Reseña: El Tío Sam, de Steve Darnall y Alex Ross

Un cómic que invita a la reflexión. No puedo entender por qué esta miniserie no recibió la atención que merecía. No es un cómic de superhéroes en absoluto. Trata sobre Estados Unidos y cómo nosotros, como nación, hemos olvidado lo que se supone que debemos defender. Un guion que es brutalmente honesto sobre el sexismo, el racismo y el imperialismo. En una de las páginas, un nativo americano le dice al Tío Sam que «debe tener cuidado con a quién llama salvaje», en referencia a los tratados rotos que USA llevó a cabo con las tribus nativas americanas que, en realidad, utilizaron el genocidio para obtener su tierra.

Y otro ejemplo es un palo de madera estereotipado que se utilizó para degradar a los afroamericanos en el pasado y que muestra al Tío Sam como un hombre afroamericano que está a punto de ser linchado en el Sur. El Tío Sam, después de muchas preguntas contesta: ¿Por qué? ¿Por qué me estás contando esto? Con una mirada en su rostro, le responden: ¡Porque necesitas saberlo! ¡Por eso! Porque tienes tendencia a OLVIDAR estas cosas…

Y también menciona otros temas que todavía afectan a Estados Unidos hoy en día, especialmente, con lo que está sucediendo en el clima político actual a nivel mundial en cuanto a las guerras. Por eso recomiendo encarecidamente este guion de Darnall al que aportó sus dibujazos el gran Alex Ross después del éxito de Kingdom Come en 1996. Lo recomiendo a cualquiera que quiera entretenerse y ser desafiado. Una obra fantástica con arte atemporal, si bien algunos han llamado a este tomo un título de tendencia liberal o izquierdista, ya os digo que para nada encontré esta obra de esa manera. Más bien un reconocimiento de la realidad. El Tío Sam, un hombre sin hogar, según cómo desees manejarlo, emprende una búsqueda a través de la historia norteamericana. ¿Y qué encuentra? Pues un comportamiento hipócrita desde la esclavitud, los soldados de la Unión que reciben pan lleno de gusanos, la codicia, la corrupción y toda una serie de problemas. Por lo tanto, el reconocimiento de hechos históricos no debe verse como algo político, sino más bien histórico.

Y finalmente un clímax en el que el protagonista lucha contra una versión deformada de sí mismo.

Que quede claro que no vi al villano como una figura republicana. Sea cual sea la inclinación política de cada uno, debe considerar esta obra como un título que hay que leer sí o sí. Plantea desafíos, pero no más de lo que debería hacerlo una obra que invita a la reflexión.

Una belleza de cómic que examina la historia y la postura y, como muchas grandes obras, también examina el bagaje que traes como lector hasta este momento en el que estamos.

No es para todos, pero pruébala.

J. J. Castillo nació una fría mañana de invierno en la que el murmullo del viento hizo temer al más valeroso. Enamorado de esa sensación, dedica su tiempo a escribir y leer historias que increpen el alma. En el ámbito de las letras ha ganado premios y ha colaborado con cantidad de editoriales especializadas en los tres grandes géneros.