Reseña: La Debacle, de Pascal Rabaté

La debacle es de esos cómics evocadores que dejan la sensación de haber leído una gran historia que uno no olvidará jamás. De hecho, me fustigo porque en su día de esta historia solo había leído el primer álbum y no recuerdo por qué, jamás leí su conclusión. Así que aprovechando que se rescataba en formato íntegro, este cuya mente empieza a cortocircuitear, no iba a perder la oportunidad de leerlo y reseñarlo para Desde New York CL.

Un cómic donde el genial historietista Pascal Rabaté (Un gusano en la fruta, La virgen de plástico), decenas de años después del famoso Éxodo francés, revive aquella falsa guerrilla y chulescas intenciones sin sentido de los galos, en formato cómic. Lo que ocurrió entonces es bien conocido al otro lado de los Pirineos pero para el que no tenga conocimiento: frente a la Blitzkrieg de la Wehrmacht, las fuerzas francesas muy mal equipadas y preparadas, fueron barridas en menos que canta un gallo. Y miles de franceses tuvieron que huir ante lo que se les venía encima. Un intento de frenada que fue un sinsentido y que terminó en desbandada. Y aquí justamente es donde entra en escena un soldado cualquiera atrapado en el torbellino de aquella debacle.

Y caminando entre Robert Lamoureux y Jean Aurel, a Pascal Rabaté le queda un retrato medio divertido y medio consternado de una nación en completo desorden. Porque como buen recluta, Videgrain intenta cumplir con su deber lo mejor posible…, mientras todo a su alrededor parece desmoronarse. A lo largo de sus andanzas se topa con soldados tan perdidos -geográfica y moralmente- como él. Fugitivos sobrecargados y bastante desolación. Pero el espíritu de la derrota divertidamente ilustrado. Rozando el absurdo en ocasiones al más puro estilo Samuel Beckett; los encuentros y diálogos que vais a encontrar en La debacle son geniales y siempre muy realistas. Se percibe a leguas que Rabaté se documentó bien y afortunadamente no cae en el didactismo. Rabaté no rehace la Historia, sino que cuenta y muestra a unos cuantos individuos perdidos en el caos, los cuales se arremangan para hacer lo que creen correcto.

Gráficamente, el diseñador optó por un estilo sencillo y muy ligero. Sin excesos ni furia en la puesta en escena ni en el montaje, todos los acontecimientos -incluidos los cadáveres que cubren ciertas viñetas- están representados de una manera única y muy humana, a través de los ojos del héroe. Esta visión frontal y distante resulta particularmente eficaz por su franqueza. De hecho, evita dar vueltas, el guionista-ilustrador logra resaltar las emociones de sus personajes, al tiempo que pone al lector frente a las suyas propias. Un buen ejemplo, las frases:

Y nosotros, ¿qué hubiéramos hecho entonces?

La debacle dolerá donde más duele al lector orgulloso francés. O no. Se reirá porque a estas alturas poco se puede hacer. Para el público más objetivo o general, queda una volumen maravilloso de lectura ágil, divertido (dentro del trasfondo bélico) y divierte cuando es necesario muy en el tono de La vida es bella, de Roberto Benigni. La debacle es otra de las joyitas de buen cómic europeo que Norma Editorial acaba de poner en su catálogo.