Que si jibarizados, que si tonterías varias de gente que se aburre y no sabe qué criticar… El cómic, el titulo, el buen dibujo y la buena historia y una forma cómoda de poder disfrutar de ello, deberían ser las normas general para que el noveno arte sea disfrutable para ti. ¿Y la oportunidad de tener entre tus manos una genial edición en tapa dura, una serie al completo? Una buenísima serie CON FINAL y en formato llevadero que no se te caen los brazos al leer, pero tampoco tan pequeño como para no disfrutar de su arte. Definición de estos geniales tomos que está publicando ECC Ediciones ahora para que goces del plato combinado al completo. En resumidas cuentas, os hablo de esta joyita que se acaba de marcar en el objetivo de muchos, el volumen ómnibus, integro o como queráis llamarlo, de Wonder Woman: Sangre. La saga completa de la etapa de Wonder Woman escrita por Brian Azzarello (100 Balas entre otras muchas) y dibujada por Cliff Chiang (Cuidado con Creeper, entre otros muchos). Y con la colaboración de Goran Sudžuka (Y, El Último Hombre), y otros muchos autores. Una joyita con treinta y cinco números en su haber, más dos one-shots, galería de portadas, diseños de personajes…; una joyita, que curiosamente se disfruta en nada (cuatro sentadas me duró). De los tomos que quieres llevar siempre encima doquiera que vayas para matar el tiempo. Por que es una serie adictiva, por que los números caen como peras en marzo, por que sencillamente es una genialidad poder disfrutar de esta obra así.
La Wonder Woman de Brian Azzarello comenzó con uno de los conceptos más potentes de la era DC de Los New 52. Se declaraba en dicha serie -de la que me apenó en su día no poder acabarla y eso que jamás imaginé que algún día se vería condensada toda ella en un solo volumen-, que la única fuerza que defendía a la humanidad de los caprichos de los dioses fríos e insensibles, que La Elegida para tal obra, era la Chica Maravilla. Y si bien esto se asoma a decir que Diana es el centro moral de la “falta de dios” en los hombres, quizás es por eso que Diana en esta serie rara vez se siente como el elemento principal de la historia, o de las historias. Incluso cuando Azzarello intenta profundizar en su viaje personal, esta serie que con el paso de los números invita a la reflexión en los momentos que no la estás leyendo, sencillamente puede ser una de las series más completas en cuanto a contexto y dibujo de toda la época de Los New 52.
Y eso que Wonder Woman: Sangre, a groso modo, se podría subdividir en dos mitades: antes de que Diana mate a… y tome su título, y lo que ocurre después. Esta potente serie comienza in-media-res, es decir, en pleno conflicto, en plena acción, en pleno lío. Y curiosamente con una acción potente que dura varios números, casi desafiantes, durante gran parte de su primer arco, en el que Diana asume la responsabilidad de proteger a Zola, una joven embarazada de la última progenie de Zeus; Azzarello se esfuerza rápidamente por establecer un status-quo (¿Hoy me ha dado por el latín?). El enfoque de Azzarello va creando en la cabeza del lector un juego de palabras que caracteriza su visión de Los Olímpicos y que deja a Diana sintiéndose como una especie de cifrado con demasiados problemas desde que empieza la trama. ¿Y cómo lo corrige para que no nos rayemos? Azzarello comienza a establecer una telaraña de relaciones para Diana, sembrando las semillas de la dinámica que se convierte en el verdadero corazón de la serie. También dejando caer que Diana depende de otros personajes para encontrar una vida propia. Sin embargo, como os decía al principio, surgen muchas preguntas sobre quiénes son realmente los protagonistas de la saga. Diana y Hermes dedican más de veinte números a proteger a Zola y a su hijo, Zeke se enfrenta a un panteón en constante crecimiento; incluidos los de Poseidón, Hera, Hades y Apolo, sin mencionar la supervivencia al Infierno (donde Diana soporta un complot de matrimonio forzado que arrastra desde los Años 50), pero la historia, en general, se centra en el bebé de Zola y el elenco cada vez mayor de la trama. Son como cantidad de pétalos que rodean a una bonita margarita.
El tema es, que en lugar de construir una base para Wonder Woman usando a la propia Diana como eje, Azzarello explora los valores centrales de Wonder Woman mostrándonos todo lo que ella no es, estableciendo un asombroso muro de dicotomía entre Diana y casi todas las demás personas que rodean su vida. Por eso esta serie es diferente, original, una pasada.
La guerra es despiadada, pero Diana es misericordiosa. Orión es impetuoso, pero Diana es mesurada. El Primer Nacido es implacable, pero Diana lo compromete a… Incluso la propia Diana tiene preguntas sobre su identidad, insistiendo alternativamente con su madre en que ella no es Diana, es la Mujer Maravilla. Mientras le dice a los demás que Diana es ella y la Mujer Maravilla es algo que hace. Brillante reflexión.
El uso magistral del lenguaje de Azzarello, una resolución a la epopeya que es igual a tres mujeres, a tres caras del mismo arquetipo, profundidad literaria y atención lingüística al detalle, y un elenco que se expande a la vez que maravilla, además de muy pocos hilos sueltos que no se cierran. Esto es el plato combinado que puedes degustar en Wonder Woman: Sangre. Quizás lo que menos me gustó es la presunción de que las Amazonas se aventuraron en el «mundo de los hombres» para propagar su cultura, dejando a un lado a los niños varones. Sí, pero no. Aunque bueno, con tanta creatividad basado en lo diferente, es normal no contentar a todo el mundo al cien por cien.
¿Y la participación artística de Cliff Chiang? Impecable, sin peros que valgan, formidable. No hay más palabras, señoría.
¿Guerra familiar en un sólo volumen? Lo siento, es una definición algo corta para mí de lo maravilloso que es este tomo. Cuando lo lees como un todo, es otra cosa. Cabe recordar que en un plato combinado nunca-nunca deben faltar dos huevos fritos. Uy, qué hambre tengo…