Reseña: Antananarivo, de Mark Eacersall y Sylvain Vallée

Este álbum tan chulo que publica Norma Editorial tiene una portada que engaña. El título y la portada sugieren una aventura exótica, quizás incluso un viaje a África, y ahí es donde me imaginé al abrirlo. Pero en realidad, el viaje es muy diferente. Es el viaje de un notario jubilado que tras la muerte de su amiga Jo, emprende la búsqueda de un hipotético heredero.

Insisto, no, no se trata de selvas tropicales, sino de las carreteras del norte de Francia y Bélgica, y un señor aletargado y dolido con el mundco a la vez que conduce un viejo descapotable. Y es que la trama de Antananarivo rompe con los clichés del clásico viaje por carretera al situar a un hombre mayor en el centro de una búsqueda aparentemente insignificante. Sin embargo, a medida que avanza la historia, este hombre descubre mucho más que un simple heredero. Se enfrenta a su propia existencia, a sus sueños incumplidos y a la vida ordinaria que una vez llevó. Y sus diálogos con el fantasma de Jo, que lo acompaña a lo largo de la historia, añaden una dimensión original y a menudo, divertida. Por eso este cómic es tan recomendable como lectura veraniega o de viajes; es un viaje íntimo por carretera, tal como me gustan, una aventura agridulce que sorprende por su ternura y humanidad. Y si bien no es una trama revolucionaria en el género, es una lectura hermosa que te deja con una sonrisa en los labios.

En cuanto al diseño gráfico, aunque conocía el estilo de Sylvain Vallée (Érase una vez en Francia, Katanga), nunca me había entusiasmado tanto. Normalmente, no soy fan de sus personajes, pero no tengo nada de qué quejarme en esta ocasión. En ningún momento me sentí incómodo; los personajes reflejan sus personalidades; todos están bien dibujados. El artista no cambia mucho su estilo habitual, pero no sé, a mí me pareció más acertado aquí que en otras viñetas por las que lo conozco.

Y la narración y la narrativa son impecables, sumergiéndonos en este viaje norteño-europeo por carretera. La historia es a la vez sencilla y bien construida. Ofrece información en el momento justo, jugando con la anticipación del lector y creando momentos emotivos. Y aunque la segunda parte de la trama puede parecer un poco predecible, sigue siendo conmovedora y con un ritmo adecuado. Porque el protagonista se vuelve rápidamente entrañable en su búsqueda de respuestas.

Hablamos de un cómic que ha terminado circulando ampliamente entre mis amigos y familiares porque es un placer leerlo. Eso querrá decir algo, ¿no?

Una aventura «falsa» que te hace viajar.

J. J. Castillo nació una fría mañana de invierno en la que el murmullo del viento hizo temer al más valeroso. Enamorado de esa sensación, dedica su tiempo a escribir y leer historias que increpen el alma. En el ámbito de las letras ha ganado premios y ha colaborado con cantidad de editoriales especializadas en los tres grandes géneros.