Reseña: Chaplin en América, de Laurent Seksik y David François

Si todo el mundo conoce al icono del cine mudo que es Charlot, pocos conocen realmente al personaje que lo encarnó, el señor Charlie Chaplin. Un hombre nacido de padres pobres con un destino que pintaba a maltrecho por lo que surcaba alrededor. Aunque precarios, padres honrados y divertidos, ambos artistas del music hall, tuvieron como hijo a un pequeño y futuro actor que ya había comenzado a actuar en escenario desde temprana edad. Si bien su carrera tardó en despegar en la vieja Inglaterra victoriana, cuando decidió tomar rumbo a USA, la tierra de las oportunidades, fue con una obsesión temprana de hacerse rico y famoso. Y en Hollywood encontró su hueco de oportunidad. En vías de convertirse en el centro esencial de la industria cinematográfica, los cuales, detectaron rápidamente su excepcional sentido del burlesque, su carrera a partir de ahí se impulsó a las alturas y hasta cotas entonces inigualables. ¿La otra cara de la moneda? La polémica de que Chaplin escapó de su país y una prensa británica que le reprochaba haber cruzado el Atlántico para escapar de la movilización de jóvenes a la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Fue a David François a quien se le encomendó la misión de devolver a la vida a Sir Charles Spencer Chaplin en el dibujo de Chaplin en América. Y ya desde la portada se puede ver que tiene un don para dar una luz especial al personaje para lo que se supone un álbum-bibliografía. Un ilustrador portador de un buen toque Belle Époque. Su trazo, todo en ondulaciones caprichosas y dinámicas, tiene una cualidad ligeramente anticuada que se adapta perfectamente a la historia que se nos cuenta y se ve realzada por un cuidadoso colorido. En un diseño bastante creativo, David François muestra escenas oscuras y silenciosas, a menudo burlescas, con un bonito guiño al «Dictador», donde vemos a Charlot, creyendo en un futuro lleno de promesas. Y sin dejar de respetar la cronología, el guion de Laurent Seksik, coautor con Guillaume Sorel de una excelente biografía sobre Stefan Zweig (Los últimos días de Stefan Zweig), da un lugar privilegiado a las anécdotas en este Chaplin en América.

Un guion entremezclado con las silenciosas divagaciones ilustradas de François, la narración lucha sin embargo por ofrecernos momentos realmente fuertes y llamativos de la vida del inglés y su bombín. Donde la representación a toda página de las vistas urbanas es espléndida, especialmente la fantasiosa llegada de Chaplin a Nueva York, que permite medir todo el talento del autor. Sin embargo, lo que funciona menos es la forma en que se presenta la estrella. El lector puede sorprenderse o incluso desconcertarse al verlo bajo la apariencia de un joven esbelto de cara afilada, con pequeños ojos de zorro, no particularmente agradable como seductor e incluso arrogante. Una discrepancia que quizás no sea tanto si piensas que el payaso sólo tiene que ser payaso cuando actúa.

Aunque eso sea totalmente lo contrario a lo que tenemos en mente si pensamos en el simpático hombre de mirada cómica que bloquea cualquier intento de mal rollo, como era Charlot.

Un primer volumen de un tríptico que estoy deseando conocer al completo.