc Brunschwig consigue que entres en nada en dicha ambientación, o mejor dicho, aquellos años de tensión social constante.

Me gustó la calidad gráfica y veo normal el alto nivel ya que contamos con una obra a varias manos, una ósmosis preciosa de Étienne Le Roux, que se encarga del montaje y los personajes, Loïc Chevallier, hacedor de decorados y Elvire De Cock en la gestión del color. La representación es muy agradable y no parece artificial a pesar del trabajo que se puede deducir en ciertas partes con tableta gráfica. Predigo un futuro horroroso para estos personajes y quiero saber si (ojalá) me equivoco. Obra muy disfrutable que recuerda a la maravillosa Érase una vez en Francia.

Reseña: Call of Duty. Vanguard, de VVAA

Yo que pertenezco a la Generación X, yo que fui niño en los 80, con los años, los videojuegos me han ido gustando cada vez menos. Quizás es por el paso de los años o quizás es porque he preferido no avanzar en ese apartado de gasto de horas de mi tiempo libre, preferí anclarme en la cultura de libros, cómics, juegos de mesa y films. Los de la Generación X vivimos el boom de todo esto aunque también vimos la explosión de los videojuegos. Y si tuviera que elegir uno que me impactó y me gustó con cada edición que se publicaba, de los pocos que me apetecía probar, esos eran los denominados Call of Duty. Será porque fui Infante de Marina, será porque siempre me atrajo el tema bélico en todas sus facetas, será porque quizás fue siempre el único juego que me encantaba lo que proponía y el modo o sistema en el que lo hacía. Por eso, y solo por eso, no me iba a perder un cómic que recién publica Panini Cómics y que cuenta lo que sería la precuela al juego de Sledgehammer Games y Activision el conocido Call of Duty: Vanguard.

En la Comic-Con de Nueva York de 2021 se anunció esta serie de cómics vinculada a Vanguard cuyos asistentes se pudieron hacer con una copia gratuita del primer número donde la protagonista era la carismática Polina Petrova. Sin embargo, el 4 de noviembre de 2021, Activision anunció que la serie de cómics se lanzaría de forma gratuita en el sitio web oficial de Vanguard, y el primer número se lanzó de forma digital ese mismo día. Decir que poco después ya no estaba disponible. No obstante, Panini Cómics ha tenido a bien traer este tomito que recopila la miniserie al completo para zampársela de una vez como ha hecho este que os escribe. Pero, ¿cuál fue la inspiración para crear un cómic como Call of Duty: Vanguard? De hecho, tenemos esta gran historia dentro de la campaña de Vanguard, es decir, estos mismos personajes. Pero mientras en el juego nos muestran una escuadra unida, un equipo con experiencia y formidablemente bien conjuntado, en el cómic se cuenta cómo fue su primera misión juntos.

Contaron los autores en una entrevista que mientras escribían la historia principal, se dieron cuenta que pensar en cómo esos tipos llegan a formar equipo también era importante de narrar algún día. Y tenían una buena para contar sobre ello y lo plasmaron en esta miniserie. Por suerte, ya la tenemos aquí y decir que la he disfrutado a tope y lo peor es que ahora necesito o “actualizar” mi videoconsola (uy, me estoy dando cuenta que esta palabra huele a dinosaurio, ¿no) o en su defecto ir cada poco a casa de mi cuñado que él si que es un gran freak de los videojuegos y lo tiene todo-todito-todo de esta serie.

Los autores contaron que viendo todo el material que había surgido del brainstorming, nació la idea y vieron sentido a explorar la historia de origen de cómo todos se unieron para formar la Task Force One. Ahí entró en escena el Capitán Carver Butcher. ¿No lo conocéis? Butcher hizo su aparición en 2017 en un DLC de la Segunda Guerra Mundial. Era intendente en el Cuartel General y era divertido e ingenioso. Un personaje de los que calan. Por eso, sinceramente, estamos ante una de las mejores historias de personaje secundario que conozco de héroe nacido de un videojuego. No creo que ningún otro personaje secundario en ningún juego se haya convertido en el Nick Fury de una franquicia con tanta repercusión mundial como esta. Y es que parece que llevar el apellido “Carnicero” es sinónimo de éxito.

Call of Duty: Vanguard se basa en una máxima, una pregunta en condicional: ¿Para quién trabajan estos hombre de élite? La respuesta a esto, asi como el desarrollo de la trama en torno al nacimiento de las Fuerzas Especiales de las que disponemos en el juego, todo eso y un poquito más, cuenta esta miniserie. Aportar que cada uno de los personajes principales se inspiró en héroes de la vida real de la Segunda Guerra Mundial.

Una gozada en su conjunto.

Reseña: Los Escorpiones del Desierto, de Hugo Pratt

Otras de las joyitas comiqueras que se han podido encontrar en el Salón del Cómic de Barcelona de este año y que ya está disponible en librerias especializadas, ha sido el tomo integral y recopilatorio de Los Escorpiones del Desierto, de Hugo Pratt. Sí, del maestro italiano, que obviamente también realizó otras obritas y muy chulas fuera del eterno Corto Maltés. Ayer me puse con este terrible cómic bélico y hace un rato mismo lo terminé casi sin respirar. Me pregunto por qué esta obra era casi desconocida para mí, porqué me pasó casi desapercibida en su día. Y sé que estaba jugando con fuego, porque uno ya sabe como es el ser humano por lo general cuando vienes de leer tremendos cómics de un autor y lo normal es que todo lo que no sea eso, parezca de muy inferior calidad. Pues en principio os diré que Los Escorpiones del Desierto es uno de los cómics más preciosista que he tenido la suerte de leer. Esta sería la segunda creación de Hugo Pratt que leo después del increíble Ernie Pike Integral que también se marcó Norma Editorial; obra a la que por cierto recurro cuando necesito inspiración de buenas historias bélicas. Por lo que declaro que Los Escorpiones del Desierto se suma a esa mini colección-de-inspiración.

Pratt consiguió llevarme de viaje por el desierto de Libia, entre soldados y mercenarios británicos, italianos y africanos, mientras captaba de una manera muy realista todo el duro y cínico escenario de una guerra sucia (no es que haya guerra pura, pero se habla bastante de ello), así como unos paisajes muy especiales, llenos de una belleza tan simple como salvaje. Como en definitiva es el entorno desértico. También conocí a personajes muy interesantes, y me encontré con escenas de acción y escenas «exóticas», y se me ocurrió una idea para la parte específica de la II Guerra Mundial en África, una parte relativamente desconocida para muchos lectores que no ahondan mucho más allá. Y bueno, no hace falta decir que la atmósfera es increíble y el cómic volverá locos a los fanáticos de las aventuras de guerra clásicas pues casi que se respira arena y polvo. ¡Y qué placer encontrarme con Cush! Para los que hayan disfrutado de los titulos de Corto Maltés, este guiño les gustará. Si Koinsky es menos idealista y más pragmático que Corto, no es menos enigmático. Sobre todo, porque las lagunas de estas áreas de conflictos están muy bien trasladadas por Pratt. Las opciones de alianza de los pueblos, la diplomacia de las alianzas temporales, el desfase entre una situación sobre el terreno y un estado oficial percibido como tal por los que deciden… todo ello está admirablemente representado en este cómic. Asi como las corrientes y cualquier tipo de guerrilla posible en esta región del África, un lugar en el que un día podemos ser aliados y otro enemigos.

Aquí los hombres son los juguetes de una guerra. Pura realidad. Es inquietante, seguimos las aventuras del grupo, las traiciones, nacen las amistades, también vemos los sueños detrás de cada individuo; el que haya estado alguna vez vinculado al ejército lo disfrutará a tope. Varios personajes resultarán muy cautivadores a lo largo de la historia, además de Koinsky, que sigue siendo escurridizo, nos tocará La Motte, soldado francés, la comandante Fanfulla y por supuesto Cush, a quien disfrutaremos y donde incluso nos darán más info sobre él que la que se aporta en Corto Maltés. Un tío más violento que Corto, Koinsky juega con la muerte de los demás cuando Corto únicamente es capaz de jugar con la suya. Sobre todo, los álbumes uno, dos y cinco (y para mi el cuarto, en especial), son joyas del noveno arte.

Esta larga serie de relatos (en años) comenzó en 1969 en la revista Sergent Kirk (creada para dar cabida a los cómics de Pratt, incluido, por supuesto, Corto Maltés). Luego continuó en otras revistas italianas como Linus y Corto. Concluyó en 1992 y ahora la tenemos para nuestro deleite en una bonita edición integral prologada por el guionista Felipe Hernández Cava. Una obra que aporta una psicología muy interesante.

Reseña: Nacido Salvaje, de Óscar Aibar y Fernando de Felipe

Óscar Aibar es el autor de ADN y de Nacido Salvaje, obra que recién publica ECC Ediciones. El señor Aibar es un director de cine, guionista de cómics, realizador de televisión y escritor paisano de los nuestros. Comenzó trabajando como guionista de historietas para varias editoriales y revistas que pegaron en nuestro país muy fuerte en los 80 y 90. Revistas como Totem, Cimoc, Zona 84, El Víbora o Makoki. Pero más tarde subió algo más en el ranking de retenciones del IRPF llegando a ser guionista y director de series y programas de diversos canales de televisión como TVE, Canal+ o TV3, además de videoclips y anuncios publicitarios. En 1995 comienza sus trabajos como director de cine, dirigiendo hasta ahora cinco largometrajes, un telefilme y tres cortometrajes, además de publicar tres obras literarias. ¿Bien? Qué quiero decir… Pues fácil, estamos ante un grande, ante un creativo de los potentes. Y aunque no recordaba haber distinguido alguna obra suya dentro de las revistas mencionadas, obviamente, tenida que haber leido bastante de él en aquellos años casi sin saberlo. Fue lo principal y lo que me llevó a querer leer y reseñar Nacido Salvaje. Pese a que el titulo ha sido ubicado en la colección que lleva adelante ECC sobre la obra de Fernando de Felipe. ¿Y entonces Fernando de Felipe? Pues otro que tal anda… Profesor de universidad, nacido en Zaragoza en 1965 y que ejerce también de guionista de cine (autor de la maravillosa Darkness) y televisión, además de haber sido uno de los grandes historietistas también de finales de los 80 y principios de los 90. Fernando de Felipe estudió Bellas Artes en Universidad de Barcelona, iniciando su trayectoria como historietista en un mercado en crisis, como era el español de aquellas décadas. Pero trabajó en las revistas de Toutain Editor y lanzó Nacido Salvaje en 1988 junto a Óscar, obra que gustó bastante entre los aficionados.

Una obra que mola que haya sido rescatada pues no es otra cosa que una buenísima carta de presentación del tándem que formaron estos dos maestros del cómic español. ¿Y qué es Nacido Salvaje? Fácil también. Una antología de historias cortas publicadas originalmente entre 1988 y 1989 en la revista Totem El Comix, años en los que la guerra de Vietnam se puso muy de moda. O al menos, las historias épicas y de heroicidades norteamericanas versadas en ella. En cine, ya sabéis: Acorralado, Comando, La colina de hamburguesa… Pero Nacido Salvaje es un cojunto de relatos que centran su atención en las víctimas, los verdugos y los testigos de las atrocidades inherentes a todo conflicto bélico. En definitiva, una antología de relatos bélicos a cargo de Óscar Aibar y Fernando de Felipe y el primer volumen para la inaugurada Biblioteca Fernando de Felipe.

Una obra que no se corta un pelo en mostrar al lector las atrocidades cometidas por los estadounidenses durante su paso y salida por la puerta de atrás de la guerra de Vietnam. Con un dibujo atemporal al que le sienta perfectamente el bitono verde que se ha empleado para esta edición. Historia recopiladas: Una montaña blanca, El rostro impasible, La sangre sobre la sangre, El hombre que mató a J.F. Kennedy, The End, Naturaleza Muerta, Nacido Salvaje y la adaptación de la canción Hell’s half acres, de Robbie Robertson. Personajes venidos a menos por desgaste que son también víctimas y que lidian por tener una vida placentera, cueste lo que cueste.

Una obra con bastante profundidad.

Reseña: El Pintor Forajido, de Frantz Duchazeau

Mezclar arte y belicosidad en un cómic es algo que no había visto… o no recuerdo haber visto nunca. Y poco menos que un autor francés para hacer esto bien, ¿no? Ya la portada de El Pintor Forajido atrae bastante y por eso, y un poquito más de tema histórico, me interesé por el álbum recién editado por Ponent Mon en nuestro país de la mano de Frantz Duchazeau.

El álbum comienza con un hecho histórico significativo, el regicidio del pueblo francés y su joven República. Están allí los mirones, los curiosos y varios pintores y diseñadores para congelar este momento en la memoria. La guillotina se destaca sobre un gran tablón en ángulo bajo. En el campo reina cierta anarquía, la muerte del rey no ha solucionado nada porque el pueblo sigue hambriento a pesar de la caída de la monarquía y los bandoleros son legión. Es en este contexto que descubrimos a Lazare Bruandet (un pintor desconocido para mí), un tipo grande, cojo, con una mirada un poco loca que de repente tira a su mujer por la ventana. Gesto que le llevará a huir a Fontainebleau e inmiscuirse entres sus bosques. Zona que conoce bastante bien, por cierto. Donde resurgen recuerdos de la infancia, tanto los buenos como los muy malos, a la vez que una tropa soldados llega a casa de su madre…

Un cómic que muestra escenas y crea tensión a menudo que avanzas. Viñetas por página, algunas silenciosas, que proliferan momentos de incertidumbre sin tener que aportar una sola palabra. Que permiten a su vez contemplar la hermosa naturaleza de los parajes que se recorren. Me gusta mucho el estilo de dibujo de Frantz Duchazeau, los colores también quedan muy bien. Un buen rato leyendo sobre los pasos de este pintor un tanto torturado y una historia que marca y renueva tus ganas por saber más del momento histórico que se refleja.

Frantz Duchazeau se inspira en la tumultuosa vida de un pintor desconocido, Lazare Bruandet (1755-1804), inmerso en la agitación de la Revolución, para pintar un retrato de este pintor fuera de la ley. ¿Pintor fuera de la ley? Pero todo parece relativo dado el caos que reina en París y en el campo. Una violencia omnipresente que tocó a Bruandet desde la infancia y que sin duda contribuyó a forjar su personalidad desmedida en muchos aspectos. Pues el pintor maneja la espada como el pincel y rechaza las convenciones de la pintura de su tiempo. Además, aspira únicamente a practicar su arte sobre el terreno. Una tierra lamentablemente invadida tanto por bandoleros como por las diversas facciones revolucionarias. Pero Frantz Duchazeau tiene la osadía de tomar como héroe de su historia a un personaje que no es simpático ni entrañable, pero que en cierto modo resulta eco de su tiempo. Seguimos sus andanzas con curiosidad, descubriendo poco a poco lugares de su infancia a los que regresa mientras asume de algún modo el papel y los excesos de un pintor maldito.

Brindo por esta elección de Frantz Duchazeau de presentarnos un álbum y un personaje fuera de lo común y hacernos querer saber más sobre el auténtico Bruandet. ¿Pintor loco? No sería el primero ni el último.

Aunque se maravillosa que la naturaleza que lo rodea le inspire para nuevas pinturas.

Reseña: Chez Adolf (Integral), de Rodolphe, Marcos y Fogolin

Chez Adolf nos remonta a la historia alemana en el preciso momento en que Adolf Hitler se convierte en canciller de Alemania y poco a poco comienza a instalar su régimen político con las consecuencias que todos conocemos. Es decir, el comienzo del Reino del Terror. En este caso, me parece muy interesante aportar lo que expone la sinopsis editorial de Ponent Mon porque con dos frases increpa y muestra lo atractiva e intrigante que puede ser esta historia para el que no la conozca. Dice así: «El 30 de enero de 1933 Adolf Hitler llegó al poder en Alemania y el dueño del bar llamado Los Alegres Amigos, cambia su letrero por el de Chez Adolf. Frente a ese lugar vive el discreto profesor Karl Stieg, quien decide llevar un diario sobre lo que está empezando a suceder sin llegar a imaginar cómo serán los años venideros de una ciudad, de un país, del destino del mundo…». Yo que he estudiado por activa y por pasiva todos y cada uno de lo sucesos de la Segunda Guerra Mundial; lo que más me ha interesado siempre es el cómo empezó todo. Una locura que casi se gesta de la nada. Una bolita de barro rodando cuesta abajo por la ladera de una montaña, que no deja de rodar durante de años, y a la que se le unen toda una serie de sedimentos que provocan que crezca en masa y tamaño hasta convertirse en la montaña más alta de dicha cordillera. Aparte del mal gestado en ciertos personajes, se dieron toda una serie de coincidencias perturbadoras, un cúmulo de granitos de arena que formaron una playa de kilómetros y kilómetros de muertes sin sentido.

El interés de esta serie radica en el ángulo de visión elegido por el guionista Rodolphe para contarnos esto. Es a través del profesor Karl Stieg que entenderemos el insidioso auge del nazismo y cómo poco a poco cada uno seguirá o sufrirá su doctrina a diario. Este señor reside en un edificio con vistas a la cervecería Los Amigos Alegres, cuyo dueño lleva el mismo nombre que el nuevo canciller. Y peor aún, comparte sus convicciones. Pero Karl Stieg, una figura culta que permanecía al margen de los asuntos políticos en ese momento, pronto se ve enfrentado a tomar decisiones. Entre las juventudes hitlerianas que reclutan a los más jóvenes y las leyes antijudías y bolcheviques que caen, el ambiente se tensa y no elegir equivale a autoproclamarse enemigo. Cada familia en el edificio, desde el guardián hasta la familia judía que todos conocen, experimentará estos eventos de una manera diferente.

Y en eso precisamente está toda la fuerza de este cómic. De esta serie que se publica de forma integral gracias a Ponent Mon. El gran Rodolphe centra toda la fuerza de la trama en una historia de historias (valga la redundancia). Nos muestra cómo mediante una sucesión de pequeños sustos, de pequeños golpes y un alistamiento muy bien ingeniado de toda una población que se dejó reclutar por una idea llamada nazismo; lleva al miedo y la resignación de millones de personas. El Mal se ha instalado y se ha apoderado del sentido común. Y muy pocos alemanes supieron alejarse de esa locura…

El diseñador español Ramón Marcos, todavía tan talentoso como siempre, no necesita desplegar mil efectos para restaurar la paranoia que reinaba en Alemania a finales de los años 30. El dibujo realista de Marcos es bastante bueno en esta serie, aunque algunas viñetas a veces quizás merecían un poco más de trabajo en los detalles y los rostros. No obstante, va muy bien gracias a la coloración muy a tono con el tiempo que propone Dimitri Fogolin.

Siento curiosidad por imaginar como podría avanzar esta serie (porque se podría) si se quisiera hacer. Este tomo recopila los dos álbumes que centran su trama en años previos al comienzo del terror. El primer volumen de la serie Chez Adolf toma como marco la Alemania de 1933, entonces en proceso de nazificación. Seguimos los trastornos provocados en la vida cotidiana de los habitantes de un edificio. El segundo volumen se basa en principios similares, excepto que viene después de una elipse de seis años durante la cual Alemania, en pie de guerra, ganó 120.000 km² de superficie, casi sin disparar un solo tiro.

La reflexión de Rodolphe sobre la posibilidad de dejarse arrastrar por una inmensa máquina de destrucción, unirse o morir, está genialmente representada en Chez Adolf.

Reseña: Stringbags, de Garth Ennis, PJ Holden, Kelly Fitzpatrick y Rob Steen

Aleta Ediciones (por lo callaíto) no deja de publicar obras tan chulas como interesantes. Además, tienen puesto el ojo de algún modo en tan tremendo guionista como es Garth Ennis; autor, que a uno no le queda otra que poner el ojo (una y otra vez) en dicha editorial. Por lo menos, en sus obras bélicas. Respecto a la obra, diría que en el mundo vertiginoso de hoy, no necesariamente de forma intencionada, tendemos a descartar o desprestigiar a los de generaciones anteriores. Cuando estuve en el ejército, a menudo me encontraba recibiendo consejos de quienes estuvieron antes que yo. A veces, era algo útil. Estuve en uno de los destacamentos del ejército de los más duros de este país; de los que pisan primera linea de playa o van al mismísimo frente el primer día en una posible guerra. De hecho, nuestro día a día era como si de verdad estuviéramos en guerra y en plena crisis total. Los mandos (como se les decía a los de rango suboficial hacia arriba), lo vivían en un constante y alucinante éxtasis. Lo disfrutaban. Y a uno de ellos le escuché una de las mejores historias bélicas históricas. La de los chicos que fueron a la Operación Tormenta del Desierto (Desert Storm) donde cualquiera que lea algo sabrá que fue un auténtico infierno para cualquier ser vivo que se encontrara allí.

No obstante, en mi fascinación por la Historia y por encontrar esas historias que rara vez se cuentan (he tenido tiempo de encontrar cientos de ellas), muchos hombres y mujeres valientes hicieron misiones por las que no tuvieron medallas, merecerían ser honrados y que duda cabe que homenajeados. Y eso es lo que hace el ya consagrado Garth Ennis una vez más en Stringbags. Esfuerzos que enhebraron la aguja invisible para garantizar el resultado adecuado y cuyas consecuencias hacen que otros seres humanos hayamos tenido una vida mejor. Historias en las que mujeres y hombres, la mayoría ya fallecidos, finalmente obtuvieron su reconocimiento, pero veteranos de guerras que necesitan del cariño de nosotros antes de irse al otro mundo.

Grande Ennis.

En Stringbags, Garth Ennis, PJ Holden, Kelly Fitzpatrick y la brillante rotulación de Rob Steen, nos cuentan de otro grupo heterogéneo cuyas hazañas tuvieron que ver en que el mundo viva en paz. Y nos llevan a 1940, donde tripulaciones de hombres jóvenes de la Royal Navy británica volaron con lo que entonces se consideraba una antigualla, un torpedero biplano en la era de los monoplanos, el Fairey Swordfish, también conocido como Stringbag. Debido a su estructura simplista, muchos se rieron de su reaparación pero terminó por tapar bastantes bocas con sus maniobras militares.

Ennis nos lleva conocer a la tripulación de una de estas maravillas voladoras, Archie, Ollie y Pops, cuyas bromas y camaradería hacen un camino fácil para la cohesión y las misiones largas a corto plazo. Pronto se les encarga una misión: ya que Gran Bretaña se aferra a las bases de operaciones de reemplazo con uñas y dientes, y es la única nación en ese momento que lucha contra la Alemania nazi y busca mantener el terreno en Malta, lo da todo para casi una misión final para la que se ofrecen como voluntarios/rastreadores la tripulación de Archie, Ollie y Pops. Un destino solo de ida, seguramente, pues pronto descubren que podrían ser superados en número. Pero si pueden llegar a eliminar uno de sus buques, la probabilidades de ganar se pueden inclinar a favor del país que intentan que no caiga. Incendiar uno de los acorazados italianos y eliminar pronto la flota restante de la Regia Marina es el objetivo principal del Escuadrón Stringbag.

En general, un integral excepcional que se marca Aleta Ediciones con el que poder disfrutar con el mejor cómic bélico histórico disfrutable desde una visión actual. De las historias, de los guiones, que llevan a querer saber más. Garth Ennis tiene el don de llevarte a los grandes films bélicos, cuando se pone serio. Historias que les da a estos héroes olvidados un momento para el recuerdo. Además, encontramos aquí una trama que en ciertos momentos es divertida, llena de acción y está súper bien desarrollada. El arte del equipo creativo es simplemente impresionante. Y en conjunto, Stringbags te hará querer ir a ver películas como Midway o La Batalla de Midway, para disfrutar más del heroísmo de aquellos que lucharon a pesar de las poquísimas probabilidades de éxito.

Echadle un ojo.

Reseña: La Balada del Soldado Odawaa, de Cédric Apikian, Rossi y Walter

La Balada del Soldado Odawaa que publica Norma Editorial es un cómic que marca como hierro candente. Nos sumergimos en el campo de batalla de la Primera Guerra Mundial, ya sabéis; trincheras, ruinas y muertos por doquier. Desolación hasta donde alcanza la vista. Esta historia me recordó algo que había olvidado: los nativos americanos canadienses participaron en esta carnicería humana. Y viendo el titulo ahora quizás entendáis muchas cosas. Un álbum en el que uno se sumerge inmediatamente en la dura (y la palabra es débil) realidad de la guerra. Escenario cautivador, pero no innovador a pesar de algunas buenas ideas. Como bien se anuncia, estamos ante un cómic bélico que tiene un sabor fuerte a western.

Leyendo La Balada del Soldado Odawaa me vino a la mente lo que me dijo una vez un amigo con el que charlo de cómic europeo por la red constantemente y que ahora vive/disfruta de la vida en el país galo. Dijo: «Si vienes, nos damos una vuelta por Pas-de-Calais (El Paso de Calais). Te invito a que vengas y descubras el Memorial Vimy, que rinde homenaje a los soldados canadienses que murieron y desaparecieron durante la Gran Guerra. Más de once mil nombres registrados. Y es que estamos ante una historia que al poco se vuelve apasionante. Buen ritmo, giros que la energizan (hasta las últimas revelaciones). Además de los guiños a Sergio Leone y al western en general, me pareció curioso encontrar algunas alusiones a Hitler. Como si el Mal ya se estuviera fraguando.

Pero la historia se centra en un tipo occidental que se podría categorizar de maldito en el entorno de la Primera Guerra Mundial. Algo extraordinario a mis ojos. Mola de algún modo pues siempre he pensado que la Gran Guerra fue un portentoso enfrentamiento con diversos escenarios. Tened en cuenta que se venía de una larga época de esplendor, que eso hacía que varios gobiernos se creyeran súper poderosos, lo que deparó en que se pensara que la guerra duraría muy poco. Pensad en un poderoso equipo de fútbol que va a jugar contra uno humilde de pueblo y se vanagloria de que todo será un paseo… ¿Durará poco y será fácil? Más de treinta millones de muertos (¡Millones!) en cuatro años. Un escenario donde se prueban nuevas armas sin pensar para nada en la moralidad del ser humano. Incluso se llegan a ver cargas de caballería enfrentándose a elementos motorizados. Todo muy steam-punk, ¿no? Y La Balada del Soldado Odawaa sigue de algún modo el mismo camino pues, un capitán del contingente canadiense, desplegado en suelo francés, formando comando con francotiradores amerindios… Violencia humana a raudales sembrando el pánico en las líneas enemigas.

El diseño y las escenas son deslumbrantes con realismo y verdad y retransmiten perfectamente los estados de ánimo de los soldados durante este período. Un álbum tremendamente bien labrado con la calidad a la que nos tiene acostumbrados Norma Editorial. Todo para desarrollar una historia cautivadora que incluso el guionista Cédric Apikian reconoce en la introducción como fuente de inspiración con la búsqueda del tesoro que Sergio Leone nunca negó. Algunos me entenderéis (Desenterrando Sad Hill).

El dibujo de Rossi también muy chulo al igual que los colores que aporta Walter; dan preferencia a los oscuros con una perfección alucinante y encajan en una narrativa sombría y retorcida. Una mezcla original de géneros, una batalla en las trincheras, muertes en la parte trasera del frente, saqueadores rateros y aprovechados de la vida pero de los que habría que verse en su situación…

En febrero de 1915, una pequeña tropa de soldados alemanes bajo las órdenes del comandante Von Schaffner recorrió la campiña francesa para saquear y robar todo lo que quisieran. El ejército francés le pide al capitán canadiense Ernest Keating que envíe su tropa de élite para solucionar el problema.

Excelente película.

Reseña: Las Grandes Batallas Navales. La Hougue, de Jean-Yves Delitte

A los inquietos nos gusta saber de todo. Ser un poco maestro-liendre pero sin el “entiende”. Bueno y sin el “de nada” también. Mente inquieta. ¿Qué te gusta el Terror? Pues conocer autores y textos clásicos que nadie conoce. ¿Qué te gusta la Fantasía? Saber de donde procede cada mito. ¿Qué te gusta lo bélico? Pues saber, conocer o sumergirte en historias que desarrollen en batallas de las que uno no tiene ni idea. Y si quieres profundizar algo más en el tema bélico solo debes centrarte en batallas navales. A ver, ¿cuántas batallas desarrolladas en el mar conocéis en profundidad? Nunca mejor dicha, la metáfora. Yo pocas. Por no decir ninguna. Por eso me pareció tremendamente atractiva la colección de cómics de europeo que está publicando Norma Editorial. Una muy recomendable serie de cómic denominada Las Grandes Batallas Navales, a la que echar un ojo a poco que te guste el tema. Algo tan diferente como refrescante. Una colección del pintor oficial de la Marina, Jean-Yves Delitte, con el que disfrutar de estas historias que abarcan desde la Antigüedad hasta la II Guerra Mundial.

Hoy os presento el último leido llamado La Batalla de Hougue. De la que, por supuesto, nada sabía. Específicamente, claro. Porque es una de las muchas batallas que se sitúan dentro de la Guerra de los Nueve Años, eso si. Aquella guerra en la que Francia andaba inmersa a finales del siglo XVII y una con las que se intentó poner freno a la expansión territorial de Luis XIV. Bien, pues es una de las mayores derrotas de la Marina Real Francesa. Una flota que se tuvo que enfrentar a una gran coalición de naciones porque de no ser así… en Inglaterra se hablaría francés. Pero como otros grandes momentos de la historia en los que ingleses han gozado de la suerte que se necesita (clima, consecuencias de otros hechos que se suman y que otros no tienen), pues ya estoy adelantando que fue un potente fracaso. Y es que en 1692 el Rey Sol decidió ayudar al rey católico derrocado Jacobo II a recuperar el trono de Inglaterra. Con un plan arriesgado, como era hacerse con el control de las aguas del canal de la Mancha para facilitar el desembarco de un enorme ejército.

Pocas cosas salieron bien. Pero profundizo un poco más. Desde 1688, Francia se ha visto envuelta en la Guerra de la Liga de Augsburgo. Una gran coalición formada por la Monarquía Española, el Sacro Imperio, el Reino de Suecia, el Reino de Portugal, las Provincias Unidas, algunos reinos Inglaterra alternos y Escocia. En este contexto, el Rey Sol traza un plan atrevido con Jaime II pero su impaciencia hace que envíen a una flota francesa incompleta con solo unos cuarenta barcos. Fue el vicealmirante de Tourville quien había recibido órdenes: «¡Navegar a toda costa y enfrentar al enemigo sin importar el tamaño!». En el siglo XVII, las órdenes no se discutían, especialmente cuando hablaba el Rey, por muy idiota que fuera una idea y por muy idiotas que fueran los reyes que hablaban sin saber. Si el enfrentamiento entre el ejército naval francés y el anglo-holandés se hubiera limitado al de Barfleur el 29 de mayo de 1692, los franceses seguramente se hubieran hecho con la victoria (incluso una excelente victoria), pero con su cuarenta y cuatro barcos y sus más de tres mil cien cañones, el vicealmirante de Tourville no pudo con una flota anglo-holandesa de noventa y ocho barcos escoltados por fragatas que llevaban casi nueve mil cañones. Una batalla que por desgracia no terminaría aquella noche de 1692.

Y ahora imaginad la posibilidad de vivir/leer todo esto en formato cómic. Cómic europeo del bueno y en uno de los geniales álbumes ligeros de dicha colección que se marcó el autor Jean-Yves Delitte. Eso es La Hougue.