Reseña: Taxista. Edición Definitiva, de Martí

Martí es un señor dibujante de este país que casi dejó todo para hacerse historietista en la eterna publicación de El Víbora. Revista maravillosa por la que muchos de los grandes del cómic de este país pasaron. Un señor que en sus obras consiguió un estilo pétreo y muy Eisner en ocasiones, que se volvía con los años ideal para ese género tan logrado y tan de moda ahora en el noveno arte como es el género negro. Dicen que sus cimas fueron Doctor Vértigo y este Taxista que os traigo hoy aprovechando que Ediciones La Cúpula lo acaba de publicar en una genial edición definitiva, que os adelanto ya, nadie debería perderse.

Taxista fue serializado originalmente en las páginas de El Víbora. Mientra lo leía, me retrotrajo directamente a aquellos benditos 80 donde siendo niño intentaba pillarle de extranjis a alguien algún ejemplar de esta revista de “cómics para adultos”. Underground ibérico. Muy de acuerdo con esa denominación. Todas las aventuras y desventuras de un taxista así como de los personajes con los que se va encontrando. Todo en un genial volumen. Donde Martí aprovechó las libertades de una España liberada de un dictador y sometida a sí misma al principio de los 80, para entregar un culebrón tan bizarro como entraño, toda una serie de historias que le van pasando a esta re-imaginación del Taxi Driver, de Scorsese.

Sin embargo, Taxista se mueve en un ambiente aún más sucio donde el autor nos sumerge con este personaje rubio, un poco «tonto» y convencido de ir por el buen camino que, sin embargo, no duda en volverse espeluznante contra la familia de depravados a la que persigue tras una muy venganza macabra. Y lo esencial se desarrolla principalmente de noche o en rincones muy oscuros en una división de pequeñas viñetas y en grandes siluetas deliberadamente desarticuladas que a mi me encantan y facilitan la lectura una cosa mala. Lo podría definir como cómic ligero para esa gente que tanta prisa tiene hoy a la hora de leer.

Taxista es una obra que se devora. Se lee en nada. La puesta en escena deliberadamente retro y kitsch podría asustar a más de uno, pero el contraste entre los dibujos y el contenido de los comentarios más bien adultos son demasiado impactantes para que no te guste. Y con una especie de humor negro a través de diálogos que molan a día de hoy. Alguien me dijo una vez que si el humor aguanta, la obra es buena. La característica línea en blanco y negro de una línea clara (que Yves Chaland no habría negado) juega con profundos contrastes como se pueden admirar en los primeros cuentos de Charles Burns. Taxista consiste, por tanto, en una persecución donde lo absurdo se codea con lo grotesco en un ritmo que al final resulta bastante agradable. Podemos verlo como una crítica a la sociedad y la abolición de los hitos más simbólicos, sobre todo, porque cada personaje se lleva con un estilo que recuerda a las tiras de las series a seguir de los semanarios de antaño. Es un poco como si Dick Tracy (otra de las grandes influencias del autor) hubiera cruzado la frontera del pensamiento correcto.

Las dos historias que componen la totalidad de las aventuras de este Taxista pueden adentrarnos en un universo lúgubre y desagradable pero que algunos sabemos que están a un paso en todas las ciudades de este país. Esos barrios obreros en un principio, que se volvieron deprimidos poco después, por la tendencia a la fácil ilegalidad que todo el mundo asume. Donde hemos visto de todo. Hablamos de vendetta, venganza y conspiraciones y podríamos simpatizar con la mala suerte que acompaña a nuestro «héroe» si no fuera tan limpio, pretencioso y vanidoso porque en definitiva es ante todo un buen tipo. Ese al que muchos consideran tonto por su bondad o porque parece que el que no es “pícaro” en este país, muy listo no es.

Mi principal crítica sería la conclusión muy rápida de la segunda historia. Pero más que nada porque duele que no exista nada más de este gran personaje. Dicen que Calvario Hills sería su secuela. Tengo que comprobarlo. Más obras de tan prolífico autor, por favor.