Reseña: Terry y los Piratas 1937-1938. Tambores de Guerra, de Milton Caniff

Terry es un joven estadounidense, inteligente y dinámico. Un día, su abuelo le deja un viejo mapa de China en el que se menciona un lugar donde podría haber un tesoro. Aunque es un soñador, Terry también es realista, pero se embarcará en la aventura, por que su idea no es ir solo. Formará un grupo con su tutor (y, sin embargo, amigo) Pat Ryan. Pero también Dale Scott (una encantadora jovencita) y una cocinera llamada Connie (de nombre real, Georges Webster Confucio). Un equipo que viajará por mares distantes, luchando contra formidables piratas y bandidos. Y aunque la colección se llama «y los Piratas», estamos ante un enorme compendio de aventuras en el que viajaremos por lugares exóticos pero también por países occidentales y momentos clave de la historia. Por poner un ejemplo, el ataque a Pearl Harbor, donde Terry se alista en la fuerza aérea estadounidense, se convierte en soldado profesional y continua «su lucha” contra comunistas coreanos hasta sufrir un enorme un atolladero en Vietnam…

Me encanta esa aventura.

Dolmen Editorial en su genial y constante trabajo de publicar y traernos gloriosos cómics de antaño, edita Terry y los Piratas: Tambores de Guerra. Una nueva edición integral destacable, ediciones completas de tiras de periódico clásicas, nada más y nada menos, que bajo la pluma del prolífico Milton Caniff. Esta vez, con todo lo publicado entre 1937 y 1938, tiras que se estiman (según los ejemplares vendidos de diarios) fueron leídas en su día por más de un millón de “Terry-Pirates”; así se les llamó a los primeros fans de la serie. De hecho, de todos es conocido que Howard Chaykin siempre la consideró La Mejor Tira Cómica de Aventuras Hecha Nunca. Terry y los Piratas es una serie que ha envejecido bien. Por supuesto, algunos elementos están un poco desactualizados (los chinos que hablan como los negros de Tintín en el Congo, por ejemplo), pero de todos modos te haces y son historias inmersivas y altamente temáticas. Milton Caniff es realmente bueno imaginando aventuras entretenidas y cautivadoras de principio a fin. Tenía el don.

Como se le ha alabado a la serie en cantidad de ocasiones, los escenarios son ricos en giros y vueltas de tuerca y casi no dejan respiro al lector. Obviamente, los tiempos lo requieren, muchos de estos giros son un poco exagerados, sin embargo, muchos de ellos se convierten en gags que harán reír al que disfrute lo propuesto. Además, contamos con personajes poco profundos pero de los que realmente necesitas saber lo justo. ¿Para qué una enorme psicología si lo que importa aquí es el viaje? Como en los anteriores volúmenes (indispensables para ti, si has leído hasta aquí), abre el integral un articulo de Rafael Marín (gran escritor y guionista de cómics gaditano y responsable de la Colección Sin Fronteras de la editorial). Nos cuenta un poco más, sobre lo que hay detrás de esta gran serie. Grandes anécdotas de como el autor ponía y disponía y tenía en mente un enorme teatrillo de personajes para ella.

Historias en sí muy divertidas. La narración y el ritmo de Caniff son extraordinarios en todo, y así es como Terry y los Piratas brilla con luz propia y fluye. Comienza guay, avanza rápidamente y parece haber soportado bien el paso del tiempo. Insisto, siendo conscientes y sabiendo desde un principio el tipo de cómic que tenemos entre manos y lo que supone leerlo hoy en día, sobran las comparaciones a los títulos que se editan actualmente. Estamos hablando de una obra con más de ochenta años, friends. Sepamos valorar eso. Y si nunca ha leído series de tiras cómicas, os diré que producirlas en su formato original es un arte en sí mismo. La primera de cada una de las tiras diarias (de tres o cuatro paneles) debe resumir rápidamente lo que sucedió antes. Y la tira final normalmente presenta algún tipo de suspense para que te lances rápidamente a “comprar el periódico” del día siguiente.

Caniff no solo fue un maestro en crear ritmos de este estilo, también ideó y fue maestro en mantener dos tramas al mismo tiempo. Estadounidenses de los años 30 sólo leían el periódico el domingo, lo que significaba que los fans se perdían la mayor parte de la historia. Para resolver el problema, Caniff escribía una historia para la edición del domingo (que se presentan al inicio de este volumen) y un guión aparte para la edición diaria. Dos tramas igualmente atractivas.

Una formidable colección que ningún amante del cómic clásico debería perderse.