Reseña: Dragonero. SinAlma. Inframundo, de Vietti, Subic y Francescutto

Puntual como un reloj en diciembre nos llegaba a muchos Inframundo, el noveno volumen de SinAlma, la serie precuela de Dragonero, que con cada volumen avanza con más intensidad en sus tramas. Y es que tras los momentos rítmicos, y por así decirlo, reflexivos del último SinAlma: Tregua, toca volver a la acción más cruda y brutal para la compañía mercenaria que da nombre a la serie, en la que Ian Aranill sigue implicado en sus primeros asesinatos.

Tras la estancia de Los Desalmados en la ciudad de Merovia, cuya paz momentánea fue interrumpida por un acto imprudente por parte de Maadi, impulsada por un deseo de venganza que trascendió su lealtad a sus hermanos y hermanas de armas, la compañía se ve obligada a retomar sus andanzas en busca de nuevos trabajos. Y atravesando la desolación de un campo de batalla, Ian y compañía son golpeados por una sed insaciable que los lleva a buscar agua, búsqueda que termina con una pérdida entre sus filas, compensada en parte por el misterioso Kusuth, que se ha unido a ellos desde su partida de Merovia.

La marcha sin rumbo del SinAlma es interrumpida por el Capitán Greevo, que ha logrado encontrar el nuevo trabajo tan deseado: proteger a los trabajadores durante la construcción de una carretera en el sur, que debería tener como término la ciudad de Lashure. Pero para llegar al lugar de la obra es necesario atravesar el inquietante pantano de Mahlga…

A medida que avanza SinAlma, está demostrando ser una serie bastante versátil en cuanto a temáticas. Logrando presentar momentos con atmósferas siempre diferentes y heterogéneas: terror, suspense, belicismo, mazmorreo… En Inframundo nos encontramos ante una trama que, gracias al estilo y tonos, adquiere todos los rasgos de una historia de fantasía oscura, cuyas implicaciones se ven algo penalizadas por la poca extensión de la historia. Tan solo ochenta y dos páginas trae esta aventura. Un chupito de tequila. Y esta cortesía no nos permite detenernos en el encanto tanto del escenario como del antagonista del momento, dejando la sensación de estar ante un número de relleno hasta que llegas al final y te topas con el nuevo encargo de órdago para el SinAlma.

Algo que me dejó con el culo torcido fueron los papeles de Ian y Siran, a quienes captamos en un momento de intimidad en el último volumen, pero no intercambian una palabra aquí. El único hecho que se recuerda, en varias ocasiones, es la venganza de Maadi (comprensiblemente, considerando que ella interrumpió la tregua que dio nombre al cómic). Y otro personaje que parece más relegado que de costumbre es Avedis, habitualmente bastante elocuente y activo al participar en las vicisitudes de sus compañeros. No obstante, Inframundo salva los muebles enteramente por su lado artístico. En sustitución de Ivan Calcaterra, a los lápices de este volumen está Stevan Subic, un artista serbio que ya demostró su valía y su estilo brutal en El Tercer Día, también publicado por Sergio Bonelli Editore. Los colores siempre siguen siendo los de Paolo Francescutto… ¡Pero qué colores! Los tonos oscuros lo impregnan todo pero de un modo que se puede apreciar cada detalle, amaneceres grises de ceniza pero requetebien hechos. La crudeza de un buen puñado de caricaturas bailoteando por la mugre y hojas muertas. Un diseño para mí fascinante aunque desperdiciado, de algún modo, donde el antagonista del momento logra satisfacer incluso el ojo más exigente.

Especialmente disfrutable si como lectores de cómics de fantasía aplaudís cuando todo se gira hacia el género de terror. El género que reina en toda esta trama y sólo por eso es un ejemplar muy recomendable.

Reseña: Dragonero. Sinalma, de Luca Enoch, Andres Mossa y Mario Alberti

Mis ojos se iluminaron hace un tiempo al ver que Panini Cómics firmaba un contrato con Sergio Bonelli Editore para publicar en español las joyitas de esta editorial italiana. Recuerdo que rápidamente pensé en Dragonero; aquel legendario personaje de cómic, con muy buenas críticas y que, sin duda, necesitaba leer mi sangre seca de cómics europeos de Espada y Brujería. Con ello y el paso del tiempo, han ido llegando una serie de álbumes de los que he intentando por activa y por pasiva, no perderme ninguno. Un compi italiano con el que hablo por Facebook siempre dice que cada titulo es tan diferente que se vuelven únicos… Ufff, ¿uno se puede resistir a eso?

Dragonero te traslada a un mundo fantástico (con su mapa y todo) llamado Erondàr. Una vasta extensión donde vivir aventuras con Ian Aranill y sus compañeros Gmor, Sera, Alben y Myrva. Ian Aranill es un humano, explorador imperial y Varliedart (que significa «Cazador de Dragones», en idioma antiguo). Tiene más de treinta tacos y es alto, de ojos azules y de atractivo físico. Como explorador del Imperio Erondariano, Aranill viaja a través de las tierras de Erondàr acompañado por su amigo Gmor Burpen, un orco valiente de casi cuarenta años que odio a los humanos pero es su mejor amigo. Y Sera, una elfa silvana de ciento dieciocho años, maestra botánica. Esto es en principio lo más básico a saber sobre Dragonero.

Pero estamos hablando de un cómic que se ha vuelto tan poderoso en información con el paso de los años, que hoy en día la saga comprende uno de los más chulos mundos fantásticos a los que un lector se puede enfrentar. Molan cosas como que lleva consigo un sello de reconocimiento para afirmar su autoridad y tener libertad de movimiento. Tiene rango de coronel. Y cuando no está de viaje, vive en Solian, una ciudad portuaria en las tierras del Sur Imperial, perteneciente a la Federación de Ciudades Libres, y para ser exactos en una casa fuera del pueblo, donde las pocas cosas que posee le bastan para una vida sencilla. Su arma favorita (tiene que haber una) es una espada llamada Saevasĕctha (Cortadora Cruel, en idioma antiguo), recibida como regalo de su abuelo y que perteneció durante siglos a la familia Varliedàrto.

Dragonero se mueve por un mundo habitado por varias razas: Humanos, Orcos, Elfos, Troles, Ghoules, Gigantes, Algentes, Enanos, etc. El territorio de Erondàr es recorrido por ríos navegables y densos bosques habitados por cantidad de seres. En el este y el oeste se encuentran grandes islas y amplios archipiélagos, donde viven pueblos belicosos y piratas. En el sur hay territorios fuera del control del Imperio; con montes, marismas, desiertos, organizados en sultanatos y satrapías. En el norte el Gran Muro, patrullado por los Guardias Rojos, divide el Imperio de una tundra interminable, sede de los Reinos Oscuros de los Algentes, criaturas malignas y hostiles.

Dragonero: Sin Alma está considerado como spin-off de la serie pese a que Dragonero se podría considerar más bien un cómic de historias cerradas por álbum. Al menos, así se publica en nuestro país. Aquí no hay serie mensual, aunque algunas de esas historias si han visto la luz en formato tapa dura. Dragonero: Sin Alma (Senzanima) es una trama más adulta que narra las aventuras del joven Ian Aranill, cuando escapa de casa y se une a una compañía de mercenarios llamados Los Sin Alma. Y lo que sucede a partir de ahí…

Dragonero es en esencia la Fantasía más pura, clásica que a muchos nos enamora. Después de tanta queja por mi parte por la falta de cómic fantástico, Dragonero se mostró como una alternativa atractiva a raudales. Me ha demostrado ser un buen placebo para mi sangre semi-seca de… blah, blah, blah. Estamos hablando de una muy chula serie que vio la luz por primera vez en 2007 por parte de los creadores Luca Enoch (Gea, Morgana, Lilith) y Stefano Vietti (Nathan Never, Martin Mystère, Spider-Man, Greystorm) para la casa de Sergio Bonelli Editore. Y por la que han pasado cantidad de dibujantes.

Un cómic destacable como pocos. Reitero lo dicho otras veces: totalmente recomendada para amantes de las aventuras a lo Dungeons & Dragons.