Uno de los poderes o dones de Kurt Vonnegut es que sus novelas siguen siendo súper entretenidas, súper interesantes, a pesar de los años. Blackie Books debe saberlo, y cada no mucho, nos publican una joyita de este genial autor, esa misma editorial que tiene, sin duda, las portadas más atractivas que uno puede encontrar en una librería de este país a día de hoy. Aparte de contener ese olor a libro nuevo al que uno le gusta esnifar…
Las sirenas de Titán (1959) fue una de las novelas elegidas como mejor lectura vintage en el último certamen literario de literatura fantástica en el que participé. Yo no la leí entonces, pero sí que la devoré en mis primeros años de instituto en los que tanta CF clásica tragué. Es una novela, una historia, que viene a mi mente cada poco, eso también es cierto, y merecía una revisitación (Blackie Books quizás también sabe leer mi mente). Os digo de que va: Cuando Winston Niles Rumfoord vuela en su nave espacial hacia un infundíbulo cronosinclástico, se convierte en energía pura y solo se materializa cuando sus formas de onda interceptan la Tierra o algún otro planeta. Como resultado, solo regresa a su casa en Newport, Rhode Island, una vez cada cincuenta y nueve días, y solo durante una hora. Pero al menos, como consuelo, ahora sabe todo lo que ha sucedido y lo que sucederá…
El libro de Vonnegut no solo menciona la pregunta de cuál es el sentido de la vida, también responde a dicha cuestión. Por lo general, no prefiero narrar el argumento o sinopsis de una novela tal como se publicita, prefiero reescribirla o difundirla a lo largo de la reseña según me apetezca. Este libro no trata en absoluto de Winston Niles Rumfoord, o al menos no exclusivamente. Va mucho más allá. Y si me hubiesen dejado hacer entonces una redacción o un Comentario de Texto sobre este libro -cosa que propuse a la profesora de Literatura de la extinta B.U.P. allá por 1994-, quizás hubiese podido contar que nuestra verdadera estrella del espectáculo es el encantador pero deplorable Malachi Constant, heredero de una gran fortuna y llamado a ser testigo de una de las materializaciones de Winston. Porque Malachi recibe algunas predicciones sorprendentes sobre su propio futuro altamente improbable, tras lo cual rápidamente intenta desesperadamente dejar atrás su propio destino, con resultados divertidos y depravados. ¿Y qué ocurre? Por supuesto, no hay destino del que uno pueda escapar. Es mentira todo eso que dicen que tu te buscas tu propio destino. Es simple. Está escrito (y en negrita) que TÚ ibas a terminar donde has terminado. En Las sirenas de Titán, el destino es lo que es, y Malachi se ve arrastrado por las predicciones inquietantemente precisas de Rumfoord.
En el camino, Vonnegut se toma el tiempo para explorar temas que se repetirían a lo largo de su obra, como la inutilidad de la guerra y los peligros potenciales de la religión organizada, así como algunas de sus hipocresías innatas. El conocimiento de Rumfoord nos invita a plantearnos preguntas aún mayores, preguntas sobre el significado de la vida; no sólo la pregunta en sí, sino por qué es tan importante para nosotros saber la respuesta en primer lugar. Las cosas se vuelven sorprendentemente épicas para lo que en realidad es un libro bastante compacto y fácil de leer, que realiza un recorrido por la mitad del Sistema Solar y abarca décadas mientras aborda los importantes temas antes mencionados. Es una prueba de la habilidad de Vonnegut el hecho de que sea capaz de acumular tanto y provocar tales cuestionamientos filosóficos sin que las cosas se prolonguen o dejen de entretener. Incluso en las situaciones más sombrías, logrará provocar una sonrisa en el lector, ya sea una sonrisa de «ya veo lo que hiciste allí» o una sonrisa que acompaña a una carcajada total.
Aún tan entretenida como cuando se publicó hace más de cinco décadas, Las sirenas de Titán es puro placer lector. Nunca es duro ni sermonea, ofrece momentos de melancolía en igual medida, y es otro ejemplo más de lo maravilloso que fue este escritor.