Reseña: Winterworld. Varados, de Chuck Dixon, Giorello y Edwards

En Winterworld no sabemos cómo llegó el mundo a donde está. Te puedes hacer una idea de que tarde o temprano vamos a terminar así. Eso está claro. Pero aquí solo sabemos que los personajes se mueven en una nueva Edad de Hielo, pero no se explica si fue hecho por el hombre o fue algún tema medioambiental. Esta intriga es lo que siempre me gustó de esta serie. Con un héroe en principio solitario que vaga por islas islandesas en una especie de caravana de motos de nieve interactuando mediante el trueque con tribus de gente salvaje. Donde siempre me sorprendió que el colega tuviera un buen vocabulario ya que es un solitario y los miembros de las tribus hablaban más del tipo bárbaro gutural. Y era el único capaz de leer. Y nuestra «heroína», una joven esclava de una de las tribus que la ofrecen como trueque por bienes; lo que también es extraño que ella ha estado en la tribu desde que tenía tres años y tiene un buen dialecto y según ella dice, nunca ha sido abusada por sus «maestros». No sé, cositas de Dixon. Pero cositas que se han ido arreglando con el paso de nuevas historias.

Varados correspondería al tercer volumen de Winterworld donde se continúa el viaje de Scully y Wynn a través de una Tierra helada hasta donde llega la vista. Y siguen sin saber nada de “la niña” tras aquella mujer que les robó el camión y salió pitando y vimos un asesino particularmente desagradable en su camino. Pero en este nuevo volumen que publica Aleta Ediciones el terror llega temprano cuando encontramos a Scully y Wynn frente a un oso polar… Claro está que sin su camioneta, Scully y Wynn son mucho más vulnerables, y Chuck Dixon acumula desventajas para ellos más allá de eso.

Como decía antes, es Dixon quien proporciona exactamente lo que quiere la audiencia, priorizando las amenazas con cada día que pasa. Esta vez la trama tiene a Scully y Wynn en peligro a través de un caso completamente comprensible de identidad equivocada y una brecha entre los personajes principales. ¿Scully es demasiado cínica y paranoica o Wynn es demasiado crédulo e ingenuo? Los eventos siguen sucediéndose rápido, y Dixon acelera aún más el ritmo dando saltos entre capítulos.

Y esto mola.

¿Es una pequeña broma del artista Tomás Giorello que uno de los primeros asaltantes use gafas muy similares al villano de Flash, el Capitán Frío? Puede ser una completa coincidencia, pero es un buen efecto visual. Giorello no es tan preciso como el artista anterior Jackson Guice, ni tan valiente como el co-creador de la serie Jorge Zaffino, pero sin embargo tiene un gran talento, dando a los lugares y situaciones el dinamismo de acción que necesitan. Por otro lado, Tommy Lee Edwards dibuja la historia de Wynn cuando entra en estado independiente. Un arte que se inspira en el trabajo de Zaffino de aquella primera historia de Winterworld, cruda pero detallada. Ilustra la inhumanidad del hombre hacia el hombre, afortunadamente no demasiado gráficamente, como recuerda Wynn en sus primeros años. Pero si bien parece estar en desacuerdo con los padres que ahora está buscando, hace de estas situaciones detalles gráficos poderosos y mejora la función principal para una inyección de conmoción.

Cualquiera que haya disfrutado de un Winterworld anterior, tiene la satisfacción garantizada.