Reseña: Los Eternos. Matar a un Dios Espacial, de Jack Kirby

Matar a un Dios Espacial es más caviar Kirby en formato económico. Continúa la colección que muchos llevamos adelante donde se está publicando todo lo concierne a Los Eternos; lo mejor, o mejor dicho todo, de la serie clásica de donde proviene todo el germen para el film épico en ciernes que se nos viene en encima dentro de la UCM.

Matar a un Dios Espacial abre con The Eternals #12 USA que se publicó en 1977. Donde un grupo de Eternos se sorprende cuando se topan con un buen contingente de invitados, invitados que no esperaban ver. Y donde la llamada Uni-Mente toma forma para el horror de todos. ¡Presenciad LA VISITACIÓN que se materializa ante nosotros! Los Eternos toman el cielo, llevando a Margo y Sam Holden con ellos.

Y me encantó, me gusta y me llamó la atención que justo después nos metan en el tomo el primer Annual de Los Eternos que vio la luz a finales de ese bendito año. Cosa que nos demuestra que Panini Cómics está haciendo un tremendo trabajo con la colección, sirviéndonos todo-todito-todo de la cabecera, además, en orden cronológico.

Donde encontrar a Zuras mostrándole a Thena una imagen en una pantalla de visualización de un hombre neandertal arrasando la ciudad de Nueva York. Zuras, convencido de que sabe quién es el responsable de esos actos de ese ser: ¡Zakka, el Maestro de Herramientas, un Desviante de varios siglos de antigüedad! Y Thena cree que puede manejar a ese Zakka. Pero a ese tío color verde lo conocemos nosotros con otro nombre… (Es curioso como Zuras hace su aparición aquí, y luego desaparece para aparecer al final del Eternals #15). ¿Kirby brindando por los cliffhangers? Por supuesto. Y en ¡Astronautas!, vemos al hermano Tode, llevado por sus sirvientes, conduciendo a Kro a un área de trabajo importante dentro de Lemuria. Aquí, Tode ha construido un «regalo» para los Celestiales: ¡una inmensa bomba, un buen regalito para destruir su nave nodriza…

Es que es maravillosa esta obra. Jack Kirby nos mete en vena una nueva mitología con personajes que a su vez son semi-dioses, que a su vez son superhéroes y se brinda por lo clásico, lo antiguo y a la vez lo evolucionado. Lo futurista y el tema espacial como caminos que llevan a Olimpia. ¿Otro ejemplo? En este último número que os comento los protagonistas se dan cuenta de que alguien está investigando a los poderosos Celestiales. Pero han percibido que  son… ¡Dos astronautas estadounidenses! Terry Parker y Matt Durgan, enviados en un vuelo especial para investigar una nave nodriza que no entienden y para colmo, van armados con materiales telescópicos avanzados.

Tenemos Desviantes, Eternos, Celestiales, superhéroes y humanos; todos encontrándose en una misma trama. Una epopeya. Además, aquí vamos a ver al verdadero Hulk por el que tanto brindaba Kirby; ese que siempre fue para mí un personaje épico, de renombre, una bestia desatada que no sabe lo que hace y fuerte e incontrolable como una estrella a punto de explotar. Como pocos seres vivos en el Universo. No el mamarracho que sale en las pelis donde cualquiera con pijama lo tumba. Pero aquí hablamos de un gran arte, y Kirby creando un malvado Hulk de época. Como ese mismo con cuyo “desprendimiento de retina” la lió y sirvió para juntar a Los Vengadores en su inmortal número #1.

Y las escenas de la destrucción de Kirby son maravillosas siempre. Especialmente, cuando un edificio cae… jajaj. Y poco a poco vamos conociendo más de esta mitología y otros tantos seres que Kirby tenía en esa inmensa cabeza llena de imaginación. En este tomo, por ejemplo, es la primera vez que vemos el hogar de los Eternos Polares…

Mirad, es tan increíble esta colección, tan indispensable, que no es otra cosa que la mejor edición que se ha hecho hasta el momento de esta genialidad del maestro. En color, con todos los detalles e insisto, a bastante buen precio. Una edición que incluso aporta los trabajos o ensayos como ¿Por qué mutados? o Pronunciamientos Eternos que Kirby incluía de su puño y letra en algunos números al final.

La colección que estoy más orgulloso de llevar adelante.