Reseña: La Tierra de las Cosas Perdidas

Este libro es una secuela de El libro de las cosas perdidas pero al poco de ponerme con él, me di cuenta que es una historia que no interrumpió mi comprensión de los acontecimientos, solo de la historia original. Pero sí que viene bien (como no) tener en cuenta lo que ocurría en el primer libro de 2006 porque este oscuro cuento fantástico, dice mucho sobre la devoción de una madre.

Érase una vez… – porque así es como algunas historias deberían empezar, en La tierra de las cosas perdidas, Ceres, una madre soltera, vela por su hija de ocho años, Phoebe, después de que la niña sufra una lesión en la cabeza casi mortal y entre en un coma del que quizás nunca se recupere. Un mundo para ellas que ofrece pocas esperanzas, pero hay «mundos tras mundos tras mundos», y esto solo lo saben unos pocos. Ahora, una vieja casa en los terrenos del hospital, una propiedad relacionada con un libro escrito por un autor desaparecido, llama a Ceres. Algo la impulsa a entrar y a emprender un viaje a una tierra impregnada de los recuerdos de su infancia y del folclore tan querido por su padre, a una tierra de brujas y dríadas, gigantes y mandrágoras. A una tierra donde viejos enemigos la observan y esperan…, porque Ceres es llevada por una hiedra agresiva, «una criatura de verdor y odio», a un lugar de fantasía y bestias extrañas. Allí, se transforma físicamente en una chica de dieciséis años, aunque conserva la mente de sus treinta y dos. Pero es difícil mantener la fe, muy difícil. Un lugar más que fantástico, aterrador, donde abundan las amenazas de criaturas ricamente concebidas como el Hombre Torcido, cuya «maldad no tiene límites» y cuyo dedo es una «maraña de ciempiés»; y están las Hadas, que secuestran y se alimentan de niños (sí, aquí hasta lo bueno es malo), y algunos otros como la Dama Pálida Muerte, el Espíritu del Agua y Calio, una dríada perfectamente camuflada que se refiere a sí misma en plural, son seres terroríficos como pocos, y cada uno a su modo.

La tierra de las cosas perdidas, del maestro John Connolly, ilustra con gran precisión los inmensos reinos de la imaginación y el profundo impacto de la narración. Esta novela no es solo un viaje a través de un fantástico mundo creado por él, sino también una profunda inmersión en la experiencia humana, que encapsula la esencia de las múltiples facetas de la vida: alegría, tristeza, valentía y esperanza. Connolly crea una narrativa tan intrincada como encantadora, tejiendo una historia dentro de otra, que cautiva la mente y el corazón del lector. El rico lenguaje y las vívidas descripciones de la novela invitan al lector a sumergirse en un mundo donde la línea entre la realidad y la ficción se difumina, destacando el poder de las historias para brindar consuelo y comprensión en tiempos difíciles.

Este libro es, en realidad, una reflexión sobre las historias que contamos y las vidas que llevamos. Nos recuerda que cada vida es una historia que vale la pena contar, llena de un espíritu y una esperanza únicos. Para quienes aprecian las narrativas complejas y la magia del lenguaje, este título es un tesoro de inspiración y un hermoso recordatorio del vínculo perdurable entre lectores y escritores.

La obra de Connolly es una celebración de la palabra escrita.

Jamás me canso de leer a maestros como él.

J. J. Castillo nació una fría mañana de invierno en la que el murmullo del viento hizo temer al más valeroso. Enamorado de esa sensación, dedica su tiempo a escribir y leer historias que increpen el alma. En el ámbito de las letras ha ganado premios y ha colaborado con cantidad de editoriales especializadas en los tres grandes géneros.