Reseña: Watchmen

La pregunta de «¿Quién vigila a los vigilantes?» (Quis custodiet ipsos custodes) es tan antigua como el Imperio Romano. No somos animales de leyes por mucho que queramos y nos molesta que alguien vigile nuestros actos. De ahí que tomemos reprimendas sobre el que lo impone de algún modo. Sobre esta famosa premisa se creó Watchmen, uno de los mejores cómics de la historia, para muchos el mejor, para algunos una buena trama política trasladada al noveno arte. Ah bueno, y el inicio de la denominada novela gráfica y tal… Pero debates y tópicos aparte (porque de Watchmen os advierto que sólo vais a oír buenas palabras miréis por donde miréis), os contaré que es de las obras que me daba vergüenza por mucho tiempo confesar no haberla leído. Como pasa en esta vida de cambios constantes, movimientos e incesantes estrenos de cine, nunca tuve la oportunidad de leerla y cuando salió el film de Zack Snyder en 2009, cometí el pecado de verlo. ¿Qué ocurrió? Qué me encantó, que quería saber más de ella y que me daba collejas mentales por no haberlo hecho al revés. Porque Watchmen es una historia que encumbró aún más al autor Alan Moore, que junto a Dave Gibbons, dibujante, y el colorista John Higgins pasó lo mismo. En el principio fue una serie de doce números publicada por DC Cómics entre los años 1986 y 1987. Desde entonces Watchmen ha sido reeditada decenas de veces y traducida a distintos idiomas. Y ha obtenido premios tan prestigiosos como el Hugo.

Alan Moore utilizó una historia de superhéroes semi-acabados para reflejar el pánico que nos inundaba a todos en los años 80; guerra fría y amenaza de cabezas nucleares sobre nuestras cabezas. El fin del mundo. Aún así, Watchmen es un argumento complejo porque va tratando varias tramas a la vez: el asesinato de un superhéroe y su investigación, las historias alternativas de los primeros superhéroes surgidos entre los años 40 y 60, el relato de ficción de piratas titulado Relatos del Navío Negro, y otros tantos ramales. Al leerlo da la sensación de estar inmerso en una obra magna de varios volúmenes porque incluso la propia estructura del cómic fue innovadora por parte de Dave Gibbons, ya que utilizó un diseño de cuadrícula de nueve paneles y añadió símbolos recurrentes, tales como una carita manchada de sangre (Smiley) que se hizo muy famosa a posteriori. Watchmen es un cómic lleno de simbología así que fijaros bien en cada detalle. Desarrolla su trama en una realidad alternativa que refleja fielmente el mundo contemporáneo de los años 80. La diferencia es que hay superhéroes, la mayoría acabados o con prohibición de ejercer, pues su existencia en USA anda demostrando que ha afectado para mal los resultados en la Guerra de Vietnam, ganándola obviamente por tener de su lado al Dr. Manhattan, un ser metafísico que todo lo puede. Y, por supuesto, la existencia del Dr. Manhattan también ha dado a USA un aumento de las tensiones con la URSS.

La serie comienza con el asesinato de un superhéroe llamado El Comediante, el cual es arrojado por la ventana de su apartamento por alguien tremendamente poderoso. Rorschach, otro héroe extraño que actúa con la ley del talión bajo el brazo, empieza a investigar el caso por si es verdad que hay alguien que le ha dado por matar superhéroes. Rorschach cree haber descubierto un complot para terminar con los vigilantes y va a advertir a cada uno de sus compañeros: Dan Dreiberg (anteriormente el segundo Búho Nocturno), el distante Dr. Manhattan (el que fuera el humano Jon Osterman) y su amante Laurie (la segunda Espectro de Seda). También recurre a Adrian Veidt (el que una vez fuera Ozymandias, el hombre más inteligente del mundo). Aún así no se fía de ninguno.

Con Watchmen, la intención de Alan Moore fue crear cuatro o cinco personajes totalmente opuestos. Con sus más y sus menos, virtudes y defectos, gente real, de algún modo. Darles a los lectores una historia moral que los hiciera despertar. Que les hiciera pensar sobre si un mal menor, a veces, puede ser el mejor efectivo para erradicar uno tremendamente mayor. Una obra que fue galardonada con el Premio Kirby, Harvey, Hugo y, por supuesto, el Eisner en sus diferentes categorías. La obra fue publicada en nuestro país por primera vez en Ediciones Zinco y posteriormente, en casi todas las fuertes del género cómic: Ediciones Glenat (Editores de Tebeos), Norma Editorial, Planeta DeAgostini Cómics, ECC Ediciones y ahora la trae Panini Cómics en su genial colección Archivos DC.

Una obra imprescindible. Un clásico. Un punto de inflexión en el tiempo. Una obra magistral que hoy en día ruboriza al que confiesa no haberla leído.

J. J. Castillo nació una fría mañana de invierno en la que el murmullo del viento hizo temer al más valeroso. Enamorado de esa sensación, dedica su tiempo a escribir y leer historias que increpen el alma. En el ámbito de las letras ha ganado premios y ha colaborado con cantidad de editoriales especializadas en los tres grandes géneros.