Reseña: Dune. Las Aguas de Kanly, de Brian Herbert, Kevin J. Anderson y Mortarino

La novela original de Dune del fallecido Frank Herbert es una de las obras literarias más famosas del género de Ciencia Ficción. Una de las más atrapantes y bien escritas, diría yo. Pero de acuerdo con el legado de Herbert, su hijo Brian Herbert y el novelista Kevin J. Anderson han ampliado los límites del mito de Dune a través de su reciente colaboración con BOOM! Studios, centrándose en las secuelas de la legendaria Batalla de Arrakis. Y Norma Editorial están trayendo todas estas obritas que son toda una delicia para el lector que disfrutó de las novelas y más aún de la reciente peli (en poco tiempo en plural) del siempre genial Denis Villeneuve.

Dune: Las aguas de Kanly relata la terrorífica noche en la que los Harkonnen utilizaron sus fuerzas de élite para quemar la Casa Atreides hasta los cimientos. Incluso después de un año, Gurney Halleck recuerda esa noche tan clara como el día, cuando las espadas chocaron y las cañoneras bombardearon desde arriba, convirtiendo todo el patio del palacio en un cementerio en llamas. Pero Halleck, ahora contrabandista, y su banda de leales a Atreides trabajan junto a Staban Tuek mientras esperan el momento oportuno para vengarse de los Harkonnen. Halleck necesita servir «kanly» al único hombre al que quiere ver bajo una gran losa, que había hecho de su vida un infierno desde que era niño. Lo llaman La Bestia Rabban.

Un poeta guerrero, las melodías de Gurney Halleck han sido tristes últimamente, lamentando la pérdida de su Casa y aún más la pérdida de su alumno y heredero aparente, Paul Atreides. El cómic que hoy os reseño comienza con una nota melancólica, abriendo lentamente las cortinas de un pasado tumultuoso para pintar una visión sombría del presente. Aunque Halleck ya no es un hombre de prestigio político, esos rangos de poder no significan nada para un hombre que ha vivido sus años de formación en fosos de esclavos y ha visto cómo le arrebataban a su familia. Y puede que la casa Atreides haya sido aniquilada, pero nunca será olvidada. O encontrarán la muerte y su sacrificio será en vano, o la venganza será lo más dulce que han comido nunca.

La historia le da al protagonista una historia de fondo trágica, golpeando duramente al lector con algunos momentos horrendos de su historia. La trama me gusta porque serpentea a través de una narrativa llena de exposición. A pesar de su mala reputación de asesinos y miseria, el planeta Arrakis tiene una cultura multifacética y profundamente arraigada, todo lo cual se defiende bastante bien en Las aguas de Kanly. El artista Francesco Mortarino le da al cómic una apariencia de anime usando un trabajo limpio a lápiz e intensos primeros planos de rostros expresivos, lo que se suma a la narración dramática. No lo esperaba. Mortarino da vida, con el color de Raúl Angulo, a la adaptación al cómic que Brian Herbert y Kevin J. Anderson han llevado a cabo del relato corto que ellos mismos escribieron. Las aguas de Kanly prepara muy bien desde el principio el escenario para un viaje en el que se revela mucho sobre la política y el status-quo del planeta desértico de Arrakis y la historia ayuda a desarrollar el personaje de Gurney Halleck, uno de los varios personajes secundarios de la mitología de Dune pero en cuyo pasado merece la pena indagar. Cómic que muchos necesitábamos. Saber más de un personaje que gusta y enamora siempre es bien. Los primeros años de vida de Halleck, brindando un trasfondo emocional al rudo y duro soldado que también muestra su espíritu de supervivencia incluso en los momentos más oscuros. Un volumen necesario.