Reseña: Dick Tracy 1943-1945. Flattop El Asesino, de Chester Gould

Si hubo un detective privado que me inspiraba para mis primeros escritos de juventud, ese era Dick Tracy. Fuertemente influenciado por las tiras de prensa que me propinaba mi tío y mi abuelo, llegué a crear bastantes aventuras del “tío de la mascota cuadrado” incluso llevándomelo al terreno sobrenatural; que para mí es lo que siempre le faltó a esta obra para bordarlo del todo.

Dick Tracy comenzó su carrera en la página dominical de los periódicos Chicago Tribune y New York News, en octubre de 1931. A los pocos días, tras el éxito inmediato, sus aventuras se volvieron tiras diarias. ¿Dick Tracy? El del cómic para nada tiene el perfil del petimetre interpretado por Warren Beaty en la película homónima de 1990. Dick es un tío físico fornido, duro, con una mirada acerada y la nariz rota, tratado en un tono semi-caricaturizado de un luchador de «wrestling» bien vestido, diría yo. Con unos gráficos expresionistas y brutales llega el éxito de Chester Gould nuevamente a nuestros lares, y lo hace en una genial edición en tapa dura que nos trae la maravillosa colección Sin Fronteras de Dolmen Editorial. Dick Tracy es un cómic súper chulo, que engancha y ha sobrevivido en ciertos aspectos muy bien al paso de los años. Ignora toda censura, sumerge al lector en los tugurios de las grandes metrópolis, y ya sabemos que saber de los barrios chungos, mola mucho. En sus viñetas están muy bien representados el miedo, la intensidad dramática, el sudor… Además, Chester Gould era un tío lanzado con algunas de sus historias, así que vais a ver que es un tío que no se achanta, sobre todo, creando ladrones de todo tipo, sin florituras: pistola al frente o ametralladora Camembert puntiaguda y Dick saldando cuentas a su manera. Sin duda, inspiración total para muchos y diría que total, para aquel «justiciero» que veríamos en pantalla grande años después interpretado por Charles Bronson.

¿Dick Tracy? Una serie «cruda», bien escenificada, reflejo de una América que estaba harta (en ese momento) de ver sus calles en manos de toda la calaña que surgía de los barrios-bajos (underground) del momento. Chester Gould cuidará de su héroe durante más de cuarenta años y en el bendito año de 1977, pasara la antorcha-relevo a su asistente Dick Fletcher, aunque ciertos escenarios fueron inventados por el maestro Alan Collins también. No sé a vosotros, pero a mí ver un clásico de siempre, al que siempre he querido echar mano en formato cómic y en una edición genial, lo veo como una oportunidad irrepetible de tener una nueva joyita en la colección. Y es cierto lo que me dicen algunos amigos que a día de hoy raro es que te seduzcan cómics tan pioneros, es decir los de los años 20 o 30, especialmente viejas glorias que no han soportado el paso del tiempo. Pueden tener razón, o no,esto que dicen les aseguro que sucede bastante más en el campo de la Ciencia Ficción. En el género negro no es lo mismo porque el mal del ser humano, la maldad, no ha variado mucho pese a los años. Y aun así, hay por ahí algunas historias de anticipación muy buenas que por sus argumentos no desentonan demasiado.

Lo que hay que ser consciente es del valor y respeto que infunde Dick Tracy cuando lo lees. Sabiendo todo lo que hay detrás, es uno de esos cómics estadounidenses que representan el género negro como pocos, tantas décadas después de su creación. Dick Tracy, sus aventuras y personajes, se consideran serie puntera en el primer tramo creativo nacido en el noveno arte USA; eso sin contar en ser una de las más vendidas entre el gremio policial de entonces ya que nació en 1931 bajo el lápiz de Chester Gould, el mismo año de la condena de Al Capone, una gran victoria para la policía que consigue con esto hacer retroceder bastante el gángsterismo y la mafia desatada en el país tras la Ley Seca. Creo que por eso Dick Tracy es así, duro reflejo de la violencia de la época (asesinatos macabros, víctimas asfixiadas, enterradas vivas, puñetazos y tiros por doquier…), un cómic con un realismo muchas veces brutal en su espíritu e intrigas y bien caricaturizada en estilo (Tracy y su famosa barbilla cuadrada). Además, de contener una impresionante galería de criminales de físico monstruoso y grotesco, con los que Tracy lucha ferozmente, pero también utiliza técnicas de laboratorio.

Dick Tracy no es otra cosa que una magnífica serie, protagonizada por un icono del noveno arte, que realmente merece ser (re) descubierta.