Reseña: Blackwater III. La Casa, de Michael McDowell

La casa corresponde a la tercera parte de la saga Blackwater, uno de las sagas literarias más intensas que se pueden leer ahora mismo como novedad en librerías. Y… ¡Nos adentramos cada vez más en la madriguera del conejo! Los hilos argumentales anteriores se están alineando, las tensiones nunca han sido tan altas y hay escalofríos y sucesos extraños en todas partes. La intrigante preparación de La riada (https://www.cronicasliterarias.es/?p=15734) y El dique (https://www.cronicasliterarias.es/?p=15776), los dos libros anteriores, demuestran que vale la pena seguir en este thriller el cual difícilmente podrás parar de leer una vez que empiezas. Pues llegas a La casa en un momento en el que McDowell aprovecha al máximo el enconado del drama familiar y el inquietante entorno para atraparte y situarte como un espectador más dentro de la trama.

Seguimos en el pueblo de Perdido, Alabama, corre el año 1928-1929 en plena depresión económica pero esto será algo secundario comparado con los hechos que se van a relatar, y es que los problemas familiares de los Caskey cobrarán más relevancia que la propia crisis monetaria. Las distintas familias crecen a la par que los resentimientos…

He sentido esta tercera entrega algo más oscura y turbia, donde sigue prevaleciendo ese horror gótico que rodea a la verdadera cuestión de los hechos. La intriga de quién es quién realmente y qué se proponen. Esa lucha de poder entre las mujeres de cada clan que a cada capítulo va ganando en intensidad, dejándote con la boca abierta con unos cuantos giros imprevistos y momentos de mucha acción. Aunque reconozco que me sigue desesperando que las escenas de terror sean tan escasas y que se deje lo mejor para el final, tampoco me extraña que McDowell lo ideara así porque hablamos de una serie narrada en nada más y nada menos que seis entregas. Y no pueden ser escenas terroríficas todas las escenas, una tras otra, o cansaría. Pero teniendo en cuenta que aún me/nos quedan tres entregas más…, esto es pura adicción, un no parar, hay que disfrutarlo a tope. McDowell supo darle el final perfecto a cada novela para que quisieras ir a por el siguiente.

Me parece una lectura perfecta para los que no tenemos mucho tiempo para dedicarle a esta gran pasión que nos une como es leer. Pero para la cual hay que buscar/encontrar momentos donde casi no los hay. Leer y escribir son una pasión conjunta que nunca dejaré hasta que me vaya para los pinos, como dicen por aquí. Porque disfrutar de obras como la saga Blackwater hace que ames esto aún más. Son historias fluidas, cargadas de secretos y dramas familiares junto con elementos sobrenaturales que McDowell supo dosificar a la perfección, pasando de relatar momentos cotidianos del lugar, llegando a describir escenas escabrosas que son capaces de hacerte estremecer y dejarte con una sensación de desasosiego e intranquilidad tremendas. Y saber cuando te dará la siguiente bofetada.

La categoricé en su día de folk-horror y algunos me dijeron que no era completamente eso. Ahora la voy a describir como novela costumbrista de terror, a ver qué me dice la people… jajaj A lo que vamos es que si quieres conocer a esta poderosa familia en una historia llena de secretos, manipulaciones, mentiras, venganzas y todas las incógnitas que rodean a Elinor, McDowell es tu escritor y Blackwater es seguramente una lectura que no olvidarás jamás. Blackwater es mucho más que un drama gótico sureño, tenemos todos los ingredientes de una buena novela de terror: asesinatos, desapariciones, un gran caserón de la época en el que extraños sucesos ocurren al caer la noche, y por supuesto el río Perdido, cuyos efluvios siguen enturbiando al pueblo y a nosotros mismos. Además, no conozco lector aún, que no haya caído rendido ante las bonitas ediciones que Blackie Books ha editado en nuestro país. En librerías, en tus manos, son una gozada; llevaderos, económicos, de lectura fácil y la historia es tremendamente buena. Creo que poco más se puede pedir a un libro.

Y una de las mejores ambientaciones que he visto en años.