Reseña: Conan de Cimmeria I (1932-1933), de Robert E. Howard

¿De verdad queréis leer una reseña sobre este precioso volumen de Conan de Cimmeria I 1932-1933? Hablar, alabar una obra que recopila los relatos de este magnífico personaje, sería como si estuviéramos debatiendo cine y se empezara a hablar de Ben-Hur, Los Diez Mandamientos o Casablanca. Clásicos entre clásicos, joyitas entre joyitas, un autor que empieza a despuntar con sus escritos, sobre todo, tras su muerte con tan solo treinta años. Obritas u obra en general, que demuestra que estamos ante un autor prolífico y con un don para crear personajes icónicos, épicos, la mayoría e inolvidables y reconocidos en obras posteriores casi todos. Porque épica/o es una palabra que va a salir bastante cada vez que se hable de Conan y eso es inevitable. Un personaje que, por cierto, va a ser conocido mundialmente tras la compra de derechos por parte de Marvel y su salto a los cómics.

Pero aquí hemos venido a hablar de un tomo con relatos de los años 30 del pasado siglo. Cuando el pulp estaba de moda. Relatos hacia otros mundos, fuera y dentro de éste. Bastantes autores dándolo todo, con un Edgar Rice Burroughs en plena forma con su Tarzán, su Barsoon Series, Piratas de Venus o su Pelúcidar, donde tenemos gente viajando al centro de la Tierra. Pero también H.P. Lovecraft y tantos otros, escritores muy conocidos a día de hoy entre los que profesamos y amamos este tipo de literatura que mezcla fantasía, horror y ciencia ficción en cualquiera de sus formas. Y más, muchos más autores que se apuntaron al carro de la famosa revista Weird Tales… pero friends, es que lo mejor de todo es, que raro era el autor de los que os hablo que no tenía calidad para crear joyitas pulperas. Y Howard y Conan despuntando entre ellos aunque no desde el principio. Pero después si, porque Conan goza de ese no-sé-qué-, ese algo, que pese a lo básico en sus formas, tiene algo, que engancha a querer vivir grandes aventuras junto al personaje; viéndole aplastar cráneos como quien no quiere la cosa. ¿Qué más básico en sus virtudes que un macho musculado y bárbaro? Típico estereotipo pero que engancha.

Tomo que abre con Cimmeria, el poema publicado en The Howard Collector en 1965. Para después pasar al relato que da inicio al personaje como es El Fénix en la Espada que se pudo leer en la Weird Tales de 1932 y que sí que es el primero pese a que aún hay gente que debate con que el primero fue La hija del gigante de hielo, donde aparece un joven Conan y sí que fue la primera historia pero adaptada al cómic en mayo de 1971 en el #1 de la colección Savage Tales (con guion de Roy Thomas y dibujos de Barry Windsor-Smith). También se incluye la versión original publicada de The God in the Bowl, para después pasar a La Torre del Elefante, considerado el segundo relato original sobre el personaje; un relato al que le tengo especial cariño porque fue con el que me inicié. De hecho, siempre pensé que contenía una idea genial para un juego de mesa y no hace mucho lo hicieron. También un relato donde se demuestra lo que le gustaba a Howard ponerle una fémina al lado al fuertote de la espada.

La ciudadela escarlata (que en algunos sitios se identifica como escrito antes que La Torre del Elefante), El coloso negro, Xuthal del crepúsculo (uno de mis favoritos, casi todos los villanos que he escrito en relatos de Fantasy están inspirados en él), El estanque del negro (polémico como pocos), Villanos en la casa (Rogues in the House, me dio la sensación que nunca lo había leido pese a que me vanagloriaba de haber leído todo-todito-todo de Conan en literatura), Sombras de hierro a la luz de la luna (el que menos me gusta, muy forzado), La reina de la Costa Negra (obra magna del personaje, mil veces versionada) y El diablo de hierro (otro que apenas recordaba y disfruté como un enano leyéndolo).

Porque Conan el cimmerio lucha, patea, da ostias como panes, y otra vez patadas voladoras al mínimo que le echen cara o quieran ponerse en su contra. Y rara vez no sale triunfador de una pelea aunque sea contra muchos. Parece imbatible… pero no lo es. Aunque puedes apostar contigo mismo a ver cuando lo verás tumbado si no es por hambre. Y aunque no tenga razón en su labor, aunque no sea un héroe a ojos de una mirada lectora honrada que ve con ojos muy abiertos lo que está sucediendo; Conan destroza al que tiene delante sin miramientos. Y si le pagan o debe algún favor a algún maluto, señor o rey, él devuelve ese favor a ese tipo antes que nada. Lo honorable vendrá después. Es un perro. Un perro de caza que solo se debe a Crom y a las mujeres. Y a veces ni eso. Y este tema leerlo en el que se presupone héroe de la trama del libro que tienes entre manos, me flipa ahora cuando de nuevo leo sus historias por lo diferente de un héroe indiferente a la verdad. Imaginaos si no desconcertaba ya algo asi en los años 30 donde los héroes debían ser buenos por encima de todo, más blancos que las sabanas de un hospital.

Y entonces hace unos meses llega el notición: el pelotazo anunciado por Timun Mas-Minotauro de la publicación en tres tomos de todos los relatos de Conan, ordenados cronológicamente, con algunas ilustraciones de Mark Schultz y otras inspiradoras dentro de cada relato en páginas interiores. Y al final del tomo, poemas, primeras versiones de los relatos ya aportados, bocetos del personaje y no quiero olvidarme de la maravillosa introducción o Prefacio de Patrice Louinet, señor especialista en la obra de Robert E. Howard y autor de una tesis de maestría y un DEA sobre el autor tejano. Y al que en el año 2000, ediciones Wandering Star, con sede en Inglaterra, le pidió que dirigiera la primera edición completa de los cuentos de Conan de Cimmeria, esta que por fin ha sido publicada en nuestro país.

Un volumen imperdible, con caja protectora también ilustrada, regalo de regalos que hemos decidido hacernos muchos o que ya hemos pedido a familiares para poder completar y que la cartera no sufra demasiado…