Reseña: Ambassador Magma, de Osamu Tezuka

No hace falta que yo reitere lo importante que es, que se publique/edite/reedite constantemente la obra del dios del manga Osamu Tezuka. Sobre todo, en nuestro país, donde se publicaba un titulo de vez en cuando pero no todo-todito-todo lo que existe. Bien, pues esa es la labor-magna que Planeta Cómic está haciendo. Y de la que pretendo hacerme con todo lo que pueda. Más que nada porque están saliendo títulos que apenas conocía y que hubiese jurado que jamás se publicarían en nuestro idioma, por supuesto, antes de que comenzara esta gran y nueva época del cómic que estamos viviendo en la que están llegando grandes joyitas ilustradas.

En Ambassador Magma, el periodista Atsushi Murakami y su familia se despiertan una mañana y se dan cuenta que han viajado doscientos millones de años al pasado. Todo es un plan, una obra de un extraterrestre llamado Goa, quien les muestra su plan. Goa les dice que viene con el objetivo de conquistar la Tierra y exige que Murakami informe su experiencia en una especie de diario narrador de los hechos que sucederán a partir de ahora…

Volviendo al presente, Mamoru, el hijo de Murakami, conoce a Magma, un robot gigante, creado por el científico para ser el protector de nuestro planeta junto a otras dos “personas cohete” como son su esposa Mol y su hijo Gam (hecho a imagen y semejanza del pequeño Mamoru). Pero, ¿funcionará este equipo para detener los malvados planes de Goa? Osamu Tezuka fue un artista que abogaba mucho por la Ciencia Ficción, campo del fantástico donde sacó a relucir todos sus gustos por el amor a obras indispensables de este magnífico género. Y si bien me gustaron algunas y no todas de las leidas hasta ahora, tengo que reconocer que cuando a alguien le llaman maestro-dios del manga, es por algo. No hay ningún manga suyo que no entretenga como poco para que quieras devorarlo hasta el final. Y otros, que dejen las ganas o ansias por saber que hubiese pasado en una continuación. Esto ocurre con Ambassador Magma, el genial volumen único que Planeta Cómic ha publicado este mes que cierra el año, donde se presenta una trama de escenario no muy complicado (a día de hoy) con un alienígena malvado dotado de poderes increíbles que pretende invadir la Tierra. Y como contrapunto, el personaje principal como simple niño que frustrará sus planes con la ayuda de su papá y unos cuantos robots curiosos (incluido el del título).

¿Es Ambassador Magma una obra de Tezuka muy recomendable para jóvenes o para padres que quieren disfrutar de un buen manga de robots (mechas) junto a sus hijos? Sin duda. Puedo imaginarme claramente a algunos niños japoneses de los años 60 o 70 encontrando esta miniserie absolutamente asombrosa. En cambio, como adulto del siglo XXI que lee bastante, puedo decir que Ambassador Magma no ha envejecido bien. Es la crítica fácil. Pero sería injusto porque mangas como éste tienes que ponerte a ello, verlo, con los ojos adecuados. No son otra cosa que una vuelta a la nostalgia de niños que crecimos con Mazinger Z, Tetsujin 28-go (el primer manga de mechas también conocido como Ironman 28), Gundam o el mismísimo Astro Boy, también de Tezuka que está publicando actualmente Planeta Cómic en nuestro país. Quizás algunos pensarán que Ambassador Magma solo interesará a unos pocos fans del maestro o como decía anteriormente a padres e hijos que quieran disfrutar juntos de una lectura. Pero no. Ya os digo que cualquiera que disfrute de una buena historia de CF con robots, le cogerá el gusto rápido a este volumen con el que poder disfrutar de toda la historia de una sola atacada.

Tiene algunas escenas realmente buenas y un tema que me hizo reflexionar sobre en lo idiotas que nos estamos convirtiendo poco a poco como sociedad. Al gran chico-malo de esta historia le gustan los niños. Y eso no significaba lo mismo hace sesenta años que ahora, ¿no?

Si andáis por Sevilla, ideal pillar esta obra en el MangaFest (X Festival de Cultura Asiática y Ocio Digital de Sevilla). Aunque hoy es el último día.

Osamu Tezuka, maestro de maestros, rey de reyes, siempre.