Reseña: El Eternauta, de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López

Nunca nos deben faltar en disponibilidad las grandes obras creadas por el ser humano, los grandes libros, los grandes cómics… historias que uno se emociona de recordar donde se encontraba cuando las leyó por primera vez. Los creadores de contenidos, los pocos que quedamos que sólo usan la palabra escrita, tenemos en mente como primera misión que no se olviden o que se conozcan por primera vez -no ausentarlas del olvido-, obras tan características como El Eternauta, que aunque os hablo de un cómic de fama mundial, os aseguro, que raro es el día que sale el título a colación y salta alguien que no lo conoce.

Ni sabe lo que hay detrás.

El Eternauta fue un tebeo argentino de ciencia ficción creado originalmente por el guionista Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López entre 1957 y 1959. Una historieta que tuvo gran cantidad de secuelas, en especial, nuevas versiones con otros ilustradores. ¿Qué quería decir con lo de “lo que hay detrás”? Entre 1976 y 1983 durante la dictadura que estaba sufriendo Argentina, la saga fue censurada, llegando a hacer desaparecer a su autor Héctor Germán Oesterheld, del cual se comenta que fue uno de esos inocentes que sufrieron los famosos “vuelos de la muerte”; un método de exterminio consistente en arrojar a personas desde aviones militares en vuelo sobre el mar o el Río de la Plata. Drogadas o tiroteadas con el fin de hacer desaparecer los cadáveres para siempre. Y uno se pregunta: ¿Da el crear una obra de ficción (¡de ciencia ficción!), como para que maten por ello? Supongo que tenéis la respuesta.

Y la obra fue perseguida por gobiernos posteriores, lo que ya desata la locura del no entender. Cuando leáis El Eternauta, vais a ver que ni Oesterheld ni Solano López merecían el tipo de maltrato que conllevó este cómic. No tiene sentido. Finalmente pese a la censura por parte del gobierno argentino años después, se incrementaron un 23% por ciento las ventas de esta serie y el cómic voló (para bien) a países de todo el mundo. Una apasionante tira cómica que es una institución en América Latina.

La trama se centra en una invasión alienígena la cual llega mediante una tormenta de nieve tóxica que acaba con la mayor parte de la población. Y la resistencia de los supervivientes en la ciudad de Buenos Aires. Su protagonista es Juan Salvo, el Eternauta, quien en un ejercicio de metaficción narra lo sucedido ante el propio autor, el señor Oesterheld.

Planeta Cómic ha hecho lo que se debe de hacer. Reeditar una obra que siempre debe estar disponible para cualquier lector que se precie. El Eternauta se va a convertir en uno de los cómics más emocionantes que jamás hayas leído. Tiene una historia increíble. De película. De film apocalíptico. El Eternauta apareció por primera vez en 1957 donde apareció inicialmente como folletín periodístico y han dicho grandes críticos que no solo es un cómic clásico; es “el alfa y omega de una tradición nacional”. Y es cierto pues en Buenos Aires, su héroe, Juan Salvo, vestido con el traje de buzo hecho en casa, más de cincuenta años después se puede ver en murales, grafitis políticos y campañas publicitarias. Un superhéroe argentino único. Otro.

Héctor Germán Oesterheld pasó a mejor vida de forma angustiosa pero Francisco Solano López (1928-2011) lo acogimos nosotros como buenos paisanos que somos con nuestros hermanos latinos. Aunque tampoco somos ejemplo de nada en tema de dictaduras. No obstante, lo que distingue a El Eternauta no es su trama, por apasionante que sea. Más bien, el puro ingenio de sus personajes y como una y otra vez salen de situaciones difíciles. El profesor Favalli es un científico que adoro. Me encantan además los detalles cotidianos que nos da Oesterheld; sus personajes, que desconciertan los entresijos de la supervivencia y la guerra de guerrillas cuando sucede. Nominada a tres Premios Eisner y ganadora del Premio Eisner a Mejor Colección en Tiras de Prensa, por fin, se comenta de una adaptación para Netflix en breve. Por todos los dioses, que lo hagan bien.