Reseña: Oblivion Song. La Canción del Olvido, de Robert Kirkman y Lorenzo de Felici

Yo que soy de darle a todos los géneros en cuestión, cuando me llega el punto de la Ciencia Ficción, tengo que reconocer que leo muuuuucha CF. Lo que digo es que pueden pasar por mis manos varios libros y cómics de este género antes de decidir pasarme a otro. Y ahora estoy en ese punto. Por lo que me vino genial ver que ECC Ediciones estaba publicando Oblivion Song en sendos tomos integrales…, una historia del maestro que tenía muchas ganas de leer. Y me vino bien porque quería ver cómo se le daba a Robert Kirkman (sí, el creador de The Walking Dead, Invencible y Outcast y otras muchas), quería ver como se le daba a este archicreativo cuando decidiera meterle mano al género fantástico más leído de todos actualmente como es la Ciencia Ficción.

Y de ninguna manera Robert Kirkman necesita mis elogios. No le voy a dar palmaditas en la espalda por seguir haciendo cómics y todo ese ruido. Es un guionista de los buenos-buenos y se merece estar donde está. ¿Qué después resultó ser un empresario de cojones y él se lo guisa y él se lo come con su propia empresa? En su derecho está. Pero nunca un creativo debe perder valor por ello. Se ha desarrollado a ritmo constante y muy poquitos pueden alardear de eso. Es consistente y en cuanto a sus cómics, sabes que es un autor de personajes y autor de historias que te mantienen enganchado. ¿Su don o táctica? Expectantes giros de guión en las última páginas. Se le da de p… de rechupete. Y en Oblivion Song sucede igual. Establece los personajes, el mundo, la trama y con ciertos giros de trama ya te tiene enganchado. Con una temática que desafortunadamente nada es tan original como se pretende y que parece ser elaborado como un guión de televisión condensado. No me estoy burlando de Kirkman porque haga televisión, se ganó su éxito y, de nuevo, no necesito elogiarlo por seguir escribiendo cómics. Es solo que es obvio que Oblivion Song es un cómic perfectamente elaborado para ser traspasado a la gran pantalla. Y se nota.

Oblivion Song es una buena trama que comienza con Nathan corriendo tras dos personas que huyen de un monstruo. Le dispara a uno de ellos y éste desaparece. Lo que asusta mucho a la mujer que huía con él. Tras esto le dispara a ella y también desaparece. Lo que deja a Nathan y al monstruo a solas para realizar ese “baile de supervivencia”. Ya que presenté a Nathan y sus dotes, sabéis de sobra que sobrevive y la historia continúa. Bien. Una vez que se autoelimina, nos enteramos de que acaba de rescatar a estas dos personas y que estuvieron «allí» durante una década. La historia continúa revelando pequeños detalles sobre lo que es «allí» y por qué Nathan está arriesgando su vida para encontrar/rescatar gente….

Tenemos algo de política, una agenda personal y realmente todas las demás casillas de verificación que necesitas saber sobre la historia, ya se han impuesto. Estamos ante un primer volumen de la serie que recopila los doce primeros números de la colección original, así como material adicional que describe el proceso creativo; por lo que material hay para saber y saber. Con la idea central de que hace una década, 300.000 ciudadanos de Filadelfia quedaron perdidos súbitamente en Olvido. El gobierno hizo todos los esfuerzos por rescatarlos, pero tras muchos años de actuación, se han rendido. Nathan Cole… no lo hará. Emprende viajes continuos arriesgando su vida, para intentar rescatar a aquellos que están perdidos, solos y asustados, viviendo y transitando en ese paisaje desolado y apocalíptico que está al otro lado. Pero quizás… Nathan busca algo más. ¿Por qué no puede resistirse al canto de sirena de la Canción del Olvido?

No puedo ni negaré que es un tema perfecto para enganchar a todo fan del cómic que brinda por la Ciencia Ficción. Los viajes en el tiempo son un tema… un subgénero dentro del género. Y atractivo como pocos. El argumento propio de viajes en el tiempo para el rescate de personas, alterar sucesos que lleven a la raza humana a la extinción y derivados…, sí, es un tema manido. Sin embargo, tenemos a Kirkman aquí, el tío que es capaz de hacer de un tema trillado algo entretenido. ¿O acaso no fue él quien trajo de moda de nuevo a los zombis cuando ya nadie (menos yo) daba un duro por ellos? Eso si, por favor, aunque algunos jóvenes de por aquí lo penséis y lo creáis porque casi empezasteis a leer cómics con cómics, por favor, por favor, por favor, ni de lejos Kirkman inventó nada con mis amados zetas. Únicamente, los puso de moda nuevo. Creó con The Walking Dead una trama larga sobre un grupo de personas inmersas en el apocalípsis zombie y la hizo muy entretenida. Ya está.

No hay nada nuevo bajo el Sol, dice un proverbio japonés. Y es cierto. Pero Kirkman con su don y con Lorenzo De Felici colaborando con él crean en Oblivion Song un cómic que se disfruta bastante. Con unos primeros números que emocionan al lector lo suficiente como para tenerlos enganchados como mínimo hasta mitad del tomo.

Reseña: UltraMega. Lucha por la Humanidad, de James Harren y Dave Stewart

Soy capaz de acercame a un cómic solo por el color. O por el colorista, en cuestión. A ese nivel friki llega uno cuando ama el mundo del cómic en casi todos sus conceptos. El galardonado colorista con un premio Eisner, Dave Stewart, también hace sus pinitos fuera de las grandes casas y dentro de Image y su línea Skybound es partícipe (dándole un tremendo empujón visual) a UltraMega; la obra ideada, guionizada y dibujada por James Harren. Un autor a tener muy en cuenta por mi parte a partir de ahora. Y es que bueno, en definitiva, y aparte del tema artístico, este que está aquí (en su polifrikismo) siempre se va a sentir atraído por el mundo de los kaijus. Esos grandes monstruos ideados por los japos en los que se dan de ostias a lo grande y que trajo a la actualidad fílmica Guillermo del Toro en su genial Pacific Rim.

La lucha por la humanidad.

Según cuenta la sinopsis se ha extendido una plaga cósmica que ha transformado a la gente de a pie en unos violentos y monstruosos kaiju. Ahora, solo los Ultramegas (individuos dotados de poderes increíbles) quedan para intentar sostener tanta locura. Batallas que si no se evitan, terminan dejando ciudades enteras arrasadas e incontables horrores y muertes a su paso. En fin… De todas las preguntas que han llenado mi cabeza últimamente, la que aparece una y otra vez cuando recapacito sobre nosotros es: ¿A dónde está yendo la humanidad? Pandemias globales, violencia ideológica y la aparición de la Rana Gustavo en Adivina Quién Canta (The Masked Singer). Todos estos temas han sido golpes duros para nuestra sociedad. Problemas y locuras de pensamiento visionado que nunca pensamos que tendríamos que lidiar en nuestras vidas. Personas que conozco (a veces, incluido yo mismo), se preguntan cuándo podremos volver a la normalidad. Y cuanto más reflexiono sobre esa idea, más me doy cuenta de que no hay vuelta atrás. Gracias a las leyes abstractas de mierda del espacio-tiempo, solo podemos avanzar. Y entonces, en lugar de tratar de averiguar cómo podemos regresar, preferiría que nos tomemos tiempo en preguntarnos (como decía mi abuela): ¡A dónde vamos a llegar!

Coñas aparte, UltraMega nos hace una pregunta similar. En un mundo donde un extraño virus venido del espacio se extiende por nuestro planeta y convierte a las personas en monstruos gigantes, y otro tipo de personas son bendecidas (o malditas, según se mire) y van a ser nuestra última oportunidad para sobrevivir a ese virus… Gusta ver que los que nos defenderán son seres de raciocinio muy parecidos al Dr. Manhattan y al desarrollo de su poder. Decidme entonces si no mola imaginarse como uno de ellos. ¿Es así, no? Siempre pensamos que en un ataque-zombie seríamos uno de los supervivientes, ¿no? Ay, díos mío…

James Harren dedica tanto tiempo a darnos secuencias de acción espantosas como a contarnos la historia de hombres destrozados que son «demasiado viejos para esta mierda». Y eso me ha encantado. Me ha tocado el alma. Así que no cuento más. En un extraño acto de equilibrio entre humor, gore, shock y horror. La miniserie UltraMega que acaba de publicar ECC Ediciones en un tomito en tapa dura -que recoge cuatro numeritos, ya en enero, es para mí una de las sorpresas comiqueras del año. Cada personaje de esta serie tiene algo en juego por lo que vale la pena luchar. Pero todos quieren que las cosas vuelvan a la normalidad. Anhelan cuando el mundo era fácil y no tenían que sacrificar sus vidas en nombre de ningún puto nadie… Todos desearían poder vivir una vida sin miedo y sin pánico constante. La normalidad anhelada, esa que tanto valoramos cuando no está.

Cómic independiente de sobresaliente.

Reseña: Noviembre, de Matt Fraction, Elsa Charretier y Matt Hollingsworth

El otro día os hablaba de Matt Fraction y lo genial que era que se trajeran a nuestro pais nuevas obras de este tan recomendable guionista (https://www.cronicasliterarias.es/?p=7927). Bien, pues ECC Ediciones parece haber escuchado mis ruegos (y el de muchos) y a finales de noviembre publicó otra joyita independiente del autor, fuera del mundo del pijameo. Pero esto tampoco es cuestión de tirarse flores de forma gratuita, es obvio, que teniendo en cuenta la popularidad de Matt Fraction en estos momentos en USA, su nueva novela gráfica Noviembre -que muchos teníamos fuera del radar-, sea una grandísima noticia de publicación para demostrar quién es y cómo se las gasta este guionista de renombre que… ¡Tiene mi edad! Bueno, tranquilo, tranquilo, que con la edad que tenemos ya es normal que ocurra… Pero esto no significa otra cosa que, los lectores que se atrevan con Noviembre, se van a llevar una agradable sorpresa con una historia «noir», tan atractiva como impactante.

Creada por Fraction y la dibujante Elsa Charretier junto al colorista Matt Hollingsworth, Noviembre es un thriller que relata las vidas entrelazadas de tres mujeres en los suburbios. Un curioso juego, un tejemaneje, como yo suelo decir, sobre tres mujeres que descubrirán como sus vidas están vinculadas a un misterioso hombre que parece ser la causa de todos sus males. Una genial trama dividida en cuatro grandes capítulos, que a su vez se dividen en cuatro subcapítulos todos menos el último. Además, todo cerrado en tres epílogos que dejaran a más de uno con el culo torcido, por su capacidad de abrir la historia a un sinfín de posibilidades futuras. Pero una obra cuidadosamente dividida en sectores de trama que siguen a este extraño hombre y tres mujeres a través de una narrativa interconectada en la que los cuatro juegan un papel fundamental. Y para muestra un botón: El primer capítulo se llama La chica en la azotea y es en el que empieza la historia con el mismo nombre, y donde este señor se encuentra con una mujer llamada Dee que le hace una oferta para lo que pide muy poco que hacer pero paga muy bien. Sin embargo, el tema se va de madre. La pistola en el charco, destaca a una mujer con mala suerte que intenta hacer lo correcto y es rápidamente castigada por ello. El motivo de la emergencia, cuenta la historia de Kowalski, un operador del 911 (Servicio de Emergencias telefónico en USA) que siente que algo va mal tras una llamada. Y el subcapítulo llamado El ladrón está protagonizado por el hombre que le hizo la oferta a Dee y vuelve al caso justo cuando ve en el suceso una oportunidad para… Cuatro mini-historias dentro de una gran trama que abren un argumento de forma intrigante. Pero ideas que parecen incompletas, ya que dedican la mayor parte de las páginas a preparar la trama para lo que está por venir. ¿Lo bueno y tremendo de esto? La forma en la que ha sido publicada de forma integral para que “lo que está por venir” esté tan solo a un salto de página. así que podemos seguir disfrutando leyendo los desarrollos de este thriller que recuerda a las mejores historias de Dashiell Hammett, si se me permite el halago. ¿Después? Personajes que quieren salirse de un proyecto criminal, el misterio tras las dos mujeres y como empiezan a sentirse plenamente realizadas con algo en lo que jamás hubieran pensado. Cada capítulo tiene lugar en un entorno distinto, lo que le da a la ilustradora una libertad tremenda para con los planos y viñetas. Todo muy reforzado para un ambiente de paletas de colores corto de tonos pastel que marca Hollingsworth. ¿Se pretendía que esto fuera así para que nuestra atención se centrara únicamente en el punto fuerte de este cómic como es la trama? Diría que sí. De ahí el poderío del cine negro en blanco y negro, valga la redundancia.

Noviembre muestra a Fraction en su mejor momento, cuando cuenta historias íntimas sobre personajes en circunstancias extremas. El tono recuerda a uno de sus últimos cómics independientes, uno excelente también de tema criminal que fue ilustrado por Kieron Dwyer y que se publicó en 2003 en USA como es Last of the Independents. Espero que nos lo traigan pronto. Pues Fraction entiende los personajes mejor que casi cualquier guionista de cómics actual. Se mete en ellos de forma muy personal y los elementos de ficción tienden a distraer la atención de sus adorables y simpáticos protagonistas para después soltarles algo impactante en plena cara. Suma también en Noviembre que el diseño de Elsa Charretier para este tipo de historias es genial. Viñetas que son un homenaje al cine negro, el mejor que se hizo sobre este género en la década pasada de los 50.

Un excelente equipo creativo para un viaje difícil de olvidar.

Reseña: Extremity, de Daniel Warren Johnson, Mike Spicer y VVAA

A veces, aparece un cómic que inventa un mundo completamente nuevo lleno de detalles e historia y que si vas predispuesto, te impregnas de ello cosa mala. ECC Ediciones publica este mes (¡en un solo tomo!) los doce números que comprenden la serie Extremity. Un ejemplo de cómo una idea bastante trillada puede generar una historia asombrosa y personajes fantásticos. Daniel Warren Johnson es el culpable-creador, guionista e ilustrador de este volumen de guerra post-apocalíptica, un yomeloguiso-yomelocomo, que le ha quedado genial como obra de autor. Una inspiración de cómic que os advierto ya que os gustará muy mucho a todo fan de la saga fílmica de Mad Max, la peli La Carretera o amantes del entorno del manga El Puño de la Estrella del Norte.

Extremity sigue un conflicto entre dos clanes: los Panzina y los Roto. Cada uno de ellos dirigidos por dos líderes despiadados, el jefe Jerome y la reina Nim. Con el tiempo, aprendemos sobre los eventos que crearon el conflicto entre estos dos mandatarios. Tiempos en los que se quemó el rostro de la hija de la reina Nim en una disputa fronteriza entre los dos grupos y la reina juró vengarse por los siglos de los siglos. Fue entonces cuando atacó de improviso al clan contrario y los expulsó de sus hogares. Para más inri, Nim vengó las heridas de su hija ordenando el asesinato de la esposa de Jerome y desmembrando personalmente la mano de la hija de Jerome, la pequeña Thea… Una locura.

Varios años años después nos topamos con un Jerome roto e iracundo. Jerome todavía lamenta la pérdida de su esposa y la mutilación de su pobre hijita. Por eso ha dedicado su vida a su objetivo de retribución contra el clan Panzina. El jefe lidera a su tribu en una búsqueda para eliminar a esa jodida civilización de una vez por todas. Jerome está dispuesto a lograrlo, haciendo lo que tenga que hacer. La sangre tiene que bañarlo todo y él estará allí para verlo y disfrutarlo. No os quepa la menor duda.

Extremity existe en un mundo post-apocalíptico similar al de Borderlands, u otros muchos cómics que tratan este tema. Pero este que os reseño hoy lleva intrínseco una intensidad desmadrada, en ocasiones, una ira que impacta en varios momentos de la historia. Hay batallas extremadamente sangrientas entre los Roto y los Panzina. Los hombres usan lanzas para empalar cabezas y miembros del cuerpo humano vuelan constantemente por los aires. No obstante, este derramamiento de sangre nunca parece excesivo ni gratuito porque encaja perfectamente con el tema y porque según mi opinión, es REAL. De buenas es sabido de lo que es capaz el ser humano para con el prójimo en caso de guerra y rencor. Pero Daniel Warren Johnson hace que nos preguntemos si la cruzada de Jerome por la justicia está justificada. Y no solo vale decirse que la violencia genera violencia, que si tal, que si cual. Lo que hay que pensar es, en el después. ¿Realmente merecen la pena las guerras? Si tus enemigos te tratan cruelmente, ¿deberías actuar con crueldad de la misma forma, pensando que este juego nunca tiene fin hasta que se cavan dos o trescientos millones de tumbas más? Este es el tema que aborda Extremity. Los personajes centrales de esta historia son Thea y Rollo, los dos hijos de Jerome. Thea fue una artista talentosa desde que era muy joven. Jerome siempre decía que podía ver los detalles y la vida donde otras personas no podían. La infancia inocente de Thea terminó abruptamente cuando murió su madre. Luego perdió la capacidad de dibujar bien, una vez le cortaron su mano buena. Ahora Thea sigue fervientemente a su padre en su búsqueda de venganza. Se convirtió en una dura guerrera que nunca duda en seguir órdenes. El soldado reemplazó al artista. Se supone que debemos preguntarnos si la joven sensible dentro de Thea todavía está ahí o es parte de lo que murió con su madre.

Es realmente increíble que Daniel Warren Jonhson, junto con Mike Spicer (quien solo colorea), dibujaran tantas y tantas páginas de esta historia. Tremendo trabajo artístico que nos traslada perfectamente al mundo cruel de Extremity. Una historia de dos tribus rivales con una brutal enemistad de sangre entre sí. El cómic, que Image Comics describió en USA como violento pero también emocionalmente conmovedor. Ya lo tenemos en librerías del país gracias a ECC Ediciones. Por mi parte agradezco mucho la publicación de obras así y el apoyo editorial, donde se le da oportunidad a autores que intentan sacar adelante lo que le sale de dentro. Grandes historias independientes. La mayoría de editoriales van a lo fácil. A publicar al famosete, cosa que obstaculiza mucho al que intenta salir del anonimato y tiene mucho que aportar.

En Extremity lo que queda es un gran trabajo con el que debatir los horrores de la guerra en un escenario y futuro fantástico, pero quién sabe, quizás no muy alejado del nuestro.

Reseña: Outcast (Paria), de Robert Kirkman y Paul Azaceta

Los doce primeros números de Outcast (Paria) te sumergen en una historia de Terror tan atractiva como diferente. Pero solo es el potente inicio de una trama que da para bastante debate. Para mí, en formato cómic, es buena a rabiar y no dejo de entender por qué se habla tan poco de esta serie y eso que tuvo una muy digna serie de TV. Y es que para mí y para muchos no sólo es la última gran serie de Terror creada por Robert Kirkman, es «la única” serie de Terror creada por el gran empresario-guionista. Soy de los que piensan que Los Muertos Vivientes (The Walking Dead) no trata el terror sobrenatural propiamente dicho. Más bien el horror de lo que es la propia supervivencia, un escenario (o muchos) de «Antes que tú, estoy yo». No sé, es otra cosa. Aunque eso no quita que considere Los Muertos Vivientes como el mejor cómic de temática zombie jamás escrito.

La buena noticia para muchos de los que nos quedamos por acabar la colección de Planeta es que ECC Ediciones ha decidido recopilar toda la serie de Outcast (Paria) en cuatro tomos integrales. Un lugar donde el tándem Robert Kirkman (The Walking Dead, Invencible…) con Paul Azaceta (Daredevil, AIDP) funciona al cien por cien. Además, la historia que Kirkman lanza tiene ese toque ideal para los dibujos de Azaceta. Y viceversa. Porque uno en estas cosas no sabe que fue antes, aunque lo obvio es que lo primero en nacer sea el guión. Pero a lo que voy es que la conjunción es perfecta en tiempo, forma y narrativa, y eso se percibe en cuanto se plantea la idea. ¿Y cuál es la idea? Mientras que en The Walking Dead se hacía malabares con un gran elenco de personajes, en Outcast hay un enfoque más estricto. Kyle Barnes vive en soledad y por una buena razón. Desde la infancia, sus seres queridos han sido víctimas de posesión demoníaca. Y ahora no es que esté exactamente contento con su aislamiento, pero al menos está tranquilo. En el fondo piensa que estar solo es su destino. Pero cuando un reverendo ilustrado en el arte de la exfiltración demoníaca, acude a Kyle en busca de ayuda, decide que es hora de buscar una respuesta a las preguntas que le han perseguido siempre: ¿Por qué vivir sufriendo? ¿Por qué él? ¿Por qué sus seres queridos? Y, sobre todo, ¿de dónde parte su poder para disipar fuerzas malignas?

Por qué su don marchita tinieblas.

En algún lugar de la zona más rural de Estados Unidos, un joven está poseído por un demonio peligroso. Llaman al reverendo Anderson para que se ocupe de la situación pero cuando hace acto de presencia se encuentra con una situación difícil de superar. En la misma ciudad vive un joven con problemas llamado Kyle Barnes, que quiere aislarse de todos, a pesar de la insistencia de su hermana. Cuando el reverendo se cruza con Kyle (que también se ve muy solo) quiere que lo ayude con el caso. Después de todo, él pasó por algo similar hace mucho tiempo, ¿no? Una serie que logra entregar un primer número estelar que engancha de todas-todas. Pero solo es una premisa de las potentes secuencias o encuentros que están por venir. Por que no es solo Kyle Barnes. También sus seres queridos, desde su madre, su hija, su esposa, su hermana, su cuñado, cada persona se ve afectada de alguna manera por extrañas posesiones demoníacas. Y Kyle quiere hacer frente a eso ya.

Kyle parece nacido para lidiar con el dolor. En el segundo número se presenta un diálogo brutalmente honesto de Kyle buscando catárticamente algún tipo de absolución para su madre que está en coma en el hospital. Y es que Kirkman dedica unos tres o cuatro primeros números a enseñarnos las relaciones mundanas con los más allegados de Kyle. Solo para después mostrarnos el horror. La calma que precede a la tormenta. Y llegas al cuarto número y te topas con la intensa mezcla de suspense y terror psicológico poderoso por el que brinda esta serie. El tema sobre que los demonios son reales y el exorcismo no siempre es el remedio. Y las cosas empiezan a estancarse. Y el agua estancada huele mal. Y es nido de podredumbre de viles seres que necesitan energía humana para existir. Energía poderosa que brota de la sangre familiar de Kyle… ¿Pero por qué?

Outcast (Paria) es una serie que con cada número sigue contando buenas historias. Los propios personajes también son especialmente buenos (ya sabemos del don de Robert Kirkman). Kyle es un personaje principal encomiable con el que simpatizar fácilmente. A Megan, puedes llamarla Megan, pero os juro que es una Kate Bishop más madura (algunos me entenderán). El ritmo está bien orquestado y permite que las escenas sucedan a la velocidad adecuada; muy importante en una historia sobre exorcismos. Y Paul Azaceta da vida a este horror con su obra de arte. Un ilustrador que me encanta y ya sé porqué: de alguna manera, me recuerda a nuestro paisano David Ajá, uno de mis ilustradores favoritos actualmente. Outcast (Paria) es un cómic espeluznante e inquietante, y lo mejor, potente en atmósfera.

No se puede pedir más en un cómic de Terror.

Reseña: Stillwater. Rabia, Rabia, de Chip Zdarsky, Ramón K. Pérez y Mike Spicer

Sigo encontrando Terror alternativo en cómics, títulos o colecciones que no esperaba. Mi amado género o mi ansia no me permite parar. Por que lo malvado, lo terrorífico no descansa… ¿y por qué lo iba a hacer yo? Y lo encontré en uno de los nuevos éxitos de Skybound al otro lado del charco pero que gracias a ECC Ediciones ya lo tenemos por aquí. De la mano del guionista Chip Zdarsky (Sex Criminals, Daredevil) y el dibujante Ramón K. Pérez (Cuento de Arena, Ojo de Halcón), una serie de Terror con tema original como pocas. Un primer volumen con los seis primeros numeritos de la serie que dan lugar a una buena sentada de lectura en uno de esos descansos de piscina o playa que tanto estamos necesitando en estos días. Por que Stillwater invita a sumergirse en una trama de película de miedo, de esas que incitan a comprar palomitas y refresco y pasar una buena noche frente a la pantalla. Es la nueva joyita que acabo de encontrar entre las novedades de ECC Ediciones. Un lugar donde nadie muere. Y no es una promesa. Es una amenaza. Un lugar, un espeluznante pueblo es el sitio donde los forasteros no son bienvenidos por miedo a que se topen con su oscuro secreto. Uno que se adapta perfectamente al fin de los tiempos. Y al igual que con tantas series nuevas en los últimos meses, no sé si el concepto precedió al Evento o al revés. Por que se hace difícil saber (aunque la historia aún no ha concluido) si los inquietos ciudadanos de Stillwater andan así “reprimidos” por estar separados de su familia y amigos o por andar nostálgicos de vidas pasadas…

A veces, solo quieres sentir que nada ha cambiado. Especialmente, cuando nada cambia.

En Stillwater nadie envejece y nadie muere. Y cualquier herida, desde la más pequeña hasta la más horrible, sanará en nada. La historia es bastante buena para trabajar con sus ramificaciones. Es de esas tramas que los que amamos el género vamos casi rezando con cada avance lector diciendo en voz baja, por favor, por favor, que no estropeen la idea… Un lugar donde te encuentras con que la gente del pueblo ni siquiera puede emborracharse para matar el tiempo. Tienen demasiado y no les importa emplearlo en matar. La violencia bruta se convierte en una forma perfectamente normal de lidiar con el aburrimiento. Por que no tiene consecuencias duraderas. Escenas donde el arte de Ramón K. Pérez (vaya ilustrador que acabo de descubrir, por cierto) lo muestran de forma portentosa e inquietante.

Todavía es pronto para subirme al barco de “maravillosa historia» de Terror. Pero los cimientos son roca pura. Hasta ahora pocos de los personajes han cobrado vida como las personas de las que necesitamos saber más. En cierto modo, está bien labrado el concepto de estar leyendo una historia restringida. No abierta al mundo. Uno de esos casos que veríamos en Cuarto Milenio una noche pero que al día siguiente ya casi no recordamos. Y debo decir que no ayuda que los eventos del final de este volumen (que corresponden al final del número #6) sugieran que Stillwater sigue moviéndose a ritmo vertiginoso, es decir, que se nos para de golpe en plena acción. También es cierto que son los primeros días de dicha anomalía en el pueblo. El lugar solo ha estado fuera de la entropía desde 1986, por lo que todavía estamos dentro del tiempo que una persona mortal podría haber estado involucrada en cualquiera de “esos trabajos” que aún se mantienen hoy. En ese remanso. Veremos.

Seguiré a expensas de si Daniel West, el susodicho que aparece en la ciudad tras recibir una misteriosa carta, y que descubre todo el percal, sigue siendo ese protagonista tan molón con el que ir de la mano a este terrible misterio.

O es el pueblo.

Veremos.

Inquieto me hallo.