Reseña: El Vigilante del Umbral y otras historias escocesas de terror, de John Buchan

No sabía que esperar. Antes de toparme con esta novedad, solo sabía que John Buchan había escrito Los treinta y nueve escalones que el maestro Alfred Hitchcock había convertido en película. Pero cuál fue mi sorpresa cuando veo que la magnífica Diábolo Ediciones que tanto está abogando últimamente por publicar buen Terror en nuestro país, va y nos deleita con una maravillosa antología de relatos de este señor. ¿No tengo que recordar que Diábolo nos ha traído de vuelta los magníficos Tales from the Crypt y Weird Science, no? ¿O sí? A eso sumad la magnifíca Biblioteca de Cómics de Terror de los Años 50 donde se han publicado joyitas como Vodoo (https://www.cronicasliterarias.es/?p=9578) o El Extraño Mundo de tus Sueños (https://www.cronicasliterarias.es/?p=512) entre otras muchas chulas ediciones. No obstante, Diábolo Ediciones (cuyos editores parecen devorar todo lo que yo amo), también cuenta con una serie de publicaciones denominada Colección Fantasmas, donde están publicando novelas y antologías de grandes maestros “desconocidos” de este tipo de arte. Lo que me lleva a decir que, en realidad, sabía qué esperar. Paz, terror y después susto. La boca hecha agua cuando decidí ponerme a devorar este tomo durante las noches de verano pasadas.

Resulta que John Buchan era un hombre absurdamente consumado. No me queda claro cómo fue posible hacer, todo lo que hizo en el transcurso de una sola vida. Fue secretario privado del gobernador británico en Cape Colony. Fue editor de El Espectador. Estudió Derecho y fue llamado al Colegio de Abogados (como se decía antes en el Viejo Continente). Sirvió en el Cuerpo de Inteligencia Británico durante la Primera Guerra Mundial. Fue presidente de la Sociedad Histórica Escocesa. Fue miembro del Parlamento. George V lo elevó a la nobleza y lo nombró gobernador general de Canadá. Además de todo esto, Buchan se casó y tuvo hijos y de alguna manera logró escribir treinta novelas, docenas de obras de no ficción y cuatro volúmenes de poesía. Además, cualquiera que sea nuevo en Buchan puede saber que fue contemporáneo de Kipling, Wells y Chesterton y un gran admirador de su compatriota Robert Louis Stevenson. Como se representa en estos relatos que comprenden El Vigilante del Umbral y otras historias escocesas de terror, su estilo e intereses se alinean bien con los cuatro autores mencionados. Si no fue el maestro que fue Stevenson, al menos fue un discípulo disntiguido.

Las historias incluidas en esta edición fueron publicadas entre 1896 y 1928. Temáticamente, giran alrededor de la línea que divide nuestros hábitos civilizados de nuestros instintos bárbaros, nuestra moralidad social cristiana de las supervivencias paganas que flotan inquietas bajo la superficie de la cultura que alguna vez asumimos. Algunas de las historias pueden clasificarse como fábulas, otras como ficción especulativa pero, sobre todo, son tramas donde se juega con el terror psicológico y el realismo formidablemente bien. Vale la pena muchísimo haber disfrutado, en especial de joyitas como La marea del diablo, Espacio, Tiempo de verano, Los fantasmas de Standlan, Fountainblue y, por supuesto, la joya en bruto que es El Vigilante del Umbral. Pero es que además el volumen abre con una magnífica introducción al autor como es la elaborada por el señor Alberto Ávila Salazar. Una forma de llegar al autor magníficamente bien labrada que os incitará -diría- a hacerse con más obras de este genial autor apenas conocido en nuestro país.

De los relatos súper recomendados no comentaré nada para que los disfrutéis en su totalidad. Pero de otros como Tierra de nadie os puedo decir que vais a “presenciar” el poder de Buchan para usar el don descriptivo creador de ambiente siniestro que tiene. donde recuerda mucho al mismísimo Algernon Blackwood. Final épico de este relato, por cierto. El Vigilante del Umbral, por ejemplo, se basa en un estado de ánimo basado en la arquitectura (valga la redundancia) y el paisaje para sugerir lo sobrenatural sin evocarlo explícitamente. (¡Uy! ¡Se me escapó!) Cuando lo disfrutéis, me entenderéis. Y sobre La verde pradera decir que para colmo estamos ante un autor que es que capaz de llevarnos al «racismo de sangre» instintivo que llevaron «la carga del hombre blanco» en el Imperio Británico antes de la Segunda Guerra Mundial. Y hacernos sentir terror sobre eso.

Tiene de todo esta antología. Mola un montón.