Reseña: Gastón. El Retorno de ElGafe, de Delaf y Franquin
Tuve cautela cuando me enteré de que Dupuis intentaba revivir a Gastón ElGafe. Primero, porque, que yo sepa, el propio Franquin nunca quiso y segundo, porque, a diferencia de Spirou, era una serie verdaderamente «personal» (aunque algunos amigos como Delporte le habían ayudado a «crear» algunos gags). Pero bueno, aun así las ganas estuvieron ahí siempre y ahora que Norma Editorial la coloca en librerías pensé que era el momento. Y en cuanto salió, «solo para ver», y también porque el gag publicado por Delaf en La Galerie des Gaffes era francamente increíble, me he llevado una grata sorpresa con este cómic en tapa dura, un álbum que ha resultado ser uno de las historias más fieles al estilo de humor de Franquin. Uno que, sin duda, podría engañar a muchos expertos del genio belga, por su desarrollo de la tensión y su final, pero también por su dibujo.
Y en cuanto al dibujo de El retorno de ElGafe, debo decir que aquí es donde Delaf acierta más en su apuesta a largo plazo. Ciertamente, se puede detectar cierta rigidez, algunos pequeños detalles un poco menos fluidos, pero Delaf claramente no traiciona el modelo clásico. Y lo que es acercarse tanto al dibujo de Franquin lo hace bastante bien. En cuanto al resto, Delaf ha conservado todos los personajes de Franquin. Los evoca a todos desde las primeras páginas, ya sean los compañeros de oficina (juego de palabras intencionado), o los amigos de enfrente o de otros lugares, sus mascotas histéricas, su parafernalia improbable (la bola de bolos, la caja de Química Divertida, el Gastón de látex, el cacharro antediluviano, etc.). Y su visión personalísima del trabajo, así como su pasión por los inventos (tan innovadores como inútiles y, en última instancia, desastrosos).
Los lectores que siempre hayan disfrutado del universo de Franquin no se sentirán desorientados. Delaf alterna entre Fantasio y Prunelle para dirigir y soportar a Gastón (utilizando así ambos «períodos»; incluso los hace aparecer simultáneamente al final). Incluso añade a Spirou, Spip y al Marsupilami durante algunas páginas. Dicho esto, queda la mecánica de los gags, el mayor reto para Delaf. Y vaya reto, dado que Gastón Elgafe es la serie que más me ha hecho reír en las múltiples relecturas de esta saga de culto. El historietista quebequés Delaf continúa las aventuras del inefable maestro del caos creado en 1957 por el inigualable Franquin y las risas están garantizadas.
Si tuviera que resumir esta lectura, diría que es un álbum bastante logrado, con bastantes gags divertidos; la lectura es, en general, muy amena y , por supuesto, esto NO ES una herejía como se ha dicho en ciertos mentideros de cómic europeo. Diría que es una falsa buena idea, porque rompe el ritmo y la fuerza habituales de los gags de Franquin, que surgían muy rápido, con mucha fuerza, antes de pasar a otra cosa.
Para mí, un álbum interesante por sí mismo.