Reseña: All-Star Superman, de Grant Morrison, Frank Quitely y Jamie Grant
Para el seguidor de cómics que no lo sepa se lo digo yo: All-Star Superman, de Grant Morrison y Frank Quitely es una de las obras imprescindibles a leer del personaje. Ahora, gracias a Panini Cómics, volvermos a tenerlo entre las novedades. Pero ésta vez, sin errores. Para el que no sea seguidor de cómics pero ama leer buenas historias: ya estáis calentando el sitio porque, sin duda, es una buena historia. Tenéis que haceros con este tomo sí o sí. Y para el que no “trague” a Superman: decirle que es un buen momento de ponerse con él, porque esta fantástica edición trata al personaje de una forma diferente y son otros ojos lo que os ayudan a saber facetas del hijo de Krypton, en las que nadie había reparado. Os diré algo más para calentaros: All-Star Superman es una obra ganadora de dos Premios Eisner (2006 y 2007), el mayor premio que existe en el mundo del noveno arte. Y es que estamos ante una miniserie que es, sobre todo, entretenida. Doce números que en nuestro país han sido recopilados en un tomo y que en mi querida USA fue una de las más seguidas, batiendo récords de venta entre 2005 y 2008.
Escrita por Grant Morrison (uno de los maestros de la historia del pijameo) y dibujada por Frank Quitely, nos cuenta, una vez más, los orígenes del Hombre de Acero pero desde una perspectiva diferente. Todo como parte de una idea de DC Cómics que sigue dando la oportunidad a grandes autores de contar su versión de un personaje tan emblemático y querido por todos los que fuimos niños en los 80. Porque All-Star Superman cuenta la historia de origen del superhéroe, un hecho que ha sido decenas de veces publicado, pero Morrison, consciente de lo trillado del tema, reinventa una historia a partir de un hecho que marca al personaje: a Superman le queda solo un año de vida. ¿Cómo? Sí, sí, las continuas exposiciones a la radiación solar le están matando y el superhéroe sabiendo que se le agotan los buenos momentos en el planeta que le acogió y al que juró defender por encima de todo, decide cerrar todos los hilos abiertos de su vida. Quedar bien. Despedirse como un señor de todos aquellos con los que una vez tuvo contacto y les llegó a tomar cariño. Así que Superman visita a sus padres adoptivos los Kent, a compañeros y compañeras de trabajo en el Daily Planet, y por supuesto, a su némesis, el gran villano Lex Luthor, que no puede creer lo que está escuchando.
Morrison abandona con estas historias la tendencia actual de superhéroes llanos y cercanos, para regresar al gran superhombre que todo lo puede. Morrison se centra única y exclusivamente en el propio Superman. Un maldito superhéroe con una maldita enfermedad estratosférica pero enfermedad al fin y al cabo. Aquí no hay tiempo para emociones. Superman va de cabeza a intentar que sus enemigos se exoneren para siempre. Un reto entre los retos. Superman tiene lo que hay que tener. No solo lo va a intentar. Algunos no tendrán opción de negarse. Morrison construye una historia fuerte dentro la perseverante flaqueza que acomete a un personaje enfermo. Las historias son fáciles de encajar. No veo aquí ningún homenaje a un héroe clásico. Lo que encuentro es un Superman luchando como nadie por recuperar el tiempo perdido. Y eso me ha encantado, friends.
Por otro lado, reconozco un buen dibujo cuando lo veo. No conocía mucho a Frank Quitely, pero tiene un no-sé-qué en el perfil de cada personaje que dibuja que genera sensaciones agradables. He revisionado otros trabajos suyos y me he dado cuenta de que Quitely en All-Star Superman alcanza un alto calificativo, un nivel muy alto, porque hace lo que tiene que hacer, mostrarnos ilustraciones de tonos alegres dentro de una historia triste.
All-Star Superman es diferente. Sirve para todos. Una visión real de los últimos momentos de un hombre. Un hombre que fue superhéroe y que como luz de vela se apaga lentamente.
Una historia memorable.