Reseña: El Gavilán. La Princesa India, de Pellerin

Una serie de la que nunca os he hablado y que sigo casi en secreto es El Gavilán. Un cómic histórico que brinda por la veracidad, una historia bastante más madura que el clásico Barba Roja pero con escenarios y héroes magníficamente ilustrados que funciona genial para nostálgicos de la añorada y menciona joya de la BD. Una chulada que publica Ponent Mon casi también en secreto pues no entiendo como apenas se habla en RRSS de esta maravilla. De los cómics en los que te sumerges, que son agradables y que saben con fuerza a clásico. Donde el dibujo de Pellerin es pulcro, pero a menudo carece de profundidad de campo debido a una línea siempre de igual grosor, o casi, ya sea que el objeto o el personaje estén en primer plano o como fondo. Pero a mi me encanta el producto, en general. Cada álbum está a la altura. Escenarios bien armados que prometen aventuras y viajes por paisajes que incitan al romanticismo y a la aflicción. Aventuras honestas.

Patrice Pellerin es un autor de cómics nacido en Brest el 2 de noviembre de 1955. Se le conoce, sobre todo, por su cómic de aventuras marítimas El Gavilán (L’Épervier), que desde 1994 sigue dando que hablar en el mundo del noveno arte. Autor tan meticuloso como imaginativo, Pellerin está considerado como uno de los principales dibujantes realistas francófonos contemporáneos. La anécdota es que entró en el mundo del cómic en 1982 dibujando un episodio de la serie Barbe-Rouge, escrita por el belga Jean-Michel Charlier y sacó adelante solito otro episodio 1987-1988. Pero fue en 1994 cuando se pudo encontrar en la revista Spirou el primer capítulo de El Gavilán que trata sobre el caballero Yann de Kermeur, un corsario francés del siglo XVIII y ex-pirata, historia que me encantó cuando la leí en su día… Y que no tengo para mi dolor. Un obra que me encanta y que llevo leyendo desde mis años como infante de marina.

Yann de Kermeur es el personaje principal, lo apodan Gavilán por el nombre del animal que aparece en el escudo de armas de su familia y que bien caracteriza su extrema osadía. Es capitán de un buque del Rey llamado La Medusa. Condenado a las galeras por piratería pero indultado por el rey, lleva la flor de lis en un hombro. Tiene almacenes en Landerneau y en Faou y tiene una guarida secreta en la Roca del Esqueleto (Roc’h an Ankou). Sus hombres le son devotos, tiene mucho apoyo en Brest, donde sus campañas han dado grandes frutos a los armadores. Y, por supuesto, tiene cantidad de éxitos femeninos.

Tiene aventuras para el recuerdo.

Este décimo álbum que recién publica Ponent Mon corresponde al último del segundo ciclo. Habla de La Princesa Mali, la princesa nativa americana pasajera en el barco, cuya razón de su presencia es que firmó un nuevo tratado para su padre con el rey. Y Yann debe traerla de regreso viva a su tribu india para que el tratado de alianza sea válido. Pero ella es el objetivo del complot que se eleva en Versalles que busca desestabilizar el reino. ¿Lo véis? El aliento de la aventura está en esta saga desde que comienza. Las sensaciones son las que uno tenía a cuando tenía once años y leía La Isla del Tesoro, un verano, con sus padres en la playa y se imaginaba como protagonista en una aventura así. Además, me considero total amante de lo que comprende al siglo XVIII y XIX, las disputas constantes entre Francia e Inglaterra por el control de Quebec y en general todo el norte del continente americano. Soy wargamer de esta época. Para cuyo fan la serie de El Gavilán se hace totalmente indispensable.

La precisión de los dibujos, la maquetación, el guión… Todo es una estupenda maravilla que llega a nuestro país a muy largos plazos para mi tristeza. Aventuras marítimas como en pocos lugares se cuenta.