Reseña: Made in Korea, de Jeremy Holt y George Schall

Entré en Made in Korea relativamente ciego, como a veces me gusta hacer en libros y cómics donde incluso su portada no me gusta. Pero contenedores de ideas frescas de las que antes necesito tener cierta noción (tampoco uno es tonto). Con Made in Korea me pareció que debí ver o leer alguna vista previa del cómic en algún momento porque el argumento me sonaba. Aunque cuando comencé a leer se me olvidó y cuando lo acabé caí en la cuenta de a qué historia se me parecía. Al final de la reseña lo cuento.

En este volumen que ha publicado Panini Cómics en nuestro país, me topé con una trama de ciencia ficción original y realmente sólida, que trata un futuro cercano donde se plantean preguntas sobre la I.A. , el futuro de nuestra especie y en nivel micro, el tema de la paternidad. Nunca me senté a pensar y realicé una clasificación específica, pero uno de mis tipos favoritos de ciencia ficción es la discreta. La fácil de relacionar con el género pero sin complicaciones técnicas y astrofísicas de la muerte. Dime. Este elemento se junta con este por esta reacción y probablemente me lo creeré. Y Made in Korea es, sin duda, eso. El núcleo de la historia es la relación entre una pareja casada que, como muchas de las que hay hoy en día, aparentemente no puede tener hijos. Mientras que en una historia parecida al film Hijos de los Hombres, este concepto conduce a una distopía a menudo violenta, en Made in Korea se trata de forma contraria. Aquí es soledad y anhelo, en lugar de la ruptura social, el terrorismo o las armas. Y funciona. Funciona bastante bien. La caracterización es en gran parte culpable de eso. La mayor parte de la historia se centra en el diálogo de la pareja y todo es interesante, todo fiel a la realidad. Además, a los personajes secundarios se les dan sus propias necesidades y deseos, evitando que se sientan planos. El guion de Jeremy Holt siempre es creíble y convincente. Las representaciones, imágenes o viñetas de George Schall también están muy bien hechas.

Me gustó especialmente el trabajo de color que Schall presta al mundo donde se desarrolla la historia. En los momentos clave, utiliza un conjunto de tonos que podría describir como pasteles suaves y ominosos, especialmente en la secuencia inicial, que comienza audazmente con un escenario semi-futurista y un hombre trabajando en código. No siempre uno necesita cómics que abran con grandes explosiones. Comience una historia donde comienza y donde los fuegos sean brillantes, me dijo una vez una profesora de Escritura Creativa. La historia:

Una niña coreana de nueve años es adoptada y enviada a vivir a Estados Unidos con una pareja encantadora. Equipada con un cerebro enciclopédico pero con dificultad para socializar, el viaje de la joven a través de las complejidades de la raza, se topan con una bifurcación en el camino cuando descubre que no es del todo humana…

El guionista sabe dónde radica el drama, pequeños momentos como esperar para ver si el nuevo niño robot que has traído a casa (con un descuento considerable) será todo lo que esperas. Buena CF. Tranquila, identificable y profundamente humana. Una historia intrigante al estilo de la genial Los Superjuguetes duran todo el verano, del maestro Brian Aldiss, que fue llevada al cine por Steven Spielberg con el nombre de Inteligencia Artificial.