Un grito despierta al protagonista y puede escuchar los sonidos de un disparo que se disipan. Desorientado y en la niebla, tanto en sentido literal como figurado, intenta descubrir qué está pasando. Pero cuanto más encuentra, más preguntas se hace: ¿Dónde está? ¿Cómo llegó allí? ¿Qué está sucediendo? Y lo más importante: ¿quién es él y por qué no tiene recuerdos antes de despertarse en un barco en medio de esa puta y extraña niebla? Tampoco las otras cinco personas que están en el barco los tienen. Quizás el muerto sí los tenía…, pero ya es demasiado tarde para preguntarle.
A medida que los seis extraños intentan reconstruir la situación, comienzan a adentrarse más en lo desconocido y en el peligro. Entonces, ¿podrán descubrir qué está pasando antes de que sea demasiado tarde? En Niebla Roja, de A.J. Ryan está la respuesta.
En la mayoría de los libros, es normal pasar las primeras páginas de un libro sintiéndose un poco perdido. Te estás uniendo a una historia que, aunque sea al principio, todavía tiene una historia de fondo que aún no conoces. En los libros de misterio, como en la vida, nos sumamos a una historia en progreso incluso cuando una aventura en particular recién comienza y el futuro es una interrogante pura y dura. Como la vida misma. Pero normalmente los personajes saben lo que está pasando…, o al menos, deberían saber algunos más que otros, ¿no? Después de todo, es su “vida”.
Muy al estilo de la saga cinematográfica Saw, Red River Seven (como se llamó esta novela originalmente), te sumerge y engancha en una serie de incógnitas la mar de interesantes. Aquí el protagonista no sabe dónde está, por qué está allí, ni siquiera cómo se llama; es una pizarra en blanco hasta la primera palabra del libro. Y también lo son todos los demás personajes. A medida que investigan su entorno, queda claro que en realidad no son personas sin antecedentes, sino que tienen habilidades y conocimiento del mundo. Pero todos sus recuerdos personales han sido borrados de alguna manera. Y hay que buscar la razón por la que les borraron la memoria. Es la fuerza impulsora detrás del complot que parece haber.
Curiosamente, la misión a la que fueron enviados casi no tiene importancia para el suspense más allá del borrado de la memoria. Especialmente al comienzo. Los personajes reciben objetivos de vez en cuando mediante una voz computarizada, y siguen las instrucciones porque rápidamente se vuelve obvio que si no siguen las instrucciones, morirán. Pero más allá de eso, su misión es sólo un telón de fondo del misterio de sus identidades desaparecidas. ¿Y qué ocurre? Pues que al final del libro, A.J. Ryan solo nos da unas pocas respuestas. La mayor parte de nuestra curiosidad no se sacia. Sin embargo, algunas de las respuestas que obtenemos son muy satisfactorias y yo diría que recibimos suficientes para sentirnos satisfechos. De hecho, lo que aprendemos sobre el personaje principal (apodado Huxley) nos dejó tanto a Huxley como a mí una sensación de paz. Lo cual es todo un logro en una novela tan distópica. Por eso puedo decir que A.J. Ryan hace un buen trabajo al lograr que el lector invierta emocionalmente en los personajes a pesar de no saber prácticamente nada incluso al final.
Una novela que evoca que incluso el lector se sienta en el mismo barco, nunca mejor dicho. Provoca que constantemente te imagines en dicha situación. Por eso la lectura de Niebla Roja es una experiencia realmente diferente.