Reseña: La chica que vive al final del camino, de Laird Koenig

Aprovechando que la siempre recomendable Editorial Impedimenta lo acaba de rescatar, quiero explicar por qué amo tanto este libro. Aunque no sé si puedo exponerlo todo con palabras. Y adelanto que antes que el libro, vi hace mucho el film The Little Girl Who Lives Down the Lane, una madrugada de las que pude escapar del permiso de mis padres. Y se convirtió en una de mis películas favoritas, protagonizada por una Jodie Foster curiosamente de la misma edad que la protagonista del libro. Me identifiqué rápidamente con Rynn. Al crecer en los años setenta y ochenta, no se llevaba mucho pero fuera del deporte, siempre fui un crío que pasaba varias tardes solo, imbuido en mis fantasías, creaciones mentales e ideas. Era tímido, no tenía muchos amigos pero los que tenía, eran los mejores. Sin mencionar que vivíamos lejos del núcleo, más cerca de las montañas que otra cosa. Recuerdo una vez que mis padres me dejaron solo durante todo un fin de semana; la casa crujía, soplaba el viento y no tenía a nadie a quien llamar en caso de urgencia. Esta profunda sensación de vulnerabilidad y soledad me envolvió. Por esta razón, Rynn se convirtió muy pronto en un personaje afín para mí, mi heroína, es un personaje que abraza la soledad. E incluso para una niña, es una fuerza a tener en cuenta. Y seguro que ahora alguien me tildará de machista…

Pero también hace años que leí la novela La chica que vive al final del camino, por primera vez. Hace décadas y me encantó. Es de esas historias que se tienen clavadas y que incitan a revisitarla. Años después, todavía ocupa un lugar especial entre mis historias de terror favoritas leídas de jovenzuelo. Libros que me impactaron. Y habiendo perdido o donado el libro hace años, me sorprendió descubrir que estaba descatalogado y solo disponible en Kindle, aunque demasiado caro. Por eso, es muy buena noticia que Impedimenta lo rescate. Y si bien la protagonista es una niña de trece años de sorprendente inteligencia, este definitivamente no es un libro para niños pequeños. En esencia, trata sobre las restricciones de la sociedad, el absurdo del conformismo, y pinta con simpatía a una joven inglesa llamada Rynn que vive en una zona rural con su padre, un poeta.

Esta es una fabulosa historia de aislamiento y negativa a dejar que otros nos digan cómo vivir nuestras vidas. Laird Koenig nos pone brillantemente en la esquina del ring de Rynn desde el principio, ya que los primeros dos «adultos» que encontramos son seres humanos horribles. Uno es el dueño de la cabaña en el bosque que el padre de Rynn ha alquilado, el otro, su hijo adulto. A quien le gustan mucho las niñas pequeñas… Y mientras Rynn frustra sus acosos, empezamos como lectores a sospechar que hay algo extraño detrás de la ausencia prolongada del padre. Y una vez que descubrimos qué es (porque Rynn tomará medidas drásticas para proteger su secreto y vivir una vida de su propia elección), ya estamos perdidos.

Revelar mucho más, sería arruinar esta maravillosa experiencia de lectura. Porque aunque tenga sus años, apuesto los dedos de una mano a que este clásico de culto muy pocos lectores actuales la conocen. Un clásico de culto del que te enamoras y se te queda grabado de por vida. Cinco estrellas no son suficientes para una lectura tan maravillosa, a la que el paso del tiempo no ha hecho mella. Al leer este libro ahora, tantos años después, pensé que me sentiría diferente, pero todos esos viejos sentimientos regresaron junto con otros. Un libro que impacta.