Reseña: Papyrus (1990-1992), de Lucien De Gieter

Papyrus, del autor belga Lucien de Gieter, es un cómic clásico de la BD que tiene aventuritas muy molonas a poco que gustes del buen cómic europeo… y del género histórico. Género de aventuras propiamente dicho. Por eso en estos números aplica, una vez más, todo lo que concierne al Antiguo Egipto y sus arquetipos del héroe de lucha constante. Conocimientos también que disfrutas como lector gustoso de mitos, leyendas y cuentos que se utilizaron para sacar adelante la seductora fantasía egipcia. Demonios y maravillas a partes iguales. Y es que realmente tengo muy buenos recuerdos de las lecturas de Papyrus, en general. Con cada volumen que va publicando Dolmen Editorial nada me quita ese gusanillo de querer más cuando los termino. Aventuras con todas esas intervenciones del panteón divino egipcio de fondo pero donde se añade una buena dosis de fantasía, ideal para lectores jóvenes ávidos y adultos que amaron y siguen amando todo lo que concierne a la BD y a los mitos como el coloso sin rostro, los cuatro dedos del Dios Luna, las lágrimas del Gigante, el Laberinto (una aventura chula incluida en este tomo), los jeroglíficos y personajes inolvidables.

Papyrus es, por ejemplo, una alternativa interesante a Alix (y su serie relacionada) donde descubrir historia antigua, y el Antiguo Egipto en particular. Sobre todo los primero álbumes que ya fueron publicados en sendos tomos por Dolmen Editorial.

Papyrus (1990-1992) contiene los títulos El Laberinto, La Isla Cíclope y El Niño Jeroglífico. Un quinto volumen donde acompañamos al héroe en un viaje de ida y vuelta a la civilización minoica, cómic que hubiera molado muchísimo que me lo hubieran enseñado en clase de Historia en el instituto. Porque vale para cuando se tocan dichos temas, os lo aseguro. El Laberinto es un álbum sumamente dinámico donde nos topamos con un Papyrus más activo, mucho menos afectado por los acontecimientos, y obligado a luchar por su supervivencia. La ausencia de la habitual galería de personajes que lo rodean probablemente sea algo por lo que hay que pasar también. Teti-Sheri, poco presente en esta historia aunque su imagen tiene una escena importante que representar. Y se revela algo que será útil más adelante…

La Isla Cíclope habla de los setenta días durante los cuales se momificó el cuerpo del príncipe Melos, hijo del rey de Creta, Minos Idomeneo, muerto en Egipto. Fue colocado en un sarcófago dorado. Y en este momento, escoltado por la princesa Teti-Sheri, es traído de vuelta al país a bordo del velero real. Una terrible travesía para los egipcios porque nuevamente la princesa es víctima de un intento de asesinato cuando es arrojada por la borda.

Me comentaba mi tito americano, ese amante del cómic europeo que me metió en esto que, El Niño Jeroglífico es un álbum menor de la serie. Contiene hermosos pasajes (algunas visitas, con soberbias ambientaciones) pero también es una historia donde Papyrus parece bastante pasivo. Yo diría que es una historia donde De Gieter aprovecha para demostrar su conocimiento y nos lleva con él a este Egipto de la época de esplendor con hermosos dibujos. Aunque está claro que es una historia no muy imponente en su contexto. Aquí lo didáctico se impone a la aventura y eso puede no gustarle a los que ya tienen una edad. Aunque para mí, lo que la salva de una mala nota, es la presencia de la siempre dulce Teti-Sheri y todo el encanto y el sabor que aporta. Y el regreso de la «familia».

Dicho ya, Papyrus tiene eso: deja muy buenos recuerdos de sus lecturas. Suspenses momentáneos que se van desarrollando con las tramas, una serie de cómics que claramente iba dirigida al público juvenil de la época que no son otros que nosotros y nosotras a día de hoy.