Reseña: El Taxidermista y Otras Histerias Macabras, de SantiPérez

La recuperación de los grandes cómics españoles, y de españoles, grandes historias que gozan de ilustradores muchos mundialmente conocidos, a todo eso y más está dedicando sus labores Isla de Nabumbu. No hay que ser muy listos para ver que su editor es un enamorado de esas grandes publicaciones que Toutain Editor se marcó en nuestro país. Un lugar, una casa encantada con miles de rincones, una caja de Pandora de donde se pueden extraer grandes relatos de Terror, Fantasía y Ciencia Ficción. Insisto, con grandes autores que si somos honrados y humildes deberíamos homenajear, rememorar, casi cada día. Porque el olvido es la muerte del hombre, el olvido es la muerta certera del maestro, del ser humano que una vez fue. El olvido es el Terror de muchos y es el dolor de unos pocos. Una época en la que fuimos muy grandes una vez.

SantiPérez es de esos maestros que Isla de Nabumbu rescata del olvido. Tras Autraleón y otros tantos (y muchos más que están por venir, estoy seguro), ahora le toca el turno a un autor que sorprendió a todos por su llegada pronta al mundo del cómic de élite. El Taxidermista y otras histerias macabras no es otra cosa que una genial antología de grandes guiones e ilustraciones de SantiPérez realizadas muchas para Toutain en los 90s. Ya sabéis, aquellas revistas que fueron “crème de la crème” en USA pero sobre todo en nuestro país. Revistas joyitas que siempre alabaré como Creepy, Zona 84, Dossier Negro, Comix Internacional… No obstante, los relatos aquí recogidos solo vieron la luz en la primera y en la última. Pero además se incluyen historietas inéditas, bocetos, comentarios del autor y un portadón digno de enmarcar. Tal como dicen ciertas menciones, el talento de SantiPérez es capaz de alumbrar a muertos que regresan de la tumba, relaciones de pareja morbosas, familias disfuncionales con asesinatos de por medio, muñecos vivientes con celos patológicos… Todo ello reflejado con exquisita brillantez con un estilo clásico y moderno a la vez. Pero lo que más me gusta de todo esto es que SantiPérez sigue muy activo en el sector. Ha trabajado en IDW, Norma Editorial, con Diábolo Ediciones ha hecho «cositas»…, sigue siendo un tío de Estudio, como digo yo. Y eso siempre es una buena noticia. Que grandes autores de la extinta Toutain sigan dando caña no es otra cosa que sinónimo de calidad para el mundillo que más nos gusta. Y para la ocasión, para disfrutar con otro buen álbum que, sin duda, os recomiendo ya como compra para este Halloween; Isla de Nabumbu edita este tomo de historietas que vieron la luz entre 1990 y 1993. Casi noventa páginas en las que perderte en historias de horror con saber a clásico que la editorial ha escaneado de los originales, retocado y vuelto a rotular, además de utilizar papel de alta calidad para ello.

Migas es la historieta más corta, la primera que hizo profesionalmente el autor. Un tiro al corazón. Accidente Laboral, se hizo para un concurso de dibujo de instituto. Los profesores llamaron al autor para ver si tenía problemas en casa… Puppet (en color), consiguió el primer premio de ese concurso. Amigos hasta la muerte, es la historia más larga, con más enjundia, digna de film. El Taxidermista, es la historia con la que entró a formar parte de Toutain y se publicó en un especial de Zona 84/ TOTEM. Jack el Moroso, con trama a lo América profunda, se publicó en el número #2 de Creepy. La Mirada, en el #4. Sígame, Padre en el #11 y cuenta la historia de una mujer que recurre al cura de su pueblo para que vaya a ver a su marido que lo tiene encadenado en el sótano… Accidente Doméstico, es una historia que os pondrá los pelos de punta a los que tengáis hijos pequeños. Merrie Melodies (en color también), os mostrará los peligros de estar enganchado a la TV. Y Valle Paraíso es una trama en dos partes, que os va a dejar con ganas de más. De saber más. Aunque temerosos de lo que pueda ocurrir. Recordaros también que el editor Javier Alcázar aporta un artículo al principio del volumen, en el que nos pone al día del autor y su obra.

Y ahora, tal como menciona el propio autor en un apartado que me encanta que se aporte en la antologías (allí donde se menciona de dónde procede o parte la idea de tal y cual relato), este álbum podría haberse titulado Historias para concursos… Pero la cuestión no es esa. Es si estamos ante un volumen recomendable o no. Y, sinceramente, creo que tanta obviedad puede llegar a molestar.