Reseña: American Vampire Vol. 1, de Scott Snyder, Rafael Albuquerque y Stephen King

«Se siente mucho en American Vampire, la presencia del Rey del Terror».

Es la frase que se me viene a la mente cuando me pongo a leer esta serie. Contaré tambié que una de las novelas de Stephen King que más me marcaron y que aún hoy me inspira mil es, sin duda, El Misterio de Salem´s Lot. La historia de vampiros de King por excelencia. Creo que recordaré toda mi vida cuándo, cómo y dónde estaba cuando la leí por primera vez. Es lo que sucede con los grandes libros, con las grandes historias y esta trama crea una odisea maravillosa sobre el horror del vampirismo dentro de la ruralidad de un pueblo que… ooohh. Contando la vida de cantidad de personajes, la vida de todo un pueblo, la virtud de mostrar de cada uno lo justo para conocerlos, odiarlos y amarlos. Y los acontecimientos que se le vienen encima a todos con la llegada de un nuevo inquilino. O de dos. O mejor dicho, de tres. Pero, en realidad, lo que me encantó de aquella novela, fue como King había conseguido crear su Drácula, unos muy buenos personajes vampiros, sin que recordáramos el clásico de Bram Stoker casi en ningún momento. Por eso, cuando me enteré de que King volvía a la carga con aquellos seres y encima guionizando un cómic me llené de expectativas. Y hago bien en deciros que las altas expectativas son muy peligrosas pero cuando el resultado cuadra con lo que esperas, se te abre un mundo realmente maravilloso.

En American Vampire nos enfrentamos a una historia que tendrá lugar a finales del siglo XIX y principios del XX. El Oeste Americano y la Edad Dorada del Cine. Es ahí dónde nos encontramos con un joven Skinner Sweet y una venganza. Entonces, todo se nos viene encima. Vampiros europeos, dos chicas deseosas de alcanzar la gloria como actrices e inmiscuidas en una trama sangrienta, una ajuste de cuentas, una historia de amor resuelta, una historia de amor sin resolver, un escritor presentando su novela de Terror ante el público (¿de quién será esta idea?) y atestiguando que no es ficción lo que cuenta…

El dibujante brasileño Rafael Alburquerque brillando con luz propia también. Un deleite de dibujos en casi cada página. Y para colmo, Scott Snyder y King atosigándonos con constantes giros argumentales, diferentes transformaciones y vampiros fuera de ley con nuevos poderes y debilidades. Como si de un duelo se tratara, se retan y cada uno elaborará un capítulo de cada ejemplar. Pasado y Futuro, Presente y Pasado, dónde obviamente sólo veremos envejecer a los humanos. El paso del tiempo, resolviendo cabos, finales de número, de arcos, de tomo, magníficos que dejan con la miel en los labios. Y con la máxima en la frente marcada que indica que ésta es la historia del primer vampiro americano. Tenemos así el primero de los volúmenes recopilatorios que ECC Ediciones publica en nuestro país. Los once primeros números de la serie, casi cuatrocientas páginas que narran la historia de una nueva raza vampírica, en una épica generacional que muestra la sed de sangre que subyace bajo una de las épocas más distintivas de los Estados Unidos.

Astuto, despiadado y malo como una culebra, Skinner Sweet es un pistolero completamente corrupto. Cuando los vampiros europeos llegan al Viejo Oeste americano, convierten a Skinner en una auténtico monstruo: el primer Vampiro Americano. Pero, ¿cómo os quedáis si os cuento que Skinner se convertirá en algo completamente diferente a lo conocido? Una nueva raza de vampiro más fuerte e inmune a la luz del sol, que odia a todos y cada uno de sus aristocráticos ancestros europeos. Y viene con ganas de hacer estremecer a la tierra de las oportunidades.

Aparte de Salem´s Lot…, American Vampire es un cómic que podría ser también una continuación y/u off-topic perfecto del libro de King, la genial The Stand (Apocalípsis). Tiene ese poderoso ambiente de desgracia y cuenta muy bien lo que nos espera cuando el mundo que conocemos empieza a irse al garete.

Reseña: Batman. El Impostor, de Mattson Tomlim, Andrea Sorrentino y Jordie Bellaire

En una semana con más tiempo o vacaciones, ¿a quién no le va a apetecer cogerse uno de estos tomitos tan chulos del orejas picudas que publica ECC Ediciones en nuestro país y que recopila un arco argumental completo. Aventura que disfrutar y quien sabe si comentar con alguien algún dia en mesa de debate. Para los que os guste de algún modo saber a lo que váis y no gastar pasta por gastar (que no está la cosa para tirar cohetes), con esta reseña me dirijo a vosotros para reseñaros Batman: El Impostor, donde el director y guionista cinematográfico Mattson Tomlin, artífice de Proyecto Power y Pequeño Pez, se une al siempre magnifico Andrea Sorrentino, dibujante galardonado con un Eisner cuyos puntos fuertes son el suspense y el terror —como demostró en Joker: Sonrisa Asesina o en la genial Gideon Falls. Un tomito que recopila íntegramente la serie limitada Batman: The Imposter, compuesta por tres entregas en su edición original.

Y es que…, por fin encontré a Andrea Sorrentino (uno de mis ilustradores favoritos) dibujando un cómic de Batman. Como comentaba antes, por supuesto, lo podemos ver en Joker: Sonrisa Asesina (https://www.cronicasliterarias.es/?p=5874) y en Batman: Asesino de Sonrisas (https://www.ecccomics.com/comic/batman-asesino-de-sonrisas-8695.aspx) antes de esto, pero el primero apenas tenía Batman para degustar y el segundo es solo un one-shot, no una miniserie como me gusta disfrutar a mí al estilo de El Impostor. Además, el color corre a cargo del único e inigualable Jordie Bellaire, quien resulta ser mi colorista favorito desde ya. El único desconocido para mí era el guionista y escritor, Mattson Tomlin y entonces, ¿este cómic esta a la altura de las expectativas? Echemos un vistazo.

Adelantar que es un cómic, una historia, visualmente maravillosa. Por ejemplo, hay una increíble extensión de dos páginas donde vemos una interpretación monstruosa central con un mitad hombre, mitad murciélago (no se preocupen, es solo una representación simbólica del personaje), con partes de la capa de un monstruoso Batman que se extiende por las páginas funcionando como bordes de viñeta. Eso ya es espectacular. Pero os diré que el cómic está ambientado en esa época en la que la gente todavía se pregunta si el Caballero Oscuro es siquiera un hombre… Y bueno, como suele pasar, estamos ante un cómic muy oscuro estéticamente con las tintas de Sorrentino pesadas en sombras y los colores de Bellaire mezclándose perfectamente con ellas. Realmente marcando el tono de cada escena. Tintas y colores intencionados para que la historia parezca una pesadilla.

En Batman: El Impostor también se disfruta mucho de los diseños de los personajes: todos se ven completamente únicos y se aprecia mucho realismo en cada uno de ellos. Podrían ser personas que ves por la calle. Y brilla el arte secuencial y se nota que hay un director de cine detrás de esta trama. ¿Un ejemplo? Hay una gran secuencia en la que Batman (¡Montado en bicicleta!), persigue a un par de criminales. Batman pasa corriendo junto a los otros autos de la calle, alcanza a los criminales, lanza una granada en al coche y el auto choca contra otro. Cada momento sigue al anterior de manera lógica y como resultado la historia tiene acción casi en cada viñeta.

¿La trama? Primero se menciona que “la ira de Bruce ahuyentó a su tutor”. Supongo que por «tutor» se refieren a Alfred. Aunque me resistí a la idea de que Alfred dejara solo a Bruce para lidiar con el problema de la trama. A lo que vamos es, que estamos en una historia donde Bruce lleva poco tiempo siendo Batman. Por desgracia, ya se ha ganado enemigos tremendamente poderosos. Y la élite financiera tradicional de Gotham se muestra hostil ante lo imprevisible de ese tío con pijama negro que va por la ciudad impartiendo justicia. Por lo que se desarrolla un plan para neutralizar al justiciero. Y aparece un segundo Batman acechando en las azoteas y los callejones… que asesina criminales. ¿Limpiar su nombre? Eso como mínimo.

Reseña: El Misterio Religioso, de Grant Morrison y Jon J. Muth

Hallan muerto al actor que interpretaba a Dios en la obra religiosa del pueblo. Una de esas representaciones que se hacen en pueblecitos fervorosos de la religión cristiana. Pero ahora tras el asesinato, esta aldea en decadencia se llena de miedo y todos comienzan a sospechar de quiénes les rodean. ¿Estamos ante un impresionante thriller psicológico que brota de la mano del maestro Grant Morrison? Está claro.

Un mini-cómic que se devora en nada y que como aperitivo para viaje en tren o metro, cafelito en terraza o similiar, deja muy buen sabor de boca. Por que además está muy bien hecho que todos los personajes de esta obra buscan de algún modo juicio o redención. Pero ninguno más que el detective, un hombre desconcertado y confundido, más interesado en ver la escena desde arriba que diseccionar el crimen hasta dejarlo irreconocible.

Y siempre intentando resolver el misterio antes de que su pasado lo alcance. Busca descubrir el secreto de ambos. La redención del pueblo y la suya propia.

Estamos ante una de esas historias que son tan chulas que se nos quedan cortas. El ritmo es rápido y tienes la sensación cuando la acabas, que más que leer un cómic, ese amigo o amiga que se ha sentado contigo a tomarse un cafelito en la terraza, te acaba de contar una historia que ha calado en tu alma. Una historia que sucedió de verdad. Una trama oscura y profunda muy al estilo de las que puede contar un domingo por la noche Iker Jímenez en su programa Cuarto Milenio. Pero aquí con mucho más potencial psicológico gracias a las ilustraciones de Jon J. Muth que te meten en la trama cual sueño onírico y febril.

No obstante, si en El Misterio Religioso esperas una lectura fácil, con una resolución simple, olvídalo. Morrison escribe una historia abierta de capas sobre capas respecto al significado. Evocador y cinematográfica. Insisto, bastante onírica.

El Misterio Religioso es de esas historias que te la cuentan y empiezas a darle vueltas al coco. Bien escrita y bellamente ilustrada, no se puede dar más por menos.

¿De verdad creéis que el Diablo es siempre el culpable de nuestros males?

Reseña: Los Perdedores. Volumen Uno, de Andy Diggle y Jock

La temática del crimen no es algo que solo me atraiga a mí. Creo que es un «must» para el ser humano querer saber, querer enterarse, el tener curiosidad por el cómo ocurrió todo en un delito, crimen o accidente. Lo veo casi cada día. A eso se le puede sumar una historia inventada o no y ya tendríamos el noventa por ciento del cóctel a disfrutar. Lo poco que falta es el buscar el lugar idoneo para “enterarse”, es decir, sentarse a leer, hablar con un testigo, cómplice o incluso con el mismísimo culpable. La curiosidad por saber.

Me dirgí a Los Perdedores con las expectativas muy altas por todas las cosas buenas que había oído. Y no sé, estaba bastante seguro de que no sería para tanto. Pero lo fue. El haber disfrutado de esta chulada de cómic que se han marcado Andy Diggle y Jock es algo que tengo que agradecer bastante. Y eso que solo es el primer volumen de la serie, recién publicado por ECC Ediciones, que recopila los doce primeros números. Pero cantidad de material para disfrutar casi de una sola sentada. Y si me permitís, antes de hablar sobre la historia, hablaré del arte. Jock es capaz de captar el tono y la severidad de los personajes tan perfectamente que parecen reales. En Los Perdedores tienes la sensación esa extraña cuando estás viendo un film de animación que ha sido elaborado con actores reales. A eso sumad los colores (negro y naranja) y derivados del constante crepúsculo que dan un tono a la historia muy de tensión y puertas abiertas a las sombras que se acercan. Pero no os equivoquéis hay tanta acción aquí, repleta de escenas rápidas, que se requieren páginas casi completas varias para movimientos planificados por expertos en coreagrafía.

Los Perdedores nunca pierde el ritmo. Seguí a cada personaje mientras se movía por la página, esquivando balas y veloz por tratar de lograr lo imposible. Muy Matrix todo en ese sentido. Mola. Y ahora pregunto yo. ¿Puedo describir como “maravilloso” a un cómic que contiene un alto número de muertos? En mi caso, la respuesta es clara. Si la historia se atañe bien a la realidad, o a una posible, sí. En la ficción estadounidense, la idea de tener que luchar contra un gobierno corrupto es un concepto común. No puedo imaginar por qué (risas irónicas). Los Perdedores es en parte una historia sobre ex-militares a los que se les deja de tener respeto y honor, tras su trabajo para el país. Pero también es una historia sobre atracos. Y a quién no le gusta un atraco bien pensado, complejo y bien perpetrado. Que se lo digan si no, a las recaudaciones de la saga fílmica de Ocean Eleven

Este cómic eso es lo que aporta en gran medida. Los Perdedores no merece una reseña que diga menos. El diálogo es fantástico y se nota que es una historia bien pensada aunque los personajes no tuvieron mucho tiempo para desarrollarse con tanta acción (¡En doce números!). Sabes quiénes son y qué van a hacer a los pocos segundos de conocerlos, eso sí. Pero aunque todos tienen la misma misión, cada uno tiene sus propias motivaciones. Y eso les hace  interesantes. Sinceramente, lo que más me preocupaba era el desarrollo de Aisha. Es la única mujer del equipo y eso siempre me preocupa, especialmente en una trama así. Pero no sé si afortunadamente es la palabra, para decir que ella es la más aterradora del grupo. Estoy acostumbrado a que las mujeres desempeñen el papel de «femme fatale» en un género en el que una chica que no es seductora, que no es cautelosa y que no rehuye matar gente sin pedir disculpas, se vuelve tremendamente atractiva. Mas, mola ver que aunque los demás puedan hablar mierdas a sus espaldas, no hay forma de que le digan nada a la cara. Y luego está la trama que la une con el chico más maluto de todos, cuando hay traición y es asesinado por uno de los suyos…

No cuento más. ¿La premisa? La Agencia pensó que se había ocupado de Los Perdedores, después de que estos estuvieran en el lugar equivocado el día en que su helicóptero se incendió. No hubo supervivientes y tras algunas denuncias, Los Perdedores pasaron a los registros como otro equipo de soldados de Operaciones Encubiertas que murieron trágicamente en batallas estratégicas de la CIA. Pero estos chicos sólo se hacién el muerto. Y ahora que han visto lo que realmente la Agencia trama, comienza la venganza.

Increíblemente expectante por leer el segundo volumen.

Reseña: Camisa Gris, de Alan Moore, Rick Veitch y VVAA

De vez en cuando y cada uno mucho, a uno le pide el cuerpo leer a Alan Moore. Ese toque diferente en cuanto a guión que le da a los cómics, ese diferente modo de ver las cosas, el rescate de esos personajes olvidados del noveno arte pero a los que se les puede sacar mucho partido…; eso, en esencia, es un cómic o guion de Alan Moore. Fruto de la imaginación y el talento de Moore junto a Rick Veitch, Camisa Gris protagonizó diferentes aventuras publicadas en la antología Tomorrow Stories. ECC Ediciones nos trae un genial volumen recopilatorio de todas esas celebradas historietas, así como un compendio de relatos del personaje procedentes de los especiales America’s Best Comics Special #1 USA y ABC: A-Z – Greyshirt & Cobweb #1 USA. Pero más aún, el tomo contiene la miniserie Greyshirt: Indigo Sunset, con la que Veitch retomó al personaje acompañado de autores de la talla de Dave Gibbons o David Lloyd, entre otros. En definitiva, un volumen indispensable para todos aquellos que conocimos al personaje en su día y siempre quisimos saber más.

¿Y qué vais a encontrar en estos doce numeritos de Tomorrow Stories (Camisa Gris)? En temas profundos, la relectura de algunas historias que ya asumí hace años, hizo que me percatara de que la serie -entre sus argumentos y aventuras- trata el tema de la homosexualidad, la prostitución, el incesto, la bestialidad y la pedofilia y las clasifica como diferentes tipos de «perversión». Moore esplende en estos guiones con su crítica guionizada en personajes que sufren pero también que ríen y se la pegan cuando menos esperan. Estos son problemas que en realidad proliferan en toda la línea ABC (y, supongo, en gran parte del trabajo de Moore), como si os fijáis también pasa con Promethea cuando expone el lío protofeminista y empieza a ser demasiado ambicioso con ello. ¡Lo cual está bien! Porque al final todos los títulos de ABC eventualmente terminan mostrándose como si estuvieran escritos por un viejo cachondo que no puede decidirse en decir si es un defensor del Amor Libre o simplemente está molesto con el lector que se avergüenza de sí mismo. Cada decisión narrativa en estos cómics está dictada por quién está. Y dicho esto, Tomorrow Stories está, al menos un poco, más centrada en Moore mostrando sus considerables músculos dentro del género superheróico. Todo en una pura brevedad del formato antológico, que significa que es imposible ver ninguna pelusa en el pantalón del maestro. No sé si me captáis…

Cada vez que Alan Moore hace una declaración donde deja en ridículo a los superhéroes y cuestiona a sus seguidores, allí estoy yo. Hay quien se molesta, pero no dejamos de estar ante el típico caso del abuelito al que tenemos respeto y está constantemente haciendo chistes algunos sin sentido. En ti está entenderlos y reírte con él y su chocheo, o indignarte preguntándote porque este tío ha llegado tan lejos. Personajes como The First American y U. S. Angel o Salpicón Brannigan (el Vengador Indeleble) tienen de esto y mucho más. Pero sinceramente os empujo a que leáis y disfrutéis, sobre todo, las tramas de Camisa Gris, y en especial, Jack B. Quick. Vais a disfrutar de un cómic bien hecho donde estos personajes aparezcan. Aunque también os digo que Salpicón y Cobweb tiene un nivel que ya querrían muchos de cómics «mainstream» actuales tener. Una fantástica selección de historias con todas estas tesituras.

Quien diga que este volumen y sus historias no están a la altura, obviamente está equivocado o no sabe leer entrelineas.

Disfrutar…, en ti está, que diría Yoda.

Reseña: American Vampire 1976, de Scott Snyder, Rafael Albuquerque y Dave McCaig

Quién si no iban a encargarse del regreso a librerías de American Vampire. Scott Snyder y Rafael Albuquerque regresan con uno de los títulos que los pusieron en el candelero como tándem genial a tener en cuenta. Una nueva visión al cómic de terror con una visión muy oportuna de lo que es, o mejor dicho, fue el país de la hamburguesa con patatas fritas. Han pasado cuatro años desde que Scott Snyder y Rafael Albuquerque trajeran al noveno arte American Vampire. Pero ahora este tándem de creativos se une de nuevo en un volumen que ECC Ediciones recién publica en nuestro país y que recopila los diez números que componen la miniserie. Nos trasladan a una década especialmente trascendental para ofrecer una mirada diferente a la historia estadounidense. Un volumen que además contiene la segunda entrega de American Vampire Anthology, compilación de historias cortas en las que un variado elenco de autores visitan el mundo creado por Snyder, Albuquerque, y no se os olvide, el eterno-dios-maestro, el señor Stephen King.

Después de explorar el rockabilly de la década de los 50s, los albores de la carrera espacial y dentro de esos años llevar el tema vampírico de una forma especial; American Vampire 1976 da un salto hacia el bicentenario de los Estados Unidos con un Skinner Sweet letárgico que aún se aclimata a ser convertido en humano después de décadas de vivir como uno de los no muertos. Claro, esto va, para el que ya conozca la obra anterior e inicial de American Vampire. Si no, os recomiendo que antes os hagáis con ella y la disfrutéis. Para así, ahora, en este tomo, encontrarse con un ser temerario que desafía a la muerte y que realiza trucos en un enorme país que tiende al apocalípsis, a la soledad, donde se deambula por lugares que el tiempo y la erosión agotan como ferias deterioradas y puebluchos en decadencia. Skinner anhelando emociones y los poderes que tenía como vampiro, mientras todo lo que le rodea intenta seguir adelante sin él. Mientras tanto, el resto del elenco tendrá que lidiar con nuevas amenazas mientras un antiguo Mal resurge y comienza a acumular suficiente poder para sumergir este-mundo-agotado en una oscuridad aún mayor.

Lo he dicho en más de una ocasión. Es terriblemente chulo como se nota el aire, el ambiente y la mano de Stephen King en American Vampire. No sé como lo hace, si su sola presencia basta o solo son sus consejos argumentales, pero el guión de American Vampire huele mucho a él. Una influencia que parece haber sido absorbida por los autores de la obra principal. Un cómic que siempre diré que podría ser una continuación u off-topic perfecto del libro de King, la genial The Stand (Apocalípsis). Tiene ese poderoso ambiente de desgracia en lo que nos espera en cuanto el mundo comienza a irse a pique.

Se siente mucho en American Vampire la presencia del Rey del Terror.

Por otro lado, con la posible excepción de Batman, no hay ningún personaje que Snyder haya creado que tenga una comprensión más firme que la voz que tiene Skinner Sweet. Incluso fuera de la visión del vampiro eterno y original que busca “entretenimiento” por el mundo, en 1976, en principio, dicho personaje anda más en un segundo plano. Pero cuando toca, Snyder lo lleva a un salto en el tiempo narrativo que justifica esa espera en el backstage y queda genial. Si bien se siente como el comienzo de una nueva historia, este es un volumen que recompensa a los lectores que estén actualizados en el título. Hay suficiente exposición para refrescar la memoria con aventuras pasadas. Insisto en que lectores que nunca antes hayan leído un número de American Vampire pueden sentirse un poco perdidos. Snyder entreteje las tramas para hacer que los paralelismos se sientan casi en cada página.

Albuquerque se desliza de manera similar para traer de vuelta el mundo de American Vampire sin problemas, junto al colorista Dave McCaig. Desde carnavales sórdidos en el suroeste hasta una cruda visión de la ciudad de Nueva York en medio de un crimen desenfrenado y discotecas repletas de gente que vive como si fuera su último día. American Vampire 1976 pisa el acelerador a fondo desde sus primeras páginas, regresando con suficiente sangre y furia para que la espera -en la que andábamos mucho- valga la pena. Esplende como Snyder y Albuquerque claramente se divierten con esta obra.

Reseña: Wonder Woman. Tierra Muerta, de Daniel Warren Johnson, Mike Spicer y Rus Wooton

Wonder Woman: Tierra Muerta es otro portentoso tomo en tapa dura de la tan destacada colección DC Black Label que ECC Ediciones está publicando en nuestro país. Portentoso no por tamaño, mas bien por lo de su maravilloso contenido donde el guionista e ilustrador Daniel Warren Johnson junto a Mike Spicer y Rus Wooton, hacen un cómic tan diferente como extraño. La premisa es sencilla: la princesa Diana de Themyscira se despierta en un páramo post-apocalíptico y tiene que descubrir el misterio de lo que salió mal e intentar proteger a los pocos humanos vivos que quedan. Así por encima, el gancho no es muy diferente a El Último Caballero de la Tierra, de Scott Snyder y Greg Capullo, que publicó ECC el verano pasado, pero lo que realmente distingue de todo lo demás a Wonder Woman: Tierra Muerta es el trabajazo de Daniel Warren Johnson.

Empiezo por lo obvio. Wonder Woman: Tierra Muerta es un cómic visualmente impresionante y encaja perfectamente con el don que tiene Johnson como artista. La historia y trama es algo más complicado de analizar. En esencia, Tierra Muerta es una historia en torno a la noción de segundas oportunidades contada de manera realmente efectiva. Pero sus problemas surgen cuando la historia se coloca dentro del contexto de la fascinación por siempre introducir otros elementos de DC Comics. No solo personajes que tienen que hacer su cameo sí o sí, como si eso estuviera en alguna cláusula de contrato, también por los escenarios demasiado sombríos y la mitología más amplia de Wonder Woman que siempre-siempre parece que se debe mencionar. La mujer, sus temas y el contexto sexual de la que es icono. Una cosa que, en mi opinión, ya cansa. Fuera de esto, insisto, el arte de volumen es impresionante.

Más de un crítico lo ha mencionado y es cierto: el manga japonés (Shonen) es una clara influencia para Daniel Warren Johnson y es increíblemente evidente esto en el modo en cómo aborda cualquier tipo de escena de acción. Hay una forma específica en la que transmite movimiento al difuminar el contorno de una parte del cuerpo de alguien en líneas de movimiento, lo que constantemente hace que todo lo que Johnson está dibujando sea un poco más genial de lo que ya era. Además, hace uso de proporciones sesgadas y perspectivas diferentes, para acentuar realmente una serie de acciones y hacerlas aún más dinámicas. Gran parte de la acción se siente como un solo fotograma. Esos tan característicos en los grandes animes.

También hay mucha libertad en los diseños de página y el ritmo. Johnson dedica casi las cincuenta páginas de cada número a construir épicos momentos; Diana emergiendo de la cápsula, los Haedra atacando el asentamiento y, oh, hermosas splash-pages que nos meten en primera línea de batalla y el impacto de sus eventos. Cómics así, son una bendición para los ojos. Y también os digo que si elimináis todos los temas y el contexto y solo quieres leer a «una Wonder Woman apocalíptica luchando contra Kaijus», deja de leer esta reseña y ve a comprar ya Tierra Muerta porque éste es tu cómic. Porque aunque mis palabras puedan dar a entender que no, también hay un poco de profundidad decente en la historia…

Dejadme deciros que en el guión hay algunos giros chulos. La premisa de que Diana se despierta en un mundo post-apocalíptico y trata de ayudar a la humanidad sobreviviente conlleva la mayor parte de los problemas, sí, pero todo se complica con la revelación al final del segundo número con esas criaturas mutadas que atacan humanos con la intención de comérselos. Después, el tema de Amazonas lideradas por la madre de Diana, Hippolyta, que siempre aportan mucho lío. Pero aún más complicado se vuelve todo con la revelación del capítulo siguiente donde sucede el misterioso Gran Incendio. Dos giros casi finales que devuelven la ilusión por disfrutar del cómic; uno que así, se sale del típico ilustración de diez, guión suspenso.

El Universo DC está repleto de universos alternativos oscuros y arenosos (oh Dios, hay tantos) y, sin embargo, Wonder Woman: Tierra Muerta la sentí diferente. Johnson crea un cómic lleno de imágenes emocionantes y funciona completamente a ese nivel. Tras Murder Falcon y Extremity, este reputado creador lleva al personaje a una trama de Ciencia Ficción que no se parece en nada a lo que yo haya visto jamás con la Chica Maravilla como protagonista. Cuatro números que conforman una miniserie y que ahora se recopilan en este integral con ilustraciones inéditas.

Reseña: Batman. El Contraataque del Caballero Oscuro, de Frank Miller y Lynn Varley

No podía faltar dentro de la genial colección DC Black Label el último aporte que hizo Frank Miller al mundo del Caballero Oscuro; que por cierto, se le llama así por su ingenio. El Contraataque del Caballero Oscuro fue una idea muy esperada, desde el mismo momento en que su predecesora se publicó. Pero a muchos fans no les gustó. Y es que este es el tema de siempre: después de una gran obra, de un gran film, de un gran cómic, de un gran libro… ¿qué viene? ¿Otro mejor? Pocas veces se consigue. En sólo algunos casos un autor o un artista consigue llegar a su cima, a su clímax, adopta el estado sobre-inspirado, con el don a tope y sale lo que sale. Una maravilla. Un tesoro como fue y es El Regreso del Caballero Oscuro. Pero como os digo, esto es dificilísimo de conseguir y no todos están en el momento preciso, en la hora adecuada, ni llevan el don potenciable dentro. Esto solo lo entiendes al cien por cien cuando eres creativo. Y se entiende que el fan siempre quiere más de lo mejor, obviamente. En este caso, de aquel Caballero Oscuro con el que tanto lo flipamos. Llegó en 2002 y en tres libros o partes que forman un todo. Se llama El Contraataque del Caballero Oscuro. Pero hay que entender que no salen «Picassos» todos los días…

Una cosa que me gusta y que le debe pasar al maestro FranK Miller, es que su mente debe seguir en los benditos años 80. El Contraataque del Caballero Oscuro se lee como un cómic de mediados de esa década. Unos años donde esas musas de las que hablo estaban a tope en muchos autores. Brotaron personajes y series súper molonas. No obstante, cuando se fue acabando la década, la industria del cómic se estaba muriendo. Las ventas bajaban en picado, los cómics fueron ignorados por la cultura dominante y los superhéroes eran impotentes frente a villanos de la vida real, como tramas de reciclaje, ídolos repetitivos… Pero justo cuando las cosas se veían más oscuras, descendió de una noche sin luna, Frank Miller. Apareció con su innovadora novela gráfica e injertó la angustia moderna en los mitos de los cómics. Creó una obra literaria que definió el género. También soy de los que piensan que Batman renació en este momento. Miller puso de nuevo los cómics épicos en el candelero. La revista Time y Rolling Stone elogiaron a Frank Miller y los 90 empujaron aún más a los cómics gracias a la peli de Tim Burton, el cual confesó estar muy inspirado por la novela gráfica. Desde entonces, los cómics comenzaron a explorar nuevas direcciones artísticas, lo que trajo una nueva generación de lectores al mercado y ayudó a impulsar las ventas de cómics a máximos históricos. Un Regreso…, de todas-todas.

En 2002 llegó El Contraataque del Caballero Oscuro (The Dark Knight Strikes Again), la secuela del clásico. Inicialmente, el lanzamiento de DK2 (como se le llamó al principio, como broma a las tendencias de películas de aquella época) atrajo mucha atención en los medios. Lo recuerdo, fue durante los años en los que empezamos a reseñar en Desde New York – Crónicas Literarias. De hecho, recuerdo que un amigo que vive en Brooklyn y reseña, me comentaba entonces que participó en un trabajo solicitado por el propio editor de DC Comics, en el que tenían que mirar cada una de las copias anticipadas para asegurarse que todo estaba más que perfecto para su distribución. Las oficinas de DC en Nueva York estuvieron a tope para anunciar el más esperado regreso del Batman, de Frank Miller. Pero entonces el público leyó El Contraataque del Cabllero Oscuro y los críticos calificaron la obra de arte minimalista y dijeron cosas como que estaba «dibujada apresuradamente». Los colores digitales superbrillantes de Lynn Varley se describieron como «enjuague bucal con sabor verde». ¿¿?? Peor aún, a muchos lectores no les gustó cómo Miller encaró la obra en forma de burla hacia la mitología de los superhéroes. Como dijo Bob Lipski, un dibujante que trabaja en DreamHaven Books and Comics: «Los fans han sentido que Miller escribió DK2 como forzado a hacer una jodido trabajo que no quería». Lo cual es una pena. Porque en primer lugar, ya os digo que gente que habla así, poco conocen a Frank Miller. Y ahora encima yo os digo, casi veinte años después, que tenéis que leerla y opinar por vosotros mismos.

Vais a encontrar una versión tan revolucionaria del personaje (que es lo que preocupa verdaderamente a la industria, pero mola), que de tan diferente que se vuelve, a mí, por lo menos, me encanta. Un cosa está muy clara: Miller tocó la fibra a mediados de los 80 con El Regreso del Caballero Oscuro porque los cómics no estaban a la altura de su potencial. Sin embargo, la revolución que inició Miller ha ido en exceso y eso a los conservadores o puritanos no les gusta. Para ellos, El Contraataque del Caballero Oscuro se vuelve un extraño candidato a la alegría. Y sonreír no está bien visto para el que usa traje de chaqueta. Ambientada tres años después de los eventos de su predecesora, con una USA que se vuelve un estado policial donde la Declaración de Derechos ha sido derogada, la gente no hace nada y un presidente holográfico está controlado por el magnate de los negocios Lex Luthor. Peor aún, la mayoría de los ciudadanos no se preocupan por las libertades que han perdido: están demasiado ocupados viendo programas porno y hacen vigilias a la luz de las velas en los días de sol… Decidme si no es interesante una historia que pregunta en voz alta, si es mejor ser feliz y estar esclavizado, o estar hundido en la miseria pero libre.

Opinad por vosotros mismos: SIEMPRE.

Reseña: John Constantine. Hellblazer. Señales de Infortunio, de Simon Spurrier, Aaron Campbell y VVAA

Si siempre te ha llamado la atención Hellblazer pero por una cosa o por otra nunca te has puesto con él, este tomito es buena ocasión para conocer al personaje… actual. Una pizza de varios ingredientes que ya os advierto que está deliciosa. Además, viendo la cantidad de reseñas que estamos haciendo últimamente, qué duda cabe que las historias de Hellblazer son una buena recomendación para Halloween también. Uno de los personajes más icónicos del Universo DC que regresa gritando y soltando tacos a las páginas del tomo que se denominado Señales de Infortunio, y que recopila los números #1 al  #6 de la serie original así como The Sandman Universe Presents: Hellblazer #1 y el #14 de Los Libros de la Magia, para meterte en situación.

Como bien dice su sinopsis: El cabrón ha vuelto. Y lo hace de la mano de autores súper fans del personaje clásico como Simon Spurrier, Aaron Campbell, Matías Bergara, Marcio Takara y alguno más. John Constantine está de regreso y el mago estafador que una vez guió a Tim Hunter al mundo de la magia tiene un desafío para que el joven mago puede salvar o condenar al mundo de una vez por todas. Pero este Constantine ha visto caer a muchos ante el corrupto Tim Hunter y, en el mejor de los casos, no es de fiar. ¿Intentará John matar a Tim solo para estar a salvo? ¿Puede lograrlo si lo intenta? ¿Y sobrevivirá el mundo al intento? Son preguntas que se presentan aquí. Kat Howard y Simon Spurrier unen fuerzas para proponer un tema interesante que gira y gira entre la perspectiva de John Constantine y la de Tim Hunter. Así comienza la serie nueva y principal que recoge el volumen. Tramas dibujadas por Tom Fowler, aunque se ven drásticamente diferentes gracias a los acabados de Craig Taillefer y los colores de Jordan Boyd. Si nunca antes ha leído un cómic de John Constantine o Tim Hunter, este es uno que sorprende y te enganchará a esa conjunción.

Pero vamos a lo esencial. John Constantine está de vuelta y sobresale como un pulgar dolorido en el nuevo Londres. Los pubs con agujeros en la pared que frecuentaba John son ahora bares de moda para las chicas del West End y los cócteles acaramelados han reemplazo a los gintonics. A pesar de esto, el mundo todavía necesita un bastardo para hacer lo que hay que hacer. Como, por ejemplo, averiguar por qué una horda de ángeles ahora parece estar protegiendo un parque y golpeando a cualquier pecador que se sienta afortunado de cruzar sus límites… Estamos ante una colección de doce números que se dividirá supuestamente en dos tomos; en tapa dura, de estos tan llevaderos y chulos que publica ECC. También es una lectura obligada para los fans del John Constantine clásico, por supuesto. Pero insisto, Simon Spurrier ha traído de vuelta a Hellblazer en toda su maravilla ultrapolítica y malhablada, y la obra de arte de Aaron Campbell y Jordie Bellaire es un retroceso bienvenido a los días de gloria de Vertigo Comics. Un bienvenido regreso a las formas y una señal de que el sello oscuro DC Black Label viene para dar que hablar, en este mundo que vuelve a querer imponer censuras.

En el último cómic aportado aquí (#6), concuerdan cositas. Pero al leerlo me debatí entre varios sentimientos. Percibí que el estilo se lee como el Hellblazer clásico de la mejor manera, es decir, aquellas sensaciones y aventuras con monstruos que desafiaban la definición visual, proporcionando impresiones aterradoras sobre líneas claras. Las primeras páginas enfatizan breves retratos de personajes del mejor tipo, pero los giros en la trama revelan a otro ser humano cuyo tipo está en el centro del trauma. Personajes, personas, que se mueven por un odio imperdonable. Es difícil no sentirse en conflicto a medida que avanza la historia. Sabes que estás viendo la vida misma. Lo cabrón e hijo de puta que puede llegar a ser el ser humano con el prójimo. El egoismo puro, la mala educación, el yo-voy-a-lo-mío, preponderan aquí. Y aunque esto sea duro de decir, John Constantine: Hellblazer, esta vuelta a las andadas, pero elaborando el día a día que vemos en las calles, en el trabajo, en los deportes de equipo… No es otra cosa que una mirada a la actualidad. Figuras oprimidas que tienen prisa y casi matan por llegar a tiempo al trabajo, monstruos feos e invencibles, ángeles, demonios…, todos ellos, más el tío que se te cruza por la calle y te pide dinero y al otro día intenta apuñalarte en un callejón. ¿Qué dónde vivo? En 2021. Donde todos somos espejos de nosotros mismos. Por eso es tan brillante este regreso y las formas en las que está elaborada la serie. Su virtud es que muestra el mundo, nuestro mundo, el de ahora. Algo por lo que siempre abogó la clásica Hellblazer.

El mundo se va a pique.

Reseña: Sweet Tooth. El Regreso, de Jeff Lemire y José Villarrubia

Recordad siempre recurrir a la base de una buena historia. En las fuentes, está la esencia. Lo mejor de lo mejor. En cómic podemos encontrar desde hace un tiempo la serie de Sweet Tooth. Precisamente, ECC Ediciones ha sido la culpable de traer por estos lares este cómic tan joyita como original del ya maestro Jeff Lemire. Cómic que ECC Ediciones terminó por publicar de forma íntegra en dos volúmenes geniales. Pero hay más, friends. De este tipo de chuladas y de tan diferentes series no suele verse más. A los buenos autores siempre les da por hacer un “descanso” y salirse del típico y constante trabajo del mainstream. Pero como la mente de un verdadero escritor nunca descansa pues va y se saca algo tan diferente como inédito… Y esta es y no otra, la razón por la que nació Sweet Tooth. Sí, este genial cómic que se ha convertido en serie para Netflix (por eso lo de recurrir a las fuentes), la denominada Sweet Tooth: El Niño Ciervo. Y al decir que hay más, me refiero a Sweet Tooth: El Regreso, donde Lemire retoma uno de sus proyectos más personales, formando de nuevo equipo creativo con otro maestro como es el genial José Villarrubia. Seis numeritos más, una miniserie, un arco completo nuevo de esta casi mitología llevada a la viñeta del autor de obras tan maravillosas como la trilogía de Terror de Essex County o Black Hammer, así como cantidad de obras para Marvel y DC. ¡Y tiene mi edad!

Garabateadas en la primera página vais a encontrar algo que desconcierta. La frase 300 Años Después… Palabras que desconciertan y que te introducen un misterio en el cuerpo antes de empezar. Pues no es otra cosa que un mensaje extraño que dejará al lector preguntándose si Lemire se está refiriendo a su primera serie o a otro evento desconocido que aún no se ha producido. A partir de ahí, los futuros paralelos en tu mente se aclararán con esta nueva versión de un niño con rasgos parecidos a los de un ciervo reflexionando sobre visiones tenebrosas donde otro rostro aparece. A los que venís de la serie principal os sonará: un hombre enorme de ojos fríos… Pero algo está cambiando dentro de él, algo que aún no puede precisar. Y muy pronto la historia comienza por sí sola a medida que comienzan a surgir nuevas arrugas en el guión… Con un cambio en términos de seguridad que mantiene al niño dentro de su espacio vital, así como otra perspectiva donde vemos al peque de cuernos siendo inyectado con algún tipo de brebaje por parte de personas que lo cuidan (la escritura de Lemire aquí mantiene un suspense tremendo).

Finalmente, el niño, al igual que el protagonista original, Gus, antes que él, se encarga de cruzar el umbral que es su prisión y se ve expuesto a un giro que inmediatamente coloca a El Regreso en una trama nueva, un nivel completamente diferente a su historia predecesora. Y eso que como os decía se revela una cara familiar (pero posiblemente completamente diferente), la misma que se cierne sobre el niño, lista para iniciar un épico viaje. Aquí es donde la brillantez de Lemire brota mientras entreteje hábilmente los hilos de una manera que la nueva aventura se llena de peligros con la constante sensación de malos presentimientos y misterios sobre lo que está por venir. Sí, como habréis notado, es de esas series que casi odias por no poder contar mucho a alguien sin desvelarle demasiado. Lo que sí puedo decir es que a los entusiastas de Sweet Tooth les puede encantar el giro de acontecimientos que hay. Es una experiencia completamente nueva donde descubrir que quizás el peque llamado Gus no era el único ser en este mundo lleno de imposibilidades de la madre naturaleza.

La estrella del cómic contemporáneo Jeff Lemire (Moon Knight, Black Hammer, Animal Man) y el colorista José Villarrubia terminan su regreso al mundo de los híbridos y las plagas apocalípticas en Sweet Tooth: El Regreso. El capítulo final de esta serie secuela está lleno de ritmos emocionales, de una narración que está llena de guiños a la serie original y sinceramente, dudo que esto termine aquí. Para gusto nuestro.

Las acuarelas de José Villarrubia para crear la atmósfera de esta serie son brillantemente soberbias.