Reseña: Los Pizzlys, de Jérémie Moreau
Después de la muerte de su madre, tres adolescentes se ven abandonados a su suerte. El mayor no tiene más remedio que abandonar sus estudios para buscar trabajo. Lucha al volante de su Uber, cada vez más desconectado de la realidad, va de viaje, con los ojos pegados al GPS, navegando por las calles de la ciudad como un fantasma. Los otros hermanos están al borde del precipicio cuando de pronto conocen a una anciana un poco excéntrica. Después de cuarenta años en el país galo, se preparan para regresar a su país natal. Conmovida por la angustia de estos chicos, la señor se ofrece a acompañarlos. Vuelan, viajan todos a Alaska, sin imaginar lo que les espera…
En no muchos títulos, Jérémie Moreau se ha consolidado como un autor a seguir. Además de contar con un estilo visual muy asertivo, con cada nuevo álbum parece desarrollar un tema potente que siempre sitúa al lector frente a la fragilidad de unos hechos, frente a la verdadera naturaleza del problema. Ya sea que intentes “domesticarlo”, esta relación entre personas o personaje que propone, sigue siendo el elemento central de sus trabajos y eso es lo que atrapa de los cómics del señor Moreau.
Norma Editorial trae en un magnífico tomo un título que presenta varios personajes, cada uno de los cuales intentando reconectarse con el mundo que les rodea. Cada uno, a su manera, comprende esta relación profundamente e íntima con el entorno. Pero cuando Annie se da cuenta con asombro de que ya no queda mucho de los paisajes de su infancia, dañados por el cambio climático, todo cambia. Y una vez destetado de su consola, Etienne, el más joven, inicia una relación casi simbiótica con la naturaleza, entre rastreador y cazador. Su hermana Zoé entabla una fuerte amistad con su vecina y aprende con ella la cultura mágica y chamánica del lugar. Y en cuanto a Nathan, el hermano mayor, pero también el más perdido, parece deslizarse…, deambulando en busca de un hipotético tótem simbolizado por esta extraña criatura que da nombre a esta historia: El Pizzly. Un híbrido de oso polar y oso grizzly que es un producto inesperado del calentamiento global. Dos especies compatibles aunque aisladas la una de la otra por ser de climas y hábitats diferentes. Hasta ahora. Limitaciones que hoy en día se están rompiendo.
Así llegan los niños de la ciudad a las llanuras del Extremo Norte. Nunca debieron haber terminado allí. Aunque quizás puedan encontrar su lugar allí.
Los Pizzlys es una historieta que al principio desconcierta por su coloreado. El tema parece oscilar hacia una historia para jóvenes, coqueteando con la filosofía del ser humano de terminar volviendo a la naturaleza para salvar su alma. Luego, con el paso de las páginas, el escenario gana en profundidad y sutileza, y algunas bellas explosiones poéticas aportan una dimensión onírica a la historia y confirman, si fuera necesario, que desde la Saga de Grimr, Jérémie Moreau se ha convertido en un autor que cuenta muy mucho para mí.