Reseña: El Tiempo Recobrado, de Kei Fujii y Cocoro Hirai

Ponent Mon también publica Manga. Pero no cualquier manga, sino del tipo del que te pone los vellos de punta. En el sentido que son historias muchas melancólicas, evocadoras y dignas de recuerdo. Por eso, se fijan en autores como Jiro Taniguchi o similares. Es una editorial digna de echarle un ojo si te gustan los guiones, las historias que rara vez se olvidan.

De las que te hacen ver la vida de otra forma.

Los Tiempos Recobrados trata sobre el amor, ese tan fugaz, ese que sin comerlo ni beberlo aparece y desaparece pero que también emerge incluso a los setenta años de edad. Una nueva ilusión cuando estamos en el ocaso de la vida. Aquí tenemos a un viudo y una viuda que intentarán construir una relación a pesar del peso de la edad, los problemas de salud y los recuerdos dolorosos del pasado. Pero, ¿cómo mantenerse fresco cuando todo son dolores y apenas a uno le quedan fuerzas por lo viejo?

Los autores de Bajo un Nuevo Cielo (obra que también publicó en su día Ponent Mon) han vuelto a encontrar una debilidad para con el lector: jugar con la cuerda sensible, esa que todos intentamos ocultar para pensar en lo inevitable. Estar sobrio cuando llegue la borrachera que no deseamos. Ponerse en la piel de dos almas septuagenarias que vuelven a encontrar deseos de amar, de compartir momentos, de discutir, de relacionarse hasta que la esencia de cada uno se disuelva… por no poder más. Los que decidimos leer mangas, historias de las potentes sentimentalmente, tenemos derecho a mangas en color. Me gusta este detalle en el tema gráfico de los guiones que encienden nuestra ternura. Al menos, nuestro final, que llegue en suaves tonos pero coloridos. En cualquier caso, Los Tiempos Recobrados es un manga que trae un poco de esperanza a nuestro momento lector, el hecho de que uno siempre puede enamorarse y a cualquier edad, volver a sentir ese cosquilleo en el estómago que te quita el hambre. Pensamientos sobre otra persona, distinta, que ves con otros ojos en esos días de primeros encuentros deseados…, por las dos partes.

Además, queda claro en Los Tiempos Recobrados que no estamos de vuelta a lo pasado. No es una vuelta a los amores adolescentes que tan pronto venían, que algunos muy rápidamente asociaban con la depresión, y que tal como venían se iban. No. A esta edad no tenemos ninguna prisa. Las cosas se hacen de manera más pausada, más serena, donde hay momentos de contemplación, escenas que los autores saben exponer en este cómic de forma maravillosa. Un buen equilibrio entre emoción, humor (porque hay en los amigos de Ippei) y dignidad. Además, tienen el buen gusto de crear un relato que no acaba aquí, que se completará en un segundo volumen al igual que en la edición original de Ki-Oon. Pero al final, cuando todo parece asentarse felizmente, asistimos a la oposición de las respectivas familias de una manera bastante odiosa. Una inquietud que te deja con la miel en los labios y con ganas de saber.

Ippei, un jubilado apuesto, lo ha visto todo de color de rosa desde que contempló a Kotoko, una nueva recluta del club de música en el Centro Gin. A su edad, no creía poder llegar a revivir tales emociones, y, sin embargo, su corazón late como lo hacía a los veinte años.

Tierna historia.

Reseña: Un Trabajo como Cualquier Otro, de Alex W. Inker y Virginia Reeves

La descripción pura y dura de novela gráfica tiene como ejemplo lo que os reseño hoy. Un volumen súper potente en cuanto a historia y diseño que Ponent Mon lanza este 22 de Marzo. En realidad, es un destacable one-shot porque realmente -y literalmente- es una trama que va como un tiro. El álbum tiene más de ciento ochenta páginas, cual novela corta, que se lee en nada gracias al tamaño de las viñetas y al dinámico guion que permite entrar en la acción cómodamente. Insisto: la narración dinámica e historia apasionante entran en Un trabajo como cualquier otro. Y sí, esperaros una historia trágica, un duro final, de esos que se quedan en la cabeza por mucho tiempo.

Un trabajo como cualquier otro nos lleva a Alabama en los años 30 del pasado siglo, donde podemos adivinar que la vida no es de color de rosa en esta parte de USA (pese a ser el color que más abunda en las viñetas). Seguimos a un héroe que ciertamente no es perfecto, pero que con el paso de las páginas se vuelve entrañable. Disfrutas siguiendo el curso de su vida, sin embargo, admito que no entendía muy bien el porqué, en la novela original, Roscoe T. Martin acaba en la cárcel. Un trabajo como cualquier otro es la traslación a cómic de la impresionante novela de Virginia Reeves que tanto éxito tuvo en 2016. Una historia que a lo Steinbeck se convierte en una denuncia del entorno penitenciario de esta época en la que el trato a los presos fue muy cruel y el sistema de reintegración no ayudaba nada de nada. Fácil imaginar lo infernal que sería si encimas eras de color.

La sombra del maestro John Steinbeck (De Ratones y Hombres, Las Uvas de la Ira), se cierne sobre esta obra. Mismo marco, mismos destinos rotos, misma amarga esperanza. Si buscas animarte, no te arriesgues a leer este cómic; va sobre la vida y la denigración del ser humano. La miseria, la mala suerte, el racismo, el absurdo y la violencia del mundo carcelario, todo está puesto en su sitio para presionar una y otra vez a Roscoe T. Martin, un tipo que no es perfecto pero que está haciendo todo lo posible por salir adelante mientras la crisis económica hace furor en tierras norteamericanas. No obstante, me encantó la cadena de eventos que terminaron destrozando al personaje central. Este personaje, que está lejos de ser perfecto, me conmovió más allá de sus defectos. Alex W. Inker tras la trama de Virginia Reeves no le escatima nada y, por tanto, revela toda su humanidad. Esta historia, por supuesto, denuncia el sistema penitenciario de la época pero sigue siendo muy actual cuando toca temas como la reintegración o la necesidad de poder prosperar en el trabajo.

El tratamiento gráfico de Alex W. Inker es plenamente adecuado para esta historia. Sus personajes, rayados en lo grotesco, son un eco perfecto del absurdo y horror de la situación en la que se enredan al máximo.

Algunos pasajes son estupendos, como en el que el compañero de celda de Roscoe, carpintero de profesión, está encantado con el trabajo que le encarga la penitenciaria que es… ¡Una nueva silla eléctrica! Y en ese tono todo. Lo que se hace por una reducción de condena, ¿no? Roscoe, por supuesto, ofrece sus servicios como electricista para tal efecto también. Un trabajo duro y convincente, ¿no? Madre-del-amor-hermoso. Un trabajo como cualquier otro se recomienda encarecidamente a los amantes de las historias que dan que pensar. Las puertas de la penitenciaría se cerrarán pronto, y ahí es donde acaba una vida. Al menos, por el momento. Roscoe es un electricista de renombre que se lanzará a la ilegalidad por salvar la granja de su esposa. Se topa entonces con veinte años de reclusión. Le espera un mundo en el que nunca pensó…

Diálogos sencillos, rostros marcados por la vida, gráficos en dos tonos con líneas grandes en tinta negra anticuada y en líneas rojas o planas. Una edición un tanto «vintage» que le viene que ni pintada a la historia. Pero esta historia comienza con un hecho trágico, y termina con un nuevo drama. La vida misma.

Novedad muy-muy calentita que no deberías perderte.

Reseña: Nathanaëlle, de Charles Berberian y Fred Beltran

¡Un poco de CF, maestro!, dice esa parte de mi cerebro cada no mucho. ¡Una utopía, una distopía, una space-opera, pero dale caña, men! En formato cómic ocurre como con el género de Terror: cuesta encontrar que se publique algo considerable. Aunque muchas veces no sabes hasta que lo pruebas. Y muchos me diréis: «Como todo en la vida, tío». Sí y no. Hay títulos que sabes a lo que vas y otros que, aunque hayas leído más libros y cómics que pelos tienes en la cabeza, no tienes ni pajolera idea. Y siendo un tipo que rara vez lee sinopsis editoriales, me enfrenté a esta chulada recién calentita que publica Ponent Mon. Un cómic al que me enfrenté únicamente atraído por su portada. Así de claro. Portada y titulo y pa´dentro. Eah, ¿ahora qué? ¿Tengo criterio o no? Jajaj… Viva el libre albedrío, hombre. Y viva Ponent Mon por el tremendo trabajo que hace por el aficionado español trayendo el mejor cómic europeo. Puedo decir sobre Nathanaëlle que en un chasquido de dedo me encontré cayendo en paracaídas sobre su página 80 y casi gritando llegue a su final. En un suspiro. No sé si esto es bueno o malo para el lector/devorador de cómics que compra mensualmente titulitos que llevarse a casa para disfrutar; pero para el que dice que no tiene tiempo para leer (siempre lo hay), algo debe contar. Nathanaëlle goza de una Ciencia Ficción muy marcada. La humanidad se ve transformada por una catástrofe nuclear que hizo imposible la vida en la faz de la Tierra, y ahora nuestro mundo está dividido en dos grupos, separados por la mentira de unos gobernantes insulsos. Pero ha llegado el momento de una insurgencia…

Aquí estamos de nuevo con un tema visto y revisado a menudo; el mundo de abajo y el mundo de arriba. No obstante, cuando esto sucede, tienes que ver si “el camino” es disfrutable. Y lo cierto es que uno espera de Nathanaëlle alguna originalidad, más escenarios post-apocalípticos o un whisky con sabor a milhojas. Pero no lo hay. La originalidad de Nathanaëlle está en sus personajes y en un tono, no sé muy bien como explicarlo, un mundo muy gris, un mundo basado en el metal como guión. Todo muy frío. El frío del metal, el sabor de la sangre. Como la trama que se centra en la relación entre Nathanaëlle, hija del gran sabio Tàbor, y Melville, una máquina de café robot.

Nathanaëlle está diseñada como historia, como mundo disfrutable para todo fan de un posible mundo-robot con salsa de humano. Precisamente, la historia, usa ideas que se han visto en otros lugares, sí, una sociedad totalitaria, ahora una buena parte de la población hacinada en chozas subterráneas (con el pretexto de una epidemia que hace mucho tiempo asola la superficie), una fuerza policial omnipresente responsable de hacer cumplir el orden… Y el inevitable grano en el culo para toda esa dictadura que en este caso se llama Nathanaëlle, la hija rechazada de uno de los principales dignatarios del régimen, que expondrá al mundo el engaño y organizará la revolución. Pero con algunos flashbacks para energizar la trama, Charles Berberian crea personajes inolvidables como el ingenuo y torpe robot que pone la pizca graciosa a más de una escena. Generoso, pegajoso, incluso odioso a veces, acumula catástrofes cuando pone todo de su parte para hacerlo bien. Un toque de humor del otro lado de los Pirineos muy chulo.

Como es de esperar en un cómic europeo encontramos en Nathanaëlle un diseño gráfico súper atractivo. Fred Beltran tiene talento, sin duda, y en este álbum, así como el bonito cuaderno gráfico que sigue la historia misma, lo confirma sobradamente. Mola el universo que desarrolla ante tus ojos, especialmente el vestuario de los personajes. Tiene detallitos “muy Moebius”, reminiscencias, sin duda, de su paso por los Associés Humanoïdes; una agrupación francesa de historietistas amantes de la Ciencia Ficción que se fundó en 1974, donde estuvieron grandes como Jean Giraud, Alejandro Jodorowsky, Milo Manara, Juan Giménez o Richard Corben. Entre más de mil dibujantes de cinco países diferentes que colaboraron para sacar adelante el proyecto. Lugar donde nació El Incal o Los Metabarones, por ejemplo.

No me gusta de Nathanaëlle el final. Es de esas historias que tienen mucho encanto y que temes que el final te decepcione. O te joda por que no existe. Y aunque amo los finales abiertos, una cosa es eso y otra que no haya conclusión real. Es como si los autores hubieran desarrollado una historia más para un universo global que para un álbum cerrado. La narración usa mucho tiempo de ida y vuelta para animar la historia y se alterna entre el ascenso de Nathanaëlle y la audiencia de Tabor. Hasta lo que tal vez sea un cliffhanger final. Mmmmmm…, no sé. El camino si vale mucho la pena.

Echadle un ojo.

Reseña: Los Guerreros de Dios. Integral 1, de Philippe Richelle y Pierre Wachs

Lo importante es, que cuando los propios autores son amantes de la Historia, en su obra normalmente lo van a transmitir muy bien. Y todo va en consonancia. El lector de Los Guerreros de Dios, esta chulada de álbumes recopilados que está publicando Ponent Mon, de Philippe Richelle y Pierre Wachs, y del que se acaba de publicar el segundo volumen; el lector, tú y yo, en más o menos ganas, nos gusta leer/saber más de la Historia y en este caso, de las curiosas (por llamarlas de alguna manera) guerras civiles más importantes que Francia sufrió entre católicos y protestantes. Un periodo turbio como pocos. Un contexto bastante bien descrito por guionista e ilustrador de este cómic, sobre todo, por que se lleva adelante no como plato principal, más bien de trasfondo.

En Los Guerreros de Dios todo se centra en las desventuras de un caballero que llegó a interesarse por la Reforma un tanto por accidente; hecho que me parece sublime porque… ¿Cómo nos ocurre lo importante en nuestras vidas, si no es por pura casualidad? Cuando Francia se quiebra en la segunda mitad del siglo XVI, guerra y religión van de la mano. Un caballero se verá obligado a mezclar estas dos «virtudes» del hombre. Entre reforma y tradición, su corazón sangriento se balancea. En aquel siglo de incertidumbre, el reino de Francia buscó enemigos doquiera que mirara. En especial, quería hacer frente a la “codicia” de los españoles. Por eso, en su fuero interno se le dio caza a los seguidores de la Reforma. Enrique II quiere que desaparezca del mapa el caballero de Boissac, un supuesto católico pero curioso de las tesis de los hugonotes. Debe vivir una amarga experiencia. La religión no es una broma si la Iglesia Romana te está observando. Eso debe saberlo.

En esta época de pensamiento en auge, donde el hombre ya se ve como el centro del universo y omnipotente, pienso que es súper complicado asumirlo si no tienes la más mínima idea de lo principal. Puedes pillar ideas objetivas de gente, del porqué a tanto movimiento a finales de siglo XVI, pero lo normal es que oigas más ideas subjetivas que otra cosa. ¿Por qué? Porque aquí (una vez más) la religión anda de por medio. Y si no te atrae siquiera un poco el tema, te enterarás de muy poco. Por ejemplo, preguntar sobre las ideas de Calvino en la plaza de París en el año de gracia de 1557, quizás era yo el único tonto en clase de Filosofía en el instituto al que le interesaba. Pero yo soy fan -entre otras muchas cosas-, de ver como el ser humano es capaz de ahogarse en un vaso de agua cuando algo le increpa. O mejor dicho, le da miedo. Y si entonces nos trasladamos a territorio galo, al verano de 1557, una zona invadida por las tropas del emperador español Felipe II, un enemigo temido por todos, y según el entendimiento del monarca francés, enemigo atroz que manda sitiar la ciudad de Saint-Quentin de la mano del militar Manuel Felipe de Saboya; yo, por ejemplo, ya estoy dentro.

Este primer integral recoge los tres primeros álbumes de la serie, La caza de herejes, Los ahorcados de Amboise y Los mártires de Wassy. Tres capítulos para iniciarse en una trama histórica e inevitablemente romantizada que permite captar la atmósfera que reinaba en aquellos tiempos oscuros. Muy bien elaborada, a partir de una técnica de guión muy usada últimamente como es la gran historia, a través de la pequeña. Muy al estilo de Los Tres Mosqueteros, del maestro Alejandro Dumas y aún más, de su casi desconocida y súper recomendable novela La Reina Margot. Maravillosa para los amantes de este periodo.

Pronto se acabarán los alimentos y las reservas de pólvora están casi vacías. A punto de capitular, el almirante Gaspard de Coligny, encargado de la defensa de la ciudad, pide ayuda a su tío, el alguacil de Montmorency. Por desgracia, este último es un mal estratega y es capturado. Guerras religiosas que incendiaron todo un país y parte del continente europeo. El cambio de siglo. Personas acostumbradas a nuevas ideas pueden practicar su no adoración a escondidas, si quieren, pero si estos Protestantes aumentan en número y se oponen a la gracia de Dios y para colmo, toman las armas… En esta atmósfera del fin del mundo es donde el caballero Arnaud de Boissac intentará salir del paso. Frecuentando quizás demasiado las tesis del pastor Calvino y buscando la benevolencia de los poderosos, como el Conde de Montsouris y el Duque de Guisa. Pero ¿será suficiente?

Philippe Richelle y Pierre Wachs, dos autores de los que me han recomendado muchísimo su serie Les Mystères de la Troisième République (Los Misterios de la Tercera República), donde dicen que lo hacen de maravilla. Entonces, a ver. ¿Ponent Mont? ¿Más de estos autores, s‘il vous plait?

Reseña: Americania. Historias de la Frontera, de Sergio Toppi

Si Toppi hubiera sido escritor, probablemente hubiera sido antologista. Se nota que le gusta y se le da bien, crear cómics con diversos relatos donde en realidad nos está brindando sorbitos con moraleja. Americania: Historias de la Frontera es este estupendo tomo en tapa dura que recién publica Ponent Mon y que podría ser una especie de contraparte a Tanka, que contenía una serie de historias cortas sobre el Japón medieval, otra buenísima antología del milanés que espero que Ponent Mon nos traiga en breve.

Ya lo dice el subtitulo, en Americania somos transportados al Oeste de USA, a la frontera, momento culmen de la fiebre del oro. Aquí los protagonistas llevan una existencia sucia, polvorienta, viven el día a día apenas sabiendo que le deparará el destino mañana. Todo el mundo piensa que puede mejorar su triste vida cotidiana recogiendo algunas pepitas que parecen dejadas ahí, en un charco, donde pisan y mean los caballos. Pero pocos conseguirán encontrar tan preciado tesoro, piedras que proporcionan placeres de la vida por un tiempo, o no, porque la lucha y la muerte van de la mano con estas señoritas de color dorado. Y también hay quienes se aprovechan de esta miseria humana para hacer buenos negocios, y quienes roban a pobres infelices, pero quién roba a un ladrón… Bueno, ya saben.

Esta fabulosa edición -indispensable para ti si tienes un mínimo de interés por una buena historia del Oeste en formato cómic-, abre con un estupendo Prólogo de José E. Martínez, donde habla de la genial colección que están creando con Maestros del Fumetto. Donde Sergio Toppi es un imprescindible, por supuesto, y de la importancia de recuperar sus obras para el público español e información jugosa de donde parte y donde se publica cada relato. De hecho, cada historia abre con eso mismo: año de publicación, titulo original y demás… Me encanta. Así «entras» sabiendo un poco sobre lo que cada cuento tiene detrás, en estas once historias que nos llevan a las rutas del Gran Norte, donde poblaciones amerindias y tramperos se codeaban para tener que llevarse, casi cada día, un trozo de carne a la boca.

Americania: Historias de la Frontera contiene relatos buenos y buenísimos. Así de claro. En comparación con otras colecciones de cuentos (y os habla alguien que tiene en casa más de quinientas antologías, y leídas, más del doble), en antologías ya sean de Toppi, Serpieri u otros autores, casi siempre hay un resultado desigual. Pero Americania tiene un alto porcentaje de calidad. Sinceramente, no desecharía ninguna de las once tramas por las que Tarantino estarái seguramente encantado de llevarlas al cine. Tiene chuladas como Naugatuck 1757, que habla de Farquharson, un escocés que huyó del yugo inglés, un gaitero que se va América a cumplir la profecía de su familia. O Mientras vivas, donde un indio nos cuenta los momentos finales de su padre, el cual cambiaba pieles por armas y alcohol, aunque él solo quiere poder cazar en paz en las grandes llanuras. O Una sola vez en la vida, donde un ladrón cuenta cómo la única buena acción que hizo en la vida, lo llevó a la horca.

Joyitas que se quedan en la mente por un tiempo como es Responde a mi pregunta, un relato de un hombre que se instala cerca de un río y encuentra mucho oro. Hasta que los indios del lugar, hasta entonces benévolos, le piden que se vaya y devuelva lo robado a sus tierras. O Una visita para John Colter, genial este relato muy fílmico, donde el mostrador de Colter es el único lugar en millas donde poder obtener suministros. El mismo lugar donde John Colter aprovecha para desplumar a sus clientes, hasta que un día aparece un indio que le ofrece una enorme pepita… O historias como Blues, que dan miedito.

O Katana, donde se cuenta el último viaje de Jedediah McCoy con prisa por cruzar la frontera. O La rabia por vivir, donde abandonado por su compañero, un buscador de oro decide recurrir a sus últimos recursos para sobrevivir al agotamiento, el hambre y a ese viejo lobo que lo vigila desde la espesura…

Todas y cada una de las historias tienen su aquel. El Oeste contado por Toppi es el de un período duro en la historia de Estados Unidos. El de Las Uvas de la Ira, de Steinbeck, donde hombres en busca de un futuro mejor se aventuran en tierra inhóspita. ¿Y qué mejor que la línea realista y el dominio del blanco y negro del gran Sergio Toppi para trasladarnos a ese ambiente? Americania: Historias de la Frontera es un tomo que hará salivar a más de un fan del cómic europeo, y por supuesto, a todo amante del western o historias de vaqueros, como las llamaba mi padre. Una puerta abierta a otra época, donde el sufrimiento era vivir entre montañas escarpadas, desiertos de vida sin arena, donde el viento agrieta rostros y enmudece los disparos de Colts y Winchesters que ayudan a vivir unos días demás.

Indispensable, amigos, indispensable.

Reseña: El Fuego de Teseo (Integral), de Jerry Frissen, Francesco Trifogli, Antoine Pédron y Gérald Parel

Llevo años queriendo reseñar algo de Jerry Frissen. Algún trabajo suyo propiamente dicho, porque aunque leyera Metabarón en su día, siempre pensé que en esa obra Alejandro Jodorowsky metió mano en todo… Así que cuando vi entre las novedades de Ponent Mon, la recopilación, es decir, el integral de El Fuego de Teseo, no lo dudé un momento y quise leerlo, disfrutarlo, me dispuse a conseguirlo para hablaros de él.

Pues un poquito de cómic histórico-mitológico le viene bien al cuerpo de vez en cuando. Y qué decir que me gustó bastante este cómic de Frissen y Francesco Trifogli, una obra que me recordó desde el principio a los libros de La Sabiduría de los Mitos, de Luc Ferry. Libros indispensables para disfrutar de este género literario. Pues tengo muy claro que El Fuego de Teseo podría haber formado parte de esa colección, ya que engloba uno de los relatos más famosos de la mitología griega y lo hace desde una perspectiva estilo gráfico realista.

En El Fuego de Teseo me gustó mucho esa atrevida idea de decir que Teseo fue en realidad una mujer. Es difícil de creer al principio, pero el desarrollo que Frissen va creando con el paso de las páginas resulta bastante convincente. A los que estáis puestos en literatura grecorromana y/o disfrutáis del género Péplum, también podría sorprendernos la actitud que tiene aquí el Rey Egeo de Atenas hacia sus congéneres. Pero consta en parte (como se dice ahora) que eran costumbres de la época.

Lo que está claro es que este cómic revisita el mito de Teseo a contrapelo. Teseo no es el hijo amado del Rey Egeo de Atenas, es por el contrario, su hija repudiada que solo tiene la ambición de matar a su padre para vengar la muerte de su madre y escapar así de una vida de esclavitud y bandidaje. Y es, sólo por un giro inesperado del destino, que se encuentra a punto de enfrentarse al todopoderoso Minotauro y entonces…

Jerry Frissen innova en este cómic, como dije antes. Teseo no es el hijo bastardo de Egeo (o Poseidón según las versiones del mito), sino su hija bastarda. Rechazada por un padre que desea un heredero varón para recuperar su lugar en la corte, nos encontramos con un tipo que también es rechazado por el pueblo por no querer dar lugar en sociedad a los más débiles. Por lo tanto, las mujeres como sexo débil, las cerca en ese grupo. No obstante, todas las opciones son posibles para enfrentarse tanto al monstruo mitológico como al humano. Y todo para llegar a un final inevitable que muchos conocen aunque no sé yo si de esta forma.

Los diseños de Francesco Trifogli son buenos, aunque quizás le falte un poco de precisión a ciertos detalles. Eso sí, los colores de Antoine Pédron son muy acertados para lo que se nos quiere representar, y buena nota también para la bonita ilustración de portada de Gérald Parel.

¿Y por qué quería leer El Fuego de Teseo? Aparte de lo comentado al principio de la reseña, por saber qué más aportaba a la tan conocida mitología griega. Y ahora puedo decir que aporta originalidad y un punto de vista diferente a lo que se nos cuenta en la leyenda de Cnosos. Un cómic redefinido del que no salgo decepcionado tras un primer álbum intrigante y un segundo con final abierto de los que me encantan. ¿Fui testigo de una epopeya digna de una tragedia griega? Me gustó la seriedad y el cuidado que se tuvo para no mancillar la historia clásica y el marco de la Antigua Grecia. Sin salirse completamente de los caminos trillados, es creíble y atractivo. Para colmo, muy rápidamente te encuentras siguiendo a tu heroína y sintiendo su ira y resentimiento, y preguntándote cómo se desarrollará su llegada a Creta para el enfrentamiento que quedará grabado en los anales de la Historia. Todo un viaje por el año 1720 a. C, donde en un pueblo de Serifos, el poeta griego Kleon canta una gesta heroica ante un público cautivado. La lucha de un hombre joven y valiente llamado Teseo, hijo de Poseidón, que mató al Minotauro dentro del laberinto de Cnosos. Esa, ya todos la conocen. Pero realmente muy pocos saben lo que realmente hay detrás. Muy pocos. Cuando una misteriosa mujer encapuchada, entra en escena.

El Fuego de Teseo es ya una de mis grandes sorpresas lectoras de este estrambótico año 2021.

Reseña: Mascotas. Un Paseo en Compañía, de Jiro Taniguchi

Para los que amáis el actual cine oriental: ¿Sabéis de esas pelis contemplativas qué como joyita emergen cada dos por tres? Si lo seguís, sabréis a que me refiero. Concretamente, al cine coreano y a films como Burning; historias que enredan, que dejan atrapado en el sofá, pero también ensimismado a uno en sus pensamientos. ¡Toma redundancia! Esa sensación, ese nerviosismo, ese poso me deja también a mí, la mayoría de las obras de Jiro Taniguchi. Escribe y dibuja mangas de buen rollo, como diría cierto milenial o youtuber, en comparación con la mayoría de los mangas que tienden a ser lanzados, llenos de acción y emoción, sus volúmenes, sus guiones, sus historias son muchas más simples en principio pero -cómo diría Víctor, el profesor de Filosofía que tuve en el instituto-, al leerlo una parte de ti piensa: ¿Somos caprichosos o es que me están mirando?

Barrio Lejano y El Almanaque de mi Padre, fueron las últimas grandes obras que leí dl señor Jiro Taniguchi. Autor que sabe que el tema de la familia siempre nos hace llorar. Las lágrimas salen con facilidad, los recuerdos afloran y cualquier frase en la que salgan las palabras madre, padre, hijo/a, perrito/gatito… nos ponen el vello de punta. Nos acongojan. Por circunstancias de la vida, uno ve a estos seres «pasar», y con ellos vivimos tan buenos momentos como malos. Seres pequeñitos que solo piden de nosotros cariño y, dependiendo del caso, protección. Por supuesto, estamos hablando de mascotas, y con ese tema tan enternecedor, el maestro del manga contemplativo (como yo lo llamo) nos saca una antología de cinco historias, a cual, más bella. Cinco relatos que vieron la luz alguna vez en una revista y que ahora recoge Ponent Mon en este Mascotas: Un Paseo en Compañía.

Cinco cuentos: Tener un perro (Inu wo Kau), Y… tener un gato (Soshite Neko wo Kau), La vista del jardín (Niwa no Nagame), Los días de los tres (Sannin no Hibi) y Pedigrí Centenario (una quinta narración inédita, que también aborda la fraternal relación que tenemos los seres humanos con nuestras mascotas). Las primeras cuatro historias tratan sobre la vida cotidiana de una pareja que convive con sus mascotas; la primera cuenta la muerte de un perro viejo y el último relato es un poco similar a un trabajo posterior del autor, Kamigami no Itadaki, que recomiendo busquéis y degusteis. Este genial tomo editado por Ponent Mon trae también un texto de Taniguchi titulado Recuerdos, que trata el origen del libro y su experiencia con su perro Tam y un ensayo sobre el autor titulado El arte de pasear.

Sensibilidad y hermosas ilustraciones. Recuerdos. Sin ellos no somos nosotros, somos otros, si nos paramos un momento a pensar en ellos, nos convertimos en los niños que fuimos y es fácil (nuevamente) ponerse a llorar. De todo esto, sabe bastante Jiro Taniguchi. Conocí a Taniguchi en otras obras y me di cuenta que sabe tocar demasiado bien la fibra creando deliciosas historias de lo que en principio nos podría parecer un tema simple. Sinceramente, a mí ya me tenía ganado antes de empezar. Tras leer su Cielos Radiantes, dejó bastante poso en mí como para quererlo todo-todito-todo de él.

Historias que se recuerdan con frecuencia.

Mascotas, ha sido una vivencia dura para mí. Que bonito, que triste, que real ha sido todo. La vida te da cantidad de momentos tristes, y curiosamente, que poco recordamos aquellos momentos en los que fuimos felices. Un autor que goza de un gran poder para dotar sus argumentos de ambiente, temas delicados, tramas que sin necesitar género fantástico, atrapan al lector. Cada vez que leo a Taniguchi, una reflexión acude a mí: «De las cosas que importan, siempre nos damos cuenta tarde».

Una obra ganadora del importante premio Shogakukan Manga Award.

Reseña: Memoria, de Jean-Paul Eid y Claude Paiement

Una distopía. Sigo acumulando lecturas sobre este subgénero creador de sociedades ficticias indeseables en sí misma. Y es que a poco que escarbes, hay muchas ideas chulas por encontrar, leer, argumentos que inspiran. Memoria ha sido rescatada del pasado (en un solo volumen) por la recomendable editorial de manga y cómic europeo, Ponent Mon. Memoria es una de las mejores obras distópicas que existen en la BD. Una trama bastante bien labrada, desordenada en su sección central para desestabilizar al lector, nos muestra cómo existimos entre dos mundos, el real y el ficticio, y ambos pueden interpenetrarse. Eternamente comparable con el film Matrix, quizás algunos no sepan que se publicó exactamente el mismo año (1999). Curioso. Lo hizo como Le naufragé de Memoria, y en mi opinión, el potencialmente parecido es que el centro de todo es una matriz y…, los universos paralelos dan lugar a multitud de intrigas más o menos originales. No obstante, por cómo y dónde, más recuerda a la película Existenz, de David Cronenberg. Una genialidad no tan conocida.

Nos trasladamos a 1930, a una megalópolis americana llamada Memoria. Benjamín Blake es taxista, y en su ciudad, hasta el más pequeño escondrijo oscuro conoce… Hasta que un día, un cliente paranoico deja una maleta olvidada en el asiento trasero de su taxi. A partir de entonces, sabiendo lo que contiene, su vida se convierte en un delirio de pesadilla. Hay algunas verdades que es mejor no saber, dicen. Pues Benjamín y sus conciudadanos son, de hecho, simples criaturas informáticas que habitan una ciudad virtual. Los turistas del siglo XXI acuden a Memoria para revivir el frenesí de los locos años 20-30 y así satisfacer sus deseos más oscuros. El universo en el que están inmersos está totalmente sintetizado gracias a una gelatina o líquido inteligente desarrollado a principios del milenio por una inteligencia artificial. Benjamín es, por tanto, sólo un extra en este formidable parque de atracciones. Un juguete inteligente al servicio de estos turistas virtuales, quizás un juguete roto por SABER ya, más de la cuenta.

Las distopías a menudo se caracterizan por la deshumanización, los gobiernos tiránicos, los desastres ambientales y otras características asociadas con un declive cataclísmico en la sociedad. Las sociedades distópicas aparecen en muchas obras de ficción y representaciones artísticas, particularmente en historias ambientadas en el futuro. Las sociedades distópicas aparecen en muchos subgéneros de ficción y a menudo se utilizan para llamar la atención sobre el medio ambiente, la política, la economía, religión, psicología, ética, ciencia o tecnología. Por otro lado (y como no me gusta rebozar con una salsa diferente), aquí se toma como paraíso una especie de Nueva York de los años 30. Nos perderemos por completo en los meandros de esta triste historia para esos seres que en realidad, empiezan a saber que en realidad «no existen». ¿O sí? ¿Podemos estar en ninguna parte y en todas partes al mismo tiempo?

Una lectura que mezcla realidad, realidad virtual y mundo paralelo, al mismo tiempo. La segunda parte de la historia es una larga búsqueda de un intruso del mundo virtual, que opera en lo que él llama la Sombra, y que, sin esperanza de ser rescatado, luchará por restaurar la verdad. Es bastante profundo e interesante, lo que se cuenta al final del volumen. Es el típico: «¿Estoy jodido? Pues a la mierda todo…». Memoria sirve un dibujo clásico, con encuadres atrevidos pero bien vistos la mayor parte del tiempo. El diseño de Jean-Paul Eid es hermoso incluso si los colores no parecen bien elegidos. Sí que adolece de una coloración algo anticuada, pero estamos hablando de una historia con más de veinte años, y a mi modo de ver, para los distintos niveles de realidad, las diferentes texturas y atmósferas quedan ideales. Realmente, Memoria es un cómic que dan ganas de sumergirte en él, a poco que vas avanzando. Sin embargo, (ocurría con Matrix y con Existenz) tienes que aguantar un poco para que tu cerebro empiece a comprender. Sobre todo, si no has leído esta reseña.

Un guión que nada en un déjà vu. Una idea simple, que cambiando dos conceptos, se vuelve original. Pese a conocer conceptos, ningún riesgo de aburrirse al leerlo.

Reseña: ¡Viva la Anarquía!, de Bruno Loth y Corentin Loth

Cómics tan influyentes moralmente y de tanta sensibilidad como Dolores, tienen la culpa que este que escribe aquí quiera saber más sobre las obras de Bruno Loth. Los diseños de Loth son bonitos y detallados, en esa extraña manía que tiene de usar sólo marrón/beige y algunos azules en sus obras. Con Dolores (https://www.cronicasliterarias.es/?p=2296), Bruno Loth realizó un rico trabajo sobre la memoria y el olvido, a través del prisma de la inmigración y la historia de una mujer que ha enterrado por completo su pasado y se viene abajo por la trágica experiencia de sus hijos. Ahora con ¡Viva la Anarquía!, podemos decir sin miedo a equivocarnos, que tiene muy presente los problemas sociales y políticos a los que se enfrenta el ser humano moderno. Y lo mejor de todo es, que este autor francés de la BD (Bande Dessinée), tiene puesto siempre uno de sus ojos en nuestro país.

El 15 de julio de 1927 tuvo lugar en Vincennes, un encuentro memorable entre dos anarquistas, Nestor Makhno y Buenaventura Durruti. Uno es ucraniano. El otro español. Uno había dirigido la revolución libertaria ucraniana en 1917. El otro lleva luchando toda su vida contra las injusticias de gobernantes y patrones. Ambos, rodeados de sus seres queridos, entablan una conversación fraternal sobre su viaje personal y los valores libertarios que defienden con ardor. Evocan las posibles vías para construir un mundo mejor donde no habría mandatarios, ni explotados, ni jerarquías, y donde el Estado y la propiedad serían abolidos. Un sueño de fraternidad, igualdad y libertad que muy pocos defienden.

¡Viva la Anarquía!, es una de las últimas novedades de la siempre interesante editorial Ponent Mon. Un álbum, nuevo guión y dibujo, del también siempre interesante Bruno Loth. Otro excelente cómic europeo que se lee, se siente y se disfruta, independientemente de tus inclinaciones políticas. Aquí se trata la Anarquía. Y se expone junto al caso de dos personas que la representaron de pies a cabeza. El señor Loth, después de haber trabajado ya mucho en la Guerra Civil Española, rinde homenaje a través de esta historia a una de las punta de lanza de este movimiento: el ucraniano, Nestor Makhno. Nos cuenta como fue su encuentro con Buenaventura Durruti, otro personaje marcado por los acontecimientos en pos de su visión de la lucha por un mundo mejor. Un mundo mejor donde todo debe ser más igualitario. Una idea que desean internacionalizar. Una historia que nos permite por un lado (re) descubrir estas dos figuras emblemáticas de dicho movimiento y a su vez, desempolvar este pensamiento de una forma original e inteligente. Tras la liberación de tres anarquistas españoles (entre ellos Durruti) que intentaban atentar contra Alfonso XIII en su visita a París en 1926, pero que fueron liberados en Francia únicamente acusados por posesión de arma ilegal, en esta ocasión, Makhno también está presente para apoyarlos a su salida y se reúnen alrededor de una buena mesa para rehacer el mundo y discutir ese difícil viaje. ¿Una indirecta muy directa a los gobiernos de España y Argentina de entonces?

Lejos de ser didácticos o doctrinarios, es bueno dejarnos llevar por historias para descubrir los viajes y las luchas de personas, muchas veces dolorosas. Luchas que tuvieron que liderar. Bruno Loth sabe cómo cautivar al lector con estos momentos de vidas singulares. Además, crea esa impaciencia de querer saber más cuando llegas a la ultima pagina… Así que olvida todo lo que crees saber sobre Anarquía. Cuando eras más joven (o quizás no hace tanto) en un momento u otro debiste haber gritado el famoso ¡Abajo el Gobierno! Quién no. Quién está de acuerdo con los mandatarios totalitarios o las leyes que solo benefician a unos pocos. A los más acaudalados, por supuesto. En mi opinión apolítica (porque no creo en ningún político, ni partido, corrupto, el que menos, en un país de pandereta), la anarquía no es lo que la mayoría de la gente cree. Es decir, un modelo de algarabía donde la vida no es más que una orgía de líos donde todo el mundo hace lo que plazca. Para más información, les remito a este excelente cómic que no tiene nada de educativo, pero sí, a través de otros ojos, de otras vidas, podréis ver/tener una idea general de lo que propone dicho movimiento.

Un buen álbum con gráficos llamativos que expresan a la perfección las atmósferas de Ucrania o Cataluña, realzadas por una coloración suave de Corentin Loth. Un cómic excelente que le da a la Anarquía, letras de nobleza. Se rumorea un segundo volumen.

Allí estaré.

Reseña: El Arte del Crimen (Integral), de Omeyer, Berlion, Stalner, Mauro, Liberge y Karl T.

En este mes del Terror, Ponent Mon nos trae un primer integral de El Arte del Crimen, una serie de álbumes con un curioso argumento en común. Nueve artes. Nueve crímenes. Una vida. Cada álbum describe una intriga criminal ligada a una de las nueve artes principales: pintura, literatura, escultura, cine, música, arquitectura, teatro, audiovisual y, por supuesto, el cómic. Este primer integral de El Arte del Crimen recoge los cinco primeros, cada volumen, realizado por un diseñador diferente, acometiendo así su propio universo ya que se desarrollan en distinto lugares y épocas. Pero a medida que avanzan los álbumes, surgirá un arco narrativo general, inaudito en los cómics, que dicen que se completa en el volumen 9 donde Rudi Boyd Fletcher nos aportará una revelación final…

Pero, ¿quién demonios es Rudi Boyd Fletcher?

El Cómic: Planchas de Sangre

Manhattan, 1972. Art Blumenfeld, un viejo filántropo multimillonario que hizo fortuna en el cine, envía una carta a Nora Hathaway, una joven india mestiza, instándola a que lo conozca en Nueva York. Dentro del sobre hay una copia de un cómic de culto de la década de 1940: El Camino de Mesa Verde, cuyo autor Curtis Lowell, un hombre que murió accidentalmente. Un álbum inacabado que ha alimentado la obsesión de… ¡Rudi Boyd Fletcher!, durante años. Cuando Nora llega a Blumenfeld’s, el anciano ya está muerto, víctima de la locura y la búsqueda sangrienta de un hombre… Arrestada por la policía y acusada del crimen, Nora podrá contar con la ayuda de un solo hombre: John Stoner Snail, un policía inusual. El único que la cree. Pero para salvarla, tendrá que perseguir al tal Rudi Boyd Fletcher.

La Pintura: El Paraíso del Terror

París, 1860. Hippolyte Beauchamp, joven pintor talentoso y ambicioso, vino a conquistar Montmartre armado con sus pinceles y su fuerza interior. Cuenta además con la ayuda de su amigo de la infancia y rico heredero, Maxime. Una noche, borrachos de absenta, son atacados por dos matones. Después del enfrentamiento, Hippolyte pierde a su mejor amigo y mata a uno de sus atacantes. La mirada de este muerto, despierto y con la mano en el corazón crea en el artista una emoción tan fuerte que pinta un cuadro, sobrecogido por todo lo sucedido esa noche. El éxito es tab grande, tan inmediato, que todos los críticos se apresuran a elogiar dicha obra maestra. Pero el joven pintor siente un mal que le sobreviene. Por cada cuadro, un crimen…

La Arquitectura: Libertalia, La Ciudad Olvidada

1640. En las costas de Jamaica, Aldaïr Mac Allister, un joven arquitecto inglés con ambiciones demasiado innovadoras para su época, se cruza con Bart Kingsley, un pirata carismático adorado por su tripulación. Aldaïr y él llegarán juntos a la jungla de Borneo donde se toparan con el verdadero espíritu de una ciudad utópica: Libertalia, una ciudad de hombres y mujeres libres e iguales. Pero gracias a su compañía, el joven arquitecto inglés se verá perseguido por la armada más poderosa de la época, la terrible flota de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. Los holandeses están dispuestos a hacer cualquier cosa por atrapar al pirata Bart Bart Kingsley y destruir el espíritu peligrosamente subversivo de esa ciudad llamada Libertalia.

La Escultura: Electra

¿Roma y su civilización justificando todos sus crímenes? Electra, reconocida escultora corintia, siente simpatía por el pequeño Zacharias, cuyo talento emergente le encanta. Estamos en el 146 a.C. y pronto las legiones romanas pondrán la ciudad a sangre y fuego. Mientras la gente huye del invasor, Zacharias correrá todos los riesgos para salvar su escultura. Loca de angustia, Electra acaba encontrándose con él en su propio taller. Ella solo puede presenciar el sangriento asesinato del niño y llena de dolor e Electra hará cualquier cosa por identificar al culpable y denunciarlo en el mismísimo corazón de Roma.

El Cine: El Sueño de Curtis Lowell

Claqueta final en Hollywood, 1939. Art y Franck Blumenfeld filman las últimas tomas de su próxima película. Durante una pausa, se topan con un nombre en el periódico que los congela de miedo: el de Curtis Lowell, autor de una historieta publicada. Un año antes, los hermanos Blumenfeld habían contratado a Lowell como escenógrafo para una película que debería haber hecho fortuna. Fue el primer western filmado íntegramente en entornos naturales, en el corazón de Monument Valley, con acrobacias nunca antes vistas y indios reales como extras. Desafortunadamente, el rodaje se detuvo abruptamente después de un drama sangriento: en un ataque de locura, Curtis Lowell asesinó a uno de los indios y agredió a Franck antes de huir. Eso, según la versión oficial…

Entonces, ¿se puede llegar a matar por un cómic? ¿Por una obra de arte? ¿Son estas inspiradoras o parten en todo su esplendor de un macabro crimen? ¿Una cosa lleva a la otra?

Curiosos álbumes que exploran esa fiebre creativa, ese morbo que va tan de la mano.