Reseña: Pícnic Extraterrestre

Pícnic Extraterrestre puede ser de las novelas cortas de ciencia-ficción que más he recomendado. De la mano de los escritores soviéticos Arkadi y Borís Strugatski en 1971, desde aquellos años ha ganado varias distinciones internacionales incluso el Premio John W. Campbell Memorial que se lo llevó a finales de los 70 del siglo pasado. Un título que lanza un mensaje como es el hecho de que visitantes alienígenas abandonen objetos como un campista abandona desechos durante un pícnic. Plantea que nuestro mundo ya ha sido visitado por seres de otros planetas y han dejado atrás «zonas» en las que ocurren fenómenos extraños y acto seguido aparecen artefactos tecnológicamente avanzados. ¿Qué ocurre? Que estas zonas se convierten en el escenario de una lucha entre ejército y gobierno, tanto que buscan controlarlas y estudiarlas, y los «merodeadores» o stalkers que aparecen por allí, buscan obtener y vender los objetos extraterrestres en el mercado negro.

La premisa de Pícnic Extraterrestre es brillantemente simple. Una historia sobre las consecuencias del primer contacto de la humanidad con la vida alien. La novela trató el novedoso concepto de zonas mortales repletas de tecnología alienígena de valor incalculable, cosita que hasta el día de hoy se puede ver en libros y cine como, por ejemplo, en los últimos guiones Marvel. Pero es la aventura personal del antihéroe protagonista Red Schuhart lo que mola de esta historia y mantiene la trama en movimiento. Incluso a medida que el mundo de Red se vuelve cada vez más hastiado, Red sigue siendo un inconformista desafiante y eso gusta. Alcohólico volátil y a veces violento, Red es devoto de su esposa e hija, y alguien que se arriesga instintivamente incluso a proteger a sus enemigos.

Los hermanos Arkady y Boris Strugatsky idearon la idea de la novela en Komorovo, una ciudad rusa a una hora de San Petersburgo, en 1970. Los hermanos escribieron la historia en 1971 y, aunque se publicó por partes a partir de 1972, tardaron ocho años en publicarla finalmente en formato libro tras una larga batalla contra la censura soviética. Una obra que se ha publicado en más de veinte países. Con algo fascinante y aterrador a la vez en los inefables seres alienígenas. Criaturas cuyas mentes son tan incomprensibles que comprenderlas es como intentar visualizar una cuarta dimensión. Esa sensación lovecraftiana de insignificancia humana está presente en toda la novela.

Roadside Picnic mantiene un ritmo rápido además enérgico de principio a fin. Nunca se toma demasiado en serio a sí misma, unas doscientas páginas que se devoran de un tirón. Una lectura excelente, especialmente para quienes buscan una experiencia diferente en un mundo post-apocalíptico, una novela que combina ciencia ficción, intriga y reflexiones filosóficas, ofreciendo una visión única sobre la interacción entre la humanidad y lo desconocido.

Y fue adaptada al cine bajo el título Stalker, aunque el film difiere mucho de la novela original.

Había que reseñarla sí o sí.

J. J. Castillo nació una fría mañana de invierno en la que el murmullo del viento hizo temer al más valeroso. Enamorado de esa sensación, dedica su tiempo a escribir y leer historias que increpen el alma. En el ámbito de las letras ha ganado premios y ha colaborado con cantidad de editoriales especializadas en los tres grandes géneros.