Reseña: Waller vs. Wildstorm
Los cómics de Wildstorm tienen un legado clásico donde suelen entrelazar el espionaje con los superhéroes. Y es que la mayoría de los personajes del universo Wildstorm encajan a la perfección en las operaciones clandestinas de muchas de las organizaciones secretas del Universo DC pues combinan estos elementos de maravilla. Y una muestra es este genial Waller vs. Wildstorm donde me encontré con una muy joven Amanda Waller enfrentándose a Stormwatch en su intento de ascenso al poder dentro del Checkmate.
Dentro de la maravillosa DC Black Label, Panini Cómics nos trae recopilada esta miniserie de cuatro números denominada Waller vs. Wildstorm, escrita por Spencer Ackerman y Evan Narcisse con dibujos de Jesús Merino, tintas de Vicente Cifuentes, colores de Mike Atiyeh y Dave Sharpe. Un thriller de operaciones encubiertas ambientado en el pasado de DC, donde nos vamos a principios de los años 80 del pasado siglo cuando la Guerra Fría se acercaba a su fin mientras otra batalla encubierta comenzaba a fraguarse. El Checkmate, la única agencia de inteligencia legalmente autorizada para utilizar poder metahumano, se ve amenazada por el desorden mientras Amanda Waller asciende despiadadamente en la jerarquía. Pero Jackson King contacta a Lois Lane para investigar y exponer los crímenes de Waller…
A medida que avanza la historia, se hace cada vez más evidente la gravedad de los problemas que afectan al Checkmate. ¿Por qué? Por que todos los personajes quieren hacer lo correcto, pero tienen definiciones sorprendentemente diferentes de lo que es correcto. Y el drama está servido. Los guionistas de Waller vs Wildstorm realizan un trabajo excepcional al crear el mundo en el que se desarrolla esta historia. El contexto real del escenario establece automáticamente las crecientes tensiones políticas y lleva la situación al siguiente nivel con el tema de los superhéroes. Se hace palpable la influencia y experiencia de Ackerman como reportero de seguridad nacional en esta historia. El análisis sobre el funcionamiento de organizaciones como el Checkmate resulta profético, independientemente de los superpoderes de los que se acompaña. Los personajes toman decisiones firmes, cada una coherente con sus propias creencias, lo cual crea un conflicto convincente.
Y Merino presenta una historia visualmente atractiva de principio a fin. La emoción y el drama que se reflejan en estas páginas son suficientes para detener al lector. La acción, cuando los personajes chocan, es legible y grandilocuente, y se apodera de todo el viñetario.
Por otro lado, un guion que tiene algo que decir y sabe exactamente cómo lo quiere decir. Sumerge a los lectores en un mundo plagado de conflictos políticos y muestra lo peligroso que puede ser el poder sin control.