Me comentó un amigo comiquero – en cuya opinión confío mucho-: «Tienes que descubrir este cómic, creo que puede llegar a muchos lectores». Y cierto es que Limpieza en seco es una auténtica inmersión en la Bruselas de los años 70. Confieso que leí este cómic rápidamente, Limpieza en seco es un cómic con poco texto y los personajes no son muy habladores. Sin embargo, hay motivos para tomarte tu tiempo en admirar los detalles que cada una de las páginas de esta historia de Joris Mertens ofrece. El nivel de detalle y la magnificencia de los gráficos pueden dejar espacio para la contemplación durante varios minutos, sin problema. Un trabajo precioso, de verdad.
¿Y de qué va esta novela gráfica? Seguimos la rutinaria vida de François; vive solo, en una ciudad donde llueve constantemente, y lleva años trabajando en una lavandería sin recibir el más mínimo aumento. Odia la vida que lleva. Sus pasatiempos se resumen a jugar los mismos números de lotería todas las semanas durante cinco años, sin resultado, y tomar una pinta de cerveza fría en el Monico donde se encuentra con frecuencia con Maryvonne, con quien le gustaría establecer una relación más íntima… algún día. Pero una entrega cotidiana le lleva un día a llamar a la puerta de una mansión, escenario de un crimen, donde encuentra una decena de cadáveres y una bolsa llena de dinero. Por una vez parece que ha tenido «suerte» y François decide llevarse la bolsa… Y ya sabéis a lo que lleva coger lo que no es tuyo, en especial, si es pasta gansa.
La tristeza y la belleza de una época pasada, cuya moral se desvanece con el paso del tiempo, me llevaron entonces a sentir una fuerte melancolía al leer Limpieza en seco. Y nunca he vivido en Bruselas, ni mi vida se ha parecido en ningún momento a lo que se cuenta sobre este señor de triste figura. Pero la tristeza de no haber conseguido algo grande en la vida, a cierta edad, sí que es un sentimiento común en muchos de nosotros. Y aquí eso está muy bien representado. El tema de “el dinero no compra la felicidad” está muy bien pero el anhelo de ser rico, al menos, por un tiempo, es un deseo que rara vez nos podremos quitar de encima. Sentir esa sensación. La no preocupación por lo que puedes o no gastar…
Me quedó una enorme empatía por François tras leer esta obra. Este hombre es uno más de nosotros y el que me diga que no haría lo que él hace, miente. O está muy cerca de hacerlo. Codicia y envidia sin ser codicioso, y el suspense de este cómic, su fuerza, es ver que el riesgo lo somete y lo consume. Se trata en definitiva de una historia popular, genial, que no esperaba que me gustara tanto. Totalmente recomendable por las sensaciones que deja. Además de que los problemas sociales que trata son atemporales. Esta historia jamás envejecerá.
¿Y el dibujo? Menuda bofetada visual. Esta Bruselas bajo la lluvia de los años 70 y 80 con su cuota de Renault 5, Estafette, DS, 4L, Citroën Diane…, donde también se siente como la París de sus grandes atascos y caras pálidas y malhumoradas de sus habitantes; los rostros de los personajes y sus expresiones faciales están muy bien transcritos por Joris Mertens, que aprovecha para ofrecernos numerosas escenas mudas donde comprendemos fácilmente las reacciones de los diferentes protagonistas. Estamos ante el ejemplo perfecto de cómo conseguir ambiente y personaje con lenguaje no verbal. Así que cómic descubierto, my friend, y recomendación reportada a mis lectores.