Reseña: El Maestro de la Fuga, de Jonathan Freedland

En lo diferente, en lo original, en lo que no sabías y es sorprendente, ahí están las buenas historias. Y tras algo más de cien páginas de brutalidad, Walter Rosenberg, de dieciséis años (que se convertirá en Rudolf Vrba, el primer judío que se sabe que escapó de Auschwitz) es testigo de una anomalía dentro del mundo infierno nazi: existe una Familienlager, una sección del campo donde las familias judías se mantienen unidas, alimentadas y esencialmente se les permite tener una vida normal, dentro de lo posible en un campo de concentración. Viven al otro lado de una cerca de alambre, de esas que le separan de los cadavéricos esclavos judíos, ninguno de los cuales puede entender lo que está pasando. Las SS trata a estas personas con cortesía, juegan con los niños pequeños (que no existen en el resto del campamento porque son asesinados de inmediato); aseguran constantemente a las familias su preocupación y, sin embargo, debido a su trabajo en el campamento, Walter sabe que estas miles de personas están programadas para ser asesinadas en exactamente seis meses. Walter ha encontrado un objetivo en su vida: memorizar datos, cantidad de personas que llegan, cantidad de personas que mueren todos los días, etc. Él cree que si puede enviar tantos datos, tanta verdad como su cerebro contenga, y escapar, si le dice a todo el mundo (literalmente) lo que realmente está pasando, las personas que han sido convencidas por las SS de que todo esto es una reubicación benigna, se levantarán y harán algo. Pero esta creencia se tambalea cuando ve que los Familienlager se acaban de enterar de la orden de matarlos. Y, sin embargo, no se levantan…

A poco que nos interesamos por la Segunda Guerra Mundial, vemos una peli, leemos un libro o nos documentamos para algo; una de las primeras cosas que aprendemos sobre Auschwitz, y una de las más difíciles de olvidar, es que los nazis engañaban a sus víctimas antes de gasearlas. Cuando llegaban los transportes judíos para el exterminio (alrededor de 1 millón de personas entre 1942 y 1944), las SS tranquilizaban a sus víctimas con promesas de comida y una ducha caliente mientras las conducían a las cámaras de gas. El perverso teatro de la muerte incluía una camioneta militar marcada con una cruz roja, en la que un «médico» de las SS transportaba botes de Zyklon B… Obviamente, lo nazis no estaban bromeando, y a veces, ni siquiera se molestaban en tapar posibles pruebas. Pero trataban con gente inocente, en general, no mal pensadas o en su mayoría de un nivel intelectual terriblemente bajo. Y había una lógica detrás de cada uno de estos programas de engaño.

Sujetos como Walter Rosenberg, un judío eslovaco menor de edad, alistado en el comando encargado de descargar los trenes, empezó a descubrir el plan macabro. La obediencia de los prisioneros hizo que la maquinaria de la muerte funcionara sin problemas, lo que querían las SS, porque los transportes llegaban en tan rápida sucesión que apenas daba tiempo a pensar o ponerse nervioso. “Si los judíos supieran lo que se avecinaba…”, escribe Jonathan Freedland en El Maestro de la Fuga, el lector probablemente responderá: “Otro gallo hubiera cantado”. Este libro no es otra cosa que una fascinante crónica de la fuga de Rosenberg de Auschwitz y el subsiguiente esfuerzo por llevar al mundo a la acción. Incluso una pequeña cantidad de resistencia podría ser suficiente, alega constantemente. Era una idea. Pero una potente la que Rosenberg (más tarde conocido como Rudolf Vrba, la identidad falsa que asumió después de su fuga) estaba dispuesto a alcanzar.

Y en un golpe de suerte, Rosenberg fue reclutado para «Canadá», el vasto almacén de posesiones saqueadas de los transportes. Su trabajo consistía en sacar maletas de una pila gigantesca y clasificar los artículos en su interior, en busca de objetos de valor. El trabajo aquí era menos peligroso y los prisioneros estaban mejor alimentados: podían robar comida mientras los guardias estaban ocupados golpeando a otros. Y lo que estaban presenciando, llegó a comprender Rosenberg, era información privilegiada sobre el funcionamiento del campamento.

El Maestro de la Fuga es la historia de un hombre que merece ocupar su lugar en la historia junto a Ana Frank, Oskar Schindler y Primo Levi, protagonistas todos ellos de capítulos oscuros de nuestro pasado reciente.