Reseña: Sweet Tooth. El Regreso, de Jeff Lemire y José Villarrubia

Recordad siempre recurrir a la base de una buena historia. En las fuentes, está la esencia. Lo mejor de lo mejor. En cómic podemos encontrar desde hace un tiempo la serie de Sweet Tooth. Precisamente, ECC Ediciones ha sido la culpable de traer por estos lares este cómic tan joyita como original del ya maestro Jeff Lemire. Cómic que ECC Ediciones terminó por publicar de forma íntegra en dos volúmenes geniales. Pero hay más, friends. De este tipo de chuladas y de tan diferentes series no suele verse más. A los buenos autores siempre les da por hacer un “descanso” y salirse del típico y constante trabajo del mainstream. Pero como la mente de un verdadero escritor nunca descansa pues va y se saca algo tan diferente como inédito… Y esta es y no otra, la razón por la que nació Sweet Tooth. Sí, este genial cómic que se ha convertido en serie para Netflix (por eso lo de recurrir a las fuentes), la denominada Sweet Tooth: El Niño Ciervo. Y al decir que hay más, me refiero a Sweet Tooth: El Regreso, donde Lemire retoma uno de sus proyectos más personales, formando de nuevo equipo creativo con otro maestro como es el genial José Villarrubia. Seis numeritos más, una miniserie, un arco completo nuevo de esta casi mitología llevada a la viñeta del autor de obras tan maravillosas como la trilogía de Terror de Essex County o Black Hammer, así como cantidad de obras para Marvel y DC. ¡Y tiene mi edad!

Garabateadas en la primera página vais a encontrar algo que desconcierta. La frase 300 Años Después… Palabras que desconciertan y que te introducen un misterio en el cuerpo antes de empezar. Pues no es otra cosa que un mensaje extraño que dejará al lector preguntándose si Lemire se está refiriendo a su primera serie o a otro evento desconocido que aún no se ha producido. A partir de ahí, los futuros paralelos en tu mente se aclararán con esta nueva versión de un niño con rasgos parecidos a los de un ciervo reflexionando sobre visiones tenebrosas donde otro rostro aparece. A los que venís de la serie principal os sonará: un hombre enorme de ojos fríos… Pero algo está cambiando dentro de él, algo que aún no puede precisar. Y muy pronto la historia comienza por sí sola a medida que comienzan a surgir nuevas arrugas en el guión… Con un cambio en términos de seguridad que mantiene al niño dentro de su espacio vital, así como otra perspectiva donde vemos al peque de cuernos siendo inyectado con algún tipo de brebaje por parte de personas que lo cuidan (la escritura de Lemire aquí mantiene un suspense tremendo).

Finalmente, el niño, al igual que el protagonista original, Gus, antes que él, se encarga de cruzar el umbral que es su prisión y se ve expuesto a un giro que inmediatamente coloca a El Regreso en una trama nueva, un nivel completamente diferente a su historia predecesora. Y eso que como os decía se revela una cara familiar (pero posiblemente completamente diferente), la misma que se cierne sobre el niño, lista para iniciar un épico viaje. Aquí es donde la brillantez de Lemire brota mientras entreteje hábilmente los hilos de una manera que la nueva aventura se llena de peligros con la constante sensación de malos presentimientos y misterios sobre lo que está por venir. Sí, como habréis notado, es de esas series que casi odias por no poder contar mucho a alguien sin desvelarle demasiado. Lo que sí puedo decir es que a los entusiastas de Sweet Tooth les puede encantar el giro de acontecimientos que hay. Es una experiencia completamente nueva donde descubrir que quizás el peque llamado Gus no era el único ser en este mundo lleno de imposibilidades de la madre naturaleza.

La estrella del cómic contemporáneo Jeff Lemire (Moon Knight, Black Hammer, Animal Man) y el colorista José Villarrubia terminan su regreso al mundo de los híbridos y las plagas apocalípticas en Sweet Tooth: El Regreso. El capítulo final de esta serie secuela está lleno de ritmos emocionales, de una narración que está llena de guiños a la serie original y sinceramente, dudo que esto termine aquí. Para gusto nuestro.

Las acuarelas de José Villarrubia para crear la atmósfera de esta serie son brillantemente soberbias.