Reseña: Mercaderes del Espacio, de Frederik Pohl y C.M. Kornbluth

En algún momento, la novela distópica se convirtió en tradición dentro de la Ciencia Ficción. Y es fácil ver por qué: las facetas que separan el género del resto de la literatura conducen a manifestar sociedades e ideologías en desacuerdo con la realidad social. Un Mundo Feliz, presentaba una sociedad en la que casi toda la humanidad se drenaba de “propia humanidad”; Fahrenheit 451, le arrebataba libros a la sociedad; 1984, imaginaba un mundo en el que la libertad personal se perdía por control del Gobierno, además de presentar un escenario donde el individualismo es aplastado bajo la esterilidad de la conformidad. Pero hay más porqués. Todos sobre Zanzíbar, Orbita Inestable o La Oveja Mira hacia Arriba, de John Brunner, son novelas distópicas que presentan diferentes facetas de permitir que la influencia corporativa usurpe las preocupaciones políticas y sociales. Congreso de Futurología, de Stanislaw Lem, mostraba una sociedad bloqueada por productos químicos. Y Mercaderes del Espacio, enseña como comercializar dentro de un escenario aterrador que estratifica a la sociedad de manera poco saludable. En definitiva, novelas con una potente carga social, con más de cincuenta años respecto a nuestra realidad, pero cuyos argumentos están demasiado cercanos. Historias de Anticipación, haciendo una fuerza honrada del significado de sus palabras.

Y es que la sociedad que Kornbluth y Pohl imaginan en Mercaderes del Espacio, se vuelve demasiado realista. Establecida nominalmente en el «futuro», las corporaciones han ganado suficiente poder para forzar los límites políticos para cambiar de lo geográfico a lo comercial. Estados que ya no están representados en el gobierno, los conglomerados empresariales y los mega-corporaciones compiten y cabildean ferozmente en su etapa más alta para garantizar que los productos se consuman y las ganancias sean súper elevadas. Y jugando el papel más importante en ello, están las Agencias de Publicidad. Capaces de usar cualquier método, el que deseen sin límites y poniendo los cinco sentidos recurridos en folletos, carteles…, y otros asuntos más turbios. ¿Un ejemplo? Productos que contienen en sí mismos altos elementos adictivos. Por lo que la riqueza se canaliza hacia la cima, la clase baja crece mientras que los ricos prosperan. Todos los servicios privatizados, incluso la capacidad de una persona para recibir protección civil se deriva a su capacidad de pago, incluyendo la propia policía. Los pobres consumen solo ingredientes de baja calidad, los países del Tercer Mundo suministran mano de obra a muy bajo precio a las potencias ricas, me cago en todo… Si es que esta novela de 1954 habla de nuestra sociedad actual.

Una sátira del capitalismo y del mundo de la publicidad que casi setenta años después se hace realidad. Y así nos topamos con la historia de Mitchell Courtenay, el mejor publicista de la Sociedad Schoken, y el encargado de elaborar la campaña publicitaria de un poderoso proyecto. El besar culos (por no ser más borde), emplear trucos del oficio y una capacidad instintiva para explotar las lagunas legales, lo han colocado como uno de los favoritos de Schocken. Y es así cuando llega un gran contrato, uno obtenido de manera cuestionable, en el que es elegido para encabezarlo. El Proyecto Venus. La humanidad está enviando a sus primeros humanos a colonizar a nuestro vecino verde-oscuro, y depende de Courtenay asegurarse de que contenga personas esa nave. Después de elegir a mano a su equipo, investigar la demografía y entrevistar al único astronauta que realmente ha puesto un pie en Venus, pone en marcha sus ideas. Pero tras una sucia maniobra de sus competidores en el que hay un intento de asesinato, el mundo de Courtenay se desmorona. Se verá relegado a los más bajos niveles de la sociedad, desde donde deberá ascender de nuevo acercándose (tal vez demasiado) al mundo del terrorismo y el sabotaje.

Mercaderes del Espacio no deja de ser una novela fascinante, llena de ideas, a pesar de los años. Un titulo indispensable de leer y que, por supuesto, aparece en la lista de Science Fiction: The 100 Best Novels, así como en la muy seguida Ciencia ficción: Guía de lectura del gran Miquel Barceló.