Reseña: Corto Maltés. El Día de Tarowean, de Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero

Dije en una ocasión que Hugo Pratt estaría bastante orgulloso de ver cómo le ha ido a su personaje icónico tras su muerte. Y no me arrepiento. Dignos sucesores han sido Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero con un proyecto que algunos creíamos irrecuperable. Canales con sus magníficos trazos y Pellejero con un guión que absorbe, me volvieron a dejar estupefacto de lo bien que recrean, que te trasladan al mundo-época de Corto Maltés en esta novedad como es El Día de Tarowean.

Corto Maltés. Nadie ha negado nunca su importancia, nadie ha negado nunca su grandeza y, sin embargo, me parece maravilloso que una obra así aguante tan bien el paso del tiempo. Tanto que, yo que llegué no hace mucho a ella, disfruto con cada titulo como ese niño que abre un regalo por primera vez. Pero sé lo que me hago. No estoy leyendo todos los títulos de un tirón. Me deleito cada poco. Y como en el mundo del cómic (reediciones, novedades y demás) todo son buenas noticias últimamente, para colmo, Corto Maltés vuelve a la “vida moderna” de la mano de dos autores patrios con los que ya disfruté en su primer intento con el personaje como fue Bajo el Sol de Medianoche. Un álbum que ya tardáis en leer si no lo hicisteis.

Tal como se alega en la sinopsis editorial, Corto Maltés: El Día de Tarowean, es una precuela a una aventura ya vivida. A groso modo, nos desvela los acontecimientos que hicieron que Corto Maltés acabará amarrado a una balsa y abandonado a su suerte en pleno Océano Pacífico. Los autores Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero nos proponen una aventura interesante, coherente y atractiva y quizás demasiado sometida a la leyenda del personaje. De acuerdo en todo. Pero he encontrado mucho más trasfondo en este álbum de apenas noventa páginas que en muchos otros. Con grandes momentos para los amantes del personaje, tenemos una historia amena que se vuelve intrigante a cada paso. Con cierto tono pasivo al principio, por que así lo pide la situación. Quizás algunos la tachen de historia comedida, pero en mi opinión, creo que aporta bastante ver a este personaje de leyenda en otro tipo de situaciones. Amigos críticos, no todos los títulos tenemos que compararlos con la obra cumbre La Balada del Mar Salado.

A lo nuestro: aquí nos encontramos a Corto deambulando sin rumbo, sin que sepamos a ciencia cierta que pretende y cuál es su plan de actuación. Poco se sabía sobre lo que le sucedió a Corto Maltés antes de La Balada… Teníamos algunas pistas, rumores, y aquí es donde vamos a empezar a atar cabos. Ciertos datos que nos contaron hablaban de su asociación con Rasputín, de un turbio asunto entre piratas y se decía que estos incautos estaban al servicio de un personaje misterioso llamado El Monje. Aquí viviremos esa historia…, de la que sabemos el resultado. Las cosas se torcieron y nuestro protagonista acabó náufrago y atado a unos troncos. Iremos atrás en el tiempo.

Un pasado de este icónico personaje que no sabíamos. La precuela a una historia que sedujo a miles de lectores en su día y aún hoy lo consigue. Un nuevo álbum con grandes momentos de puteo al señor Rasputín dignos de renombre. Grandes escenarios acreedores de este clásico como paseos al atardecer por hermosas playas, salidas nocturnas a siniestras cantinas o encuentros en lugares tétricos como camposantos aneblinados. Una trama, una aventura, una puntualización que llega unos años más tarde para explicar. Así como para completar la colección de un personaje al que uno siempre desea volver. La hermosa leyenda creada en 1967 por Hugo Pratt.