Reseña: El Monstruo de Hawkline (Un Western Gótico), de Richard Brautigan

Ahora voy con la recomendación original para devorar en estos días que se aboga tanto por el Terror. Una novela que sorprende, sobre todo, por cómo es extrañamente poco conocida en los círculos literarios del género, aunque es una historia que deja de todas-todas con el culo torcido.

El Monstruo de Hawkline: Un Western Gótico la definiría más como novela occidental gótica antes que horror puro. Su subtitulo A Western Gothic está tremendamente bien puesto. Pero no me refiero a engaño con el contenido. No quiero decir que no estamos ante una historia de Terror. Me refiero a la engañosa sencillez con la que el poeta/autor Richard Brautigan ofrece la historia. En el momento que pasas por el primer capítulo, los acontecimientos se descomponen en frases tan eficientes por las que Hemingway lloraría. Y es que para nada me resulta extraño que esta historia la quisieran filmar en su día Hal Ashby o Tim Burton. Sobre todo, este último, porque es una trama Burton cien por cien. ¿Bittlejuice (Bitelchús)? Pues sí, me da que dicha peli bebe bastante de aquí y en muchos sentidos. Como si Burton se hubiera dicho: «¿No me dejáis hacer El Monstruo de Hawkline? Pues me lo invento». ¿Y qué cuenta El Monstruo de Hawkline: Un Western Gótico? Voy,

El viaje de San Francisco a Hawái pudo ser la experiencia más aterradora por la que habían pasado Greer y Cameron, incluso más terrible que aquella vez que dispararon a un ayudante del sheriff en Idaho diez veces y el cabrón no se moría y Greer finalmente tuvo que decirle al ayudante del sheriff: «Por favor, muérase porque no queremos volver a dispararle» y el alguacil contestó: «Está bien, moriré, pero no me disparen de nuevo». Personajes así, engañan al lector que se proponga leer El Monstruo de Hawkline: Un Western Gótico, una maravilla que lo petó en USA en los años 70. Alguien existe y luego no existe. La naturaleza y poder de esta novela es la mezcla exacta de creatividad y originalidad que el poeta embrujado Brautigan hizo, cuya vida tristemente terminó en suicidio.

La premisa habla de dos sicarios que son contratados por una extraña mujer nativa americana para matar a un extraño monstruo que vive bajo su sótano. Creo que con esto ya os he puesto en situación de una forma que queréis leerlo sí o sí. Y hacéis bien. Porque yo pasé por eso cuando supe que Blackie Books reeditaba esta maravilla de la literatura estadounidense del siglo XX. Aquí nos trasladamos al año 1902. Dos asesinos a sueldo, Cameron y Greer, regresan de un trabajo fallido en Hawái. Greer es el cerebro de la operación, mientras que Cameron es un poco raro y se puede decir que un poco autista. Todo cuenta para él: le gusta contar los pasos, las palabras, ruidos repetidos, todo. Cuando estos dos sujetos regresan al continente, se les acerca una joven y hermosa nativa americana llamada Niña Mágica (Magic Child) la cual les entrega unos miles de dólares y les dice que deben regresar con ella a Oregon para matar a algo. En unos años en los que la Coca-Cola costaba cinco centavos, unos pocos miles de dólares es mucho dinero. Así que estos dos no dudan en aceptar la oferta. Sin embargo, una vez que regresan a la ciudad, las cosas comienzan a ponerse feas. Regresan a la casa de la madre de la niña y Miss Hawkline, en cinco minutos, Magic Child y Miss Hawkline, se vuelven la misma persona. Así que ahora hay dos Miss Hawklines. ¿Cómo? Ya lo entenderéis.

La señorita Hawkline original les explica que deben matar a un monstruo que vive en el sótano. También les cuenta que su marido era científico y que estaba trabajando en un experimento y puede que haya creado accidentalmente a ese monstruo antes de desaparecer. Cameron y Greer están preparados para el trauma, pero a medida que el grupo de cuatro empieza a hablar, se distraen, incluso se confunden, sobre por qué están todos aquí, tienen sexo, y se varias situaciones oníricas. Después de varios sucesos, parecen recuperar sus sentidos. La señorita Hawkline cuenta que el monstruo tiene la capacidad de confundirlos y por eso lo están. Mmmmm… Y hasta aquí llego. Porque El Monstruo de Hawkline: Un Western Gótico no es otra cosa que una experiencia lectora que hay que vivirla en primera persona.

Que nadie te la cuente.

Es difícil decir que la trama de una novela es incorrecta cuando como guion funciona. La realidad es que si la trama principal hace muchas cosas bien, al final, da igual lo que pase, la obra sigue siendo un éxito. Y eso ocurre con esta obra inclasificable en la que inicialmente empecé a leer el libro incentivándome a pensar en la historia como una peli ochentera de David Cronenberg. Me fue imposible no amar el estilo. Y os confieso que quiero escribir algún día algo así. Un personaje no muere por la violencia sino por la destrucción de su identidad. Esto me ha marcado. Todas las historias donde hay niños con poderes sobrenaturales nos han enseñado a ver que un pequeño o pequeña con un poder demasiado grande terminan por ejercerlo de forma horrible. Y por eso El Monstruo de Hawkline merece un lugar de honor entre las más originales novelas de horror que se pueden recomendar.