Reseña: Starman Ómnibus, de VVAA
Puedo decir que Starman es, sin duda, uno de los mejores cómics que he leído. Tiene una visión única del género de superhéroes, respeto y reverencia por lo anterior (lo cual es un poco metafórico, ya que es algo que uno esperaría de un comerciante de antigüedades o coleccionables), y es una de las historias más emotivas, de principio a fin, que puedes encontrar en un cómic. Y ahora está disponible en librerías en la sección de novedades gracias a Panini Cómics en un primer Ómnibus de lo que será la publicación de la obra al completo. Y se empieza con dieciséis numeritos que os aseguro que van a volar frente a vuestros ojos. Porque estamos ante un clásico de culto -al fin disponible, insisto-, y eso se nota desde la primera página.
En lo personal, Starman (1994) de James Robinson y Tony Harris (y posteriormente Peter Snejbjerg) es una serie que me recomendó un buen amigo hace años. Unos ejemplares que incluso me llegó a prestar entonces, con mucho afán, para que los disfrutara. Y recuerdo que disfruté lo que leí, pero no sentí ninguna urgencia por leer más quizás debido a que por entonces andaba con estudios y pruebas para intentar labrarme un futuro. Pero recuerdo que sentí que lo que tenía entre manos era bueno. Muy bueno. Y pensé: esto caerá más adelante, tranquilo. Lo que no podía imaginar es que lo devoraría treinta años después y en un formato tan genial como en el que “ha caído”.
Voy. Starman no es el típico cómic de superhéroes. De hecho, comienza con el protagonista de la serie, Jack Knight (un comerciante de antigüedades y objetos de colección), que no quiere saber nada de ser un héroe disfrazado. Su padre científico, Ted Knight, fue el Starman original de la Edad de Oro, protector de Ciudad Ópalo y miembro de la JSA. Su hermano David, es el Starman actual, tras haber asumido el mando de su padre cuando este decidió dejar el pijama. Jack es el hijo rebelde que quiere hacer lo suyo en lugar de seguir los pasos de su padre. Lo irónico es que el título y las responsabilidades de Starman recaen sobre él cuando David es trágicamente asesinado por la hija del archienemigo de Ted. Jack toma entonces la Vara Cósmica de su padre (el arma/herramienta predilecta de Starman) y se aventura a vengar la muerte de su hermano y frustrar los planes de esa villana llamada The Mist. Lo que se pretendía que fuera un evento único, evoluciona lentamente hasta que Jack asume a regañadientes las responsabilidades de Starman en lugar de su hermano, aunque con su propio giro. Si Jack va a ser el protector de Ciudad Ópalo, se niega a hacerlo con el llamativo atuendo rojo y verde por el que Starman se hizo famoso. En su lugar, adopta una apariencia que se ve reforzada por una chaqueta de cuero y unas gafas anti-deslumbrantes para proteger sus ojos del brillo de la Vara Cósmica. Ese es el gancho básico de la serie y no quiero profundizar demasiado más en la trama para intentar evitar spoilers. Porque es un comicazo que tienes que disfrutar por ti mismo.
En cuanto al dibujo, Harris empieza cumplidor pero termina genial, apoyado por el entintado de Von Grawbadger. Sobre la edición, matrícula de honor para Panini: papel offset de calidad, extras interesantes con artículos de Robinson, estéticamente cuidada… Tenemos una obra que vuelve en una colección magnífica porque además en el formato en que se publicó hace años -rústica- son ya muy difíciles de encontrar. Además de que no se completaron. He oído que esto se debió a una disputa entre DC y Robinson, pero no lo sé con certeza ni los detalles, así que no voy a especular más. Ahora tenemos Starman en una colección Ómnibus con todo lo que eso significa. Un formato donde se va a recopilar por completo la colección completa de Starman, incluyendo varios números suplementarios escritos por Robinson.
Y es que Panini lo ha vuelto a hacer. Si van a editar DC y Vértigo a este nivel, tocará deshacerse de ediciones anteriores para renovarlas. Un cómic que es puro Vértigo, por más que ponga DC en la portada. Donde Robinson ejecuta un ejercicio de deconstrucción súper heroica, teñido de realismo y un toque noir que me ha encantado. Y la serie va a más. Y como también se ha dicho en más de una ocasión, estamos ante un título que es un ejercicio creativo similar al realizado por Alan Moore con Miracleman o por Gaiman con Sandman; la revitalización y reconstrucción de un personaje del pasado de DC, enriqueciéndolo con una vasta mitología, sazonado con un variado elenco de interesantes secundarios y un enfoque de lo más personal por parte del guionista. O sea, que indispensable.
Una maravilla de descubrimiento esta mítica obra que nadie debería perderse.