Reseña: Superman. La Caída de Camelot, de Kurt Busiek y Carlos Pacheco

Aunque imagino que vendrán algunas más, está muy bien que se haya rescatado esta obra que se marcaron mi amado guionista Kurt Busiek y el recientemente fallecido maestro de la ilustración patrio Carlos Pacheco. La Caída de Camelot fue, es y será siempre una obra que muchos recordarán por lo que supuso. Kurt Busiek ha escrito un par de grandes arcos de Superman y aunque para muchos fans no es una aventura de las mejor consideradas, para mí sí que es destacable lo que en este arco argumental se hizo. Busiek escribe una de las mejores Lois Lane jamás escritas, y su Clark y demás personajes dan en el clavo desde el capítulo inicial. Son simpáticos, encantadores y reales. Y el arte de Carlos Pacheco, aunque no era distintivo, empieza, en mi opinión a volverse elegante aquí. Al menos, para lo que yo entiendo que una historia de Superman debe aportar.

Kurt Busiek continúa haciendo un trabajo de terrateniente en este Superman. Su héroe se parece muy poco a la encarnación de Jeph Loeb de principios de los 2000. Lo que le da a Clark una personalidad más común, y por tanto, diferente. Soy fan de la era anterior de Superman, esa de la que muchos no fueron y creo que es vital eso para encontrar interesante este tomo que se marca ECC Ediciones este mes que recopila los Superman #654-#658, #662-#664, #667, Superman Annual #13 USA; en definitiva, todo lo que comprendería esta aventura a la que se llamó La Caída de Camelot, que además recopila una potente sección de material adicional. Busiek ofrece algunos fragmentos geniales en esta historia de Superman. Me encantó el regreso de Bruno Mannheim y la «súper-lectura» de Clark en el avión fue muy ingeniosa. Busiek representa tremendamente bien la súper-inteligencia de Superman cuando es El Hombre de Acero. E insisto nuevamente en que Busiek sube de categoría por escribir una Lois Lane que es a la vez solidaria e independiente sin parecer una arpía (incluso si es el único personaje que Pacheco dibujó de una forma muy diferente a como la teníamos algunos en mente).

¿De qué va? Un día cualquiera, Superman, protege Metropolis de diversos villanos, incluida la organización conocida como Intergang, pero está a punto de surgir un peligro inconcebible en la remota Kazajistán. Se trata de un nuevo adversario al que el Hombre de Acero solo hará frente si lo permite Arión, un hechicero venido del pasado remoto de Atlantis, que le avisa de que el mundo está a punto de transformarse en una distopía horrible. Y será por su culpa… Esto dice la sinopsis pero yo añado que hablamos de un mago venido desde el siglo XVII que viaja en el tiempo al presente para advertir a Superman que el futuro es sombrío y que un héroe como él debería hacer algo. En una subtrama totalmente aparte, se nos cuenta que Kal-El tiene que enfrentarse contra lo que parece ser un ser muy similar a Doomsday antes de tener que luchar contra un malote, más malo aún y unidimensional, llamado Khyber. Una colección de historias que forman un todo y empujan a La Caída de Camelot como lectura a recomendar. Por lo diferente. Y eso que nunca fui muy fan de los arcos que mezclan superhéroes con fantasía clásica. El salto de Superman luchando contra el bizarro Subjekt-13 a la interrupción de Arion, me pareció un momentazo. Hay bastante acción aquí. Aunque la conclusión…, no sé yo… Pero el camino, todo lo que se vive, es lo que me impulsa a recomendar este tomo.

El problema de La Caída de Camelot es que la gente que la disfrutó como una historia mensual, veía que la trama se repetía con la misma premisa una y otra vez. Siempre diré que hay historias que se tienen que publicar de forma íntegra aunque la editorial pierda dinero. Lo importante es la historia. Este tema puede hacer que los fans critiquen una historia sin razón. Y eso precisamente es de lo que puede ser ejemplo La Caída de Camelot. Busiek y Pacheco hacen un buen trabajo mostrando el horror de Superman, ya que debe vencer a un Subjekt-17, un tipo que aporta un mal tan tremendo que casi no tiene sentido. Y cuando lo lees de forma seguida, lo flipas.