Reseña: El Hombre Submarino. Las Profundidades, de Peter Milligan y Ribic

No creáis que este que está aquí ha dejado de aprovechar la oportunidad que está ofreciendo Panini Cómics con estos Must-Have, oportunidad de leer lo que nunca se pudo, oportunidad para leer todo aquello que se te escapó o que por no estar haciéndote dicha colección nunca viste la posibilidad de que llegara a tus manos. El momento de adquirir grandes joyitas, grandes arcos argumentales o aventuras, en definitiva, indispensables cómics a leer. Cuyo lugar ya ocupa El Hombre Submarino: Las Profundidades. Decidme si no, cuando hemos tenido oportunidad de leer este arco fuera de los Must-Have o al precio de ellos, que eso es otra.

Aparte se junta que hacía bastante que no leía nada de Peter Milligan. Por lo que el destino parecía estar escrito para mi para con esta lectura. Y es que de todas las primeras creaciones de Marvel, el Sub-Mariner me parece el más reconocible de la era de las revistas pulp: su fondo oscuro, tipo anti-héroe duro y seco a la hora de hablar, parece más un personaje de Howard o Lovecraft de los días gloriosos de la Weird Tales. Y Las Profundidades no solo va por eso camino. También lo ejemplifica. El guion de Milligan se convierte en un guiño casi perfecto a los híbridos relatos de terror/aventura que tanto cautivaron a la juventud estadounidense durante la Gran Depresión y posteriormente en los 70-80 por estos lares. Además, a veces es fácil olvidar la importancia del Sub-Mariner antes de considerar su lugar dentro de la evolución de la narrativa pulp. En muchos sentidos, el personaje ayudó a cerrar la brecha entre las pulps tipo Doc Savage  de los años 30 del pasado siglo y los eventuales éxitos de los cursis superhéroes, los primeros pijamas que llegaron después. El personaje se originó antes de la ostentación y el glamour de las capas y las mallas, y en cambio provino de una era melancólica de sentimentalismo casi nihilista.

Teniendo eso en cuenta, no debería sorprender lo bien que funciona AÚN a día de hoy. Quizás por el mundo en el que se mueve que poco puede evolucionar, quizás por las grandes aventuras que han creado alrededor de sus picudas orejas. Las Profundidades mantiene a Namor en un segundo plano durante la totalidad de la primera entrega. Se remonta a las historias pulp más populares, que tuvieron la misma cantidad de influencia de las fuentes naturalistas, así como de las obras de la notable ciencia ficción, pioneros de la misma época. Lo hace centrándose en el personaje del Doctor Stein, un aventurero iconoclasta empeñado en desacreditar todo lo sobrenatural, Milligan crea así un esquema a lo Moby Dick teñido de horror. Con Namor interpretando el papel de bicho desconocido y escurridizo.

El lenguaje de la historia es crudo, el tema de la ciencia versus la fe es manifiesto, lo que crea una representación perfecta de historia de aventura sencilla. Si bien el guion en sí puede proyectar la historia en su venerable dirección, es la obra de arte de Ribic la que genera la atmósfera adecuada. Sus personajes realistas se mueven detrás de un filtro descolorido similar al pastel, el artista logra crear una estética que captura adecuadamente dos eras separadas de una sola vez. Se siente como una versión más valiente de algo que Alex Ross podría hacer, si hubiera nacido sesenta años antes.

Este tipo de historia es la que uno aconseja sobre un personaje específico cuando le piden consejo, valga la redundancia. Para aquellos de ustedes que esperan que Namor tenga un papel más importante, probablemente se sientan decepcionados. Aunque realmente no deberían estarlo, si llegas a la conclusión de que para esta aventura, el Sub-Mariner, es más bien una excusa para producir un relato de aventura y terror homenaje del glorioso pulp que todos adoramos. Aquí el anti-héroe residente es el Dr. Randolph Stein. Y mola. Mola de verdad. Un gran riesgo o una declaración de intenciones de lo que Peter Milligan también sabe hacer.