Reseña: LENA (Integral), de Christin Pierre y André Juillard

Había seguido la prepublicación de El largo viaje de Lena en la revista Bodoï y reconozco que me aburrí leyendo esa historia. Ni siquiera me molesté en terminar ese álbum. Pero no sé… algo se encendió en mí de nuevo cuando vi que Norma Editorial publicaba en formato integral toda la obra y decidí que quizás algo no pude entender en su momento porque me constaba que las opiniones eran buenas sobre la obra de Christin Pierre y André Juillard.

Y vino genial poner de nuevo la mejilla. Publicada muy apropiadamente en la colección Long Courrier, de la famosa editorial Dargaud, me sedujo este largo y lento viaje de Lena cuando vi, sobre todo, todo lo que había más allá de dónde la había abandonado anteriormente. Una inmersión en un mundo de espías, pero también una huida hacia adelante para alcanzar un pasado misterioso que, una vez revelado, provoca que entiendas la historia de otra forma. Y es que, como más o menos indico, el guionista se toma su tiempo para armar una trama a menudo compleja pero que va cuadrando a menudo que la obra se cierra con el paso de los álbumes. De ahí lo esencial de hacerse con esta obra en formato integral tal y como ahora se publica este mes.

Pierre Christin, como es habitual, nos presenta una aventura de Lena que gira en torno a Oriente Medio. Por otro lado, lo hace en forma de un formidable “huis-clos” (a puerta cerrada) donde cada protagonista desconfía del otro, bajo la mirada de una perfecta Lena como maestra de ceremonias. Eso si, si prefieres los cómics con mucha acción te equivocaste de camino. El largo viaje de Lena, Lena y las tres mujeres y Lena en el brasero, se sitúan bajo el signo de la diplomacia, el thriller y no de la acción. Con personajes muy creíbles y con un dibujo perfectamente dominado por André Juillard, aún más bonito en esta edición que me dio la sensación de estar retocada respecto al álbum en francés que leí; tres álbumes que conforman una historia muy de película europea que no me extrañaría nada que se tuviera en mente. Una historia casi susurrada donde la violencia se internaliza por completo solo para resurgir al final. Una obra sobre el duelo y el renacimiento de una persona venida a menos.

Lena es una mujer desconocida, dulce, cuyo pasado se desvelará en pequeños toques, un poco como un cuadro impresionista de Seurat donde la comprensión solo aparece cuando das un paso atrás y se han pintado suficientes trazos para no parecer pocos. Seguimos el viaje de Lena en una sucesión de postales que el dibujo acolchado de Juillard nos acerca y nos aleja. Lena es extranjera en todos sitios como aquella canción de The Doors. También un poco como el héroe epónimo de Camus, no parece pertenecer a nuestro mundo. La vida es una nube de humo, detrás de la cual se esconde la verdad, como los innumerables cigarrillos que fuma…

Insisto en que el jugo de la trama está atado a las últimas páginas. Pero el viaje ya creo que merece la pena. En mi opinión, esta técnica narrativa es un poco arriesgada por parte de Christin; no todo el mundo aguanta tanto beneplácito a no ser que alguien le haya aconsejado un buenísimo final. El tiempo es corto y los libros son muchos, que decía mi abuelo. Y ese y no otro, es el motivo de esta reseña. Aclarar que si se le da tiempo, la historia lo merece. De hecho, el rostro omnipresente de Lena no oculta los acontecimientos sino que los ilumina a través del filtro de la vida de su persona. A través de los pequeños detalles de sus asuntos… Sola. Sola con mi pena.

La trama de Lena es poderosa y no solo por tratar el terrorismo internacional, sino también por tratar el dolor personal y el sacrificio de las personas en ciertos trabajos. Sobre el dolor que sofoca y quita toda sal a la vida. También es una reflexión sobre el libre albedrío. Pero, ¿Lena es libre, en realidad? ¿Prisionera de su pasado? ¿Prisionera de su venganza? Dijo Spinoza una vez que el libre albedrío es una ilusión porque si el ser humano es consciente de sus acciones, no es consciente de las causas tras sus motivaciones. Al final, ¿no es Lena fruto de la geopolítica? ¿No lo somos todos?