Reseña: La Torre y la Muerte, de Michael Innes

Fue una gran sorpresa para mi encontrarme a una editorial que estaba publicando la obra de Michael Innes en nuestro país. Y si no la obra, al menos, el detalle que alguien por fin ha tenido de traer nuevamente a la palestra la obra de este gran escritor nacido a principios del siglo pasado… que no es otro del siglo XX, eh. En el que hemos nacido muchos… jajaj.

Yo conocía a Innes de leer Hamlet, Revenge!, y tras eso quería leer más de este señor, pero no había o yo por lo menos no tenía libre acceso a él. Así que aluciné en colores cuando me enteré que Who Editorial (a cuyo catálogo debéis poner ojo ya) publicaba lo que sería el siguiente misterio en el que participa el Inspector Appleby. ¿Qué ocurrió? Pensaba que después de leer el libro anterior de la serie, sabía qué esperar de este, quitando la diferencia de idioma… Pero me equivoqué. La torre y la muerte da la sensación de ser un libro totalmente diferente, quiero decir, parece no pertenecer a una serie de libros con un mismo protagonista como es lógico pensar. La razón es que tiene una estructura muy diferente y, a pesar de haber sido publicado en 1938, no es en absoluto una típica novela de misterio de la Edad de Oro.

El titulo de La torre y la muerte está tomado de un poema escocés del siglo XVI, de William Dunbar. La frase en latín Timor mortis conturbat me (el miedo a la muerte me perturba) se repite a lo largo del poema y marca el tono de la novela de Innes.

Esta novela que podéis encontrar este mes entre las novedades de cualquier librería, trata un misterio tan complejo y enrevesado que es difícil saber por dónde empezar, pero el mejor lugar para comenzar probablemente sea con el crimen en sí (suponiendo que realmente se haya cometido uno), donde Ranald Guthrie, el avaro señor del castillo de Erchany, muere al caer desde las murallas de su propia torre en una fría noche de invierno. Pero, ¿fue empujado, fue un accidente o fue un suicidio? Si fue un asesinato, entonces el culpable parece obvio: Neil Lindsay, el joven que quiere casarse con la sobrina de Ranald y cuya familia ha estado enemistada con los Guthrie durante generaciones. Sin embargo, hay mucho más en la situación de lo que parece y, a medida que se desarrolla la trama, comienzan a surgir más sospechosos y posibles escenarios.

La novela está escrita desde las perspectivas de cinco personajes diferentes, cada uno de los cuales se turna para narrar su parte de la historia. Mi favorito fue el primero, Ewan Bell (La historia de Ewan Bell), un zapatero que vive en Kinkeig, Escocia. Es Ewan quien prepara el escenario, nos presenta a los demás personajes principales de la novela y describe los acontecimientos que condujeron a la muerte de Guthrie, y todo con una voz distintiva, cosa que me encantó. El segundo narrador es Noel Gylby (La carta de Noel Gylby), un joven inglés que aparecía ya en la novela que os comentaba antes, y que está de visita en el castillo de Erchany con su novia americana. Inmediatamente su narración tiene un aire muy diferente al de Ewan Bell. Luego le sigue Las investigaciones de Aljo Wedderburn que junto al colofón de John Appleby, sin duda, son las partes más interesantes del libro como toda novela de crímenes, detectivescas o asesinatos cuando muestran como se resuelve el caso.

Muchos autores han escrito libros con múltiples narradores, pero no me he encontrado con muchos (aparte de Wilkie Collins y George R. R. Martin) a los que le saliera tan bien. Yo mismo lo hice con mi única novela publicada y creo que no salió tan bien como esperaba. Hay que saber darle bien una narración propia y única a cada personaje. Además, en La torre y la muerte, el misterio en sí se hace atractivo bastante pronto y tiene giro tras giro a medida que se acerca el final del libro. Y en cuanto al propio inspector Appleby, no aparece hasta dos tercios del libro, cuando el misterio ya está medio resuelto y se han sugerido teorías.

Un modo de escritura que me sorprendió bastante.