Reseña: Hasta las Cenizas. Lecciones que Aprendí en el Crematorio, de Caitlin Doughty

Perdonad si me gusta lo morboso. Me gusta leer sobre lo que la mayoría de la población evita o les da miedo. Sobre temas tabús, sobre todo, en un país que solo quiere tardes/noches de bares y tapas. Personalmente, me atraen mucho libros como Hasta las Cenizas, de Caitlin Doughty. Un ensayo que publica Plataforma Editorial y que en nada lleva dos ediciones. Y que habla sobre Lecciones que Aprendí en el Crematorio. Es decir, todo lo que rodea a una trabajadora de un Mortuorio, como los llaman en algunos sitios. No me digáis que no es interesante leer sobre anécdotas y sucesos de todo tipo que se pueden dar en un lugar o en un trabajo así. Caitlin Doughty usa su libro como una forma de compartir su perspectiva hacia la cultura de la muerte. La señorita Doughty hoy en día tiene licencia y dirige su propia funeraria en Los Ángeles, California. Así que sabe de lo que habla, o escribe. Sin embargo, no siempre fue la fuerza positiva que habla ahora sobre ese «último momento». Pero es cierto que la señorita Doughty creció interesada por lo mórbido.

Enfrentarse a la muerte no es fácil. Pensar en ello, menos. La mayoría de las personas se sienten fuertemente intimidadas ante la noticia de que un día ya no estarán en este mundo. De que dejarán de existir. Hasta las Cenizas: Lecciones que Aprendí en el Crematorio (Smoke Gets in Your Eyes: And Other Lessons from the Crematory) ofrece a los lectores un relato de primera mano de alguien que miraba a la muerte a los ojos a diario. Si bien esto puede parecer una historia de Terror (y para algunos lo será), Caitlin Doughty comparte su experiencia con la verdad y el ingenio que le fue surgiendo día a día en su trabajo. La mayoría de nosotros puede admitir tener al menos algo de curiosidad o fascinación por la muerte. Ya sea que se trate de una pasión por las historia sobre crímenes reales o simplemente por ese tipo de preguntas que nos hacemos por nuestra condición de seres racionales. El pensar qué pasará después. Por eso, Doughty no rehuye esta fascinacióny la cuenta en esta autobiografía. Pero, ¿quiénes deberían leer Hasta las Cenizas?

Doughty sabe más que nadie lo difícil que es aceptar lo que le sucede a nuestro cuerpo después de morir. Aporta con este libro un relato revelador de su trabajo en un crematorio y no solo explica lo que les sucede a los cuerpos en las funerarias. También hace una declaración sobre cómo nuestra sociedad maneja la cuestión más amplia de qué sucede después de “ese día” al salir de allí y sentirnos afortunados y vivos. La misma autora presenta una historia poco tradicional y, de hecho, comienza narrando como fue una recién graduada de veintitantos años que siempre estuvo interesada en lo grotesco. Y sin más experiencia que su titulación en Historia Medieval, aceptó un trabajo en un crematorio para llegar a fin de mes e inmediatamente se vio arrastrada a un nuevo mundo de cultura, prácticas y cuidados del final de la vida. Un libro con descripciones muy vívidas de cómo se cuidan los cadáveres. Este libro abre el telón de la industria funeraria y la cultura en torno a la muerte. Si alguna vez has querido una explicación honesta sobre este tema tabú, este libro es una oportunidad para ti de saber. Además Doughty usa su experiencia en el crematorio para abogar por prácticas funerarias alternativas. Este su libro pide a los lectores que enfrenten su miedo a morir. Pero no se detiene ahí. Como dice la autora: «La muerte es el motor que nos mantiene funcionando, dándonos la motivación para lograr, aprender, amar y crear». Cada día, aporto yo.

Entonces, repito: ¿Quién debería leer Hasta las Cenizas? Pues cualquiera que tenga planeado morir algún día y quiera desprenderse de ese miedo. Si alguna vez te preguntaste qué sucede después de la muerte (aún en esta vida), cuestionas el proceso de cremación o embalsamamiento, o te preguntas por qué nuestros funerales son los eventos que son, este libro te va a entretener. Con descripciones impactantes e íntimas como «Una niña siempre recuerda el primer cadáver que afeita»

Positividad siempre, ante (como decía Gandalf), un camino que recorreremos todos.